Sequía

Pasa la media mañana de un día de cambio de tiempo sin lluvia.

René es un hombrecito de sonrisa permanente grabada en su cara de rasgos duros: nariz grande, pómulos salientes, voz ronca. Trae un sobre en la mano izquierda, la derecha da un portazo que resuena en los cuarenta y cinco metros del tres ambientes.

Bety sale de la pequeña cocina. Mientras arrastra el changuito, dice:

─Parece que venís furioso del velorio de Guillermo. ¡Qué buen tipo era! ─Estaciona el carrito en el vestíbulo bajo la luz de la única lámpara led sin artefacto. Su mano regordeta aferrada se adhiere al acrílico del manubrio.

Rene ruje:

─¡De polvo somos y al polvo regresamos! Mienten en los velorios. Setenta por ciento agua, somos. Lo que más nos destruye es la sequía lenta y el fuego rápido. ¡Qué caminen unas cuadras sobre el pavimento o la arena caliente bajo el sol! Ni una pueden. ¡Qué se zambullan en la arena los machos o machas! ¡Me cago en la sequía!

─No te entiendo, René ─La mujer lo mira impaciente y saca un papel del bolsillo con la mano izquierda, echa un vistazo y lo guarda.

─Polvo no, agua somos. La Biología es el estudio de los seres vivos. ¿Vos, la vecina del B, o alguien puede ubicar, nombrar, pensar, acá en la Tierra como en el Sistema Solar o en otra Galaxia, o en otro Universo algún ser vivo que no sea agua? ─Observa como Bety suelta el changuito, mira el cielorraso y sus manos se elevan, acompañan la mirada─ ¿Qué? ¿Qué es ese gesto de manos abiertas?, ¿una pelota, un tambor, todo? ¿Qué Él es todo? Precisamente por eso es agua. ¡Dios es agua! Y falta.

─¡Estás delirando, René! ¿Qué tiene que ver esa historia del agua con el cáncer de pulmón de tu amigo, detectado tarde porque no vivía en un palacio o en un cinco estrellas?

─¡Él ya se murió y yo me cago en los cinco estrellas!¿Qué sería de las estrellas si no devinieran en agua? No se planetizarían para ser agua consciente de ser estrellas, ni se pensarían a sí mismas, ni se verían, ni se calentarían, ni estallarían, ni se enfriarían. No existirían.

Los labios de Bety se arquean y sus ojos se agrandan, saca de otro bolsillo una bolsa grande de tela y la cuelga del manubrio.

René agrega:

─¿Y esa cara de yo no fui? ¿Obvio? No tanto para los que incineran selvas, encementan llanuras, evaporan glaciares, y se obsesionan con detonar misiles sobre aguas vivientes, que son sus semejantes.

─René, sabés que hoy es día de descuentos en el Super y se nos acabó el pan.

─¡Me cago en Supermarquet, Supermán, Supermina, SuperchatGPT y Super Bowl! Ahora bien: los que estuvieron en un desierto como Moisés, caminaron de algún modo las aguas como Jesús, y navegaron en una carabela como Colón, pueden ser o no los mismos que le cortan el agua de la canilla en una villa a la gente sencilla, dejan en bolas sin agua bajo la ducha a mucha gente, a mucha ─René sigue con su mirada a Bety que se sienta a escucharlo en una silla de patas desparejas sin soltar una mano que mece el carro─. Y le hacen impotable el agua de su propio río al pobrerío, impagable la de su tanque de polietileno al militante, inalcanzable la de nuestro lago escondido a la vista. ¡Sí! A la vista quizá de algún turista con la botellita a mano y la cuenta bancaria con inmensa liquidez, que no sepa que el desierto es desierto porque no hay vida, porque no hay agua.

─René: vamos por lo menos al Chino. Con agua también se hace el pan, y necesitamos pan, pan, René, y agua, sí. Y como no somos presos, agua sin gas para Marucha, con gas para Juan, y tónica para Lucía. Un tinto para nosotros y… ¡Nada de Coca ni Seven!

René agita el sobre que sigue en su mano izquierda:

─¡Abrí la canilla! ¿Te enteraste de que nos cortaron el agua?

Bety observa sin moverse como no gotea la canilla de la cocina.

─¿No pagaste?

─Sí pagué, pero la racionan.

─¿Racionan? No es racional racionar el agua.

─Sólo hay suministro sin cortes para los hoteles cinco estrellas, porque pagan el precio de mercado con descuento corporativo en pesos y se guardan los verdes.

─¿Entonces, no vamos al Super ni al Chino por el pan?

─No. Vamos a la Plaza.

─¿A qué?

─A meter las patas en el agua.

─¡Larguen todo chicos, vamos a la plaza!

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