El sol

El sol aprieta sin piedad, pero, de eso se trata. Hay que ir cogiendo color, se valora más en estos tiempos. Lo que es más molesto son las apreturas , estar tan pegadas unos a otros, pero claro, ese es el espacio que tenemos disponible. Además, todos sabemos que el sol es salud, que solo aporta beneficios, luz, calor… Imaginaos que un día el sol desaparece, que se convierte en una supernova, o que revienta de tanto brillar. Sería terrible, todo oscuro y sombrío.

Entre tanto, unas nubes de color púrpura se deslizan sin el más mínimo ruido por el cielo de pálidos colores. Algunas aves cantoras, rapaces, pacíficas o agresivas, depende de cómo esté la situación, me revolotean alrededor. No me asusto, porque somos muchos y muy pegados unos a otros. Eso sí, el ruido que arman es de mucho cuidado. Personalmente, prefiero el vals número dos de Shostakovith, pero uno no puede elegir.

Por la carretera, bordeando la arena, corren unos animales extraños. No sé si tienen cuernos o garras, o pezuñas, pero son extraños. Y de raros colores. Uno es magenta, otro es grisáceo, algunos son carmesí, otros son azulones. Es que la vida es muy variada.

Unos niños, tiernos infantes, se atacan a una de nosotras, nos cogen, desgranan. Casi prefiero cuando viene el gurriato del jefe con su máquina infernal y nos desnudan. La paja desparece, y no queda más que nuestro cuerpo, puro, limpio, maduro.

Lo peor es cuando nos llevan al molino y nos hacen pedazos. Pero es por nuestro bien, ya nos lo dijo el gurú. De ahí sale nuestro espíritu, en forma de harina.

Y luego, pan.

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