Muerde calabaza

Muerde calabaza

Callas

06/08/2024

Cuando vivíamos en Tapalqué, Tía Amelia me regaló un tejidito que me quedaba grande. Este tejido, María, soy yo misma; tanto tiempo me llevó urdirlo que al final no sé quién tejió a quién, si yo al tejido o fue al revés, dijo, y su panza se rió de arriba a abajo. Supe después que con el tejidito la había ayudado mamá porque ella era bastante torpe con las manos. Y que Tía Amelia hablaba con los muertos.

¡Voilá!, dulce y húmedo por dentro. Y tibio, no como esta casa enorme y fría que habitamos vos y yo, nada más que vos y yo. Y ese aroma vegetal. De calabaza, amor, el que te gusta. Partilo, vamos. Con las manos, hombre, el pan se parte con las manos. Es un cuerpo que se ofrece, manso, a los demás. Crujiente ¿no?

Hay algo más que cruje en esta casa, Ernesto. Yo. La chiquilina que veías a escondidas estos meses no se ensuciaba la carita con harina, ni tenía artrosis en las manos, de amasar y amasar. Tuvo suerte, no llegó a padecerla, murió joven, murió sana. El corazón se le detuvo cuando aún ni había empezado a galopar. Qué pena.

A escondidas la lloraste, por semanas. ¿Qué pensabas, que no me daba cuenta? Si hasta llegaste a conmoverme. Loca me volvía tu tristeza. Loca me volviste. Cuántos panes te amasé, cuántas veces, para que no la pensaras, este cuerpo de vieja cabalgó sobre tu vientre. Pero vos, ¡vos!, no llorabas de placer, por el placer que yo te daba. Lo hacías por ella, hijo de puta.

No debiste haber hecho lo que hiciste. Justo a mí, que te amaba más que a nada, más que a nadie.

Pero hay remedio para todo, Ernesto. Y un veneno. Hasta para el corazón de una jovencita.

No tuve hijos, pero lloré como una madre abrazada con la suya en el entierro. Un momento antes habíamos estado solas, la niña y yo, cara a cara. Una viva, la otra muerta, una echada, la otra erecta, una joven, la otra vieja, una aún bella (¡ay Dios, qué bella!), la otra, aquí la ves. Me incliné a besar a la perversa. El cuchillo que llevaba en la cartera no lo usé.

Fue la noche que nevó en Limay Mahuida. Me volví como una loca, canturreando, mojada, en la blancura (“… era rubia y sus ojos celestes, ¡oh!, pulpera, que no fuiste mía…”) En casa vos no estabas. Abrí el cognac. El loro repetía yo te adoro. Le hundí el cuchillo en la garganta (sangre de ave, sangre de perra, es igual para el acero) Sus patitas se aferraron a mi mano. No me soltaba. Lo solté. Pataleó un par de veces y no se movió más. Esa noche dormí con el puñal, saciados y húmedos, los dos.

Hasta que me despertaste para decirme que dejara de roncar. Y que el gato había matado al loro.

Este pan para dos, no para tres, hecho de sangre y harina, es solo nuestro. De mi sangre primero (este corte en mi muñeca lo constata) De la tuya ahora. ¡Oh! Tu boca sangra. Sangra tu lengua, tus encías. Eso que escupís son trocitos de hojas de afeitar (oxidadas, ¿qué pretendías?, nuevas no hallé) El vidrio molido ni se siente, no te preocupes, aunque igual lastime estómago y tracto intestinal. Lo que te matará será el veneno. Te vas a retorcer como culebra, perro. Y en el final, vendrá la asfixia.

Sabe rico, ¿no es así?, aunque duela. Igual que vos. Estas manos, mi vida, que te matan, han sabido acariciarte. ¿Por qué, Ernesto, de princesa me convertiste en calabaza? ¿Por qué lo que tocamos lo ensuciamos? El agua, el pan, el vino, los cuerpos, las miradas. ¿Soy yo realmente esa, la que se mira ahora en el espejo, sucias las manos, sucia la cara de harina y sangre? Yo, hecha de ansias, de alegría, de ilusión, mirá: ahora estoy seca.

Es inútil que grités, nadie te escucha, Rachmaninoff llena la casa. Qué hermosa es la pianista, ¿no tiene un aire a tu chiquita?

Ya acaba, falta poco, amor, para que estés para siempre adentro mío. Harina, levadura, sal y azúcar, agua tibia, grasa de cerdo y el corazón de un cerdo como vos como relleno para mi próximo pan de chicharrones. Que nadie sepa, Ernesto, que no te sobreviva ni siquiera la vergüenza: voy a trozarte y echarte a los perros. Y yo esta noche dejo que corra el agua nomás sobre mi cuerpo, y después limpia, sola, me caso con la cama.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS