INSOPORTABLEMENTE BUENO

INSOPORTABLEMENTE BUENO

El olor era Insoportablemente Bueno. Por mucho que quisiera salir de esa habitación, no encontraba la salida . 

-¿Qué es lo que hago aquí? ¿Cómo llegue? ¿Pero? 

– Ese olor,  no lo soporto, no puedo con el. Chillo.

Una vez que termino de hacer su serie de respiraciones para controlar su dichosa ansiedad, fue observando aquella habitación más detenidamente . No había cambiado nada, estaba tal y como él la recordaba. Los tres grandes ventanales estaban extremadamente limpios como a él le gustaba. Las cortinas blancas recién almidonadas y planchadas con ese olor a lavanda tan peculiar en toda la ropa de cama, las encimeras resplandecientes, así como el viejo horno de leña.

-¿Pero ese olor de dónde viene? volvió a preguntarse ahora mucho más tranquilo.

Intento de nuevo salir de aquella cocina pero la puerta no se abría, miro hacía los ventanales acercándose  a uno de ellos y se acordó que estaba roto, pero quedan dos más se dijo a si mismo. Sin problema, abrió uno de ellos sacando la cabeza por uno de ellos. En cuanto la brisa acaricio su cara inspiro el aire fresco del atardecer supo  que estaba en casa y en ese mismo momento le rugieron las tripas. 

-Tengo hambre murmuro.

– ¡¡Tengo hambre!! dijo de nuevo pero está vez en voz alta y alegre.

Miro a su alrededor y reparo en el frigorífico, estará vacío pensó, pero decidió mirar por si acaso. No podía creérselo, tenía de todo. Bueno de todo no, faltaba lo principal,  faltaba lo más importante, dar forma a ese olor que a la vez odiaba y amaba.

Sin pensárselo busco una chaquetilla que estaba allí como si estuviera esperándole  y  obro el milagro. Amaso, dejo reposar y volvió amasar dando firmes a la vez  suaves masajes a  esa masa que  en sus manos crecía por momentos. Una vez concluyo de mimar la masa,  horneo una gran hogaza  de pan  volviendo ese olor Insoportablemente Bueno. 

Preparo unos huevos, un  poco de jamón y una gran rebanada de ese pan humeante cuyo olor embargaba toda la habitación.

Inicio la ceremonia cerrando los ojos a la vez que abría su grandota boca para dar buena cuenta de su improvisada comilona, pero cuando volvió a abrirlos y todavía con esa sonrisa tonta en la cara se asusto al ver a tanta gente a su alrededor,  que lloraba y reían a la vez. Estaba totalmente desconcertado, donde estaba su comida donde estaba su rebanada de pan pensó mientras unas lágrimas les resbalaban por las mejillas.

-Miguel, ¿ Me escucha? ¿Cómo se encuentra? le preguntó el que supuso que era el médico por su indumentaria

-Bien, dijo entrecortadamente . Estoy bien repitió,  mientras buscaba a alguien con los ojos.

-Miguel,  dijo de nuevo el médico, ha sufrido un accidente. ¿Me entiende?

No escuchaba, no sabía de lo que le estaba hablando, no sabía que estaba haciendo allí. Pero el olor  Insoportablemente  Bueno estaba allí. Estaba cerca muy cerca de él,  justo detrás de la bata blanca, allí estaba  con sus manos entrelazadas, ojos llorosos,  con la chaquetilla blanca  del Obrador puesta todavía,  y con ese olor  que le devolvió a la vida.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS