PAN PARA TODOS

PAN PARA TODOS

NOEMI BENGOA

16/07/2024

PAN PARA TODOS

Ella, estaba entre los miles de migrantes que llegaban a la frontera entre México y Estados Unidos. Los inmigrantes venían de todo lugar, incluso de Asia, África y Oriente Medio, muchos «expulsados» de sus países por la convulsión económica. En contraste con la economía de Estados Unidos que prometía dos puestos de trabajo por cada estadounidense.

Era un gran riesgo viajar ilegalmente, pues muchos perdían la vida en los caminos y cuando llegaban a la frontera, el pan se les quemaba en la puerta del horno. Eran deportados o encarcelados.

Era obvio que Talita estaba en aquella frontera a razón de buscar ganarse el pan de cada día. Mas no era de las personas obstinadas que logran sus objetivos acosta de peligro o transgresión. Así que tomó su determinación, ser como el viento, silencioso, invisible y que se lleva algo a su paso.

Dio media vuelta y pensó, habrá otra manera de ganarse el pan. Con esa carga emocional y sentimientos encontrados, miedo, tristeza, nostalgia, rabia, decepción y resignación; se dio cuenta que había caminado ya muchos días por lugares desconocidos, con otras personas, quienes se pusieron a descansar agobiados por el cansancio; cuando alguien le alcanzó una pieza de pan, pues notaron que ya se le había acabado el dinero.

Había saboreado, pan con mantequilla; pan con queso; pan con jamón; pan con palta; pan con huevo frito; pan con paté; pan con mermelada; pan con atún y últimamente, con las pocas monedas que tenía se había comprado un pan con menjunjes llamado “hamburguesa”; pero nunca había comido pan con soledad. Su hambre era tal que lo saboreo muy gustosa y sintió que le había llenado el estómago, por lo menos ya podía echarse a dormir, sintiendo la alegría de haber alcanzado a comer el pan de cada día.

No bien rayaba el alba, los caminantes ya estaban listos para retomar su marcha, avanzando a paso ligero. Talita quedó atrás, perdiéndoles de vista. Pasaba por un trigal que se le hacía interminable el recorrido, se sentó a descansar. Sintiendo que se había perdido, por largas horas esperó y entendiendo que nadie regresaría por ella, las lágrimas llenaron sus ojos. Para no desesperar, entonó débilmente una y otra vez la canción que en su niñez había aprendido.

Por los trigales

voy caminando,

Vamos mirando

el Futuro pan.

Trigo bendito,

eres riqueza,

tú eres la paz.

No sintiendo la presencia de un nativo, que con voz furiosa le preguntó, ¿qué hacía en su trigal?, ¿de dónde venía? y ¿a dónde se dirigía? Ella abrió su corazón y narró la situación en que se encontraba, lejos de casa, rechazada en la frontera, con un viaje insulso y ahora extraviada. ¿cuál sería su final y su deseo de ser cual el viento?…

Matías el campesino, muy sorprendido y tocado por la honestidad de Talita, le escudriñó.

– ¿Sabes cómo hacer pan?

-No, solo sé comerlo, respondió.

-Pues para que te comas un pan, hay una gran historia, con muchas personas que hacen su parte.

–Dígame, ¿ese pequeño pan tiene muchas faenas?

-Comenzando por el sembrador de trigo, el cosechador, el molinero, el transportista, el vendedor de la harina, hasta llegar al panadero; el amasador, el horneador, el leñador sí es horno natural, el vendedor del pan y hasta el que coloca el pan en la mesa y lo acompaña con un delicioso café o chocolate.

– ¡Qué alegría el pan nos une! exclamó Talita.

-Bueno, ¿qué te gustaría hacer dentro del rol de todas estas personas que hacen el pan en este pueblo llamado Lamor?.

-Me gustaría amasar el pan, ya que el amasar ¡saca coraje!; pero amasaré con amor.

– y sacrificio, agregó Matías, porque lo harás todas las madrugadas hasta el amanecer.

Es así que Talita, cual el viento estaba en aquel hermoso lugar, donde todo un pueblo sembraba el trigo, lo molía, amasaba, horneaba y lo vendía a la vera del camino. No había conductor que no se detuviera a comprar el pan, pues su fragancia se sentía por kilómetros.

No sabemos cuánto tiempo pasó, más un día Talita sintió el viento en su alma, solo que todavía no se había llevado nada. Entonces recordó aquellas, personas a quienes se le negó el ingreso a ese país “ideal”, para hacer real sus sueños, pero que en realidad se tornaba una pesadilla.

¿Por qué empecinarse con esa forma de vida, lejos de los suyos, en un país racista, que ni hablaba su idioma? ¿Era el único lugar del mundo acaso donde se podía poner las esperanzas?

Con mucho dolor por Lamor que la acogió y la convirtió en una de las panaderas más destacadas, salió de aquel lugar; una tarde de abril, para retornar al lugar de donde había salido a los 16 años. Ahora convertida en una gran hornera muy sabia.

Llegó cual el viento a su terruño.

– “traigo pan para todos,”. Fueron sus palabras de llegada y comenzó a enseñar el amasado de pan y cuando hubo una gran cantidad de amasadoras, las unió para hacer un horno en cada hogar y a su vez las mujeres motivaron a sus esposos a cultivar el material para el pan; el maravilloso trigo.

Hizo que su pueblo natal sea la réplica de Lamor. Dios había cumplido sus sueños de ser como el viento. ¡Se trajo el pan!

Ahora, podía ir donde aquellos gobernantes que cerraban las puertas a los que iban en busca del pan, e ingresó invitada como la mejor panadera del planeta; para decirles que en vez de gastar inmensas fortunas en sus fronteras, construyendo muros y alambrados, simplemente debían aplicar políticas de inversión para la labranza del trigo, en los países donde se llevan sus recursos y proteger la producción del alimento básico como es el pan, que cuesta igual para ricos y pobres. Por lo cual el “pan debía ser para todos”.

No tardó en darse cuenta de que se había convertido en una activista con su voz volando por el mundo, ¡“pan para Todos”! Sus Seguidores, comprendieron que, para comer pan, no se necesita ir a una frontera dura, cerrada, fría, indiferente, sino que en sus lugares hay tierras, donde pueden sembrar trigo, para que sus pobladores se realicen, en este hermoso oficio de preparar el pan. Así no habrá cambios de rumbo, sino estabilidad que les permita superar frustraciones y vivir dignamente proveyendo “pan para todos”.

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