MIGAS de Memoria

MIGAS de Memoria

Había guardado aquel mendrugo en el bolsillo de su chaqueta ante el temor de un horizonte de escasez.

Sabía aguantar la sed,podía resistir horas sin ingerir agua potable pero el hambre era otra historia.

Miró por el ventanal.El camino de piedra se iba llenando de mujeres con bolsas y cestas de comida.El sol tibio calentaba la claraboya ,lo que invitaba a prescindir de las prendas de abrigo.

Jacky terminó el desayuno con vivacidad.Recogió las migas y las depositó en su pañuelo de algodón.

Fuera los jilgueros volaban nerviosos de rama en rama entre los pinos.Jacky se sentó en el banco de madera,el más viejo, y trató de convocar a las palomas con sus migajas.

La mujer que se sentó a su lado era hermosa.Sus ojos verdes eran tan claros que podía incluso ver en ellos diferentes personas y lugares,como si de un espejo se tratara.Pensó que aquella tarde Sylvie llevaba en ellos a un viejo barbudo demasiado desaliñado,un fugado quizá,un sospechoso.

Miró a derecha e izquierda,con cautela hasta que una mano hidratada y tersa trató de calmarlo.

-Papá,¿cómo estás?

Jacky escudriñaba con sus ojos a la joven ,con el objetivo de entender sus palabras y su presencia.

-Mira-dijo sacando de una cesta un trozo de pan blanco-, ¿ has visto qué traigo hoy?

Jacky se acercó un poco más a Sylvie y se hizo con aquel alimento como si de un tesoro escondido se tratara.

-Dame el que tienes en tu chaqueta,papá.Mira,vamos al estanque,se lo echaremos a los patos.

Jacky se dejó hacer;con torpeza envolvió el trozo de pan blando y lo ocultó entre sus ropas.

-Papá,agárrate a mi brazo.El día es perfecto para llegar hasta el estanque.

Las hortensias coloreaban el sendero,enmarcado con árboles y setos de un verde esplendoroso.

– Pequeña Sylvie, tu madre nos espera pero yo tengo que ayudar a Pierre .Allí en la frontera,¿ves?- decía mientras señalaba la sierra aún nevada que se alzaba ante el valle- me esperan los camaradas.Guarda el pan y ten,un poco de café que conseguí de estraperlo.

Jacky avanzaba en pasos temblorosos bordeando el seto que protegía el estanque. Fuera,en el aparcamiento unos niños reían despreocupados en aquella mañana de primavera.

-Sí,papà.No te preocupes.

Jacky se quitó la chaqueta y buscó en el suelo algo con que alimentar a los patos.Borraba con sus pisadas los rastros que habían dejado los tacones de Sylvie.

Estaba delgado.

Sylvie seguía tratando de acercarse a aquel hombre que no era más que la sombra de lo que  su padre¿Dónde estuviste con Pierre y El Asturiano?¿Qué pasó con Rosario?.Aquellas preguntas tuvieron respuestas dispares y ,por tanto,la reconstrucción de esa historia dio lugar a versiones diferentes.

Tuvo miedo pero más de una vez pensó en presentarse como Rosario.El pan sirvió como estímulo aquel martes de abril para desenlazar el relato triste de una mujer que murió luchando en la sierra por unos ideales.

-Mírame- dijo ella pensando que en el espejo de sus ojos existía otro reclamo para la memoria de Jacky.

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