En los límites de la ciudad de Soren, se encuentra una modesta panadería, que desde hace varios años es atendida por una joven mujer, ella se levanta todos los días a las 5:00 de la mañana para comenzar a preparar la masa para el pan.
con el pasar de los años esta rutina se volvió algo que ella podía disfrutar, comenzó a ver al pan como algo aún más especial, cuando los clientes comienzan a llegar es la mejor parte de su día, poder ver a todas las personas que disfrutan de su pan la hace muy feliz.
Al tener una panadería en una gran ciudad la competencia es muy fuerte, grandes empresas podrían hacer en horas lo que ella podría hacer en días, esa es la razón de que sea muy feliz, a pesar de todo aún hay personas que vienen a su panadería, a comen en especial su pan, nada podría hacerla más feliz.
Ella disfruta de hacer pan, ella encontró gratificación en hacerlo, se podría decir que es su motivo de vivir.
ella se encuentra sola, no tiene nada más que hacer pan, esto no es algo que le inquiete, ella hace mucho que se rindió en el amor, pues considera que nunca ocurrirá.
Cierto día, cuando abría la puerta se encontró con una niña, su aspecto era desaliñado, su cabello sucio y no tenía consigo zapatos.
El olor del pan recién horneado había llamado la atención de la niña, que con una expresión inocente quería comer pan.
La joven mujer miro en todas direcciones, esperando que alguien estuviera acompañando a aquella desprotegida niña, al ver las calles desoladas la invito a pasar.
Los clientes no tardarían en hacerse presentes, sabiendo eso, ella agarró un pan que recién había salido del horno, y sirviendo un vaso de leche, se lo dio a la niña.
Ella, aun con una expresión inocente comenzó a comer el pan rápidamente, mientras tomaba de golpe el vaso de leche.
Esta acción formo en el rostro de la joven mujer una sonrisa.
no recordaba cuando fue la última vez que había visto a alguien tan hambriento devorando uno de sus panes, esto la hacía muy feliz y triste, le recordaba a su hermana menor.
Un cliente frecuente entró por la puerta principal, viendo a la joven mujer y a la niña paradas en medio de la tienda.
La niña termino su vaso de leche antes de salir corriendo aun con un poco de pan, empujando levemente al cliente.
La joven mujer estiro su mano, no quería que la niña se fuera, quería poder verla un poco más, algo que ya era imposible, sacando a la niña de sus pensamientos comenzó a atender al cliente, al mismo tiempo que comenzaron a llegar más.
La panadería rápidamente se quedó sin clientes, ellos eran los primeros que llegaban, el poder imaginar a los clientes con una expresión similar a la de aquella niña la hizo muy feliz, dándole el ánimo para poder esperar a los siguientes clientes.
Clientes que no llegaron, ella sabía la razón, una panadería tan remota como la suya solo podía seguir en el mercado gracias a que abría más temprano que nadie.
En todo el día no entró nadie más.
Detrás del mostrador la joven mujer comenzó a llorar, no podía seguir manteniendo la panadería, los gastos son más grandes que las ganancias, contaba con el apoyo de sus vecinos, ellos eran sus clientes frecuentes, y sus únicos clientes.
Las lágrimas no cesaban, ella solo quería que las personas fueran felices comiendo su pan, tal como alguna vez lo fue su hermana menor y aquella niña.
los siguientes días fueron un poco más de lo mismo, los clientes eran insuficientes, no ganaba lo suficiente para seguir con la panadería.
Sus vecinos seguían apoyándola, aunque cada vez menos, era algo de esperar, no todos los días desayunaban pan, ni en grandes cantidades.
con un profundo dolor en su corazón escribió en una hoja las palabras que tanto quería evitar «Muchas gracias por todo su apoyo, la panadería va a cerrar»
Los clientes habituales miraron con cierta tristeza a la joven mujer, estaban conscientes que su ayuda no era suficiente para poder mantener una panadería relativamente mediana, la ubicación tampoco ayudaba, al estar en la tercera sección de la ciudad, la más alejada de la zona centro, la cantidad de personas que iban ahí era muy escaza.
Todos los clientes sabían de amor que la joven mujer ponía un su pan, por eso decidieron que lo mejor sería que hiciera únicamente pan por encargo, así seguían ayudando y ya no se haría más pan de lo necesario. Y así fue.
Ahora solo hacia lo necesario, sabía que su pan estaba siendo comido por buenas personas, lo qué la hacía feliz.
Aun se levantaba a las 5:00 de la mañana, ya era una rutina que por el momento no quería dejar, los preparativos para hacer el pan ya no eran tan exigentes como antes, solo quedaba hornear la masa que preparaba la noche anterior.
A las 6:00 de la mañana alguien entro por la puerta, era aquella niña que comió con gozo su pan, su apariencia seguía siendo la misma.
La niña con algo de dinero en su mano se acercó al mostrador, dejando la cantidad exacta del precio del pan que hace un tiempo había comido.
Y con un ligero movimiento con su cabeza salió corriendo de ahí.
Esto hizo feliz a la joven mujer, por la ventana de vidrio se podía ver el cabello de la niña, estaba afuera de la tienda sentada en el piso.
Agarrando un pan recién horneado, y sirviendo un vaso de leche, salió de la panadería, la niña miro a la joven mujer, antes que ella pudiera huir el olor del pan y la leche la detuvieron.
Tímidamente aceptó las cosas que le ofrecían, tenía hambre.
Poniéndose a la mima altura que la niña, la joven mujer acaricio su descuidado cabello.
Invitando a entrar a la niña a su casa a desayunar, después del desayuno ambas entraron a bañarse, eso le recordaba cuando aún hacia eso con su hermana.
Busco en su armario ropa que le quedara a una niña, la única que encontró fue la de su hermana, sintiendo nostalgia al ver la ropa escogió la más linda para ella.
al poder ver que aquella ropa le quedaba perfecta decidió dársela, aun no sabía quién era, o de donde venia, mucho menos quienes eran sus padres.
Solo sabia una cosa, quería seguir viéndola comer su pan, con una sonrisa se despidió de ella, a lo que ella simplemente respondió «Mañana regresare por un poco más de tu delicioso pan»
Ella no podía pensar en una frase que la hiciera más feliz, con una sonrisa respondió «Si, aquí te espero con un delicioso pan y un vaso de leche»
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