Cada día llegaba Roberto el panadero a surtir la vitrina “Mi tiendita». Nunca olvido el pan de Bernabé. Bernabé era una lora muy habladora, sigilosamente todas las mañanas entraba por el patio, pasaba por el cuarto de Jesús y Elvina, luego pasaba por el cuarto donde tenían los costales, las cajas de tomates, el bulto de arroz, el de papas, los frijoles, el maiz y las canecas de la basura; con su caminar elegante llegaba hasta el mostrador de la tienda y volaba a lo alto de la puerta y comenzaba: 

– Roberto, Roberto pan. Casi simultáneamente llegaba Roberto en su bicicleta con la parva. y le contestaba – buenos días cócora.

Rúa, rúa. Roberto pan. él sacaba de una bolsa un pan pequeño y alargadito, lo remojaba en agua y se lo colocaba en su plato. el plato que Jesús Siempre le tenía en lo alto de la puerta.

– Roberto quiere cacao. Le decía la lora

– Si,  pero bien parviado. ella se reía y con su pico destrozaba el pan. Ese era un ritual diario por muchos años. Un día Roberto no llegó. Llegó un joven con la parva, pero no le trajo el pan a Bernabé. Jesús le preguntó qué paso con Roberto?

-Está enfermo.

 Roberto rúa, rúa, Roberto pan, decía Bernabé

Jesús tomo un pan cualquiera se lo mojo en el agua y lo puso en el plato.

-Maluco, maluco, garre la lora.  y con su patica lo tiraba al suelo

Jesús le dijo al joven. Roberto le trae un pan especial a la lora.

-Ahora le pregunto a Roberto qué clase de pan le trae; pero Roberto murió y no alcanzó a decir de qué le hacia el pan a la lora.

Esa semana no llegó la parva, por el entierro del panadero Roberto, pero la lora seguía con su ritual. Al volver el joven trajo un pan y le dio a la lora.

-Roberto rúa, rúa Roberto pan. Maluco, maluco y con la patica lo tiraba.

Elvina cogió el pan del suelo. Este no es el pan que le traía Roberto, él se lo hacía con semillas de mijo y alpiste

Esta tarde que haga los panes le hago uno especial con semillas, dijo el joven

En la panadería el joven tomó un pedazo de harina le echo semillas de amapola y dos de girasol.

-Roberto rúa, rúa Roberto pan

-El joven le pasó el pan a Jesús, este lo remojó. Y se lo colocó en el plato.

La lora picoteó el pan.  -Maluco, maluco y con la patica lo tiraba.

Esta lora tan resabiada, no le gusta con semillas de girasol y amapola.

Hágaselo con semillas de mijo y alpiste, le dijo Jesús

Pero el panadero no se las hizo así, hizo masa de manzana y le echo semillas de calabaza

-Roberto rúa, rúa Roberto pan. Jesús cogió el pan que traía el joven lo ungió de agua y la puso en el plato.

Maluco, maluco y con la patica lo tiraba.

Lora resabiada. Dijo el joven panadero

¿Cambio la receta del pan? Preguntó Jesús

-Llego una marca nueva de harina de trigo sin levadura y la estamos ensayando, ésta no necesita tiempo de reposo.

-No ha gustado, parece que cambia el sabor y la textura. Con razón a Bernabé tampoco le gustó.

-Pues hay que acabar con esa harina para no perderla, dijo el joven.

-Con ella lo que va a perder es clientela, cuando cambie de harina me trae la parva. le dijo Jesús

Luego de una semana regreso el panadero con la parva para “Mi tiendita”. La mejor manera de saber si esta buena es con Bernabé. pero el panadero no le trajo el pan a la lora.

Se me olvidó, mañana se lo traigo. Oyó lora resabiada.

Roberto rúa, rúa Roberto pan. Resabiada, resabiada

Todos soltaron la carcajada. Y la lora también reía.

Jesús, Jesús maluco, maluco, decía la lora

Al otro día llegó el panadero.

Roberto rúa, rúa Roberto pan

El joven  sacó el pan  lo remojo y se lo puso en el plato a la lora.

Roberto rúa, rúa Roberto pan. Resabiada, resabiada. Roberto quiere cacao. 

El joven no le respondió.

La lora con su pico destrozaba el pan, maluco, maluco, y con la patica lo tiraba

-Esta lora resabiada que es lo que quiere. Ya cambié la harina y sigue pidiendo.

Roberto rúa, rúa Roberto pan. Resabiada, resabiada

El joven panadero le grito – lora resabiada, quiere cacao.

-Sí, bien parviado, resabiada, resabiada

Hágale a la lorita el pan como a ella le gusta, le dice Jesús.

Al día siguiente la lora repetía, en lo alto de la puerta. Roberto rúa, rúa Roberto pan. Resabiada, resabiada. Al ver al joven la lora repetía nuevamente.  Roberto rúa, rúa Roberto pan. Resabiada, resabiada. El joven sacó el pan y se lo mostró.  la lora reía.  se acercó lo mojó en el agua y se lo colocó en el plato.  la lora con su pico puntiagudo picoteó el pan, todos miraban su reacción y ella continuo picoteando el pan sin pronunciar palabra.   Esta bueno le preguntó el joven, ella no respondió, volvió a preguntar. resabiada esta bueno. y ella alzó una patica y dice; bueno resabiada, bueno resabiada

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