Nunca tuve interés en destacar en nada… yo era un niño cualquiera procedente de una familia cualquiera en un barrio cualquiera…

Jamás se me enseñó nada más que a seguir respirando, seguir viviendo, seguir hacia adelante, como a sobrevivir más que a seguir viviendo.

Aunque ahora que lo pienso, ni siquiera mantenerse con vida era una prioridad… más bien era seguir acumulando tiempo.

Todo cambió con el pan… quién lo diría…

Hoy conozco mil historias de superación maravillosas, de personas que aprendieron, que decidieron dar un vuelco a su vida y gracias a un pensamiento súbito, a una acción motora y promotora de unas ganas de vivir, cambiaban el rumbo de sus vidas para dirigirse al éxito personal más desbordado…

Lo mío fue el pan.

Muy sencillo, muy sin verlo venir…

Mi vida, como te decía, trataba de vivir, sin más, de seguir hacia adelante los pasos que se supone todos seguimos, como las cucarachas, nacer, crecer, reproducirse y morir…

Pero, entre medio de eso, en algún momento me tocó trabajar… y todavía me pregunto como llegué a la panadería… y todavía me pregunto, como es que nadie ve lo que yo veo, lo que yo vi en ese lugar.

El pan es el centro de todo.

Hay quien venía a por pan y magdalenas, a por pan y galletas, a por pan y pastas, a por pan y…

El pan es el centro de todo y cuando recibían su pan, lo tocaban, lo apretaban, lo olían, aquel pan era el Santo Grial, la gente adoraba aquel pan y sus rostros cambiaban cuando lo tenían en las manos… daba igual si te habían contado antes que se les había muerto el perro, era tocar el pan y no podían disimular su regocijo… su paz interior.

El pan me hizo ver la bondad en el hombre.

El pan me reveló que la vida es ilusión, amor, alegría, pasión y mucho más de lo que jamás me pude imaginar…

Fue el pan.

Algo tan sencillo como el pan.

Algo tan enorme como el pan.

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