El Pan batío y los Hermanos Marraqueta

El Pan batío y los Hermanos Marraqueta

Ana Pilar

18/06/2024

Valparaíso es una ciudad que ha ido creciendo gracias a la migración de quienes han cruzado el Pacífico. Se pueden escuchar historias inverosímiles de saqueadores piratas que llegaron alguna vez a este puerto, de aventureros que cruzaban la Cordillera en busca de mejores oportunidades o de mujeres de la vida que quedaban varadas en esos callejones del hambre, buscando a uno que otro marino errante que quisiera rescatarlas por una noche. De esos relatos ya escuché mucho, pero, hay uno en especial que me gusta contarlo cada vez que he viajado por este largo y angosto pedazo de tierra. 

Los hermanos Marraquett llegaron en un barco a vapor a mediados de los 1700, eran provenientes de Francia y se dice que su familia era de una larga data de panaderos. Nunca se supo donde arrancaron después de crear, por accidente, el pan más prestigioso de este país. Porque sí, el Pan Batido no solo es conocido por su rico aroma al ser horneado, o por tener pocos ingredientes en su preparación, hay una disputa épica que cada región ha ido apropiando como suya. Pero, con orgullo podríamos decir que ese pan se hizo acá, en Valparaíso. 

Los Franceses comenzaron a exportar trigo al Virreinato del Perú en sus inicios, poco a poco comenzaron a apropiarse del monopolio panadero de este puerto. Al principio vendían sus clásicos amasados y el famoso Baguette que era comercializado incluso a la capital, donde se reunían sus coterráneos. La población estaba creciendo, los migrantes y criollos que hartaban las calles comenzaron a tener sus disputas políticas, que llevaron a varios motines de insurgencia por parte de quienes querían que los españoles dejaran de llevarse todas las riquezas del país. Al principio se decía que los hermanos panaderos eran parte de esas conspiraciones, pero ellos solo se encargaban de hornear el pan que cada familia llevaba a sus casas cada tarde. 

Un día, en que la calma había mitigado las últimas manifestaciones, comenzó a salir el característico olor a pan horneado de la panadería de los Marraquett. Sin embargo, aquel día sería el más recordado por quienes habitaban alrededor del local central. El aroma a horneado empezó a mezclarse con la madera humeante que estaba emanando de las ventanas. La panadería ardía en llamas de un momento a otro, gracias a la eficacia de aquellos que estaban cerca, se pudo apagar el fuego. Los hermanos salieron ilesos y, debido al infortunio, mantuvieron el pan dentro del horno por varios minutos más. Al momento de querer vender, se dieron cuenta que los Baguette se habían pegado unos a otros, por el calor y el tiempo que estuvieron dentro del horno. Aún así la venta fue un éxito, el pancito de aquellos gabachos se había vuelto una marca local en este puerto querido y más aún con su nueva forma popular que fue llevada a lo largo del país a través de cada barco que zarpaba. 

En el norte y el sur lo llaman Pan Francés, porque los marinos afirmaban que era el mejor pan que aquellos hombres habían horneado. En la capital aseguraban que su nombre es y será Marraqueta, derivado, por supuesto, del apellido de los hermanos Marraquette. Pero, acá donde se creó y amasó desde sus inicios, se conoce como Pan Batido, por su forma de amasado y porque cada habitante de este lugar lo pedía de esa manera a los mismísimos franchutes que lo crearon. 

Pasaron unos años para que la panadería se incendiara en su totalidad, los hermanos desaparecieron sigilosamente durante el invierno, sin antes de haberle dado trabajo a unos cuantos porteños que aprendieron la receta del pan más célebre hasta la fecha. Algunos hablaron de que debían dinero de algún contrabando en el que se involucraron, los más cercanos avalaban la lucha en la que se hayaba su país natal y en la que ellos decidieron embarcarse nuevamente para luchar en aquella histórica revolución. Quienes no conocían mucho la historia aludieron a que el mejor pancito era el Pan Batido; por lo rico de su preparación y porque era lo más asequible para llevar a sus mesas en cada almuerzo o cada vez que se tomaba once.  

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