Don José Juan de sesenta y cinco años de edad, padre de familia de un hijo llamado Felipe, esposo de Doña Julia, hombre responsable de aspecto muy mayor con una vista cansada, pero luchando cada día para llevar la comida a la mesa, su historia comienza a partir de las tres de la mañana, se levanta y agradece a Dios por un día más de vida, comienza con su rutina de preparar el pan, calienta el horno y comienza con su tarea para poder llevar el pan a sus clientes, sabe que cada día le esperan para que les lleve el pan, hornea el pan con mucho amor y dedicación, porque sabe que muchos lo disfrutan, el reloj va corriendo y él espera a que este listo, se dan las cinco de la mañana y el alista todo para salir. 

Va por la calle, sonando su corneta y gritando «el pan» lo repite una y otra vez, las personas salen a comprar el delicioso pan Francés, llega donde su primera clienta Doña María quien le dice: -¡Muy Buenos días don José!
Muy agradecido le contesta diciendo: -¡Muy Buenos días Doña María! le pide veinticinco centavos de pan, esta listo para entregarlo y aunque solo son veinticinco centavos, se alegra de haber vendido ese pan a doña María. 
y así sigue, visitando toda la colonia para poder vender su pan, al cabo de las siete de la mañana, Don José ha vendido casi todo el pan y se dice a si mismo: -Como decía mi abuelo, el que madruga Dios le ayuda. Y a las ocho y media de la mañana, don José había terminado de vender, para don José era grato llevar el pan cada día a las personas. Al terminar la jornada, regresaba al puesto para ayudar a su esposa con su venta de Flores, doña Julia muy contenta que su esposo le ayudaba para terminar y así irse a la casa a descansar. Don José, salía a ofrecer las flores de doña Julia a otros para que compraran y este convencía a las personas, sobretodo a los hombres diciendo : -Llévele a su amada un pequeño ramo de rosas o girasoles o pueden ser margaritas, para que su amada se sienta feliz y así muy pequeño sea el detalle, estoy más que seguro de que ella estará feliz de recibirlo. 

Puede parecer insignificante pero realmente era cierto, que don José tenía el don para poder convencerlos, ya que siempre lograba que ellos le compraran, unos hasta se paraban a contarles sus problemas de sus parejas y don José, nunca se negaba a escucharlos, él siempre tenía un buen consejo para ellos, el otro día llego un chico desanimado diciendo que su esposa lo había dejado por un hombre más joven que él, pero don José atento lo escucho y le aconsejo: -Hijo mío, la vida no es fácil para muchos y a pesar de lo que nos suceda, debemos salir adelante y no debes guardar rencor sobre ella, solo perdónala porque no podemos vivir odiando a las personas por algo que no esta en nuestras manos detener, pero esto también pasara.  

Y así, varias historias que don José escuchaba día con día para ayudar a su esposa a vender sus flores, al terminar de vender, regresaba a casa con su esposa, ella se encarga de cocinar y el de los quehaceres, para luego y esperar el regreso de su hijo de la escuela. 

Al llegar su hijo Felipe a casa, almorzaban juntos y el resto de la tarde se dedicaban hacer las tareas con su hijo, quien con solo quince años de edad, era muy astuto e inteligente, Felipe era muy bueno en las matemáticas, que había aplicado en una beca para que pudiera continuar con sus estudios en el exterior. Sus padres estaban muy orgullosos de él. Pasaba días estudiando mucho para poder lograr ganar esa beca, que llegado el día en que anunciaron los ganadores, estaba tan emocionado que no podía creer que su nombre salía en la lista de aprobados para poder estudiar en el exterior.

 Su padre don José con lagrimas en los ojos le dijo: -Lo lograste hijo mío, lograste ganar esa beca para poder ir a estudiar  fuera y así convertirte en el Doctor que deseas. 

Felipe le contesto: -Estudiaré, y me esforzaré para cuando regresé, seré yo quien cuide de ustedes, y así ya no tengas que salir a trabajar por las mañanas. 

Pasaron los días y Felipe se fue del país y sus padres siguieron trabajando duro, y don José siempre se levantaba a las tres de la mañana para poder hornear el pan y salir con su venta del día y llevar el pan a la mesa. Al pasar de los meses, su esposa enfermo, siempre decía que su estomago dolía, pero cuando iba donde el médico, ellos siempre decían que era una colitis nerviosa, pero esa enfermedad se había convertido en un cáncer de estomago, don José, estaba destrozado por la noticia de su esposa, que no tenía los recursos necesarios para poder pagar y ayudar en el tratamiento de su esposa. 

Pasaron los meses y su esposa doña Julia, estaba empeorando, las quimioterapias habían comenzado, su cabello se caía con el pasar de los días, sus huesos se notaban cada día mas, pero los médicos no le daban esperanza de poder ayudar con su enfermedad, su sistema inmunológico estaba demasiado debilitado para su edad, don José derrumbado sin poder hacer nada, le pregunto a Dios el ¿Por qué? de aquella enfermedad, le pregunto por que había pasado eso con su amada esposa. 

Por un momento se quedo en silencio, porque no podía creer lo que en ese momento estaba pasando, don José, llamo a su hijo para informarle pero su hijo no atendió la llamada…

Pasaban los meses pero su esposa no mejoraba, ella iba empeorando. Don José, al salir con su venta de pan todos los días, siempre salía con una sonrisa en su rostro pero sabia que por dentro estaba destrozado, los clientes siempre le saludaban con un buenos días, y cuando le preguntaban por su esposa el decía: -Cuando llegue el momento, estaré listo… las personas, a penadas por preguntarle sobre la situación de ella, solo decían lo sentimos don José y el decía: -Esta bien, son los designios de Dios.

Pasaron tres meses más, y el momento llego y don José estaba destrozado, cuando llego al hospital él sabia que era el momento y ella también sabia que su momento había llegado. Doña Julia le dijo: -Si existe otra vida, en mi otra vida me volvería a enamorar de tí y estoy segura de que llegaría a hacer feliz como lo fui hasta ahora. Te amo José Juan, y te amaré por siempre… 

Don José se quedo sin palabras, no quería que ella se fuera, pero tenía que despedirse de ella, y dijo: -Recuerdas la primera vez que te vi, estabas tan hermosa, vestida de blanco que parecías un ángel, te amo mi amada Julia y te amare hasta que mi cuerpo perezca, mi bella amada esposa. Agradezco a Dios por los años que pasamos juntos, que él te reciba en su santa gloria, y que cuando sea mi momento estaremos juntos para siempre… 

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