el amor lo encontré en ti, ¡pan de vida!

el amor lo encontré en ti, ¡pan de vida!

Te ansíe con locura y, tu sin tardanza alguna llegaste a mí, a mí que no soy nada. ¡nada soy ante ti! Me escondí de ti. Pues me dije que no era digna de tu amor, me sentí poca cosa ante tu grandeza, más tu mirada llena de ternura, me devolvió mi dignidad, esa que perdí cuando de tu lado me aparté. Fui como aquel hijo que pidió su herencia, y cuando quedo en miseria volvió donde su padre. Así fui yo, cuando mi vida quedo en desastre, volví a ti. Volví con mi vida hecha pedazos, pues ya no tenía la sonrisa que tanto anhelé; y tu como buen padre, me recibiste con los brazos abiertos. ¡qué grande es tu misericordia, Dios!

Mi vida era toda una miseria, me olvide lo que era un alma pura, mi indiferencia impedía ver tu rostro, aquel que siempre me veía con tanta ternura. Fui rebelde, y casi olvidé tu nombre, te falle, te herí, mi corazón se enfrió, y me preguntaba que veías en mí. Me recordaste tu gran amor, y volví a ti. ¡que frágil fui! Con una flecha me heriste el corazón, me he rendido y en tus brazos he caído. ¡que alegría sintió mi alma

Felicidad fue aquel día en que te volví a tener dentro de mí, Por mera curiosidad aquel día te recibí, y fue en ese momento donde volví a sentir tu amor, te sentí dentro de mí y te contemplé. Lo que tanto busqué, lo encontré en un pedazo de pan, ese que al ser consagrado es tu propio cuerpo. Un cuerpo que su sangre derramo, la derramo por mí. ¡Cuánto amor me has tenido señor! Y yo, pecadora, en aquel tiempo no te ame, no te ame. Me arrepiento de no amarte, y pido perdón.

Y ahora que ya te conozco, ¡jamás quiero dejar de amarte! me escondo ahora solo para estar a solas contigo, para vivir un encuentro de amor. Ahora pido perdón, señor. Perdón por no amarte más, que siendo más grande mi deseo de amarte, no puedo hacerlo. No puedo hacerlo, pues mis fuerzas están en ti, y tu amor es más grande que aquel que yo puedo darte. Pero me consuelo, señor. Me consuelo con saberte mío, saber que me amas y siempre puedo tenerte en ese pedazo de pan. ¡cuan deleitoso es tu cuerpo, señor!

Me siento ahora llena de felicidad, de una felicidad que es completa y correspondida. Ahora sé que cuando te buque, te puedo encontrar. Es solo ir a ese lugar, del cual jamás me quiero apartar. Ir y buscarte, buscarte convertido en cuerpo y sangre, convertido en la eucaristía, donde siempre tendré un dulce encuentro de amor contigo. ¡cuánta paz siento en ti, Dios mío, pan de vida!.

Votación a partir del 02/09

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS