TENGO HAMBRE.
Por Sefora Cancino Vásquez.
Me dicen el hambriento, al ver mis impuestos. Impuestos corruptos, Impuestos abusivos, Impuestos nuevos que golpean al bolsillo con brutalidad, dejando a muchos sin comida, sin pan. Nos prohíben trabajar. Nos prohíben estudiar. Nos limitan el conocimiento. Leyes impuestas por un gobierno cruel y nefasto que no quiere escuchar. Nos quieren dividir, inventando el caos, creando el pánico, cerrando fronteras, decretan cuarentena, para que solo los ricos no mueran. Chile está de pie, seguimos en la lucha. Aunque sea con internet, nos movemos libres, en la red. Tengo hambre, si, hambre de justicia, hambre de amor, hambre de saber, hambre por una vivienda digna, por un bienestar. Hambre de justicia, hambre de la verdad, hambre de tener una vida con dignidad.
Todo comienza durante la Pandemia, Recuerdo como el gobierno cerró las fronteras. La economía quebró. No había trabajo por ninguna parte. Colapsaron los supermercados de multitudes de personas que se llevaron todas las provisiones. Al cabo de una semana, no había que comer. Solo recuerdo que nos quedaba un saco de legumbres. En eso, una tía que tiene una mejor estabilidad económica, nos invitó en la tarde a merendar a su hogar.
Ella tenía muchos sacos de harina, pero era solo para su familia. Entonces, se me ocurrió una idea. Nunca había cocinado, es más no me gustaba la cocina. Nunca había metido las manos en masas, hornos, o incluso para hacer un plato de comida. Recién con 30 años, Y no sabía hacer ni siquiera un huevo frito. Entonces, se me ocurrió hacerlo. Voy a hacer pan, pensé en silencio, sin que nadie me vea. Mientras todos conversaban en el comedor, yo me fui a la cocina. Miré una receta para hacer Pan Amasado, por el internet de mi celular. Y comencé: Reuní los ingredientes; Un kilo de harina sin polvos de hornear, seiscientos miligramos de agua a temperatura ambiente, veinte gramos de sal, quince gramos de levadura granulada, una cucharadita de azúcar.
Inicié con la preparación: Disolví la levadura con agua tibia, Y dejé reposar junto con el azúcar por quince minutos. Mientras tanto precalentaba el horno a 220 grados. Hice un volcán de harina mezclada con sal. Agregué levadura y agua, y amasé hasta conseguir una masa uniforme y lisa, de fácil manipulación. Amasaba y amasaba el Pan. En eso me tardé cinco minutos. Dejé la masa reposar en un bowl aceitado, y lo tapé con un film plástico por treinta minutos. Luego dividí la masa, en forma de esferas y las coloqué en una bandeja metálica. En eso me doy cuenta, que las esferas se resbalaban y se juntaban, ya que le puse mucho aceite a la bandeja. No le tomé mucha importancia a ese detalle, pero a veces, los detalles lo cambian todo. Lo dejé reposar por veinte minutos más. Finalmente, pinté el Pan con un poco de aceite por encima de la masa, y dejé reposar nuevamente por unos treinta minutos. Entonces, introduje la bandeja metálica en el mini horno profesional de mi tía, a 220 grados.
Tenía miedo de que me quedara mal cocinado y de que todos se rieran de mi cuando vean lo mala que era para cocinar. Entonces, comencé a rogar a Dios que me quedara bien. En eso, mi mamá y mi tía ingresan a la cocina y me ven a mi, con mi grandioso experimento secreto descubierto. Los utensilios ensuciados, el saco de harina abierto, el mini horno profesional encendido, y por la ventanilla térmica del horno se podía observar en el interior el pan cocinándose.
Comenzaron a regañarme, temiendo a que se pudo armar un incendio. ¡Es que era tanta mi inexperiencia en la cocina, que pensaban que hasta podía incendiarlo todo!. En eso, un primo me defendió diciendo: “Déjala mamá que aprenda nomás, no seas así”. Solo mi primo me tuvo Fé. Comencé a reírme de ver la locura que estaba haciendo. Le dije: “Tranquila tía, si me queda mal le pagaré el saco de harina cuando nuevamente tenga trabajo”. Pero lo bueno es, que finalmente, el pancito me quedó buenísimo. En lugar de quedarme Pan Amasado, me quedó Marraqueta (Nunca entendí el porqué). Disfrutamos esa tarde comiendo pan de marraqueta, y tomando té. Tanto así, que hice un poco más, para llevarme a la casa , y que también tuviéramos que comer. El esposo de mi tía me prometió comprarme un mini horno también a mí, para que me iniciara como Pyme (microempresa) de PAN.
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