Comunidad educativa: La tormenta

Comunidad educativa: La tormenta

Ciucalata

09/03/2019

La tormenta

Naomi miró a través de los desgastados cristales, apenas se podía distinguir nada entre las nubes de polvo y barro que se arremolinaban en el camino. ¿Cuándo llegarían papá y mamá?

Habían salido hacía ya más de tres horas y aún no habían regresado. Eso le preocupaba, desde hacía ya un tiempo las tormentas eran cada vez más súbitas y feroces. Cuando ellos salieron, iban sonriendo abrazados a recoger a los animales desperdigados por la pradera antes de que cayera la noche. Pero llevaban ya mucho tiempo fuera, normalmente eso les costaba una hora no tres… tampoco tenían tantos animales. Las sequias habían mermado mucho su número, de unos cientos habían pasado a unas decenas en tan sólo dos años e iba a peor. Su padre decía que de seguir así tendrían que emigrar al norte, pero ¿Qué pasaría si lo hicieran?, ¿Cómo dejar sus tierras?, ¿Con qué dinero vivirían si no tenían nada?

Eso le preocupaba mucho a Naomi. En el colegio del pueblo apenas le quedaban amigos, poco a poco se habían ido y ahora solo eran cinco. El profesor, un ajado señor maduro con cara de pocos amigos, siempre murmuraba para sus adentros que la culpa de todo lo tenía el maldito dinero. Nos contaba que cuando era joven él había vivido en una gran ciudad donde todo, absolutamente todo, se compraba con dinero. Con las ganas de tenerlo te levantabas por la mañana, pensabas en cómo tener más por la tarde y soñabas en qué gastarlo por la noche. Nadie regalaba nada, ni siquiera una sonrisa si no lo tenías. Nos decía que él era un esclavo de él como todos los de su alrededor hasta que se dio cuenta y huyó de allí hasta aquí.

Nos comentaba que, por mucho que nos sedujera las maravillas del norte no nos fuéramos de aquí porque entonces perderíamos nuestra libertad. ¡Qué sabrá él de libertad! Además, por muy libres que seamos tenemos que comer y la sequía no perdona, cada vez se pierden más cosechas y animales… Pero todo tenía una respuesta para él: nos decía «es consecuencia del cambio climático» ¿Y eso que es? le preguntábamos, a lo que nos respondía que eso es debido a que todo el mundo cuando tiene dinero quiere gastarlo y lo hacen en cosas inútiles que requieren que se gaste aún más y más, para ello se fabrican cosas que no se necesitan pero que hacen que la gente crea que si para que las compren. Y así más y más todo por el dinero.

No entendemos mucho lo que nos cuenta la verdad, pero nos callamos y le escuchamos atentos sobre todo porque mientras nos lo dice no nos está enseñando esos números que tanto odiamos.

¿Qué ha sido ese ruido? ¡Viene de la puerta de atrás! ¿Serán ellos? Siempre me olvido de echar el seguro en ella y mira que mis padres siempre me lo dicen cuando se van fuera. Hay que tener precauciones en estos tiempos me dicen, ya no te puedes fiar como antes cuando las cosas iban bien. Voy a ver que ha sido, pero me tranquilizo al ver que sólo es la fuerza del viento ha abierto el ventanuco de la puerta, la aseguro y vuelvo a la puerta principal para abrir a mis padres en cuanto lleguen. ¿Dónde estáis? Lo más seguro es que estén en el cobertizo o en algún refugio a la espera de que mejore el tiempo. Ya es casi de noche, pero no pienso irme a la cama hasta que lleguen.

Para entretenerme me decido a coger los apuntes de la lección de hoy: Naturales. Nosotros no tenemos esos aparatos que nos dice nuestro profesor llamados Play, Móvil o Televisor. Aunque este ultimo sí que tienen uno en el pueblo. Cuando era pequeña alguna vez me quedaba mirando extasiada como surgían imágenes de personas moviéndose y hablando de su interior y me quedaba mirando con la boca abierta tiempo y tiempo hasta que un día el profe me vio y me dijo riéndose: “¡Anda con la boca abierta! como en la ciudad”, desde ese día no he vuelto a mirarla. No quiero que me pase como a esa gente de la ciudad que pierden el tiempo mirándola fijamente cuando lo mejor está alrededor de nosotros.

Miro lo que he escrito esta mañana: dice que hay unos animales gigantes en el mar llamadas ballenas que pronto van a dejar de vivir porque se van a extinguir por la contaminación del mar. ¿Cómo es posible si el mar no tiene fin de lo grande que es? ¿Cómo podríamos contaminar tanta cantidad de agua si somo tan pequeños? Eso se lo tengo que preguntar al profesor mañana…

Miro por la ventana otra vez, parece que las nubes por fin se dispersan un poco. Al apartar la mirada distingo un casi imperceptible movimiento con el rabillo del ojo y al volver a mirar veo

Dos tenues sombras al principio del camino. ¡Son ellos! Por fin vuelven a casa mis padres. Al abrir la puerta les abrazo llorando como si no los hubiera visto en años. ¡A quién le importan las ballenas! ¡A quien le importa el cambio climático! ¡Mis papás ya están aquí y ellos no dejarán que me pase nada malo!

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