Historia de una desaparición ·

Historia de una desaparición ·

 

Me llamo Antonio Moreno Gutiérrez. Hoy es jueves, 13 de febrero de 2020. Estoy sentado en un banco de la calle. Son las seis de la tarde. Llevo un sombrero azul oscuro, un traje gris y una gabardina de color beige. También tengo un maletín marrón.

Soy hijo único. Mis padres se llaman Carmelo y Maribel. Mi padre tiene setenta y seis años y mi madre setenta y cinco. Viven en Alicante. Siempre han tenido buena salud, pero mi madre lleva preocupada varios días. Ayer me contó que a mi padre le cuesta mucho respirar, y que habían pedido cita con el médico. Para hoy por la mañana, a primera hora. Les pedí que me llamaran a mi teléfono móvil tan pronto salieran de la consulta. No me llamaron, pero no me preocupé. Pensé que todo había ido bien y que ya me llamarían más tarde.

Antonio Moreno Gutiérrez. Me llamo Antonio Moreno Gutiérrez. Hoy es jueves, 13 de febrero de 2020. Estoy sentado en un banco de la calle. Son las siete de la tarde. Está anocheciendo.

Tengo cuarenta y cinco años. Vivo en Madrid, con mi mujer y mis dos hijos. Mi mujer se llama Marta. Marta Trujillo López. Es funcionaria. Tiene el pelo moreno y los ojos de color verde oliva. La conocí hace doce años, en una fiesta, y nos casamos seis meses después. Mis dos hijos se llaman Enrique y Jaime, pero todo el mundo los llama Quique y Jimmy. Quique tiene ocho años. Es moreno, como su madre. Quiere ser astronauta de mayor. Jimmy tiene seis. Es rubio, como yo, y tiene un pequeño lunar en la barbilla. Le encantan los dinosaurios. Van al colegio “Juan Sebastián Elcano”, muy cerca de casa. Marta los lleva al colegio por la mañana y yo, siempre que puedo, los recojo a la hora de comer. Esta mañana, Marta llevó a Quique y a Jimmy al colegio y yo me fui a trabajar. A las doce, llamé a Marta a su teléfono móvil. Quería confirmarle que hoy podía acercarme a recoger a los niños al colegio. Me contestó la voz de una operadora. Me dijo que el número marcado no existía. La llamé varias veces más, con el mismo resultado. Me quedé inquieto.

Me llamo Antonio Moreno Gutiérrez. Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Hoy es jueves, 13 de febrero de 2020. Estoy sentado en un banco de la calle. Son las ocho de la noche.

Trabajo de agente comercial. Llevo nueve años en la empresa “Salvia Salud” y mi jefe está muy satisfecho conmigo. Me ha comentado que mañana hablaremos de mi ascenso. Muy contento, salí a la una de la oficina para recoger a Quique y a Jimmy. Llegué al colegio quince minutos antes de la hora de salida y esperé. A las dos sonó el timbre y salieron muchos niños, pero no vi a Quique ni a Jimmy. Entré en el colegio y busqué a sus profesores. El profesor de Quique se llama Eduardo. La profesora de Jimmy se llama Susana. Nos conocemos desde hace varios meses. Nos hemos visto en varias reuniones y tutorías. Les pregunté por mis hijos. Por Quique y Jimmy. Me dijeron que no sabían quiénes eran esos niños. Les pedí que por favor no bromearan y que me dijeran dónde estaban Quique y Jimmy. Enrique y Jaime Moreno Trujillo. Me respondieron que no conocían ningún niño con esos nombres y apellidos y me preguntaron quién era yo. Asustado, recorrí el colegio de arriba a abajo, clase por clase, llamando a gritos a Quique y a Jimmy. No los encontré. Salí del colegio y llamé a Marta a su teléfono móvil. Me respondió de nuevo la operadora. Casi me pongo a gritar.

Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Mi nombre es Antonio. Mis apellidos son Moreno Gutiérrez. Hoy es jueves, 13 de febrero de 2020. Estoy sentado en un banco de la calle. Son las nueve de la noche. No veo a nadie paseando.

Vivo en la calle Antonio López, número 124. Es un bloque de siete pisos. Está a cinco minutos andando del colegio “Juan Sebastián Elcano”. Vivo en el 3ºD, con Marta, Quique y Jimmy. Hace ocho años que vivimos aquí. Conozco a todos los vecinos, desde Juan y Marisa, del 1º A, hasta Ambrosio y Amparo, del 7ºD. Ellos también me conocen a mí. Conocen a Marta. Conocen a Quique y a Jimmy. Tras salir del colegio, corrí hacia el número 124 de Antonio López. Quería saber si Marta, Quique y Jimmy estaban en casa. Cuando llegué, llamé por el telefonillo a mi piso, el 3ºD. No contestó nadie. Intenté abrir la puerta del portal, pero no pude. Por más que busqué en los bolsillos de la gabardina, no encontré las llaves. Llamé por el telefonillo al 1ª A. Contestó Marisa. Le dije que era Antonio Moreno Gutiérrez, el vecino del 3ºD. Le comenté que había perdido las llaves y le pedí que me abriera. Me respondió que no conocía ningún vecino que se llamara Antonio Moreno Gutiérrez. Tampoco sabía quiénes eran Marta, Quique y Jimmy. No me quiso abrir. Llamé a los otros pisos por el telefonillo. Nadie sabía quién era yo. Nadie sabía quiénes eran Marta, Quique y Jimmy. Desesperado, marqué en el telefonillo varias veces el número de mi piso, el 3ºD. Al último intento contestó una voz ronca de hombre. Me preguntó entre insultos quién era yo y por qué le había jodido la siesta. No respondí. Me fui corriendo.

Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Hoy es jueves, 13 de febrero de 2020. Estoy sentado en un banco de la calle. Son las diez de la noche. Ha pasado el camión de la basura y ha vaciado los contenedores.

Tras dejar el portal del número 124 de Antonio López, corrí hacia la comisaría más cercana. Al entrar, fui directo al mostrador. Me atendió un policía. Le dije que quería denunciar la desaparición de mi esposa y de mis dos hijos. De Marta Trujillo López y de Enrique y Jaime Moreno Trujillo. El policía me pidió que me tranquilizara y que por favor le dejara mi DNI, para apuntar mis datos. Saqué mi cartera del bolsillo de la gabardina, busqué mi DNI y se lo di. El policía lo examinó, apuntó mis datos y me lo devolvió. Me dijo que me llamarían en un par de minutos. Guardé mi DNI en un compartimento de la cartera, junto al carnet de conducir y mis tarjetas de crédito, la metí en el bolsillo de la gabardina y me dispuse a esperar. No había nadie más en la sala y pensé que me atenderían pronto. Después de diez minutos esperando, le pregunté al policía si iban a tardar mucho tiempo en llamarme. El policía me miró extrañado y me dijo que no sabía de qué le estaba hablando. Le respondí que mi mujer y mis dos hijos habían desaparecido, que quería denunciar su desaparición y que no estaba de humor para bromas. Me contestó que lo primero que tenía que hacer era darle mi DNI, para apuntar mis datos. Furioso, saqué la cartera y busqué mi DNI, pero no lo encontré. No estaba en la cartera ni en el bolsillo de la gabardina. Tampoco encontré mi carnet de conducir ni mis tarjetas de crédito. Miré al policía, sin saber qué decir. El policía me soltó que no le hiciera perder el tiempo y que me largara. También me dijo que no quería volver a verme por allí. No contesté. Hui aterrado.

Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Me llamo Antonio Moreno Gutiérrez. Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Hoy es jueves, 13 de febrero de 2020. Estoy sentado en un banco de la calle. Son las once de la noche. Ya no tengo mi maletín.

Nada más salir de la comisaría, llamé con mi teléfono móvil a mis padres. Me respondió la voz de la operadora y me dijo que el número marcado no existía. Luego llamé a Marta a su teléfono móvil. Obtuve el mismo resultado. Llamé a mi empresa, pedí que me pusieran con mi jefe y le pregunté por Antonio Moreno Gutiérrez. Me dijo que allí no trabajaba nadie con ese nombre. Llamé al colegio donde estudian Quique y Jimmy y pregunté por Enrique y Jaime Moreno Trujillo. No sabían quiénes eran esos niños. Llamé al teléfono fijo de mi casa. Me contestó el tipo de la voz ronca. Llamé a todos los contactos que tengo guardados en mi teléfono. A todos mis amigos, conocidos y clientes. Ninguno de ellos sabía quién era yo. Tras hacer la última llamada, saqué mi cartera del bolsillo de la gabardina y busqué la foto familiar que nos hicimos en Alicante las pasadas navidades. La tenía guardada en un compartimento con cremallera, para asegurarme de no perderla. En la foto salíamos mis padres, Marta, Quique, Jimmy y yo, delante de un gran árbol de Navidad. Los seis mirábamos sonrientes a la cámara. La foto ha desaparecido. Me he echado a llorar.

Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Antonio Moreno Gutiérrez. Antonio Moreno Gutiérrez. Hoy es viernes, 14 de febrero de 2020. Estoy sentado en un banco de la calle. Son las doce de la madrugada. Ya no tengo mi sombrero.

He deambulado por la ciudad, no sé durante cuánto tiempo. Mientras caminaba, varias personas han chocado conmigo y han estado a punto de derribarme. Todas me han pedido perdón, pero me han mirado extrañadas. Como si les costara verme. Me he palpado la cara y el cuerpo y después me he acercado a un escaparate. He observado a mi reflejo con atención y le he saludado con la mano durante un rato muy largo. También he intentado sonreírle, pero no he sido capaz. Luego me he alejado poco a poco del escaparate, agitando la mano y mirando a mi reflejo despedirse de mí, hasta que lo he perdido de vista. Por último, me he sentado en un banco de la calle. No se me ocurre nada que pueda hacer. Solo seguir sentado en el banco y esperar.

Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Hoy es viernes, 14 de febrero de 2020. Estoy sentado en un banco de la calle. Es la una de la madrugada. Ya no tengo mi gabardina. Tampoco tengo mi cartera ni mi teléfono móvil. Hace mucho frío.

Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Hoy es viernes, 14 de febrero de 2020. Estoy sentado en un banco de la calle. Son las dos de la madrugada.

Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Hoy es viernes, 14 de febrero de 2020. Estoy sentado en un banco de la calle.

Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Hoy es viernes, 14 de febrero de 2020.

Soy Antonio Moreno Gutiérrez. Soy Antonio Moreno Gutiérrez.

Soy Antonio Moreno Gutiérrez.

Soy Antonio Mo

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