VENENO EN ESENCIA

No pasará ni un día más. Lo mataré sin compasión, lo enterraré sin cementerio, lo quemaré sin fuego.

Mi exmujer, sin quererlo me dio la manera de hacerlo. Ella, muy ducha en las novelas de Agatha Christie, lo mencionó como remedio cuando te quieres deshacer de alguien.

  • ¿Por qué seguir aguantando a uno que te maltrata, que te tortura? una tortilla de setas venenosas y adiós, nadie se enterará.

Pero también en otro momento, manipulando la pistola al lado de la cama, me sentenció 

   –   Si te pillo con una aquí con otra, te descerrajo de dos tiros en la cabeza.

Ahora tengo sus dos alternativas: veneno o levantarle la tapa de los sesos.

Creo que la primera solución es más fácil. Una vana invitación a una frugal cena, pudiera ser motivo para su extinción . No pasará ni un día más. Tortilla de setas. En apariencia son unas setas de cardo, pero su ración mezclada con amanita phalloide, y quizás también con amanita pantherina. Estas dos, junto con champiñones silvestres disimularan todo, y adiós Matías.

Nadie preguntará por él. Es un ser odioso que maltrata a su madre, a sus hermanas, a sus vecinos, a cualquiera que osa enfrentarse a él, o simplemente una mirada que no sea de su agrado, una contestación que le contradiga, cualquier malentendido puede ser una pesadilla, un interminable sinvivir. Si desaparece, todos se sentirán aliviados. Algunos pensarán que volvió con su exmujer. Su exmujer que está son su madre, pero ni la una ni la otra querrán saber nada de él, nadie preguntará, nadie denunciará su desaparición. ¿Quién lo iba a hacer? Hasta tiene órdenes de alejamiento. Conmigo tiene cierta confianza, no sé por qué ni me importa, tengo que aprovechar la situación para acabar con ese veneno. Ese veneno contra veneno. Sí, su misma medicina, su mismo remedio.

Ahora solo me cabe una duda. Hacerlo así, envenenándole, o pegarle un tiro con esa pistola vieja que guardo en casa. Quizás el veneno sea más sutil. Pero pegarle un tiro también será fácil. Me pondré tras él y en un descuido solo tengo que sacar mi pistola y zumbarle. Pero tiene su riesgo. La he de tener oculta, no es fácil, se nota. Si la meto entre el cinto y el pantalón, la puede ver. No uso chaqueta para ponerla bajo el sobaco, como hacen los polis o los que la llevan por costumbre. No sé. Es arriesgado. Además se me puede encasquillar. Apenas la uso. Si me pongo nervioso, yo seré el cadáver. Él tiene más fuerza, no dudaría en matarme. Saltaría como un gamo, me la quitaría y me dispararía sin pensárselo. O quizás diga unas palabras: ‘’Me has traicionado. Nunca lo pensé de ti’’

Y en esa locura suya, seguiría escupiendo voces, hasta que en la máxima enajenación, con sus ojos desorbitados, me dispararía sin piedad, como un loco que pierde todas sus corduras. Aunque loco creo que ya está. Sin duda.

Pero si me sale bien, el después ya lo tengo pensado, Enterrarlo en el pozo de cadáveres de animales muertos. Allí nadie hurga, allí a nadie se le ocurrirá buscar. Además le cubriré con un saco de cal y adiós Matías. Qué liberación para la ciudad, para la familia, para todos sus enemigos. Tantos que deben ser, por supuesto.

He de pensarlo con calma. Si así será mejor

  • ¿Tú crees que lo vas a hacer?, no has matado nunca a nadie. Yo, ‘tu otro yo’, tu conciencia. Te estaré remordiendo años, quizás la vida entera. Piénsalo bien. Pegarle un tiro, salpicarte la sangre, ver su cara, sus ojos abiertos mirando al infinito. Se te quedará esa mirada para siempre. Nunca se te borrará la imagen. O si lo envenenas. Estará retorciéndose de dolor, vomitando, quizás no se muera con el veneno de unas setas, por muy venenosas que sean, hay quien resiste, vomita y continúa con vida.

No me da ninguna pena. Es un ser despreciable, tiene la maldad en su sangre, en sus venas, destila veneno. Su mirada es el odio, el rencor. Es el mal. Siempre encuentra un motivo para enemistarse.

No se te borrará de tu mente la imagen de un cadáver con los ojos abiertos. ¿Serás capaz de cerrárselos?, lo dudo, no ya no de cerrarle los ojos, seguro que ni siquiera podrás tocarle. Le verás dar los últimos estertores antes de morir, le verás como desfallece, quizás se ahogue. Verás cómo su rostro palidece al instante, una palidez extrema: la de un cadáver. Además, recuerda cuando riñes, cuando tienes algún altercado con alguien: Estás días y sobre todo noches enteras sin dormir. ¿Cuantas serán, si le matas a Matías?, toda la vida. No lo soportarás.

Lo intentaré con la cena, si no se muere lo remato con un tiro. Lo mataré. No sé de que forma, pero lo haré.

  • Hola Ramón ¿qué tal? Te quería invitar a cenar. Ayer cogí unas setas en el campo. Las de cardo, están buenísimas. ¿Por qué no me acompañas? ya sabes, yo siempre estoy solo.
  • No sé Matías, me coges de sorpresa. Quizás vaya. ¿va a ser hoy? Si fuera mañana, para el almuerzo, me sería más fácil.
  • Pues bien, mañana. ¿Quedamos a las dos?

   – A las dos en tu casa.

Ahora resulta que me invita él. Todo esto cambia mi plan. Antes de probar las setas le tengo que descerrajar. Aunque a esa hora me pueden escuchar los vecinos los disparos… Quizás le diga que antes vamos a tomar un vermut a las afueras, y ahí le puedo disparar.

Lo voy a hacer así:

  • ¿No te apetece un aperitivo ahí en la venta de Lucio?
  • Sí, ¿por qué no? vamos a tomar algo, conduces tú, yo hoy no tengo coche.
  • Tengo que parar en la mitad del camino. Es un momento. Debo recoger un cadáver de un felino y enterrarlo en el pozo de los animales muertos. Así me ayudas. No te preocupes por el olor, lo tengo bien sellado en una bolsa de plástico.
  • Ya sabes que a mí los muertos no me asustan. Ni los vivos.
  • Es aquí, échame una mano para recogerlo.
  • Vamos.

Se oirán tres disparos. Se acabó Matías.

     – Matías, que hoy no puedo ir a comer las setas a las que me invitaste. Quizás otro día. O te invito yo a otra cosa.

    Así cinco años. La próxima vez de verdad lo mato. ¡Lo mato!

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