Máquinas de supervivencia

Máquinas de supervivencia

Me llamo Fred, vivo solo en Oxford, soy un buen estudiante, muy formal y estoy estudiando sexto de medicina en la Universidad de Oxford. Desde hace una semana, estaba en el calabozo de Shefield como consecuencia de intentar validar la teoría del gen egoísta con un experimento real. Estoy obsesionado con la genética desde que era un adolescente, soy hijo único de una familia trabajadora que iba dos o tres veces a la Biblioteca de mi ciudad Shefield a leer libros de genética entonces veía todos los documentales que hacían en la tele y nunca iba con mis amigos a practicar deporte y tampoco salía con chicas-Me pasaba la mayor parte del tiempo en mi cuarto pensando en la genética hasta que llegó la época universitaria que me trasladé a Oxford y pude realmente profundizar en el conocimiento de la genética. Mi padre estaba preocupado y no lo entendía de donde venía esta obsesión ya que él era un empleado de la oficina de Correos de Shefield sus conocimientos quedaban muy lejos de los temas científicos. Yo estaba muy interesado en la teoría del gen egoísta de Richard Dawkins que afirma que los humanos somos autómatas programados a ciegas con el fin de perpetuar la existencia de los egoístas genes que albergamos en nuestras células.

Según Dawkins, los genes primigenios nos crearon a las personas y los animales, quienes somos en realidad meras ‘máquinas de transmisión’. Como máquinas podemos funcionar mejor o peor en nuestro entorno y de este modo, continuar la cadena (garantizar la supervivencia y reproducción de los genes) a lo largo del tiempo, o perecer en una selección evolutiva. Actualmente hay cierto consenso en la comunidad científica sobre que esta idea es la que probablemente más se acerca a la realidad y menos a la ficción.

Tuve una clase con el Profesor Lund especialista en Epigenética de la Universidad de Oxford que se formó con el genetista Richard Fletcher de Harvard, expuso la base genética del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y estaba muy interesado en lo la ciencia decía y de ficción también decía sobre este trastorno. Empezó con esta frase “Parecía que un 70% de los TDAH se deben a factores genéticos en relación con mutaciones de varios genes por lo tanto es un trastorno poligénico”. Durante toda la clase expuso esta teoría afirmando que la presencia de dos genes podía predecir si el niño/a con TDAH presentaría un problema con las toxicomanías y/o con las conductas disociales. Yo pensé que esta teoría era muy difícil poder demostrarlo científicamente. Al acabar la clase me acerqué al Profesor Lund y le expliqué mi interés por la genética y especialmente, la teoría de Dawkins. El profesor al ver mi interés, me invitó a su casa el sábado por la tarde para debatir esta teoría y otros temas relacionados con la genética. Me pareció por lo que dijo en la clase que tenía las ideas poco claras con muchas dudas y no mostraba una personalidad muy equilibrada, pero tenía mucha reputación y era un experto en este tema.

Llegó el fin de semana, y fui a su casa que estaba en el barrio residencial de Oxford llamado Green Stones, solo vivían las familias con mucho poder económico. Llamé a la puerta y me abrió la puerta una chica muy mona de mi edad, se llamaba Judith y era la hija del Profesor que estudiaba cuarto de derecho. Me indicó que su padre le había avisado que yo vendría y que me acompañaría a su despacho. Pensé que Judith era muy atractiva, con unos ojos azules preciosos, aspecto de hippylonda por la ropa que llevaba y las rascas que tenía en el pelo. Tenía un punto de interés para conocerla, entonces pensé en buscar algún espacio par quedar y saber más de ella. Además ya hacía bastante tiempo que no tenía pareja y estaba un poco solo emocionalmente. No es fácil encontrar a una chica que quiera comentar abiertamiente temas tabú.. No sé cómo será Judith, al parecer es una chica extrovertida y con mundología. El tiempo me lo dirá. Estuve esperando al Profesor unos quince minutos y finalmente apareció con ropa deportiva y poco formal, lo cual me sorprendió un poco.

Empecé a explicarle porqué estaba interesado en la teoría del gen egoísta, en sus fortalezas y sus debilidades y sobre todo, en la razón de mi obsesión sobre esta teoría. Él seguía con mucha atención mis explicaciones, pero no se posicionaba a favor o en contra y esto me inquietaba ya que la razón de mi visita era saber más genética y poder debatir y contrarestar con alguien que supiera más que yo si la ciencia podía avalar esta teoría o todo era ficción. Pasaron casi dos horas, yo hablando casi siempre y él no decía nada, solo alguna opinión aislada. Al despedirme en la puerta me invitó a comer a un restaurante nuevo que estaba muy de moda el domingo próximo con su familia, su mujer Eva Lisa y su hija Judith.

En la comida nos pasamos los teléfonos con Judith y quedamos el lunes a tomar algo. Su mujer era muy pasiva, poco participativa, parecía muy dependiente al Profesor, casi no habló nada, solo mencionó sus antecedentes familiares que venía de una familia muy acomodada y que hizo su riqueza en el comercio con la India. Pero la razón de estar en la comida era el Profesor Lund y sus conocimientos en genética. Le discutí que basándome en la teoría del gen egoísta, a los genes no les interesa la máquina de supervivencia que tiene el TDAH, porque está defectuosa y hay que eliminarla por el sistema evolutivo, no que haga una copia de genes que serán defectuosos y seguirá la cadena de niño/as con TDAH. El profesor Lund estaba sorprendido de mis conocimientos y mi pensamiento crítico, yo le remarqué que en su clase sobre este trastorno no decía toda la realidad. No sé si habían intereses comerciales y estaba presionado por la Industria Farmacéutica que comercializa un test genético del TDAH, que costaba al paciente 500 €, el médico que lo indicaba recibía 250€ de comisión por cada test. Se enfadó muchísimo cuando cuestioné su comportamiento con los pacientes, especialmente los niños.

Él lo desmintió categóricamente, me explicó que tenía una ética y solo prescribía medicamentos o test de diagnóstico/seguimiento de una patología cuando era escrupulosamente necesario. No me lo creí, muchos médicos pasan la línea roja de la ética y ponen sus intereses por delante de los del paciente. Aquí ya noté una cierta desconfianza de él hacía mí por haber discrepado de sus opiniones.

Aquella semana quedé con Judith para conocerla y ver si me interesaba salir con ella. Fuimos a cenar a un restaurante vietnamita que yo conocía y si realmente al hablar, discuitir, comentar varios temas noté que sumando su belleza me sentía atraído por ella. Le pregunté si sentía lo mismo y me respondió afirmativamente, por lo que empezamos a salir los dos juntos. Pasaron dos semanas, Judith me telefoneó y me propuso ir a su casa a cenar el sábado por la noche que sus padres estaban de viaje, no me lo pensé ni un segundo le dije que si, podíamos quedar ya a las 9:00 h en tu casa este sábado. Llegó el día, había preparado una cena romántica con un vino tinto sensacional y música tranquila. Hablamos toda la noche de la pareja, del presente y de nuestro futuro. Fue una noche colosal, mágica, super, la recordaré como una de las mejores de comunicación con otra persona y me quedará siempre en el recuerdo.

Iban pasando los días y nuestra relación profesional y personal con el Profesor Lund iba descarrilando por su poca participación activa en las reuniones y la desconfianza hacia mi manera de pensar sobre genética. En una ocasión el defendía con argumentos científicos y ejemplos la teoría de la epigenética, o sea, la influencia del ambiente sobre la genética que la puede modificar. Yo estuve de acuerdo en general pero cuando introduje el tema del gen egoísta, él se alteró mucho, se enfadó y me invito a irme de su casa. Yo le dije que no era la conducta que esperaba y que no podía ni admitía opiniones contrarias a la suya. Me hacía pensar en una actitud totalitaria dictatorial. Pasaron dos meses, y había dejado de ir a su casa para reunirnos y debatir mis ideas.

Un día que dejaba a Judith en su casa, el Profesor me invitó a un paseo en barco con su familia al Támesis. Yo accedí por estar más tiempo con Judith y esta travesía era muy bonita, no tanto para bañarse que el agua está muy fría. Quedamos directamente en el puerto de embarcaciones del río al lado de Oxford este sábado.

Cuando llegué a mi casa andando, que estaba a media hora a pie de su casa, comenzó a pasarme una idea terrorífica por la cabeza. Podía probar en la práctica con la familia del Profesor Lund la teoría del gen egoísta y así lo podría comprobar y validar científicamente. Era provocar una experiencia real y única en el mundo de la ciencia que siempre era más teórica que práctica. Ahora podría revertir esta situación más práctica que teórica. Bueno era una idea que cada día de la semana venía a calentarme la cabeza y de tanto pensar, ya no me parecía la idea tan inverosímil.

Era ya sábado con tiempo nubloso y un frío importante. Con este experimento, casi estaba convencido de ver la realidad en vivo y no solo en papeles y en pensamientos/opiniones de diferentes personajes. Cada minuto se me calentaba más la cabeza, ya me hervía y no podía disminuir la tensión. El Profesor Lund había alquilado un bote pequeño para cuatro personas y un motor bastante potente. Subimos todos a la barca y empezamos a navegar por el río a una velocidad constante en dirección a la orilla opuesta del embarcadero.

Lo tenía todo preparado en mi mente que lo cualificaba de brutal, bestial, innovador, muy atrevido y superarriesgado. Estábamos navegando y cogí el volante e indiqué que Judith y Eva-Lisa se sentaran al lado derecho y el Profesor al lado izquierdo para equilibrar la barca, y así lo hicieron. En un momento dado puse el volante automático a una velocidad lenta y me dirigí donde estaba sentada Judith. La empujé y cayó al agua, rápidamente me dirigí hacia su madre Eva-Lisa y también la empujé para que cayera al agua. Las dos estaban en el agua muy fría y la barca se iba alejando lentamente y paré el motor. El Profesor estaba alucinando y chillando con un tono angustioso:

¿Qué has hecho?

Me dijo que encendiera el motor y fuera a rescatarlas. Se oían lo gritos desesperados de las dos mujeres. No lo hice, tiré las llaves por la borda al agua. Al verlo el Profesor no se lo podía creer y yo le indiqué que estaba testando la teoría del gen egoísta. Le pregunté que iba a hacer:

¿A quién salvaría, a su mujer o a su hija?

No tenía ni idea, que iba a intentar salvarlas a las dos. Yo le dije que era imposible, tenía que escoger a una o a otra. El profesor se tiró al agua sin saber qué decisión iba a tomar. Yo le recordé hacía unos minutos que había argumentado la teoría del gen egoísta de que los humanos somos simples máquinas de supervivencia de los genes, por lo tanto, para que los genes puedan sobrevivir y seguir decidiendo por sus interés, habría que salvar a la hija Judith, no la madre que ya ha hecho una copia teniendo una hija. 

Mientras el Profesor nadaba, muy a pesar suyo, decidió ir a salvar a su única hija Judith y dejar morir a su mujer. Yo estaba mirando esta escena sublime y única de haber podido evidenciar la teoría del gen egoísta que defendía Dawkins, que los genes nos dirigen y eran ellos los que tomaban las decisiones. Cogí la copia de las llaves del motor que me había guardado y puse en marcha la barca para rescatar primero a la madre. La subí a la barca, estaba pálida, la piel arrugada por el agua, helada y casi inconsciente con signos de hipotermia. Le abrigué con una manta eléctrica y fui a buscar a toda velocidad al Profesor y a Judith, que estaban un poco lejos.

Cuando estaba llegando, pasó algo inesperado y tremendo. El profesor cogía con sus brazos a Judith muy hipotérmica y sin sentido y de golpe empezó a chillar diciendo que la teoría de Dawkins era ficción, que no tenía nada de ciencia y lo iba a demostrar. Yo le pregunté:

¿Cómo?

El Profesor respondió: Que mirara muy atentamente a Judith,

Yo me estaba acercando a ellos y mientras miraba a Judith, el Profesor la soltó y su cuerpo se hundió hacia el fondo desapareciendo poco a poco hasta que no la vi más.

Le chillé al Profesor:

¡Está loco!! Qué ha hecho! ¡Ha matado a su hija!¡Asesino!

El Profesor, sin inmutarse, me dijo:

La teoría del gen egoísta es pura ficción, como has visto mi mente ha tomado la decisión de eliminar la copia de mis genes con la muerte de mi hija y no la de preservar a mi hija como máquina de supervivencia.

La madre no se lo podía creer todo lo que estaba pasando, no entendía nada, no sabía que preguntar. Subimos al bote al Profesor y mientras se estaba secándo, su mujer que casi no participaba en nada empezó a preguntarnos con un tono muy agresivo sobre el motivo por el cual la Judith ha muerto. Nadie dijo nada. Ella insistía en las preguntas y al ver nuestro silencio nos dijo:

  • Os arrepentiréis de lo que habeís hecho hoy con mi hija y lo pagareis muy caro. Cogió el teléfono y llamó a la policía para explicarlo todo. Cuándo llegabámos al embarcadero la policía ya nos estaba esperando en el muelle para detenernos y llevarnos ante el juez de guardia. Me acusaron de intento de homicidio y al Profesor, de homicidio de primer grado. Mientras se alejaban los coches de la policía, la madre muy serena y fría pensó que todavía con su edad podía hacer copias y que tenía que buscar a otra máquina de supervivencia varón para que le hiciera una copia de sus genes. Por lo tanto, me pongo en marcha ya desde este momento y seguro que encontraré un nueva máquina de supervivencia varón mucho mejor que la que he tenido para que me haga una copia y a lo mejor me da más copias.

Después de reflexionar, pensar y analizar todo lo sucedido mientras estaba en la comisaría no sé si la teoría del gen egoísta es ciencia y/o ficción, o ninguna de las dos.

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