GatonegrO
El Gato Negro olía a café amargo y madera húmeda. Afuera, la lluvia golpeaba los adoquines de Madrid con un ritmo monótono que parecía no pertenecer al mundo; cada gota era una pequeña interrogación suspendida en el tiempo. Dentro, cuatro sombras ocupaban una mesa en un rincón, apenas iluminadas por la luz vacilante de una...