No hay muertos, solo desaparecidos. Resulta difícil ordenar lo ocurrido en Newen, a una semana de hallar su abandonado sector industrial bajo una vasta masa mórbida, que aún recubre la totalidad del predio hasta sus antiguos perímetros. Caído, arrojado o exudado, en cualquier caso el procedimiento por el cual llegó hasta aquí es menos inquietante que su propia naturaleza agria y su origen desconocido.
La denuncia del hecho la realizó un camionero platense, que recorre a diario la ruta 2. Se acercó a un puesto policial por otro motivo: quiso cargar nafta en la estación de servicio de Newen y halló el local abandonado, sin su dueño. Declaró que al salir de la estación vio como la vieja zona industrial, a distancia de la ruta, se recortaba en el horizonte como una erupción sanguinolenta de millares de insectos retorcidos, con sus patas y alas apuntando en todas las direcciones, y que el viento parecía haber apiñado sobre el predio industrial; que ahora asemejaba un siniestro hormiguero erguido en el medio de la pampa. “Parecía latir” agregó, antes de desdecirse, por temor a arriesgar su licencia o su cordura.
Un móvil fue a investigar. Al dirigirse en dirección contraria a la del camionero, vieron primero la masa atroz. Un agente bajó a explorar, el otro continuó hasta la estación de servicio y la encontró vacía. Su compañero lo llamó, dijo acercarse a seiscientos metros de “esa cosa” pero no estaba dispuesto a avanzar. Discutieron sobre prioridades, acordaron buscar primero al dueño de la estación. Confirmaron su ausencia, volvieron a la fábrica y desde allí solicitaron mi presencia. Nunca vi algo igual. Inquietaba su espesa extensión y su geometría grotesca; bajo la brisa parecía vibrar en quejidos sórdidos. Sobre su espejada superficie vi el reflejo deformado de los rostros de mis muchachos, y leí en sus miradas el espanto de quién escucha ser reclamado por demonios. Uno de ellos aseguró ver un circuito venoso sobre el lado oeste, su compañero pidió sumar refuerzos.
Fuimos a la estación de servicio, el panorama se empezó a complicar por hechos que retomaré más adelante.
Mis hombres son indecisos y cobardes, inclinados a una imaginación que se desbarranca fácilmente hacia lo irracional y ominoso. Pero durante estos días no estuvieron paralizados, la inacción fue el procedimiento. Es imposible identificar que quedó debajo de la sustancia, pero hasta tanto el juez a cargo ordene la inspección (Pasó una semana, ¿Qué lo demora?) solo resta especular sobre lo aplastado: derrumbadas estructuras de hierro, depósitos de techos hundidos, escombros de áreas administrativas, restos de maquinarias herrumbradas, en el mejor de los casos…
Porque todo podría empeorar.
Son dos las áreas principales de Newen involucradas en el suceso, una industrial y una urbana.
En el viejo sector fabril hallamos el magma aterrador, al fondo de la zona urbana, donde funcionaba La Rigeau, la histórica fábrica de vidrios que proveyó a la región, durante medio siglo, la mejor cristalería nacional, hasta su bancarrota tras la apertura importadora en los noventa. Luego de la quiebra las ochenta hectáreas del complejo quedaron abandonadas y por más de tres décadas lo que no fue rematado o saqueado quedó fagocitado por la naturaleza, aunque rumores de localidades vecinas mencionan una supuesta reinauguración de la empresa, información que no pudimos confirmar en registros oficiales, de ninguna dependencia estatal.
En el área urbana, próxima a la ruta, el enigma es de una complejidad similar, pero de otra índole: la novedad no se agotaba con la ausencia del dueño de la estación de servicio, el pueblo entero estaba desaparecido. La impresión es que fue vaciado sigilosamente; una suerte de éxodo masivo y prolijo, como si los habitantes, de común acuerdo, se hubieran retirado como turistas decentes, preocupados en dejar sus domicilios tan impecables como habían sido dispuestos a su llegada.
Ambos escenarios, caos industrial y ordenada ausencia civil, tan contradictorios entre sí, apenas separados por dos kilómetros, despertaban dudas respecto a si el infernal territorio trasero se había formado luego de la migración planificada del ex barrio obrero, o si la catástrofe industrial fue lo originario y la limpieza y huida de hogares sobrevino después. La primera hipótesis, aunque no aportaba elementos para esclarecer lo ocurrido, resultaba más útil a los fines de organizar la investigación. La segunda, se mostraba inverosímil, por lo improbable de su ejecución y las notorias incongruencias. ¿Quién o quiénes hubieran intentado, luego de un desastre de tal magnitud, ordenar y limpiar todo un pueblo en un período lo suficientemente breve como para que nadie los encuentre en la mitad de sus operaciones? Suponiéndole al pueblo una coordinación y celeridad ejemplar ¿Para qué lo harían? ¿Cuál sería la motivación de la meticulosa limpieza, la eliminación de sus pertenencias y el retiro furtivo? ¿Por qué no reaccionaron como mis agentes, con pánico, y solicitaron una patrulla al enterarse de lo ocurrido a sus espaldas? Porque aquello no pudo suceder sin alertas, al menos una rabiosa sublevación de perros.
Desconocemos el orden de los hechos y los plazos porque nadie quedó del pueblo para dar explicaciones y nadie ajeno al mismo ingresó en los últimos meses para advertir sobre lo que ocurría. Las comunicaciones recuperadas desde y hacia el pueblo, con los pocos familiares que pudimos contactar, consistieron en intercambios irrelevantes y escasos acerca de quehaceres cotidianos. Cuando les informamos sobre las ausencias, respondieron que seguían vinculándose con normalidad por lo que no consideraban necesario iniciar denuncias por averiguación de paradero. Explicaron que sus familiares se habían mudado a un lugar mejor, disfrutaban un viaje o exigían no ser molestados.
Los vecinos de poblados próximos inicialmente se resistieron a hablar, dijeron que en los últimos tiempos las relaciones con los newenses se habían deteriorado por mezquindades que preferían olvidar. Para luego negarse por completo al diálogo.
Iniciamos la investigación sin contar con imágenes de sistemas de monitoreo, dispositivos electrónicos a peritar, testigos espontáneos. Nuestra función se redujo a resguardar ambas escenas, realizar un registro audiovisual y esperar a los equipos forenses (¿Por qué aún no llegan?). Todo sucedía sin novedades hasta que hoy hallamos un apunte de un presunto habitante de Newen. La identidad del autor es desconocida; cabe suponer, por la gradual incoherencia del relato, algún tipo de afectación mental, que también explicaría la redacción en un cuaderno anillado, como si careciera de dominio de herramientas digitales o hubiera sido privado de ellas para evitar inconvenientes por su insania.
El documento fue descubierto detrás de un cantero, en un domicilio que mis hombres aseguran haber revisado. Desde su debacle industrial la población se redujo a unos trescientos habitantes, pero el pueblo cuenta con el doble de inmuebles a examinar; quizás no lo vimos por la urgencia de hallar a alguien vivo, o fue implantado posteriormente.
Ustedes saben que como hombre de ley, sólo confío en mi incredulidad y no pienso perjudicar mi reputación por defender un texto delirante. Pero dado que hasta el momento es la única versión que contamos de un observador directo y qué sólo esta seccional más algunos colaboradores parece preocuparse en el asunto, mientras la justicia dilata resoluciones y solo se muestra expeditiva en ordenarnos máxima reserva, decido compartirles las anotaciones del manuscrito. La lectura colectiva podría revelarnos claves ocultas. Y quizás nos permita interpretar sus enigmáticas conclusiones.
Texto anónimo:
Martes 3
Mi querida R, el pueblo está expectante, se dice que reabre La Rigeau. En Newen descreíamos de la noticia, porque llegaron por unos porteños de sonrisa ligera que nos recordaron a los estafadores de Artegui y ese asunto con las indemnizaciones (cuando el menor de los Biganti acabó con un tiro ¿Te acordás?). Pero comprobamos que conocían la historia de La Rigeau. Organizaron una asamblea, junto a una comisión vecinal armada de apuro, y nos hablaron de incrementos en el flujo de inversiones, de un consorcio español, de acuerdos comerciales con un gigante asiático, de liquidez disponible por el fin de la guerra, de oportunidades de mercados en alza, de que los jóvenes podrían volver al pueblo, y recuperaríamos el esplendor con la misma gente que la hizo grande. Los vecinos se entusiasmaron, más por el sueño de reencontrarse con sus hijos que por el orgullo de volver a ser. Algunos no conocen a sus nietos. Yo también desearía verte regresar. Nos piden discreción. Mañana viene una delegación, un equipo de profesionales (mencionaron arquitectos, ingenieros, agrimensores, especialistas en medio ambiente, y otros expertos, hablaban muy rápido y ahora no entiendo mis anotaciones); van a determinar no sé qué cosa de factibilidad pero la decisión ya está tomada.
Miércoles 4
Querida R. El equipo técnico llegó más temprano de lo previsto. Los vecinos habían dispuesto una recepción austera pero bonita, con almuerzo y guitarreada, en la sede del club. Algunas señoras se quedaron hasta tarde preparando relleno de empanadas para fritarlas en el momento; ya se oía el crepitar del fuego para los costillares. Pero cayeron en varias camionetas imponentes antes del desayuno y se retiraron a media mañana. Hombres serios que nadie se animó a arrimarles un mate. Apenas si se detuvieron en la entrada del pueblo para pedirnos que no ingresen desconocidos desde la ruta, aunque nos permitieron acompañarlos a cierta distancia de la vieja fábrica. Hicimos lo que pudimos porque una caravana de ese porte llama la atención y si algún adolescente de otro pueblo la vio, subió a su moto y decidió seguirla, algún camino habrá logrado abrirse en medio del campo. El Vasco, que integra la comisión y trabajó varios años como chofer de caudales dijo que la mayor parte de la delegación eran hombres de seguridad. Un vecino se ofendió por tanta precaución por nosotros, pero la mayoría no le dio importancia, lo fundamental fue que vinieron, tomaron notas, intercambiaron observaciones. Un hombre alto que no habíamos visto hasta entonces coordinó las acciones. Aunque no supimos reconocer que roles cumplía cada visitante, suponemos que había técnicos calificados, porque entre los vehículos había un Mercedes Benz con el logo de la Universidad de Buenos Aires, del que bajaron un cofre que manipularon con mucho cuidado, bajo las órdenes del hombre alto. Desde un árbol un niño dijo haber visto sacar de la caja un libro viejo.
Te pienso a diario (escribo con la esperanza de que algún día leas esto y sonrías por la adición absurda).
Jueves 5
Querida R, lamentablemente algún vecino habló de más, y en otros pueblos se enteraron de la reapertura de La Rigeau, o sacaron conclusiones al ver la caravana. Pero al atardecer cayeron de otras localidades para preguntar por los visitantes, aunque sabíamos que en realidad buscaban información sobre la fábrica. Hoy, desde temprano, llegaron jóvenes de los alrededores con sus currículums. En Newen recibieron una frialdad inusitada de nuestra parte, una invitación mal disimulada a olvidarse de los puestos de trabajo que por justicia nos pertenecen, como legítimos herederos de aquel imperio de cristal. Con las horas el clima se tensó. Los vecinos nos desafiaron, hasta terminar razonando que sus familiares también habían trabajado en La Rigeau, y habían contribuido tanto como nosotros en la construcción de ese reino que ahora parecía renacer. A la tarde llegaron más desocupados, ya sin interés en defender su posición frente a nosotros. Nos descalificaban como intermediarios de la empresa, y pasaron a considerarnos simple competencia. Quisieron emprender el camino hacia el fondo, avanzar a la siguiente etapa, pero la comisión y el pueblo newense ya habían bloqueado el paso, anticipando ese movimiento. Cuando parecía que el conflicto escalaba hasta límites trágicos alguien gritó, mirando hacia la fábrica, “Ese es el dueño”. El hombre alto, a cargo ayer de la delegación, se acercaba a paso firme. Callamos, nos abrumó una sensación de vergüenza al imaginarnos desautorizados en público respecto a nuestras pretensiones de exclusividad. Nos vimos perdidos, ridículos. Pero el final se precipitó a nuestro favor. El hombre alto dijo:
—Buenas tardes, soy el Sr Torre, estoy a cargo de lo que ustedes creen poder disputar. Entiendo sus razones pero no habrá oportunidades fuera de los habitantes de Newen, a quiénes ya conocemos y hemos registrado en nuestras bases. A los que han venido hoy, los invito a retirarse y no regresar—.
Volvió a sus asuntos. Nadie se animó a seguirlo, ni a preguntar cuándo había llegado, dónde se hospedaba o si necesitaba algo. Nos asombró que mencionara un registro de nosotros, quizá mintió para cerrar el tema. Solo importa que La Rigeau está en camino y nosotros somos su prioridad. El nosotros, querida R., te incluye.
Viernes 6
Querida R. creo que los sucesos de ayer aceleraron los tiempos. Hoy vinieron los inversores desde temprano, en un grupo menos numeroso que el que conocimos el miércoles. Organizaron una reunión, el Sr Torre hizo una presentación breve y se retiró, quedando a cargo un hombre de ojos separados, que miraba como una fiera entre la selva. Recordó lo ocurrido ayer, enfatizó evitar que sucesos similares se repitieran, porque podría acabar mal para todos. Un vecino ensayó una tímida disculpa que aceptó con una sonrisa sombría. Comentó que todo seguía en pie, que debíamos esperar el curso natural de los acontecimientos y resguardar la confidencialidad con mayor celo. Solo se distendió el ambiente cuando observó que, a pesar de las futuras exigencias laborales, nuestra edad no iba a ser un impedimento para incorporarnos a una fábrica de proyección internacional. Valoraban nuestra experiencia y lealtad hacia La Rigeau. Pero debido a que nuestras competencias probablemente ya estarían obsoletas por desuso, necesitaríamos disciplinarnos para afrontar lo que vendría. Nos entregarían un plan de tareas semanal con instrucciones básicas: mantenernos activos, evitar pérdidas de tiempo en la virtualidad, ordenar nuestros hogares, eliminar objetos inútiles, abstenernos de debates innecesarios y no consumir noticias, para destinar nuestros pensamientos, energía, intereses y deseos en La Rigeau. En nada más. A vos te exceptúo.
Domingo 8
R. En el plan de esta semana hay ejercicios para enfocar la mente; gráficos extraños en los que debemos concentrar la mirada hasta alcanzar la suspensión del tiempo. Algunas son figuras irregulares, similares a ideogramas pero sobrecargadas de garras y pezuñas; si acaso significaran, en otro idioma, un insulto pienso que tardaría más en escribirlo que en decirlo, disculparme, reparar la ofensa y volver a insultar. Otras imágenes son hiperrealistas, una contiene tres trombas que enlazan sus vórtices sobre un mar agitado. ¿Cuán útil serán estos entrenamientos? Anoche soñé con garras y mares, me angustié; luego te recordé y volví a la calma.
Sábado 14
R. me distancié por necesidad. Nos ordenaron escribir lo menos posible. No fue una prohibición absoluta, pero como indicación razonable, la aceptamos y colaboramos en su aplicación, vigilándonos entre todos.
Jueves 19
R. tras el entusiasmo inicial, el desgaste de las nuevas rutinas nos agotó rápidamente, el humor está alterado, se siente pesar al hablar, hay un ensimismamiento general que nos distancia. Alejarnos trae un alivio duradero. Ayer fui al sector industrial, no hay avances de obras pero no me inquieta, los inversores cada vez se ocupan más activamente de la vida cotidiana, demostrándonos su compromiso. Invierten a diario en nosotros para facilitar la adaptación. Nos proveen alimentos, lavan nuestra ropa. El cambio de dieta trajo inconvenientes: malestares gástricos, insomnio, irritación súbita, arranques de furia. Pero nos suministran fármacos, incluso los que requeríamos de tratamientos previos. No lo tomes como un reproche pero nunca me sentí más cuidado.
Martes 24
Las jornadas se hacen interminables, al mediodía ya no queda mucho por hacer, la mayoría de los vecinos se deshizo de basura acumulada por décadas; muebles en desuso, electrodomésticos a reparar, camas guardadas para visitas, vajillas de abuelas, cuadernos escolares de hijos, álbumes de vacaciones. Dos veces al día un camión recolecta todo. A veces agregan rondas adicionales a medianoche.
Sábado 28 (o Domingo 29)
R. es tarde, no sé qué hora es porque ya no usamos celulares ni relojes. Escribo para desvelarme por completo y retomar el sueño. Cerrar y abrir los ojos es morir variar veces, desconozco cuando estoy despierto o dormido. Anoche soñé que mi mano, mientras te escribía, se reblandecía hasta exponer sus huesos; por el dolor desperté con un grito que creí mío, pero provenía del baño. Fui hasta allá y en el espejo me vi acostado en la cama, con mis brazos deshaciéndose al intentar levantarlos, y al mirar horrorizado como subían cúbitos y radios entre mis carnes, grité y me desperté en mi cama chillando enloquecido al sentir mis clavículas aflorar. El ciclo se repetía y en cada grito algo más se deshacía en mí. Vos también te deshiciste de mí.
Lunes 39
Aire irrespirable. Los vecinos pierden el compromiso inicial. Van a cancelar el proyecto por culpa de varios inútiles. Almuerzo y ceno terrible, debido a que pierdo dientes cada dos, tres días. El Vasco da pena, es la mitad de lo que fue, su brazo izquierdo ya no servía y lo desechó en la ronda nocturna.
Míercolas 47
Tanta gramática pesada para no dejarme decir nada. Cállense.
Juevies 43
Cuatro, hasta cinco rondas de camiones con tentáculos, a toda hora. Increíble cuanta basura… El bien acumula lo inservible, el mal lo destruye y reina. Afortunadamente empezamos a descartar vecinos improductivos. Estos apuntes también son ociosos ¿Para qué te escribo?
Luna 45
En las trombas vi sus garras.
Ooctibrx 61
Maldita R. nunca pensaste volver, zorra. La Rigeau, o juremos con gloria extinguir.
Mayen 74
Ayer vomité un ojo, un niño con un cabestrillo gris limpió mis labios, los de mi espalda. Tomó mi rostro y dijo “Se fue, pero todo lo que pierdas a su tiempo se fusionará en Ello”. Me puso otro ojo, vi todo claro por primera vez.
Armgusto CXVII4
Esqirlas de una temporalidad rota, dulzoria hastiaada.
Los cimientos de La Rigeau están echados, estamos.
MlarbJlidtavnz 10V318
La semilla del caos, el abismo del abismo.
El mal coronará sus horrores al final, la crueldad fue solo preámbulo encantador, la preparación del terreno.
La promesa de poder fue ofrecida, aceptaron arriba y abajo.
Solo resta tomarla o ser tomado por los incrédulos.
Unirse a Ello o ser unido.
El año sin primavera
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