PRIMAVERA ESQUIVA

PRIMAVERA ESQUIVA

Dipamour

20/10/2025

Como si se agotara la vida, la primavera escapó en una ráfaga intensa, que a su paso dejó vacío y soledad. Un vacío lleno de amargura como el que se instaló en el alma, haciendo que los pocos días felices se escaparan sin camino de regreso.

Comenzó aquella anhedonia intensa, que no podía asimilar; ¿cómo asimilar esta alienación tan profunda, desgarradora, penetrante y aguda?

Y así mismo, se originó una consternación idéntica a la odisea sangrienta de una encrucijada abarrotada de misterios.

Elegimos, mi alma y yo, presentar al investigador de almas, como el mejor aliado en la conspiración que nos llevaría a la promesa de poder que nos otorgó el señor Torre, quien a su vez nos engañaba con solaz diversión, sin importar cuanto necesitábamos creer en él, para sobrevivir e irónicamente, para aprender a sufrir.

El camino que debería acercarnos a casa, aún lejano y confuso se inspiraba en aquella encrucijada que motivaba el deseo de poder prometido. Enérgica y controversial, la carrera asumida se convirtió en ilusión de vida; ¿qué más podría esperarse del alma mía, que solo conocía el dolor potente de la frustración y el engaño? Se aferró con fuerza indescriptible a aquella carrera por la vida que ofrecía el inspirador y experimentado maldito, aliado del señor Torre, a quien solo le movía el deseo de obstaculizar el avance de mi alma, a tierras tranquilas y despreocupadas.

Al menos, eso fue lo que creí. De repente, en el sendero, encontramos una pista del camino que habría que seguir; una cruel adivinanza, un dilema perpetrado con malicia, difícil de comprender y cuyo único objetivo era desorientarnos, extraviarnos hasta hundirnos en el bosque sin retorno que acicalaba con caos, la promesa de poder que venía del investigador contratado y elegido por el experimentado maldito cuyo único propósito era hacernos distraer, para que, una vez terminado el tiempo, no pudiésemos volver.

«Agua, agua, corre, corre, y se bebe mi corazón». No veía el agua, no sentía sed, ni siquiera sé si tenía corazón. ¿A dónde debería dirigir mis pasos?

Sin rostro, sin ojos, llorando, riendo, caminando y saltando, decía la frase en el árbol del bosque, que encontramos de frente. ¿qué significa? Como decidir un camino cuando levantando la mirada, te encuentras con cuatro senderos, uno al lado del otro, sin diferencias marcadas que te proporcionen seguridad para elegir; iguales, uniformes, llanos, homogéneos, sin ninguna desigualdad notoria.

¿Misterio o maldad? En aquel momento no supe descifrar las verdaderas razones del aliado señor Torre, que marcando el camino de la Promesa de poder en unión con la inspiradora revelación que aparecía con su mano al azar para evitar ser responsable, ocultaba y disfrazaba.

Mas tarde, cuando cansada de correr, imaginar, caminar y pensar, decidí tomar un descanso dentro del tronco de aquel majestuoso árbol, con total aprensión, permití que el sueño reparador se apoderara de mi cuerpo cansado y hundido en el mayor agotamiento.

¿Soñé?, no sé si dormía, no sé si mi alma volaba, no entendía, no comprendía mis visiones, ni siquiera sabía si aquello que escuchaba era real, o quizás era producto de mi imaginación anhelante de tranquilidad y sosiego.

Curiosamente, sentí una tranquilidad que no pude asimilar, creí que mi mente agotada y distraída me jugaba una mala pasada.

Al final entendí que estaba teniendo una maravillosa epifanía que me procuraba descanso y tranquilidad; en la bolsa de caos, dentro de la esfinge dorada, estaba aquella habilidad de la cual me había olvidado por completo; el investigador, durante todo este tiempo me había dejado señales que no se si ignoré por desconfianza o temor o quizás mi alma desoyó para evitarme decepción.

Desperté y por fin percibí que el sendero correcto había estado frente a mí, todo el tiempo; que mi desconfianza ignoró lo obvio, aquello que me llevaría a la ansiada primavera; todo lo que había estado buscando con tanto ahínco; esto es lo que me ha sucedido siempre, no confío en mis instintos, no puedo confiar en mi agilidad, en la vivacidad de mi mente, que pocas veces, por no decir que nunca, me ha fallado. Me levanté sin prisa; para que correr más si ya había descifrado el acertijo, que contrario a lo que pensé al inicio de mi carrera por el bosque, no era maldad, era la bondad nunca vista de la encrucijada que con la promesa de poder que le permitió al señor Torre otorgarme, lo único que pretendía, era devolver a mi alma, la confianza perdida, la seguridad, la determinación, la decisión que siempre me caracterizaron, pero que de pronto, sin entender por qué, perdí, olvidé y dejé pasar.

La entrada al sendero era hermosa, llena de luz, verde, amable, tan amable como nunca había pensado que podría ser aquel bosque. Es curioso, pensé, como el temor, la indecisión, la desconfianza, la desesperación y la incapacidad de no creer en ti, te nublan el pensamiento, evitando que observes lo que es claro y evidente, lo que ha estado en frente de tus ojos, desde el primer momento.

¿Sabías que lo valioso de tu alma, es todo aquello que crees sin valor?

Esta pregunta la encontré junto al árbol aquel del camino, que ahora ya no percibía como oscuro y temeroso. Recordé cada una de las palabras que dijo el señor Torre cuando encargó a mi alma la tarea de recorrer el sendero del bosque; “eres única alma dolida, temerosa y vacía”. Comenzaba a desconfiar de mí, de mi buen criterio, de mi ingenio mental, de mi gran valor, de mi alta decisión, de todo lo que era; de lo que pensaba y decía, de lo que escuchaba y sentía; perdí auto estimación, dejé de considerarme un alma capaz, valiente, audaz, atrevida, segura y determinada; todo el tiempo, menosprecié el gran valor que poseía y utilizaba sabiamente, me dejé contaminar por la opresión, la vileza de la humanidad, la suspicacia de quienes atentos al momento en que cometiese un error llegarían a atropellar, criticar y herir. ¿Por qué el género humano siempre te ataca, te hunde y te acaba?

Llegamos al momento en que la maldad es el común denominador.

Pero ahora, después de tanto tiempo, de sufrimiento, de frio intenso y dolor en el alma, logré entender que todo aquello que consideré vileza por parte de la encrucijada, el experimentado maldito y el gran señor Torre, no era maldad; aquello que percibí como debilidad, era mi mayor fortaleza. Ellos no quisieron hundirme sin piedad, ellos desearon siempre devolver a mi espíritu la tranquilidad perdida. Contrario a lo que el mundo de Arkham Horror LCG, quería mostrar a todos, conmigo fue diferente; no querían causar mal; pretendían hacerme abarcar la verdad conjugándola con mi agudeza e ingenio para que no desfalleciera, para que ignorara el miedo de mostrarme tal como soy; para que desatendiera la mala intención de aquellos malignos que solo buscan hundir, agotar, sumir y liquidar a todo ser que no cumpla su voluntad.

Continué caminando, ahora lento y pausado, sin miedo, con espíritu tranquilo y lleno de regocijo, para que apresurarme si ahora entendía que aquella esquiva primavera, siempre había estado conmigo, nunca me abandonó, por el contrario, yo podía compartirla, disfrutarla, vivirla, aprovecharla y deleitarme con ella, ofreciendo a todo aquel que la deseara un poco de ella; la primavera esquiva estaba dentro de mí, nunca se fue. Fui yo quien dejó de verla y sentirla.

Preocupada, ansiosa y deprimida, dejé de entender que todo lo bello se instala en nuestras almas.

Cada espacio del camino me ofrecía ahora una belleza espléndida, resplandeciente, asombrosa, magnífica; un sol intenso que despertaba la naturaleza cálida y agradable, donde cada ser vivo, nacía y sonreía desde el fondo del corazón de aquel verde sublime. La calidez reconfortante del sol acariciando mi piel, el aire repleto del aroma de las flores que abren sus pétalos para invitar a soñar, el canto de los pájaros, el vuelo de las mariposas multicolor que adornan el paisaje, toda aquella renovación suntuosa que te invita a vivir.

Anhelo descansar en el campo extenso y llano que arrullará mi espíritu. Olvidar, ignorar y desechar todo lo que ha agobiado a mi alma triste y ansiosa por tanto tiempo; sosegar y reposar mi cuerpo, comenzar de nuevo; abandonarme a las jugadas de la encrucijada y el maldito que con el señor Torre, quieren enviarme a luchar.

Siento frío, un frio intenso que hiela mi cuerpo, me impide seguir, me nubla la vista, paraliza mis pasos, me deja en knock-out. Me siento extenuada, débil y fatigada. ¿Dónde estoy? pregunta mi alma…

Salen a recibirme la encrucijada, el maldito experimentado y el señor Torre, elegante y tranquilo, con una sonrisa que duele, desarma y desencaja; escucho sus risas, espero sus voces, pero el silencio me agobia; el señor Torre se acerca, me mira, sonríe y responde: “¿seguro que lo quieres saber? No hay vuelta atrás…”

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