Es hoy, sin un ayer.

Es hoy, sin un ayer.

Amarelis Laya

22/09/2025

Fui pusilámine! El tiempo hizo su trabajo un tanto macilento, nunca tuvo planeado con ahínco ésa ocurrencia, pero igualmente vivía latente en la mente ésa idea, un tanto descabellada.

La aventura empezó! Levanté la parte baja de la pesada falda,  subí un pie buscando apoyo, la idea era tomar un poco de estabilidad para así, lograr subirme por completo en el  carruaje,  fue el único transporte decente encontrado en la estación a ésas  horas, besado por los años pasados, su interior llenos de bostezos y sueños en el vilo del abismo, que me hicieron estremecer, carente de agradecimiento y gratitud.

Guardando con recelo a sus ocupantes, de las inclemencias del tiempo reinante del momento. Justo está vez, Yo! Su única ocupante, agregando otro desaliento en el pesado aire, para no variar la historia.

Observé el entorno el cual  me resguardaba, de qué? Veía en  pensamientos, el sendero trillado por las multiples pisadas de las bestias domesticadas, y  surcos formados por las lluvias continuas de aquél invierno gélido.

Los árboles cruzaban sus ramas riñendo entre ellas, un crujir con lamentos resonaban muy cerca, era los rasguños  a la carreta, ocasionados por las ramas, en señal de haber escapado de las garras del tiempo.

Mis mejillas se tensaron del frío, y la nariz se escondió con ellas, recogí un mechón de cabello que se escapó sin voluntad, acomode cada dedo de los guantes con precisión, para matar el tiempo silente.

Los veteranos caballos, llevaban un estruendo entre ellos, la lluvia que caía, se deslizaba besando fugazmente el pelaje, para terminar su destino en el moribundo pasto.

La furia de los relámpagos eran los acompañantes no invitados, efímeros, de aquélla travesía larga e impredecible. El tiempo transcurrió fugazmente.

Vi siluetas! Entre las lánguidas ramas que me daban la bienvenida, la lluvia y la oscuridad eran el conjunto, que visualizaba perpleja de la realidad reinante de aquél momento.

Un portal alto con barrotes que llegaban al cielo, nos dio la bienvenida, me espabile! sonreí para mis adentros, preguntándome? Soy quién está, por entrar? Sí! Ahí se veía la gran casona,  aquel era mí punto final, o el principio de algo imprescindible?

Fui recibida por unos personajes bastantes macilentos, con miradas perdidas entre las sombras de sus vidas, amables, pero con un aura de misterio reinante. Sin querer escapar de sus historias.

Uno, tomó las dos valijas y se adelantó, abriendo camino al andar, la otra, me guiaba hasta aquella  entrada espaciosa.

Al cruzar el umbral, me recibieron unas paredes altas, con el color bebido a sorbos silenciosos, embriagadas por los segundos, que marcaba un obsoleto reloj de pie, vestidas con pinturas, llenas de historias mudas, acariciadas por las inclemencias del tiempo, con los susurros impregnados por el pasado, muebles cansados de sostener cuerpos ajenos a  su presente, que vivieron lo que estaba apunto, de yo vivir. 

 Una que otra alfombra, viviendo en silencio para disminuir el sonido de unas pisadas cansadas, casi arrastradas! Como pidiendo perdón al andar, bordadas de miradas frías, llenas de un ayer misterioso, silenciosos y cada una de ellas, con un pasado sin  contar.

Cirios llorando sus penas, muriendo lentamente consumidos, por su propia desgracias. Fieles, sin duda! Ofreciendo su luz como guía.

Una robusta puerta, me esperaba erguida, regia, resguardado sus misteriosos tesoros, sólo para mí.

Aquel sonido seco y estruendoso despertó la intriga por mí aventura no preparada, aquélla travesía, ya empezaba a tomar sentido.

Una cálida brisa me recibió vomitada por la chimenea, que se mantenía viva por la savia de un desdichado eucaliptos, que se  consumia lentamente, sus lágrimas ofrecía el olor a otoño recién cortado, a esencia tranquilizadora.

El aroma era placentero, relajante, después de una fría travesía, un tanto estrepitosa, volteé para agradecer las atenciones recibidas, y me encuentro con el equipaje a los pies de la robusta puerta, cerrada. Ahí estaba yo! Sola.

Me volví, y al fondo de la habitación se veía una cama, perfectamente ordenada, invitándome a la calidez de su  sábanas blancas, al lado  opuesto una mesa bastante grande y sobre ella, libros sobre libros, plumas, hojas sueltas de diferentes colores, sobres, y un sello con su tinta respectiva.

Al lado opuesto, me encontré en un gran espejo, enmarcado con un dorado añejo, me vi, en ése rectángulo de pies, un tanto despeinada, con el ruedo de la falda algo manchado por el fango.

Un sillón estaba inerte, cansado por la espera, anhelando mi presencia para tenerme en su regazo, como queriendo darme cobijo.

Solté todo lo que me asfixiaba, dejándolo caer a mis pies, ya libre, respiré profundo y crujiendo mis oídos, me solté el cabello para que respirará libremente.

Tomé un libro con intensión de hojearlo y me dirigí al sofá, dónde fui acogida con agrado, así me sentí.  El cansancio no dejó tregua para mis ganas de entretenerme con las hojas del libro, la aventura se iniciaba.

Amanecí acurrucada! Recuerdo fugazmente que alguien me acompañó,  una silueta masculina, unas largas piernas se acercaron con pasos firmes, rodeó el sillón, y sus manos grandes me sostuvieron por los hombros, apretando suavemente tratando de hacerse sentir. 

Un ligero hilo de aire besaba mi cuello, aquél aroma varonil envolvió el momento, no puse resistencia por la magia presente, sus manos bajaron hasta mis pechos firmes, rogando ser acariciadas, por lo desconocido reinante de ésa noche llena de silencio, éxtasis y misterio.

Amanecí en la cama! abrigada, con el cuerpo lleno de una sensación excitante, con un placer notorio en la piel, con el sentir de ser recibida a algo u alguien que llenó mí existencia, ese alguien me hizo llorar de placer, condujo mi alma fuera de tiempo, en  las inmensidades reinante del espacio, ése sentir indescriptible, aún no encuentro las palabras para definirlo! Vive en mi presente por hoy día. Vivirlo!  Lo volvería hacer,  pero está vez me involucraría más, pondría mí esencia de mujer, mi yo queriendo, me vuelva a llevar a lo sublime, con la condición, que no me suelte.

Abrí los ojos, y me encontré sola, fue un sueño real? el alba me invitaba a salir! Me encontré desnuda, con un aroma a macho en celo en toda la piel, no, no me levantaría, quería volver a vivir ese placer misterioso, sutil, excitante, único.

Me envolví en las mantas suaves y me dejé llevar por la tranquilidad, que me fue brindada a las horas previas, de ése episodio que quiero repetir. Ahí me quedé, soñando despierta lo vivido en la primera noche, en una habitación de la casona.

                                   Amar…

 

Puntúalo

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS