Autorretratos

El autorretrato no representa tanto el rostro del artista como su pensamiento.
Laura Cumming

¿QUÉ ES UN AUTORRETRATO?

Una manera básica de contestar a la pregunta sería verlo como una imagen que muestra físicamente al artista que la ha creado. En el caso del autorretrato fotográfico, y por la forma más habitual de operar en fotografía, el autor es además aquel que aprieta el disparador de la cámara fotográfica. Por tanto, un autorretrato fotográfico seria una imagen fotográfica en la que el autor aparece físicamente y además se le supone su condición de autor por apretar el disparador de la cámara fotográfica.

Pero los fotógrafos frecuentemente han cuestionado, corregido y aumentado esa definición.

Los autorretratos anteriores a la invención de la fotografía cumplían siempre con la condición de incluir el rostro identificable del autor, una condición que deja de cumplirse a partir del S. XX cuando muchos fotógrafos introducen fragmentos de su cuerpo, su sombra o incluso están sólo representados simbólicamente o a través de su entorno familiar y social sin que aparezcan ellos. La primera de las premisas queda, por tanto, rota.

Por otro lado, respecto a si es el propio autor quien debe o no apretar el disparador de la cámara, el arte conceptual pone en entredicho que una obra sea imputable sólo a quien la realiza físicamente, el autor de una obra es quien la concibe y no necesariamente quien la ejecuta. De la misma manera se puede entender que no es una condición imprescindible ser uno mismo quien accione el botón, ya que se puede pedir la colaboración de otra persona para ello, de la misma manera que se puede usar un mando a distancia o el temporizador sin que ninguno de esos recursos “diferidos” ponga en cuestionamiento el carácter de autorretrato.

Por todo ello podemos definir el autorretrato fotográfico como aquella imagen fotográfica en la que el autor aparece representado, ya sea por la aparición de su rostro o cuerpo, su sombra, su huella o por el uso de motivos simbólicos, siendo esta autorrepresentación el resultado de múltiples selecciones subjetivas efectuadas por el autor de manera consciente y controlada para que sean reconocibles e identificables por el receptor de la obra.

EL AUTORRETRATO EN LA HISTORIA DEL ARTE

La autoexploración del artista a través del autorretrato ha sido un recurso habitual en la historia del arte. Vamos a hacer un breve repaso por la historia del arte buscando a los artistas que mayor relevancia han tenido en este campo.

El autorretrato no es un género nuevo, prácticamente todos los artistas en algún momento de su trayectoria han explorado este terreno, bien sea en pintura, escultura o fotografía. La necesidad de autoafirmarse a través de la imagen que proyectamos parece una emergencia humana de autoanálisis de las emociones, la actualización interna de los sentimientos externos y la autocontemplación.

Desde la antigüedad grecolatina algunos artistas han hecho incursiones en el autorretrato, incluyendo su imagen de manera discreta para marcar la obra como creación propia.

Pero el género del autorretrato como tal nace en el Renacimiento, junto con la conciencia individual y la reivindicación del estatus de artista por parte de los hasta entonces considerados artesanos o siervos cualificados.

El primer autorretrato independiente de la historia surge en 1498, siendo, según Panofsky un desafío al mundo en general, que reclama para el artista la condición de “gentilhuomo”, de la mano de Durero, quien había conquistado cierta condición como artista.

Alberto Durero (en alemán Albrecht Dürer; Núremberg, 1471-1528)

A partir del barroco el género y las razones para hacerlo se sofistican. Destacamos a algunos de los pintores más prolíficos en autorretratos en la historia del arte, los holandeses Rembrandt y Van Gogh y la mexicana Frida Kahlo. La reiteración del tema en la obra de Rembrandt podría ser entendida como un deseo de autoconocimiento, parece haber en ellos una búsqueda de lo psíquico ligado al devenir de los sucesos de la vida, lo que en los otros dos se convierte en un instrumento para la catarsis. La gran mayoría de pintores se ha autorretratado en alguna ocasión, principalmente como estudio de la técnica, realizándose a sí mismos retratos muy parecidos a los que hacían a sus clientes, como manera de autopromoción y exhibición de su maestría, además de buscar en ellos aspiraciones sociales. Son algunos ejemplos Durero, Courbet, Warhol… También hay multitud de obra pictórica donde el artista se autoafirma como tal en el mismo acto de creación como Velázquez, Goya, Artemisa Gentileschi, Picasso, Hockney… Algunos artistas han creado un mundo ilusorio propio, teatral o metafísico como Dalí o De Chirico.

EL AUTORRETRATO FOTOGRÁFICO

Para Nathan Lyons el verdadero origen de la fotografía es el mito de Narciso. Sin duda, el joven que descubre y se enamora de su propia imagen reflejada en el agua es el inventor simbólico del autorretrato, a la vez que de la patología psicoanalítica que lleva su nombre; el culpable de que la sospecha de narcisismo planee siempre sobre quien se autorretrata. Frecuentemente se califica nuestro mundo contemporáneo como de sociedad narcisista y, por ese motivo, la imagen colectiva que mejor nos define es la del creciente fenómeno de los “selfies”. No seremos nosotros quienes refutemos esa opinión generalizada, pero sí que nos gustaría matizarla ampliando un poco el panorama. En lo que a los discursos de la fotografía creativa se refiere, el autorretrato adquiere matices mucho más complejos que se articulan, no tanto en el narcisismo como, fundamentalmente, en torno al cuestionamiento posmoderno de la identidad.

Antes de entrar en la complejidad conceptual de los autorretratos contemporáneos, veamos un poco los orígenes del género fotográfico:

El primer autorretrato conocido pertenece a Robert Cornelius (1809–1893) ciudadano americano descendiente de holandeses que realizó un daguerrotipo bastante alejado de los cánones decimonónicos que imperaban entonces. No sólo se le considera el primer autorretrato fotográfico de la historia, sino la primera fotografía tomada de una persona. Está fechada en octubre de 1839, apenas dos meses después de la invención del daguerrotipo y, por estas fechas, los tiempos de exposición era tan largos que no permitían hacer retratos fácilmente.

Autorretrato de Robert Coernelius, octubre de 1839

Sin embargo es el autorretrato de Hippolyte Bayard, con su irónica puesta en escena, el más conocido y el que más ha influido en la historia de la fotografía. Bayard se fotografió semidesnudo representando su muerte por suicidio a causa del poco reconocimiento oficial hacia su invento fotográfico. En la parte trasera de la foto escribió un texto sarcástico de contenido reivindicativo sobre su paternidad sobre el invento de la fotografía:

El cuerpo que ven aquí es el del señor Bayard, inventor del proceso que se les acaba de mostrar. Por lo que sé, este experimentador infatigable estuvo ocupado por más de tres años con su descubrimiento. El gobierno, que ha sido tan generoso con el señor Daguerre, ha dicho que no puede hacer nada por Bayard, y el pobre hombre se ha ahogado. Ha estado en la morgue por varios días, y nadie lo ha reconocido o reclamado. Damas y caballeros, mejor se apuran a pasar, por miedo a ofender su sentido del olfato, pues como pueden observar, la cara y las manos de este caballero están comenzando a descomponerse. H. B. 18 de octubre de 1840

Le noyé (el ahogado), Hippolyte Bayard, octubre de 1840

Si bien el de Bayard no es el primer autorretrato fotográfico de la historia, sí que parece ser la primera fotografía ficcionada, la primera “performance” fotográfica, antecedente conceptual y visual de muchos artistas de hoy para quienes la fotografía no es importante por su capacidad de reflejar la realidad, sino por la de poder narrar historias.

El siglo XX

Con la llegada de la modernidad del S. XX y las vanguardias del periodo de entreguerras el género del autorretrato no sólo no remite sino que tiene un especial auge, son muchos los fotógrafos que buscan su propia imagen pero, sobre todo, las fotógrafas. Durante los años 20 y 30, coincidiendo con los avances en la igualdad de la mujer, como el derecho al voto y otras reivindicaciones feministas, muchas artistas se sintieron atraídas por la fotografía (quizás porque al ser una forma de expresión nueva aún no estaba controlada por las estructuras patriarcales como lo estaban la pintura y la escultura y demás artes académicas). La cantidad y calidad de las fotógrafas de estos años, aunque se vaya poco a poco haciéndoles justicia, aún no se ha valorado en su justa medida. Tras siglos en los que la mujer ha sido el sujeto (o incluso el objeto) pasivo del arte, las artistas del inicio del siglo toman las riendas de su propia imagen. No es, por tanto, casualidad que la mayoría de ellas optaran por el autorretrato como instrumento para la búsqueda de su propia identidad. Sorprende hoy en día ver el atrevimiento y la actualidad de muchas de sus propuestas, que son la base de los planteamientos discursivos de las artistas feministas y postfeministas de nuestros días.

Los autorretratos contemporáneos

Yo es otro

Artur Rimbaud

Como hemos comentado más arriba los discursos artísticos actuales relacionados con el autorretrato giran, fundamentalmente, en torno a la identidad o, mejor dicho, a las identidades. En ocasiones, la obra de muchos autores pone en entredicho la propia noción de autorretrato: cuando alguien se fotografía representando la identidad de otro ¿se le puede considerar como tal?, ¿se puede llamar autorretrato a una imagen donde quien aparece no es el propio fotógrafo?, ¿y donde ni siquiera aparecen personas? Para denominar más acertadamente a estos tipos de fotografías que tratan del propio fotógrafo y su mundo, se usa a menudo el término de “fotografía autorreferencial”, aunque quizás no sea necesario buscar otra proposición, bastaría con replantear y ampliar la definición de autorretrato.

SUBGÉNEROS DEL AUTORRETRATO

Susan Bright establece varias categorías en base al concepto que subyace en cada una de las obras: autobiografía, cuerpo, máscara, estudio y álbum y performance:

Autobiografía

Los autorretratos fotográficos también pueden tener como función principal recordar. Pero, a diferencia de los retratos colectivos o familiares, no siempre tienen un carácter agradable. Algunos artistas como Nan Goldin han querido recordar los momentos más negativos de su vida a través de autorretratos fotográficos. Una vida problemática la llevó a apresar los recuerdos negativos para no olvidar. A partir del recuerdo pretende revivir lo negativo como imagen y no como realidad. Paradójicamente pretende que la sensación se quede en el pasado trayéndola una y otra vez hasta el presente, pero traerla como imagen es lo que le permite que no sea real, que ese momento ya haya pasado y ahora esté muerto. La fotografía implica una muerte, participar de la mutabilidad de las cosas, y esto permite que no vuelva a repetirse (Sontag, 2006; Barthes, 1980).
Esta categoría de autorretrato incluye aquellas fotografías en las que el autor quiere apresar momentos de su vida para poder poseer una sensación, que será perecedera. Pero la aparición del autor pues, puede ser más o menos protagonista. Puede constituir una especie de firma, en la que su autorrepresentación adquiere un lugar secundario frente al escenario que recrea su sensación, o, en cambio, puede ser su propia imagen la que se encarga de transmitir aquello que quiere apresar, dando la importancia principal al hecho de que el autor estuvo allí, presente, en aquel momento.

Para Nan Goldin la cámara ha sido su compañera y su diario visual, durante treinta años ha documentado la historia de su vida y sus amigos. Estos retratos no son sino una vinculación emocional con las personas que fotografía.

Nan Goldin (Washington D.C., 1956). Nan Goldin, del libro “balada de la dependencia sexual”

Cuerpo

El autor de la obra en el autorretrato fotográfico es, pues, el objeto representado en esta. Uno de los modos de llevar a cabo esta representación implicará el reconocimiento físico o fisionómico del autor, que puede ir descubriéndose o escondiéndose gradualmente, en una progresión de la representación explícita a la implícita.
El primer reconocimiento físico evidentemente inicia con el rostro, que es la parte de nosotros más conocida, aquella que mostramos y que nos distingue de otros, nuestra parte más publica. Después, pasa por el cuerpo fragmentado, nuestra mano, nuestros pies, el cabello; partes de nosotros que sólo podrán ser reconocidas por aquellos que entran en nuestro circulo más intimo. Tanto el rostro como los fragmentos del cuerpo se relacionan con nuestro yo por semejanza, por que se parecen a la realidad, más aún si son representados en imágenes fotográficas.

John Coplans fue un influyente crítico de arte, redactor de revista y comisario de arte, logró reinventarse a sí mismo como fotógrafo a los 60 años realizando autorretratos de su cuerpo fragmentado como punto de enfoque. Su rostro casi no aparece en su obra.

Self-Portrait (Back with Arms Above)’, John Coplans (London, 1920 – 2003)

Máscara

La identidad se construye con múltiples roles que conforman nuestra autoimagen imaginaria. Uno de los modos que han utilizado los artistas del siglo XX y XXI para reflexionar sobre el concepto de identidad ha sido la deconstrucción de uno mismo, con la construcción de un rol nuevo, distinto, ficticio, y usando para ello el disfraz, el travestismo, la identificación con un nuevo personaje. Ese personaje que está en nosotros, que a la vez no existe, pero nos ayuda a comprender quiénes somos. La máscara, el disfraz, el rol… son las herramientas más utilizadas por los fotógrafos que trabajan alrededor del concepto de identidad, ya sea de genero, nacional, racial, de grupo…

Una de las pioneras en el cuestionamiento de la identidad de género es Cindy Sherman. Por largo tiempo ha trabajado sobre su propio autorretrato (aunque ella niega que lo sean) adoptando identidades sacadas de los estereotipos sobre la mujer que se han ido perpetuando en la pintura, el cine, la prensa gráfica, etc.

Cindy Sherman afirmó alguna vez que sus fotos han de ser consideradas como arte conceptual.

Estudio y álbum

La imagen fotográfica se ha utilizado tradicionalmente como recuerdo, como objeto de memoria. Sobre todo las imágenes de retratos del álbum familiar se constituyen como memoria de un individuo o grupo de individuos. Según Susan Sontag: “mediante las fotografías cada familia construye una crónica- retrato de sí misma” (Sontag, 2006: 23). Esta función fotográfica constituye una historia en la que los miembros de la familia son los protagonistas.

Larry Sultan, en la serie Pictures from home, realiza una investigación fotográfica sobre su propia identidad a través del significado de la casa, el hogar y la familia.

Larry Sultan (San Fernando Valley in California, 1946- Greenbrae, California, 2009)

Performance

Otras de las posibilidades que brinda el autorretrato fotográfico es la de utilizarlo como medio narrativo y expresivo capaz de construir nuevas realidades. Estas nuevas realidades son miradas del propio fotógrafo sobre sí mismo y sobre el mundo que le rodea. Este tipo de imágenes suelen tener entre sus funciones recrear nuevos mundos con los que el autor interacciona. El artista busca identificarse y autorrepresentarse a partir de referentes imaginarios o combinaciones de referentes reales con resultados de ficción. Esto da como resultado imágenes donde la ilusión es el camino de la autorrepresentación.

La artista coreana Nikki S. Lee combina la fotografía y la performance para investigar sobre las identidades grupales y la pertenencia a un colectivo. Su trabajo surgió del cuestionamiento de su propia identidad como inmigrante en otra cultura (mientras estudiaba y trabajaba en New York). Nikki S. Lee se introduce en grupos afroamericanos, latinos, de lesbianas, de ancianos o de turistas asiáticos y se caracteriza para asumir el rol como perteneciente a ese colectivo. Las fotos son tomadas con cámaras desechables por algún miembro del grupo o algún viandante ajeno al mismo.

La lista de los fotógrafos que se han retratado a sí mismos como forma habitual de trabajo es inmensa. Destacamos aquí a algunos de ellos: Arno Rafael Minkinnen, Erwin Wurm, Martin Parr, Boris Mikhailov, Ananké Asseff, Elina Brotherus, Ana Casas Broda, Kelli, Connell, Maleri Marder, Tomoko Sawada, Sam Taylor Wood, Pedro Meyer, Yasumasa Morimura, Rodi Horn, Duane Michales, Janieta Eyre, Hew Locke, Danny Treacy, Shirin Neshat, Tatiana Parcero, Yurie Nagashima, Tomoko Sawada, Kimiko Yoshida, Zangh Huan, Rong Rong…

EPÍLOGO. EL SELFIE, LA IDENTIDAD DEL SIGLO XXI

La implantación de las redes sociales como vehículo de comunicación en el siglo XXI, y en especial la fotografía de móvil, está creando un espacio inmenso e inabarcable de la cultura visual vernácula a través de fotografías de aficionado, de su mundo cercano, aficiones, vacaciones, fiestas, comidas, amigos, amores e ilusiones. En definitiva, una especie de autorretrato continuo.

Los selfies se han convertido en una especie de plaga visual, en el icono de principios del nuevo milenio de una sociedad occidental narcisista y del culto al yo.

Con instagram y sus filtros que provocan una gran fascinación entre aficionados, al permitir que una imagen simple y cotidiana adquiera una mirada renovada y más profesional, el autorretrato ha encontrado una plataforma visual donde se ha alcanzado la forma de comunicación por excelencia del momento actual, pero nos preguntamos ¿estas fotos existirán en el futuro? ¿Tendrán algún valor para los que se retratan dentro de unos años? Desde luego no parece tenerlo ni siquiera al día siguiente de ser vistas, quedando sepultadas bajo otros miles de selfies, fotos de viajes o gatitos.

Este ejercicio de exhibirse delante de los demás para que sepan en todo momento lo que haces, con quien estás y que llevas puesto, parece ser que es el paradigma de la revolución visual y responde de entrada como rasgo más sobresaliente a la inmediatez del “esta soy yo y aquí estoy”. Pero más allá de las decenas de “me gustas” y algún comentario insulso, no queda ni rastro de estas imágenes días después. Entonces ¿Cómo construimos nuestra imagen en la era de los selfies?

No obstante, el fenómeno no deja de resultar interesante desde muchos puntos de vista. En el libro A través del espejo Joan Fontcuberta recopila decenas de selfies bajadoS de redes sociales y de páginas de internet como “the mirror project” o Bar/Public Bathroom Self Portraits, donde cientos de aficionados anónimos suben sus fotos con la única condición de haber sido tomadas en reflejos de todo tipo o en espejos de baños públicos. Fontcuberta ha acuñado un término propio para este tipo de imágenes: reflectogramas.