Aaminah, era una joven de unos veintidós años que formaba parte del harén de Samir Arafat, importante comerciante de la ciudad de Damasco, capital de Siria, el padre de la joven Aaminah había entregado a su hija, como parte de pago de una deuda de juego que tenía este con el comerciante.
El comerciante en cuestión, que tendría unos cincuenta años de edad, estaba esperando la oportunidad de poseer el cuerpo de la joven, ya que esta trataba de una manera distante y fría al mercader.
Pero la joven, desde la ventana de la casa donde residía el harén de Arafat, cierta noche con las sabanas de su cama hizo una especie de soga que ato uno de sus extremos a la cama que había en la habitación, y bajo hacia la calle.
Rápidamente comenzó a correr alejándose del lugar, porque tarde o temprano el mercader se daría cuenta de su ausencia y enviaría a sus esbirros en búsqueda de la mujer.
La mujer, sin darse cuenta tropezó con alguien que en ese momento circulaba por la calle en ese momento, este lanzó una maldición por lo bajo.
-Fíjese, por donde camina ? dijo el hombre caído en el suelo
– Perdón, no fue mi intención- respondió ella- Discúlpeme…-
El hombre se levantó y observó que su interlocutora era una mujer, e inmediatamente la reconoció como una de las esposas de Samir Arafat, que siempre estaba mirando desde la ventana de una de las casas donde residía el harén del mercader.
-Mujer, que hace a estas horas lejos de la casa de Arafat. Si la ven tomaran represalias en su contra.
-Quiero huir de ese lugar, no quiero ser la esposa de Arafat. ¡Ayúdeme! –
El hombre sintió pena por la joven, por lo pronto la miro a los ojos y le dijo:
-La llevare a mi casa, con ello estoy arriesgando mi vida, porque se la clase de persona que es Arafat.
El hombre no vivía muy lejos de allí, y en unos minutos se hallaban en el interior de la vivienda de él.
Este preparo la cena, y ambos se sentaron en la mesa.
-¿Cómo te llamas?-
– Aaminah.
– ¿Tu? –
– Rayan. Los hombres de Samir ya te han de estar buscando y comenzarán a recorrer casa por casa de la ciudad de Damasco hasta encontrarte. Cuenta con el apoyo de la policía y de las autoridades de la ciudad. Apenas nos encuentren aquí, nuestras vidas ya no valdrán nada en manos de esos sujetos malvados.
– ¿Qué haremos? – preguntó ella temerosa.
-Viajare en mi alfombra mágica lejos de este país,
-¿Alfombra mágica?- preguntó ella- Esos son cuentos de las mil y una noches…..
-Pero todo cuento tiene algo de verdad y esta alfombra que tengo es herencia de mi antepasado Aladino. Aunque no lo creas, el existió hace un centenar de años y llegó a ser príncipe en una pequeña ciudad de lo que hoy es la India.
-Sigo sin creerte……- dijo ella.
De repente escucharon murmullo de voces que se acercaban a la vivienda, eran los hombres de Arafat que habían rodeado la manzana, cercándola para impedir que nadie saliera ni entrara de la zona hasta verificar si la esposa de su jefe estaba en el lugar.
Rayan, apagó las luces e hizo señas a la mujer de que estuviera en silencio, luego subió por las escaleras y se dirigieron hasta el balcón.
Allí el hombre desplegó una alfombra que estaba enrollada, de repente esta comenzó a moverse por sí misma, él subió a la misma y le tendió a la mujer la mano para que hiciera lo mismo, ella absorta ante aquella revelación mágica, siguió al hombre.
Rápidamente la alfombra se elevó por los aires, uno de los hombres de Arafat se percató de que algo salía volando por la ventana de la casa y comenzó a disparar al aire, seguidamente sus compañeros repitieron dicha acción, que resultó infructuosa atento que el ataque resultó inofensivo.
La mujer veía todo esto desde los cielos, viajando en una alfombra mágica y abrazada a la cintura de un hombre desconocido que le había salvado la vida, así fueron alejándose de la ciudad de Damasco, abandonaron Siria y durante toda esa noche cruzaron desiertos, valles, montañas y mares hasta arribar finalmente cuando el sol asomaba por el horizonte entre los cerros de la Cordillera de los Andes, a la orilla del lago Nahuel Huapi.
-Este es mi lugar en el mundo, lo descubrí en uno de mis viajes no hace mucho tiempo. Te invito si quieres ser parte de esta maravilla, a que te quedes.
Aaminah, miro a Rayan a los ojos y ambos se besaron apasionadamente en aquel amanecer a la orilla del lago patagónico.
OPINIONES Y COMENTARIOS