Que ya no soy sin mí,

que hace tiempo que no eres contigo.

Dos guijarros del mismo camino

erosionados de tanto vivir.


Pero la noche nos viste de ópalo.


Y nuestra alma se torna sendero por el que perdernos,

y encontrarnos de nuevo

en otros cuerpos,

en otras almas.

Con otros sueños.


Y tal vez, solo así,

despertemos.

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