Amor entre Líneas

Amor entre Líneas

Karina Rojas

19/12/2017

Amor entre líneas

Voltee a ver lentamente a mi hermano. Podía ver como un sudor frío le corría la mejilla.

Algo no estaba bien y lo podía ver en él a pesar de su postura despreocupada y la forma en como sus ojos no mostraban el aburrimiento de siempre, no, ahora mostraban otra cosa.

Tomé el vaso que tenía enfrente, pero no me lo lleve a la boca, no después de ver como hace unos momentos la misma mesera q nos atendía a nosotros había metido uno de sus dedos en otro vaso para mover el líquido que tenía, pero aunque no hubiera presenciado ese asqueroso acto, la suciedad del lugar no hablaba muy bien de la higiene del agua seguramente contaminada que tenía en las manos.

– No me digas que estas nerviosa

Deje de jugar con el vaso y mire fijamente a Sebastián. Típico de mí hermano culpar a otros de sus temores.

– Si te digo que sí, ¿qué pasaría?

Por unos momentos mi hermano no tuvo ni una expresión, después un brillo en sus ojos delato su miedo, pero antes de poder mostrar otro sentimiento me sonrió y bebió todo su café de golpe.

– Que miedosa eres- dijo cuándo se dejó de atragantar con el café- ¿qué no ves que estás conmigo, Andy?

Una sonrisa fue suficiente para hacerle entender que eso era lo que me preocupaba.

Sebastián siempre había sido así, siempre era el niño que solucionaba sus problemas burlándose de los demás, el problema era que eso siempre le había servido aunque dudaba que esta vez fuera a pasar lo mismo.

La misma mesera que nos había traído las bebidas hace unos momentos se acercó a nosotros. Dos cosas habían cambiado, la primera era que en vez de llevar la charola vieja y sucia que había cargado desde que nos había atendido, llevaba un pedazo de papel y la segunda era su expresión, estaba mucho más sería, como si ahora si se tomara su trabajo en serio.

– La puerta al lado de los baños de caballeros, la que dice «solo personal autorizado»- dijo la mesera mientras discretamente depositaba el pedazo de papel en las manos de mi hermano

– Espérame aquí- me dijo Sebastián al mismo tiempo que se levantaba de la silla. Algo le preocupaba.

– Estas loco- fueron mis palabras mientras hacía lo mismo- me pediste que te acompañara y lo voy hacer hasta el final

– No quiero que…

No lo deje acabar la frase, en vez de escucharlo comencé a caminar hacia los baños tratando de mostrar la mayor calma posible.

Después de unos segundos encontramos la puerta que nos habían dicho y momentos después estábamos en frente de una segunda puerta, sólo que esta estaba vigilada por un guardia.

Sebastián le entregó el pedazo de papel y después de que el guardia lo reviso nos dejó pasar, o más bien dejo pasar a mi hermano y me impidió a mí el paso.

– Ella viene conmigo

– Aquí dice que sólo una persona…- hizo una pausa mientras ponía atención al chícharo que llevaba en el oído y momentos después quitó su mano para dejarme pasar

– Eso estuvo raro- le dije a Sebastián casi con un susurro para que no me escucharan

– Ahora escúchame Andrea- su seriedad hizo que lo hiciera- no vas a hablar, no vas a tocar nada, no te vas a mover de mi lado y si puedes no vas a respirar, ¿me entendiste?

Un leve asentimiento de cabeza fue suficiente.

No necesitamos caminar mucho para llegar a nuestro destino. Mientras más caminábamos más cambiaba el ambiente, así como también con cada paso el pasillo era más limpio y se podía ver en las paredes un mejor cuidado.

Una segunda persona abrió la última puerta para entrar a un cuarto con poca iluminación, pero eso no impidió que me diera cuanta de la calidad de las paredes y los adornos finos que estaban depositados en un elegante escritorio a unos pasos de nosotros.

Una voz nos indicó que tomáramos asiento en las únicas dos sillas que estaban ahí.

Al principio creí que sólo habían tres personas en la habitación, incluyéndome, pero faltaron unos cuantos pasos para darme cuenta que dos personas muy bien armadas estaba en las esquinas al otro lado del cuarto, cuando me senté en la silla con mi hermano al lado noté a la quinta persona sentada en el escritorio, aunque después de unos segundos dos hombres entraron por la misma puerta que nosotros lo habíamos hecho antes de cerrarla y mostrar que también estaban armados. En total éramos siete personas en una oficina lo suficiente pequeña como para sentirme incómoda, o tal vez me sentía incómoda por otra razón.

Me enfoque en la persona sentada en el escritorio, me sorprendió darme cuenta que no era mucho más grande que mi hermano, tal vez tenía unos treinta años, tal vez treinta y dos, la poca luz no me dejaba asegurarme.

– ¿Y bien?- le pregunto la persona del escritorio a mi hermano- ¿Trajiste la cantidad acordada?

No necesite voltear a ver a Sebastián para notar su nerviosismo, eso logró que un escalofrío recorriera mi cuerpo a pesar de no tener ni idea de lo que estaba pasando o de no estar segura quienes eran las personas que estaban con nosotros.

Cuando había aceptado acompañar a mi hermano a esta locura solo me comento que necesitaba mi apoyo moral para hablar con su jefe, algo así como que necesitaba a su hermana menor para darle el valor de hablar con él, cuando llegamos al restaurante de mala calidad supe que algo no estaba bien, pero no fue hasta que nos encontramos con el primer guardia cuando me dí una pequeña idea de lo que estaba pasando.

Desde hace unos meses la familia sospechó que Sebastián estaba involucrado en negocios digamos «sucios». Al principio creímos que los coches nuevos y las casas en lugares exóticos se debía a un alto puesto en alguna empresa exitosa, pero poco a poco nos empezamos a dar cuenta que no sólo las cosas materiales estaban cambiado en mi hermano, sino también su actitud. Cada vez estaba más nervioso y su comportamiento demostraba que algo le preocupaba, además de que sus historias se volvieron menos creíbles con el tiempo. Tal vez logró engañar al resto de la familia por un largo tiempo, pero yo conocía perfectamente a mi hermano y todo lo que estaba pasando demostraba que estaba en lo correcto.

– Los negocios van muy bien y en poco tiempo…

– Sí o no- lo interrumpió la persona sentada en el escritorio

Mi hermano tragó saliva ruidosamente mientras se acomodador en su asiento.

– No

Hubo un largo momento en que ninguna de las siete personas en la habitación se movió, lo que sí cambió fue el ambiente que se respiraba. Esa noticia no le había agradado a ninguno de los presentes.

Por fin la persona en frente de nosotros decidió moverse, se recargó en su escritorio mientras evaluaba sigilosamente a Sebastián.

– ¿Qué vamos hacer al respecto?- dijo sin quitarle la mirada

Había algo raro en esa persona, su voz mostraba que no estaba feliz con lo que estaba pasando, pero su expresión daba a entender que estaba aburrido con la situación, eso además de su postura despreocupada y cómoda.

– Si me da más tiempo, podría….

– No- lo interrumpió- busca otra opción

El silencio solo provocaba más presión en el ambiente.

– ¿Qué cantidad le debe Sebastián?

Sabía que no debía de hablar, pero no podía quedarme callada, tenía que ayudar a mi hermano.

Los dos me voltearon a ver sorprendidos y ninguno dijo una sola palabra por unos momentos.

– Doce millones- dijo el jefe de Sebastián

La cantidad me sorprendió, pero no deje que mi expresión lo demostrara.

– ¿Qué cantidad tienes?- le pregunte a mi hermano

– Solo tengo uno

No pude ocultar la sorpresa de la noticia. Así qué mi hermano les debía doce millones y no había forma que yo le prestará esa cantidad, no ahora que había gastado casi todo mi dinero en mi nuevo proyecto de trabajo.

– ¿Cuánto tiempo tiene para pagarle?

Después de analizarme por unos momentos revisó su reloj de mano, en todo este tiempo nada en él cambio, seguía mostrando un aburrimiento que me indicaba malas noticias.

– Como unos… Diez minutos, once si estoy de buen humor en diez minutos

– Si nos da unos días…

No me dejo acabar la frase, una sola mirada a los guardias de la puerta y estos en dos segundos estaban levantándonos de las sillas con una brutalidad que hizo que no pudiera terminar la oración.

– No estás pensando claramente- a pesar del miedo que sentía en todo el cuerpo mis palabras salieron claras y calmadas.

– Un momento- dijo el jefe de mi hermano y sus guardias se detuvieron en la puerta antes de sacarnos por las malas – aclara tus palabras, quiero saber que te hace pensar semejante tontería

– No tiene importancia, ya tomaste tú decisión… Errónea, pero una decisión al fin y al cabo – traté de soltarme de uno de los guardias, pero era imposible- además se dónde está la salida, no necesito que me guíen a ella

– Te voy a dar una segunda oportunidad, aclara tus palabras

– Por lo que veo no le va a dar más tiempo a Sebastián para conseguirle el dinero lo que significa que tienes que encontrar otra persona, persona que tendría que empezar de cero, según tú te urge el dinero y por eso no tienes más tiempo, pero lo que no ve es el tiempo que gastaría en encontrar a esa persona y que junte la cantidad que quiere cuando tiene a una persona aquí que ya tiene un millón, técnicamente en estos momentos Sebastián es más útil de lo que está viendo, pero bueno, ya estamos en la puerta así qué… Qué tenga un buen día

– Creo que no entiendes lo que está pasando querida- su voz logró llamar mi atención, sonaba divertido y su expresión y postura me confirmaron que mis palabras le habían interesado- no se trata del tiempo, se trata de la utilidad y Sebastián no me está demostrando la suya

– Porque no le está dejando

– ¿Qué dijiste?- tomé un largo suspiro para calmarme, pero con la intención de demostrarle que lo que estaba diciendo era muy fácil de entender

– Por lo que he visto Sebastián le ha demostrado que puede ser muy productivo, admito que le ha fallado pero mi familia siempre repone todas las fallas, así que Sebastián podría doblar los doce millones en un tiempo que ni usted podría creer, pero bueno como ya le dije ya estamos en la puerta, así que fue un placer conocerlo

Espere los segundos más largos de mi vida. En todo ese tiempo me negué a voltear a ver al jefe de mi hermano. No sabía si mis palabras habían logrado retomar su interés o si habían empeorado las cosas y estaba aterrada de averiguarlo.

– Y según tú, ¿cómo va a pasar eso?, dime que va a hacer Sebastián para doblar el dinero en un tiempo que me va a sorprender

Dirigí mi mirada hacia él con una lentitud que nunca me creí capaz, ví en sus ojos una curiosidad que nunca pensé ver en él y un miedo me invadió como nunca lo había hecho. Lamentablemente no tenía una respuesta.

– Los pocos minutos que hemos estado aquí nos ha remarcado una y otra vez la importancia que le da al tiempo, pero ¿quiere que lo desperdiciemos mientras le explico el proceso? O nos saltamos esa parte y se lo demostramos

Una fuerte carcajada invadió la habitación, no estaba segura si eso era bueno o malo.

– Vaya, vaya- dijo el jefe de Sebastián entre risas- sí que me has sorprendido pequeña y créeme cuando te digo que muchas personas se esfuerzan para hacerlo y muy poca lo consiguen- le dirigió una mirada al guardia que me sostenía y este me soltó- solo porque tú forma rápida de pensar me ha llamado la atención voy a darle una segunda oportunidad a Sebastián, pero vamos a hacer las cosas a mi manera- dejo de dirigir su atención hacia mí y se la dio a mi hermano – tienes una semana para darme cuarenta millones….

– Eso es más del triple – a pesar de casi gritar por mi sorpresa el jefe de Sebastián ni siquiera se molestó en voltearme a ver

-….Y para asegurarme de que no hagas ninguna tontería te voy a intercambiar el dinero por tú hermana- cuando acabo de hablar volvió a dirigir su atención hacia mí- dijiste que Sebastián era productivo, quiero que me lo demuestre

– Ella no es mi hermana- la voz de Sebastián mostraba el temer que su expresión trataba de ocultar

– Muy inteligente de tú parte- fue la fría respuesta- pero no lo suficiente como para darte cuenta de que estoy enterado de cada detalle de la vida de mi gente y estoy perfectamente informado que esta dama- dijo mientras me señalaba con la mirada- es tu hermana menor, que tú madre en estos momentos se dirija de su trabajo a la casa, que tú padre sale de trabajar en tres horas y que si no me consigues el dinero en una semana las consecuencias no van a ser agradables, ¿cómo se todo esto? Bueno en los minutos que hemos estado aquí he remarcado la importancia de mí tiempo y tú ya lo has gastado demasiado, así que vamos a excluir la parte en que te lo repito por la parte en que te recuerdo que si las cosas no salen como yo quiero las consecuencias son horribles.

Volvió a dirigir la mirada a su guardia y mi hermano desapareció de mi vista.

…………………………..

Eso explica más o menos como termine aquí. En una habitación que más bien era un calabozo, casi sin haber probado bocado desde hace dos meses y con la ropa tan sucia que apenas aguantaba el olor.

Un ruido hizo que volteara bruscamente hacia donde estaba la puerta y el mismo hombre de siempre depósito un vaso con agua en la primera mesa que encontró antes de irse y volver a cerrar la puerta con seguro.

Me quede mirando el vaso con agua durante unos momentos, todos los días en los meses que había estado aquí era lo mismo, cinco vasos de agua y si tenía suerte un plato a veces con fruta y a veces con pollo o un pedazo de carne.

Me volví a acomodar en la cama y cerré los ojos como sí eso me ayudara a regresar a mi casa.

Una semana después de que me metieron en ese lugar el jefe de Sebastián entró en la habitación solo para decirme que mi hermano le había pagado la cantidad acordada antes de volver a irse. Ese fue la única vez que lo volví a ver, después de eso la única persona que veía todos los días era el mismo guardia que acababa de entrar hace unos momentos.

No entendía lo que estaba pasando, sí mi hermano ya les había pagado no sabía porque me seguían teniendo encerrada en un cuarto donde sólo cabía una pequeña cama, un tocador que no tenía nada y una mesita casi en la entrada del cuarto cuando el trato había sido que me iban a soltar en cuanto recibieran el dinero.

Los primeros días me comporté como si no supiera hacer otra cosa más que dormir, convencida que mi estancia solo iba a durar una semana traté de no darles razones para que rompieran su palabra, pero cuando esa semana se cumplió y no me dejaban ir mi comportamiento cambió completamente, gritaba, golpeaba la puerta y hasta rompí la única silla en la habitación al tratar de abrir la puerta de un golpe, pero nada de eso sirvió. Los días continuaron pasando y mis energías se fueron acabando hasta que volví a ser la misma persona que no hacia otra cosa más que dormir.

Dos meses, o al menos eso era lo creía ya que no podía estar segura del tiempo exacto que llevaba encerrada. El aburrimiento me estaba matando y el olor de mi ropa sucia y del pequeño baño que no habían lavado en una eternidad hacían que me sintiera enferma, eso sumado con la poca comida y la depresión me sorprendía que siguiera respirando.

La puerta se volvió abrir sólo que esta vez no me preocupe por ver quien había entrado, de seguro era la hora de la única comida que me daban al día. Un fuerte jalón me levanto de la cama y me puso en pie.

Volteé sorprendida para ver que una persona que nunca había visto en mi vida me jalaba hacia la puerta. Si hubiera tenido fuerzas hubiera intentado escapar, pero estaba tan débil que casi me tenían que cargar para sacarme del cuarto.

– Camina- me ordenó la persona que me sostenía mientras me daba un fuerte jalón para que caminara más rápido.

Caminamos unos minutos hasta que salimos de la bodega donde me tenían, después caminamos en la oscuridad de la noche hasta un coche estacionado en una esquina. En todo este tiempo el hombre me tuvo casi que cargar ya que no tenía fuerzas de caminar yo sola.

Me aventó al coche mientras me ordenaba que me subiera y sin saber cómo logre introducirme en el con la mayor rapidez que pude.

– ¿A dónde vamos?

La respuesta fue un golpe en la cara.

– Nadie te dijo que hablaras- fue lo último que escuche antes de hacer lo único que había podido en las últimas semanas: dormir

……………….

El ruido de una puerta el cerrarse hizo que me despertara. Al principio, cuando no me llego el olor a suciedad y al no sentir la cama dura y fría pensé que había regresado a mi casa así que poco a poco abrí los ojos con la esperanza de que mi madre fuera la persona que me había despertado, pero mientras me veía más me arrepentía de haber tenido aquellas esperanzas.

La habitación en la que estaba era mucho mejor que la pasada, era un poco más grande y los muebles además de ser más, se veían mejor cuidados, lo único que hizo que no me sintiera segura en aquella habitación fue a la mujer vestida de enfermera que había entrado por la puerta.

Traté de levantarme de la cama pero mis movimientos solo sirvieron para darme cuenta de que dos gruesas sogas me sostenía las muñecas y me amarraban a la cama. Traté con todas mis fuerzas de soltarme hasta que un fuerte dolor en la parte interna del codo paró bruscamente mis movimientos.

Fue hasta ese momento que me dí cuenta que no solo estaba amarrada a la cama, sino que una aguja en el brazo permitía que el suero que estaba al lado de la cama se introdujera en mi cuerpo.

– ¿Qué es esto? – le pregunte a la enfermera mientras movía las muñecas para tratar de aflojar un poco las sogas.

En vez de contestarme depósito el dorso de su mano en mi frente.

– Al menos ya no tienes fiebre

– ¿Fiebre? Claro qué no tengo fiebre

La enfermera se guardó sus palabras y se limitó a revisar el suero.

– Si te sigues moviendo así te vas a lastimar

– ¿Por qué tengo esto?- mi voz al igual que la acción de dejarme de mover demostró que me daba por vencida

– Cuando llegaste estabas muy mal, por los síntomas puedo asegurar que te encontraron en un lugar muy poco higiénico y que no te alimentabas bien

– ¿Me encontraron?, ¿Qué me encontraron?, ¿Quién?, ¿La policía?, entonces, ¿por qué estoy…

– ¿La policía?, creo que el doctor te puso mucho medicamento niña, porque no intentas descansar un poco

– ¿Qué?- traté de volver a levantarme, pero otra vez me fue imposible

– Te dije que te ibas a lastimar- la enfermera se acercó a mi mientras me revisaba el rostro, no entendía lo que estaba haciendo hasta que me toco el lado izquierdo del labio y una fuerte punzada de dolor me recordaba el golpe del coche- quienquiera que te haya pegado lo hizo con demasiada fuerza

Quité mi rostro de sus manos, nada de lo que estaba pasando tenía sentido.

Bajé la mirada para ver un camisón que no era mío, pero antes de asustarme más pude ver que la ropa estaba mojada haciéndome ver mi brasear que se transparentaba gracias al agua, al igual que podía sentir el resto de la ropa interior incómodamente mojada. Ese hecho y el olor a jabón que emitía mi pelo me daban a entender que me habían bañado y con esperanza y el nivel de humedad de mi ropa interior, lo habían hecho mientras tenía algo de ropa.

– ¿Por qué estoy amarrada?

– Su hermano nos pidió que lo hiciéramos para que no intentara unir, no se preocupe es por su bien

¿Mi hermano? Eso significaba que Sebastián estaba cerca, pero entonces ¿por qué no me había venido a ver? Y ¿por qué pensaba que iba a unir de él?

– ¿Mi hermano está aquí?, quiero verlo

– Si señorita, sólo le aplico este medicamento y salgo a buscarlo

Me guardé todas las preguntas para mi hermano mientras dejaba que la enfermera inyectara el medicamento en el suero. Después se fue sin decir palabra y esperé ansiosa a Sebastián, pero mi hermano nunca apareció.

Después de dos horas grité su nombre pero lo único que conseguí fue que una señorita entrara al cuarto y nerviosamente me inyectara un líquido que logró hacerme dormir segundos después de que entrara en mi cuerpo.

……………………

Lentamente abrí los ojos. Todavía podía sentir el efecto del medicamento en los párpados, pero tenía que abrir los ojos.

No sé cuánto tiempo había dormido, pero la luz que lastimaba mis ojos solo podía venir del sol, por lo que era de día a pesar de que no había ni un ruido que delatara la actividad que normalmente hay en el día.

Por unos momentos olvide que seguía amarrada a la cama e intenté llevarme las manos a los ojos para protegerlos del sol.

– Si te lastimas va a ser tú culpa

Esa voz hizo que todo mi cuerpo se contrajera. Abrí los ojos de golpe y ví al jefe de Sebastián sentado en una silla en frente de la cama mientras leía…un libro

– ¿Qué haces aquí?- mi voz salió rasposa e impidió que ocultara mi desagrado de verlo

– ¿Qué hago aquí?- dijo mientras cerraba el libro y se recargaba en sus rodillas para acercarse a mí- bueno ya que esta es mi casa, no creo que tenga que responder esa pregunta

– ¿Tú casa?- mi voz delató mi sorpresa, pero eso no causó ningún efecto en él

– Solo quiero que estés consiente de dos cosas, la primera que me estás haciendo perder mucho dinero mientras duermes en esa cama y la segunda que me vas a pagar cada centavo que me hagas gastar incluyendo el dinero que le he tenido que pagar al doctor, las enfermeras y por supuesto la medicina que te han dado

– Es tú culpa que me haya enfermado, sino me hubieras enterrado en ese lugar…

– Es tú culpa ser tan débil- me interrumpió mientras se acercaba más a mí- además todavía no sabía que hacer contigo y tenía que hacer que perdieras un poco de peso- me revisó antes de seguir hablando- al menos eso si lo logre

– ¿Qué hacer conmigo? Pudiste haber cumplido tú palabra y soltarme una semana después de haber hecho el trato

– Digamos que las cosas cambiaron, así que no había ningún trato que cumplir

La sorpresa de la notica me dejó sin palabras por unos segundos.

– ¿Qué cambio?

– Eso querida es algo que no tengo porque decirte- cuando acabó de hablar se levantó de la silla y se dirigió hacia la puerta- ¡ah! y una cosa más, si valoras la vida de tú hermano no vas a volver hablar con la enfermera, ya me causaste demasiados problemas

– Pero…

– Una palabra más y ni siquiera te vas a por despedir de Sebastián

Cuando azotó la puerta dejó en claro que no había nada que discutir

…………………………

Poco después la misma enfermera de la última vez entró por la puerta. Su expresión era la misma solo que esta vez llevaba una charola con más medicinas de las que podía contar.

– ¿Para qué es todo eso?

– No te preocupes niña, sólo es tú medicamento

Depositó la charola en la mesa al lado de la cama y se limitó a hacer su trabajo sin decir una palabra. Yo tampoco tenía valor de hablar, no sabía que tan en serio había sido el jefe de mi hermano con respecto a su amenaza, pero me daba miedo averiguarlo.

– Si la siguen cuidando así de bien, mañana mismo va a poder salir de este cuarto

– ¿En serio?

La enfermera me sonrió afirmando mi pregunta.

– Si le prometo que no me voy a escapar, ¿me quitaría las sogas?

Mi pregunta era muy indiscreta, pero estaban demasiado apretadas y el dolor en las muñecas era más grande que el que sentía en el rostro.

– Lo siento niña, pero algo que he aprendido en mis años de enfermera es que no se le puede confiar a alguien es su estado

-¿Mi estado?

– Una persona que consume la cantidad de alcohol que usted lo hace no es alguien confiable

– Yo…- me interrumpí mientras pensaba mejor mi respuesta- comprendo

La enfermera me dedicó una sonrisa antes de salir del cuarto. Así qué se suponía que era alcohólica y por eso estaba amarrada, ¿Qué otras mentiras le habrán dicho?

…………………

Pasaron dos días más en los que estuve amarrada en esa cama, lo único que mejoraba mi humor era el hecho de que el trato y la comida eran más humanos, además de que aunque seguía amarrada hace dos días me habían retirado el suero, así que tenía un dolor menos del que preocuparme.

Una señorita más o menos de mi edad, vestida de personal de servicio entró a la habitación seguida de una mujer de uno par de años mayor que yo.

La que tenía mi edad se dirigió directamente a mí para quitar las sogas de mis muñecas mientras que la otra aventaba en la cama una muda de ropa que por el plástico que las envolvía se veía que acababan de salir de la tintorería.

Cuando mis manos estuvieron libres las dirigí directo a una de mis muñecas para reconfortar las heridas que habían hecho las sogas mientras analizaba mis oportunidades de correr hacia la puerta y tratar de huir.

– Ni lo pienses- dijo la señorita mayor que yo mientras dirigía su mirada hacia donde estaba la mía – ni siquiera llegarías a las escaleras así que en vez de pensar en tonterías vístete que tengo mucho que hacer contigo.

Me senté en la cama y analice la ropa que estaba en mis pies.

– ¿Qué pasa si no lo hago?

– No quieres saber- fue su fría respuesta mientras tomaba la ropa y me la aventaba en la cara

Me levanté lentamente de la cama y trate de calmar el mareo que me invadió cuando me logré incorporar. Tomé la ropa y me la pegué al cuerpo mientras esperaba a que las dos personas que estaban ahí me dieran unos segundos para cambiarme.

– Tengo media hora para vestirte, maquillarte y peinarte así que te apuras o te apuro

Me sorprendió cuando aquellas ropas me quedaron perfectamente, también llamó mi atención la calidad y elegancia del pantalón y blusa de cuello alto, pero sin mangas de la ropa que habían escogido para mí.

Después de terminarme de vestir la señorita mayor que yo me indico que me sentara en la silla enfrente del tocador y se dedicó a ocuparse de mi pelo y maquillaje mientras que la otra persona me calzaba con unos zapatos de tacón altos.

Una rápida mirada en el espejo delató el excelente trabajo que habían hecho en mí antes de ordenarme que la siguiera fuera de la habitación.

El resto de la casa era tan espléndida como la habitación en la que había estado los últimos días y la alfombra del piso hacia que fuera más difícil caminar con los tacones que me habían puesto.

Bajamos las escaleras más hermosas que había visto en mi vida y nos dirigimos a un despacho escondido en un rincón de la espléndida casa.

– Gracias Anastasia- dijo la voz del jefe de mi hermano para indicarle a la señorita que me había transformado que se fuera antes de cerrar la puerta dejándonos solos

Me quedé unos momentos en la puerta mientras examinaba a la persona que estaba sentada en el escritorio más ostentoso que había visto mientras revisaba unos papeles.

El jefe de Sebastián estaba vestido con un elegante traje azul marino y una corbata roja perfectamente colocada alrededor de su cuello. Se había dejado crecer un poco la barba pero eso solo hacía que luciera más atractivo que la última vez que lo había visto.

No entendía porque me estaba ignorando, pero cualquiera que fuera su propósito solo lograba que mi enojo incrementara con cada segundo, al final ya no me pude contener más.

– Quiero ver a mi hermano, ahora

– Tú querida no está en posición de exigir nada- me dijo sin ni siquiera tomarse la molestia de voltearme a ver, siguió revisando sus papeles como si yo no estuviera ahí

– No me digas querido- a pesar del enojo que sentía, mi voz sonó tan débil que pensé que no me había escuchado, pero cuando dejo de hacer lo que estaba haciendo y se dignó a levantar la vista para verme, me dí cuenta de que estaba equivocada

– Yo QUERIDA- sentí como todo el peso de la palabra cayó sobre mí cuando la remarco- te digo como se me dé la gana

Después de eso volvió a sus papeles y de nuevo el silencio nos invadió.

– ¿Cuándo me voy a poder ir a mi casa?- mi voz había cambiado igual que mi actitud

El jefe de Sebastián dejo los papeles a un lado y me indico que tomara asiento en frente de él.

– Cómo ya te había dicho las cosas cambiaron- dijo una vez que había tomado asiento- tú hermano tuvo un pequeño percance que le impidió pagarme la cantidad acordada por lo que gracias a mi generosidad les voy a dar la oportunidad que me paguen de otra manera

– ¿Qué percance?, la última vez que te ví me dijiste que ya te había pagado

– Sí lo hizo, pero fue lo suficiente tonto como para hacerme perder lo que me había dado, así que tienen que empezar de cero

– ¿Qué hizo?, ¿está bien?

– Ese no es mi problema, ni tampoco es el tuyo en estos momentos- hizo una pausa para asegurarse de que había entendido – ya que tú hermano me hizo perder el dinero que me había dado voy a dejar que tú me los vuelvas a dar, así que ahora me debes los cuarenta millones de tú hermano más 150 mil que me has hecho gastar en tí

– ¿Ciento cincuenta mil que te he hecho gastar en mí? – la sorpresa solo hizo que pudiera repetir sus palabras

– Si querida- volvió a remarcar esas palabras- la bodega en la que estuviste los primeros dos meses, los guardias que te cuidaban, el doctor que te atendió, la enfermera que vino a atenderte las últimas semanas, las mil medicinas que te recetaron, la ropa que estas usando, el cuarto en el que estas durmiendo, la comida que ingieres todos los días, ¿quieres que siga hablando o ya te diste una idea?

– Yo no pedí nada de eso

– Pero te lo dimos y nada en esta vida es gratis, así que en vez de quejarte deberías agradecérselo

Sentí como un rojo intenso invadía mis mejillas, ese color delataba el coraje que estaba sintiendo.

– ¿Agradecerte el hecho de que casi me matas para que bajara de peso?, o ¿por haberme amarrado a una cama durante semanas?

No me contestó inmediatamente, cuando lo hizo se recargó en su escritorio y un brillo en sus ojos delató su entretenimiento con lo que estaba pasando.

– El hecho de que en estos momentos estas respirando

Eso fue suficiente para callarme por unos largos minutos.

– ¿Cuánto tiempo tengo para pagarte?

Se volvió a recargar en su silla y me analizó por unos segundos.

– Ahora si estás haciendo las preguntas correctas-aventó al escritorio la pluma que había llevado en la mano todo este tiempo antes de continuar- quiero que entiendas algo Andrea, me agradas y siempre ayudo a las personas que me agradan

– Si eso no hace que bajes la cantidad de dinero que te debo, no me sirve de nada

Su risa invadió la habitación, pero no logró que bajara la guardia, algo en él me decía que a pesar de que se estaba riendo, podía hacer algo terrible en cualquier momento.

– Lamento que eso sea imposible

– Entonces, ¿cuál es tu propuesta?

– Estoy a punto de hacer un viaje de negocios y necesito a alguien que me acompañe, alguien que llame la atención y que sea bueno con las palabras- su expresión se puso más seria mientras continuaba hablando- me sorprendió la rapidez con la que piensas y tú forma de convencer a los demás de hacer lo que quieres, casi lo logras conmigo y eso algo que nadie había logrado hacer

– ¿Me estás diciendo….?

– Quiero contratarte como dama de compañía en mi viaje

Muchas cosas pasaron por mi mente en esos momentos, desde el hecho de mi incredulidad por aquellas palabras hasta las consecuencias que tendría por aceptar su propuesta.

Le debía mucho dinero y tenía que ser sincera conmigo misma, no tenía forma de pagarle aunque me diera un año, tiempo que estaba segura nunca me iba a dar y estaba proponiendo ayudarme, aunque claro con ese tipo de personas estaba segura que su «ayuda» tenía algún truco sucio en alguna parte, pero tenía que pensar rápido y tenía que escoger la mejor opción, aunque por otro lado no creía que me fuera a dar muchas alternativas para pagarle. Estaba atrapada y lo peor era que él lo sabía.

– Te escucho- le dije para darme un poco de tiempo

– Viajarías conmigo seis meses, te presentarías como mi compañera en algunas reuniones y como mi esposa en otras, harías todo lo que te dijera incluyendo callarte o hablar cuando te lo ordenara, todos los gastos serían incluidos aunque obviamente vas a comer y vestir lo que te dé sin reclamos, en otras palabras te voy a rentar para que seas de mi propiedad durante esos meses.

– Y después de eso, ¿voy a tener el honor de no volverte a ver en mi vida?,¿qué nadie de mi familia te va a volver a ver?

Una sonrisa torcida invadió sus labios.

– No querida, no vales tanto, aún me deberías mucho dinero que obviamente espero me lo pagues y a tiempo

– ¿Cuánto te seguiría debiendo?

Pensó unos segundos la respuesta, aunque a mí me parecieron horas.

– Depende, depende de tú utilidad y mi satisfacción cuando acaben esos seis meses

– Si te digo que no…

– Te daría dos meses para pagarme la cantidad que me debes y cómo saques el dinero dejaría de ser mi problema

– Eso es injusto

– La vida es injusta

– ¿Sería mucho pedir qué me dieras tiempo para pensarlo?

– Por supuesto que no, ¿qué clase de persona me crees para presionarte a tomar una decisión así?- la habitación se quedó en silencio por unos momentos, pero antes de levantarme de mi y salir de la habitación volvió a hablar- listo, dame tú respuesta

– ¿Qué?, ¿Cómo quieres que piense tan rápido?

– Querida por eso te estoy contratando, porque piensas rápido, ahora tú respuesta

– Esta bien, pero sólo tengo una condición

Torció los ojos antes de contestarme.

– ¿Cuándo vas a entender que no estás en posición de poner condiciones?

– Voy a aceptar- le dije como si no hubiera hablado- sólo si el contrato incluye que no va haber relaciones íntimas de ninguna forma ni contigo ni con nadie

Otra sonrisa torcida invadió sus labios.

– Soy muy celoso con lo que es mío

– ¿Tenemos un trato?

– ¿Y si digo que no?

– Venderé mi alma al diablo para pagarte en dos meses

– Eso ya lo estás haciendo- la sorpresa no me dejó hablar, así que dejé que él lo hiciera- entonces tenemos un trato- dijo mientras me extendía la mano

– ¿No vamos a firmar un papel?

– Créeme cuando te digo que mi palabra vale mucho más que un pedazo de papel

Aunque no me gustara la idea, no tuve más que aceptar.

……………..

Llevaba un par de meses con «lecciones» todo el día. Si Anastasia no me estaba enseñando a maquillarme, peinarme o vestirme de una manera que nunca pensé hacerlo, un maestro venía a darme clases de salsa, merengue o algún otro baile y si decidían que mi día no había sido demasiado productivo tenía clases en las que me enseñaban a ser anfitriona, además de cómo comportarme en restaurantes y reuniones. Me la pasaba todo el día de un salón a otro de la casa y todo el tiempo vestida, peinada y maquillada como si fuera a una reunión de negocios.

Valor, es lo que me sobraba antes de meterme en esta casa y lo que me faltaba ahora.

Anastasia estaba en el comedor acomodando el lugar para una persona, cuando me escucho solo me dedico una amarga mirada antes de seguir con lo que estaba haciendo.

– ¿Necesitas ayuda?- mi voz era una cuarta parte de lo que fue alguna vez, esta actitud me estaba preocupando

– Siéntate

Me aclare la garganta para que no me volviera a pasar lo que hace unos momentos.

– ¿Para qué?

Crucé los brazos y me recargué en la pared para darle más peso a mis palabras a pesar de que Anastasia no se molestó ni siquiera en voltearme a ver, pero tampoco me volvió a hablar.

Esperé unos instantes pero no pasó nada, Anastasia seguía acomodando los cubiertos como si nada. Poco a poco fui bajando los brazos como sí eso representara mi rendimiento a la situación.

– No, aquí- dijo cuándo jale una silla del otro lado de la mesa para sentarme

Caminé lentamente al lugar que estaba preparando y me senté lentamente tratando de comprender lo que estaba pasando.

– Siempre analiza el número de cubiertos que tienes en la mesa porque eso te dice más de lo que crees, hazlo discretamente y para simular lo que haces trata de contar al mismo tiempo que depositas delicadamente la servilleta en tus piernas- señaló la servilleta que estaba en el plato antes de continuar- hazlo delicadamente como la dama que eres pero con tanta seguridad que eso te dé el toque de clase y… No como si estuvieras en una telenovela sobre actuada- agarró la servilleta, la volvió a doblar y la coloco encima del plato antes de indicarme que lo hiciera de nuevo.

Plato y cubiertos para la ensalada, preferente cortar la lechuga antes de metértela toda con mal gusto, la comida se retira del tenedor con los labios y no con los dientes aunque la delicadeza puede confundir de conque lo estás haciendo y al terminar tus alimentos depositas los cubiertos encima del plato para indicarle al mesero que está autorizado de retirarlo.

Mí mañana, tarde y noche se limitó a todo tipo de enseñanza alrededor de la mesa y para empeorar mí estancia en la casa mis días se convirtieron en clases de etiqueta que iban desde como sentarse en la mesa hasta clases de baile de salón, pero nada se comparaba con el tormento de las clases de maquillaje y vestimenta.

El maquillaje tenía que ser fuerte pero no vulgar y lo mismo pasaba con la ropa. Todo lo que ocupaba tenía que resaltar una parte importante de mi cuerpo pero cubrir otra para no dar la apariencia de una persona corriente aunque eso no quitaba que las ropas fueran distintas a las que acostumbrara a usar y los colores nunca me ayudaban.

Las horas se convirtieron en días, los días en semanas y las semanas en meses. Nada había cambiado desde mi llegada a la casa, Anastasia y otros maestros me ayudaban a aprender hasta que lo hice con la suficiente destreza que parecía que llevaba toda mi vida realizando esas tareas y veía a Alejandro máximo una vez a la semana solo por unos instantes para asegurarse de que todos cumplimos con nuestros deberes, pero cada vez que intentaba hablar con él se retiraba de la habitación principalmente con la excusa de que tenía una importante llamada telefónica.

Mi tiempo favorito del día eran las tardes antes de la cena, era el último momento donde podía sentarme o salir al jardín mientras disfrutaba un poco de aire fresco y donde podía escuchar , si tenía suerte, un poco del ruido de la calle.

No había salido de esa casa desde que me habían traído aquí y una de las múltiples reglas que me había dado el jefe de Sebastián era que no me podía acercar a la puerta de entrada, ni siquiera podía estar 100 metros cerca de ella, por eso tenía que calcular la distancia permitida y sentarme en el pasto para recordarme que había un mundo ahí afuera, a pesar de que sentía que ya no formaba parte de él.

– Lo estás haciendo mal otra vez- me dijo Anastasia mientras se cubría el rostro con ambas manos para mostrar el horror y la desesperación que sentía, sentimientos que sin duda compartíamos

– Esto es una tontería- dije mientras aventaba el delineador de ojos hacia el espejo del tocador

– ¿Sabes sí Sebastián va a estar aquí para la cena?- la voz de Anastasia me logro hacer que dejara de concentrarme en lo que estaba haciendo

Antes de contestarle puse una mano encima del tocador y me recargue en ella.

– Ya sabes que nunca me dice nada

– Bueno últimamente a mí tampoco me está diciendo nada

Me recargué en el respaldo de la silla mientras trataba de ocultar mi sorpresa.

La verdad no tenía ninguna idea de cuál era la relación del jefe de mi hermano con Anastasia, cuando estábamos solo se trataban de una manera que es difícil de explicar, era como si se tuvieran un cariño de hermanos pero su comportamiento era de pareja, pero cuando había una cuarta persona en la habitación sus papeles se convertían en jefe y empleada. Si tenían una relación amorosa, el jefe de Sebastián se preocupaba mucho por ocultarla, pero si su relación era de negocios, Anastasia se esforzaba para que el jefe de mi hermano pensara en cambiar las cosas.

– ¿Qué haces?- por segunda vez Anastasia me devolvió al presente- todavía no terminas con el ojo izquierdo

– ¿Para qué me obligan a caminar por la casa como una princesa si ni siquiera «el patrón»?- mencioné estas palabras mientras juguetonamente imitaba el saludo militar- está aquí todos los días

Mis palabras no podían ser más ciertas. Son contadas las veces que había visto al causante de todos mi problemas.

Todavía me sorprendía el hecho que parecía que a pesar de ser esta su casa, no vivía en ella, o al menos no lo suficiente como para decir que se dejaba ver a diario en los pasillos.

– Precisamente por eso- tomó el delineador y me lo depósito en mis manos- como no sabemos cuándo va a llegar, tenemos que estar preparados

Empecé a delinearme el ojo de me faltaba, pero a pesar de que mi cuerpo se estaba moviendo como si tuviera todos mi atención en lo que estaba haciendo, mi mente estaba en otra parte.

– ¿A dónde va cuando no está aquí?

Anastasia tomó la silla e hizo que girara bruscamente para quedar a pocos centímetros de su rostro. El brusco movimiento logro que una gruesa raya negra empezara a la mitad del ojo y terminara al final de mi rostro.

– Eso es algo que no te importa- se acercó unos milímetros más a mí- y deja que te de un consejo, no vuelvas a hacer una pregunta así, lo que haga Alejandro no te concierne, ¿me entendiste?

– ¿Alejandro?

Un brillo de sorpresa inundó los ojos de Anastasia antes de tomarme de ambos brazos para alejarme de ella.

– Corrige el desastre que te hiciste en el rostro- fué todo lo que me dijo antes de salir del cuarto.

El azote de la puerta me ayudo a reaccionar. Después de todos estos meses por fin el jefe de Sebastián tenía un nombre. Alejandro.

Mi ignorancia con respecto a eso no era provocada por mi falta de interés ya que varias veces había preguntado por su nombre, más bien se debía al hecho de que por alguna extraña razón ninguna de las personas de la casa se atrevían hablar de él, o más bien conmigo y las únicas dos personas que se dignaban a dirigirme la palabra eran Anastasia y Alejandro, pero Anastasia se había negado a darme la información y la última vez que había cruzado palabra con Alejandro fue cuando cerramos el trato.

Me lleve una mano al cuello para tratar de calmar el dolor que estaba sintiendo gracias a la brusquedad con que Anastasia me había alejado de ella mientras que con la otra trataba de quitar el delineador de mi mejilla, pero unos segundos después no era lo único que estaba quitando de mi rostro.

Dejé que la primera lágrima cayera si ninguna interrupción, pero la segunda la retiré rápidamente con el dorso de mi mano.

Esto era demasiado y no me refería al hecho que no me dejaban ni respirar en el transcurso del día, sino que llevaba meses sin saber nada de mi familia y todavía el hecho de no saber cuál había sido el «percance» de mi hermano para no pagarle a Alejandro no me dejaba dormir en las noches.

Alguien tocó la puerta y mi primera reacción fue secarme las lágrimas lo más rápido que pude antes de ver en el espejo del tocador para ver quien había llegado.

El jefe de mi hermano estaba ligeramente recargado en la puerta abierta con los brazos cruzados y su mirada fija en mi reflejo del espejo.

– ¿Por qué lloras?- fue todo lo que dijo después de unos momentos de completo silencio

– ¿Por qué…?, ¿Qué porqué lloro?- me terminé de secar las lágrimas y volví a tomar el delineador para terminar lo que estaba haciendo, pero gracias a la humedad de mis ojos la línea que quería conseguir era arruinada- esto no se puede- aventé el delineador y me levanté de la silla

Cuando iba a dar un paso hacia adelante Alejandro comenzó a caminar hacia mí, los nervios me impidieron moverme hasta que su rostro quedo a unos centímetros del mío. Su mirada estaba fija en la mía y podía sentir su aliento en mi rostro. Cuando se acercó un poco más mi reacción fue hacerme hacia atrás, pero el tocador me lo impidió.

– Termina- dijo mientras depositaba en una de mis manos el delineador

Tarde unos segundos en tomarlo, cuando lo hice Alejandro me retiró una lágrima perdida en mi mejilla antes de alejarse unos pasos y cruzar los brazos para volver a mostrar su impaciencia.

Me giré hacia el espejo y terminé de delinearme los ojos después de dos horas desperdiciadas en mi rostro. Deposite el delineador en el estuche y mire a Alejandro por el espejo.

– Listo

– Vamos- me dijo mientras se daba la vuelta y caminaba hacia la puerta- quiero hablar contigo

Lo seguí en silencio hacia su despecho. Cuando llegamos Alejandro cerró la puerta y me indicó que me sentara en la misma silla de la última vez antes de sentarse detrás de su escritorio.

– Me han dicho que aprendes rápido- esperó que asintiera con la cabeza para continuar- eso me tiene muy satisfecho

Unos minutos de silencio nos invadieron mientras el jefe de mi hermano sacaba unos papeles de uno de los cajones, se levantaba de su silla, rodeaba su escritorio y se recargaba en el a unos centímetros de mí mientras aventaba a su lado los papeles.

– Tú contrato- dijo mientras cruzaba los brazos y depositaba su fija mirada en mí- específica todo lo que ya habíamos acordado, sólo con un pequeño cambio de números

Tome los papeles y casi me caigo de mi asiento cuando ví la cantidad de dinero que debía.

– ¿Cómo puede ser posible que te deba más dinero que la última vez?

– Bueno querida, tus clases no son gratis

– No me digas así- dije las palabras con la lentitud suficiente como para que entendiera su significado- además si me sigues cobrando lo que no te pido te voy a quedar debiendo mi vida

– ¿Quien dice que no hemos llegado ya a ese punto?

Iba a dar mi respuesta, pero al darme cuenta que no tenía ninguna cerré la boca de golpe.

– Creía que tu palabra valía más que un pedazo de papel

No pudo evitar que una pequeña sonrisa se saliera de sus labios.

– Lo es, pero con esto puedes recordarte todas las noches tus obligaciones

Deposité los papeles en la mesa y me senté lo más derecha que pude en la silla antes de tomar las fuerzas suficientes para hablar.

– Quiero…- me interrumpí de golpe, tenía que ser muy cuidadosa con mis palabras- quiero pedirte un favor

Espere su respuesta mientras miraba fijamente el escritorio, no tenía el valor de mirarlo a los ojos.

– Te escucho

– Quiero ver a mi familia antes de irnos, quiero despedirme de ellos antes…

– No

La brusquedad de su palabra me sorprendió más de lo que me había imaginado.

– Pero…- dejo de recargarse en el escritorio y tomó los papales antes de interrumpirme

– Sin ningún pero, ¿recuerdas?

– ¿Por qué no quieres que vea a mi familia?, no sé nada de mi hermano desde la última noche que estuvo aquí y…

– Tú hermano nunca ha estado aquí

La sorpresa me cayó por unos segundos.

– Pero la enfermera…

– Me confundió con tú hermano y no me tome la molestia de aclararle las cosas

– ¿Te confundió o tú le mentiste como lo hiciste con mis problemas de alcoholismo?

No me respondió, en vez de eso se limitó a encogerse de hombros

Dejé que pasarán unos momentos para intentar tranquilizarme, si había aprendido algo en los últimos meses era que no conseguía nada actuando mientras aún tenía la cabeza caliente.

– Extraño a mi familia- me sorprendió lo débil que salió mi voz, fue como si me costara trabajo pronunciar las palabras

– ¿Por eso estabas llorando?

– Estaba llorando porque me frustra ser una barbi encerrada en su caja

– ¿Barbi?- una carcajada salió de sus labios mientras dejaba caer su cabeza hacia atrás- te estás dando mucho crédito, ¿no crees?

– ¡Ese no es el punto!

Su expresión cambió completamente, ya no se estaba riendo.

– No voy a discutir contigo, así que sólo lo voy a decir una vez más, no vas a ver a nadie

Me levanté del asiento y lo reté con la mirada por unos momentos antes de darme la media vuelta y dirigirme a la puerta. Cuando llegué a estar sola logre abrirla unos centímetros antes de tener a Alejandro atrás de mí mientras la cerraba de un portazo. Me volteé para verlo con la mente llena de maldiciones, pero todas desaparecieron cuando me sentí incómoda por la poca distancia que nos separaba.

– Nunca te dije que te podías ir

– Ya no hay nada de qué hablar- fue mi débil respuesta

– No me importa si te quedaste sin temas de conversación, o si la habitación se está incendiando, no te dí permiso para irte- se recargó en mi para ponerle seguro a la puerta- además aún no has firmado el contrato

– No me dejas respirar – pensó unos segundos antes de alejarse de mí- ¿Puedo irme si firmo tu contrato?

– Sí

Caminé hacia el escritorio, tomé una de las plumas que estaban ahí y firmé el contrato sin tomarme la molestia de leerlo antes de salir casi corriendo del despacho.

Estaba segura que no importaba lo que estaba dicho en esas hojas, Alejandro iba hacer lo que quisiera conmigo y sin pedirle permiso a nadie.

…………………………..

El día siguiente estaba en la puerta de mi cuarto mientras veía como dos personas desbarataban la habitación para guardar todo en su lugar correspondiente. La noche pasada Alejandro había mandado a una de sus empleadas para avisarme de salimos en la mañana por lo que no me sorprendía que ahora estuvieran empacando todas mis cosas.

– Recuerda la técnica que te enseñe para las sombra de los ojos- Anastasia se había parado al lado mío- nunca uses demasiado maquillaje, siempre combina los colores de tu rostro con los de tú ropa…

– ¿Por qué me repites lo mismo todos los días? Además ¿para qué aprender todo si siempre vas a estar ahí conmigo?

– No Andrea- dijo al mismo tiempo que se acercaba a la puerta de la habitación y la abría – estás sola en esto

Me enderecé mientras veía fijamente su reflejo en el espejo.

– ¿No nos vas a acompañar?

– Tengo mejores cosas que hacer- fue todo lo que dijo antes de irse

Dos horas después estaba en un coche con dirección al aeropuerto. No había visto a Alejandro desde el día anterior y sinceramente estaba agradecida por eso.

Cuando llegamos al aeropuerto en vez de estacionarnos en los lugares destinados seguimos avanzando hasta llegar a la pista de aviones, pero ni siquiera nos detuvimos ahí. Unos minutos más y nos encontrábamos en una sección destinada a los aviones más pequeños y no fue hasta después de unos momentos que el chofer decidió detener el auto.

Cuando me bajé del coche vi un pequeño pero lujoso jet.

– Esperé adentro – me indicó el chofer mientras señalaba el pequeño avión

Traté de ocultar mi sorpresa cuando analicé la elegancia y calidad de cada detalle del interior de jet.

Admiré desde los finos asientos hasta la lujosa alfombra sin saltarme ningún detalle. Me senté en uno de los sillones sin dejar de admirar a mi alrededor, pero el ruido del exterior logró llamar mi atención por lo que me dí unos momentos para observar por la ventana.

Cinco camionetas se estacionaron en el mismo lugar donde mi coche lo había hecho hace unos segundos, sólo que los otros vehículos estaban perfectamente sincronizados alrededor de las escaleras del pequeño avión. Momentos después Alejandro se bajó de una de las camionetas. No era el hecho de vestir un traje elegante y un par de lentes de sol lo que lo hacía ver arrogante, sino la misma postura de superioridad de la que aún no estaba acostumbrada.

Cerré la cortina de la ventila de un golpe, eso era demasiado espectáculo para mí.

A los pocos minutos mi nuevo jefe estaba sentado en uno de los asientos con un vaso de brandy en una mano y con el teléfono en la otra. Cuando se subió al avión ni se tomó la molestia de voltearme a ver, pero eso no era algo que me consternara, como tampoco lo hacia el hecho de que me llevaba ignorando las tres horas que llevábamos encerrados ahí mientras hablaba por teléfono, lo que me tenía preocupada era la fuerte turbulencia que nos llevaba persiguiendo desde hace media hora.

– Toma- dijo mientras me extendía su vaso y colgaba el teléfono- no quiero que me dejes un recuerdo tuyo

– Estoy bien

Su teléfono volvió a sonar y yo volví a quedar en el olvido.

Cerré los ojos para tratar de calmar mis nervios mientras ocupaba mi mente en la conversación que estaba teniendo Alejandro. Por lo que había entendido Alejandro estaba intentando convencer a alguien de ir a una reunión, o una fiesta o algo parecido, no estaba muy segura y también estaba tratando de que dos personas coincidieran en dicho evento, también había mencionado un contrato y una cantidad de dinero que me sería muy útil para librarme de esta pesadilla. Ahora estaba hablando de un juez, necesitaba un permiso para algo, ¿por qué alguien como Alejandro pediría permiso para hacer lo que quisiera?

– Señorita- la voz de una de las azafatas hizo que me sobresaltara, pero logre calmarme cuando me dí cuenta que me estaba ofreciendo una toalla húmeda

– Gracias- le dije mientras aceptaba la toalla y la ponía lentamente sobre mis ojos

Un movimiento brusco del avión logro hacer que la toalla cayera de mi rostro y me aferrara al asiento como si mi vida dependiera de ello, o al menos así me sentía.

– ¡Rayos!, perdí esa llamada- dijo Alejandro mientras se contenía de aventar el celular

-Les pedimos que se pongan el cinturón de seguridad- la azafata menciono estas palabras mientras tomaba mi toalla y la depositaba en mis manos

– ¿Ya me vas a aceptar el vaso? – Cerré los ojos y dejé que mi silencio respondiera esa pregunta- está bien, la que está sufriendo aquí eres tú

– Estoy sufriendo, pero sabes que no es por eso

Escuché como Alejandro le daba un largo sorbo a su bebida mientras se tomaba su tiempo para contestarme.

– Esa es la peor estrategia que he escuchado

Abrí un ojo para examinarlo, pero él estaba ocupado mirando su celular para ver si regresaba la señal

– No sé de qué hablas

Se dio por vencido y guardó el teléfono en su bolsillo mientras tomaba un largo suspiro.

– Intenta todo lo que quieras, nunca vas a lograr hacer que sienta culpa de algo

Otro fuerte movimiento interrumpió unos momentos la conversación.

– Si no llegamos pronto yo voy hacer algo de lo que me arrepienta- después de burlarse de mis palabras me volvió a ofrecer su bebida por tercera vez- ¿me la vas a cobrar?- le pregunte después de pensarlo por un largo tiempo

– Tómalo como el primer obsequio que te doy- dijo cuando logró calmar su risa

Eso fue suficiente para tomar el vaso y dejar que el líquido me quemara la garganta. En un trago logre vaciar el vaso casi lleno que tenía en las manos antes de devolvérselo a Alejandro.

– Ya casi llegamos- fue todo lo que me dijo lo aceptaba

A pesar de su expresión seria, sus ojos me mostraban que se estaba divirtiendo con todo lo que estaba pasando.

Otro brusco movimiento del pequeño avión casi logro sacarme un pequeño grito, pero me logré morder el labio con suficiente fuerza como para no emitir ningún sonido. Cuando el avión se volvió a establecer me recargué pesadamente en el asiento al mismo tiempo que cerraba los ojos con la mayor fuerza que mis párpados me lo permitieron.

– Deja de pensar en el miedo que te causa volar, no vas a conseguir nada con eso

– Mis otros pensamientos no son más reconfortantes- le respondí sin abrir los ojos

– Por lo que veo es de familia- no me tomé la molestia de preguntarle a que se refería, por lo que dejé que siguiera hablando- Sebastián también se la pasaba quejándose en vez de disfrutar lo que le dábamos, o dime querida, ¿alguna vez has tenido la oportunidad de viajar en un avión así?

– Nunca me gustaron las cosas ostentosas

– En ese caso, piensa en que mi compañía no es algo que disfrutas todos los días – Ah no, en eso tienes razón- abrí los ojos de golpe mientras seguía hablando- no todos los días se tiene la oportunidad de tan… maravillosa compañía- mi sarcasmo le dio el toque que quería a mis palabras

– Eso también es de familia

Esta vez sentí como el enojo me recorría el cuerpo, no me gustaba que hablara de mi familia así.

– ¿Qué es de familia?

– No les gusta perder, ni tampoco aceptar que se equivocan

– No creo que seamos los únicos que no nos gusten esas cosas- mi voz interrumpió el silencio que se había hecho, pero mis palabras solo ocasionaron una sonrisa torcida de Alejandro

– No te equivocas

Esa fue nuestra última conversación en el avión, minutos después de que terminamos de hablar el teléfono de Alejandro volvió a sonar y yo me volví a convertir en uno más de los muebles.

Por suerte las turbulencias también terminaron haciendo que el resto del viaje fuera mucho más agradable, aunque eso no logró que fuera más cómodo.

El movimiento cuando llegamos a nuestro destinó fue el mismo de cuando Alejandro se subió al avión. Cinco camionetas negras rodearon las escaleras de la entrada mientras un mundo de personas perfectamente armadas las rodeaban.

Alejandro dejo que me bajara primero y me subiera a la camioneta que estaba en medio de todo el espectáculo, pero no fue hasta que cerré la puerta cuando Alejandro se bajó del jet y se subió al mismo vehículo en el que yo estaba.

Al principio creí que las otras cuatro camionetas nos iban a seguir en caravana, pero apenas salimos del aeropuerto nos dispersamos, aunque no dudaba que aún nos estuvieran vigilando.

No tardamos mucho en llegar a un lujoso hotel. La camioneta se estacionó en la entrada y una persona abrió la puerta para ayudarme a bajar. Cinco segundos después estaba entrando en uno de los hoteles más esplendidos que había visto en mi vida.

– Aquí es donde empiezas a actuar- me dijo Alejandro al mismo tiempo que colgaba el teléfono y me tomaba firmemente del brazo para que lo siguiera.

La recepcionista hizo su trabajo lo más profesional que pudo y nos ofreció una habitación a nombre de Santiago Azcárraga.

– Que disfruté su estancia señora Azcárraga

Al principio no reaccioné, pero después de unos pocos segundos le devolví la sonrisa a la recepcionista seguida de un agradecimiento.

No me sorprendió cuando el botones oprimió el piso del PH, todo en Alejandro era ostentoso y no se iba a conformar con una simple habitación cuando estaba segura que podía pagar el piso más alto del edificio.

Nuestra habitación consistía de tres cuartos conectados por hermosas puertas de vidrio. El cuarto que daba a la entrada principal era una acogedora sala, a la izquierda estaba la habitación con una cama king size y en la derecha era como un pequeño despacho.

– ¿Te gusta la habitación cariño?

La palabra «cariño» hizo que un escalofrío me recorriera la columna vertebral, esto de los apodos estaba empeorando.

– Sí querido

Segundos después el botones nos dejó solos en la habitación.

– Pongamos las cartas sobre la mesa- fueron las palabras de Alejandro mientras guardaba el celular en su bolsillo- tenemos una comida en dos horas, quiero que descanses unos momentos y te arregles para irnos a tiempo. Yo tengo que salir pero mandaré a alguien a avisarte cuando el coche te esté esperando. No le abras a nadie y no contestes el teléfono no me importa que tu vida dependa de ello, ¿me entendiste?

– Si querido

– No juegues conmigo- me contestó con una sonrisa

– No estoy jugando, estoy actuando

– Pues vas a tener que mejorar en eso porque tu «actuación» de hace un rato estuvo para llorar- se acercó a la puerta y la abrió- dos horas Andrea- se fue dejándome sola de nuevo

……………………

Dos horas después estaba vestida con un corto vestido color crema acompañado con un delgado cinturón dorado y unos zapatos altos del mismo color.

Una rápida mirada en el espejo y estaba lista para esperar a que me avisaran que la camioneta había llegado, pero no lo hizo o al menos no después de una hora y media.

Un ligero toque en la puerta me hizo levantarme del sofá y dirigirme a la puerta. Tome la manija y detuve mi movimiento en seco. Alejandro me había dicho que no le abriera a nadie, pero ¿cómo quería que me avisaran que era hora de irnos?

– ¿Quién es?

– Le traigo un mensaje del señor Azcárraga

Abrí nerviosamente la puerta para encontrarme a un joven unos años más chico que yo vestido con el uniforme de botones del hotel. Me dio un sobré cerrado antes de darse la media vuelta para irse y no dude ni dos segundos en volver a cerrar la puerta.

«Te veo a las cuatro y media en la recepción»

Eso era todo lo que decía la hoja que estaba en el sobre, así que me limité a ver mi reloj de mano antes de tomar mi bolsa y dejar la habitación.

La recepción estaba llena de personas, pero sólo había una que me interesaba, así que me límite discretamente a buscar a la persona más arrogante de la sala.

Un ligero pero firme jalón me detuvo a mitad de la recepción, pero mi pequeña queja fue callada por un dulce beso en los labios.

– Amor te estuve buscando- me dijo Alejandro cuando despegó sus labios de los míos. Estuve a punto de alejarlo de mi con la mayor fuerza posible, pero sus palabras me detuvieron- te quiero presentar a mis nuevos clientes- dijo mientras señalaba a dos caballeros que estaban a sólo un paso de nosotros- el señor Aguirre y su hijo Alonso, voy a llevar su caso de ahora en adelante

Mi mente era un caos en esos momentos, tenía a dos personas en frente de mí esperando que fuera alguien que no era y otra a mi lado con la seguridad de que iba a hacer la mejor actuación de mi vida, sino estaba segura que tenía una forma nada agradable de obligarme a hacerlo.

– Caballeros es un placer conocerlos- fue mi segura respuesta mientras abrazaba uno de los brazos de Alejandro

– Quiero aprovechar el momento para felicitarla por su matrimonio- dijo el hijo del señor Aguirre- le deseamos lo mejor

– Espero no ganarnos su odio por haber arruinado su luna de miel- las palabras al igual que la expresión del señor Aguirre mostraban su culpabilidad

– Por supuesto que no, estoy segura que- hice una ligera pausa, ¿qué nombre estaba utilizando Alejandro?- mi marido me lo va a recompensar

– De eso puedes estar segura- me dijo mientras me daba un tierno beso en la mejilla

– El romance de recién casados- dijo el señor Aguirre mientras le dedicaba una mirada indiscreta a su hijo- Señor Azcarraga…

– Santiago por favor- lo interrumpió Alejandro

– Si por supuesto- hizo una pequeña pausa antes de continuar- empecemos con los negocios si no le importa, me siento incómodo robándole más tiempo de su luna de miel

– Por supuesto, ¿nos vamos?

Caminamos en silencio hasta uno de los restaurantes del hotel. En todo el trayecto estuve agarrada de uno de los brazos de Alejandro mientras observaba al par de caballeros que caminaban con nosotros. Alejandro había mencionado que iba a llevar su caso de ahora en adelante, pero no tenía ni idea de lo que eso significaba. Los señores Aguirre se veían personas demasiado sinceras como para hacer cualquier negocio con mi falso marido, pero algo de lo que estaba segura era que las apariencias engañaban así que tenía que tener cuidado con ese par.

La comida se llevó a cabo de una forma fluida y relajada, los tres se la pasaron hablando de cosas que no lograba conectar mientras que yo me limitaba a sonreír y reír en los momentos indicados. De vez en cuando Alejandro o Alonso me dirigían la palabra para bromear y yo les contestaba la broma como sí estar sentada en esa silla fuera parte de mi vida cotidiana y estuviera acostumbrada a escuchar a mi “marido” hablar de negocios.

Nunca me había imaginado a Alejandro en la actitud que estaba en estos momentos, era demasiado cariñosos y atento conmigo y si no hubiera sido porque conocía el engaño podía jurara que haría lo que fuera para que no me aburriera en las conversaciones que tenían.

– Ustedes hagan lo que les digo y nada va a salir mal- dijo Alejandro una vez que el mesero nos había traído el postre- tenemos este caso ganado y se los voy a demostrar muy pronto

– Tiene a una persona maravillosa como marido, señora- dijo el señor Aguirre

– Lo sé- dije mientras depositaba mi mano en la de Alejandro y él se la llevaba a los labios

– Alonso, creo que ya estorbamos demasiado el día de hoy- siguió hablando el señor Aguirre mientras ambos se levantaban de la mesa y Alejandro los seguía- dejemos al abogado disfrutar el postre con su esposa

Después de una larga despedida y más felicitaciones, los caballeros abandonaron la mesa y Alejandro se volvió a sentar en la silla.

– ¿Puedo irme al cuarto?- pregunté apenas estuve segura que ya no nos iban a escuchar

– El telón aún no se cierra querida

– Ya no hay nadie a quien engañar

Tomó mi mano y por segunda vez en la comida se la llevo a los labios.

– Siempre va a haber alguien a quien engañar- soltó mi mano y se dedicó a comer el postre- así que sonríe y no arruines el maravilloso trabajo que has hecho

– Así que abogado- traté de mostrarme lo menos interesada que pude a pesar de que la curiosidad me estaba matando, eso explicaba muchas cosas de la plática de hace unos momentos

– Sí

– ¿Otra de tus mentiras?

Alejandro casi se atraganta con el pie de manzana que se había llevado a la boca.

– Me costó mucho trabajo ese título, incluyendo estrés y horas de sueño así que no, no es una de mis mentiras- me respondió al mismo tiempo que tomaba la servilleta para limpiarse el lado izquierdo del labio

– ¿Eres abogado?

– No sé por qué te sorprende tanto

– Bueno creí que sólo tenías una ocupación

– ¿Y cómo crees que consigo a mis otros clientes?

– ¿De cuál trabajo hablas?

– De ambos

Me límite a llevarme una cucharada de pie a la boca para pensar en sus palabras por unos momentos.

– ¿Y por qué recién casados?, ¿por qué necesitas una esposa?

Me respondió con un largo y profundo silencio. Cuando me resigné a que no me iba a contestar baje la mirada al resto de pie que quedaba en mi plato, ya estaba satisfecha.

– ¿No te gustó el postre?

– Ya no quiero- mi voz salió cortante aunque intenté que no lo hiciera

Alejandro me examinó por unos momentos antes de tomar un largo suspiro y volver a llevarse otro pedazo del pie a la boca.

– Todo es más fácil si me creen hombre de familia, como no tengo intención de cargar con niños es más fácil si digo que soy recién casado- hizo una pausa antes de continuar- llevo persiguiendo este caso desde hace meses, cuando me enteré que el señor Aguirre y su hijo estaban aquí en Argentina decidí convencerlos de que me contrataran, pero necesitaba una estrategia perfecta ya que sólo iba a tener una oportunidad así que después de analizarlo un gran tiempo descubrí que la mejor forma de hacer negocios con personas como ellos es hacerles creer que nuestro encuentro fue una coincidencia casual mientras estaba de luna de miel con mi querida esposa y demostrarles que mi dedicación a mi trabajo es tal que incluso estoy dispuesto a trabajar en mi luna de miel.

– Eso no te hace precisamente un hombre de familia

Una pequeña sonrisa iluminó su rostro antes de contestarme.

– Es ahí donde tú entras querida y por eso necesito que seas la mejor esposa que haya conocido este hotel

– Tratar a tus clientes con mentiras no te lleva a nada bueno

– Soy abogado cariño, no doctor

– No me gustan esos apodos

Alejandro se limpió los labios con la servilleta mientras me dedicaba la mirada más profunda que me había dado en toda la comida.

– Acostúmbrate a ellos

El resto del día fue «libre» sin realmente serlo ya que no podía salir del cuarto y Alejandro se apropió de la habitación principal encerrándose en ella sin antes advertirme que no quería escuchar ni un sonido incluida la televisión, por lo que mi tarde se limitó a leer revistas y observar la ciudad de Buenos Aires por medio del balcón.

El ruido de una puerta al abrirse robó mi atención de la revista que tenía en las manos y volteé a ver a Alejandro mientras entraba en la sala. Tenía el cabello mojado y sólo la parte de abajo de la piyama.

– Mañana me voy a ir muy temprano así que puedes pedir servicio a la habitación para que desayunes, pide lo que quieras- cerró la puerta que daba al balcón sin dejar de hablar- como no voy a estar puedes salir del cuarto y si se te apetece puedes salir del hotel siempre y cuando regreses antes de las tres para que me acompañes a comer- tomó una almohada y una cobija y las depósito al lado de donde me encontraba- buenas noches

– ¿Voy a dormir aquí?

– Tú otra opción es dormir conmigo en la cama

– Buenas noches

Su risa y la puerta al cerrarse fueron los últimos sonidos que volví a escuchar en toda la noche.

Pasaron un par de semanas donde todo se volvió rutina, en las mañanas Alejandro se iba dejándome un par de horas para hacer lo que quisiera. Me pasaba la mitad del día en la alberca del hotel o descubriendo la hermosa ciudad de Buenos Aires, el único problema era que siempre estaba sola. Por las tardes las cosas no mejoraban. Exactamente a las tres de la tarde Alejandro llegaba para la comida, a veces comíamos en el hotel y otras veces en algún restaurante para después regresar a la habitación y encerrarnos ahí el resto del día. Eran pocas las veces que Alejandro me necesitaba para que me presentara como su esposa, pero no volví a ver a los señores Aguirre en el resto de mi estancia ahí.

Mis comidas favoritas eran en el hotel ya que gracias a que teníamos que continuar con nuestra mentira, Alejandro se comportaba de una manera que a veces me hacía creer que disfrutábamos mutuamente de nuestra compañía, pero cuando salíamos nos volvíamos dos extraños a los que les obligaban a convivir.

– Nos vamos mañana- me dijo un día que estábamos cenando en el cuarto del hotel- ya no hay nada que hacer aquí

– ¿A dónde vamos ahora?

– Regresamos a México porque alguien de Estados Unidos me está esperando en el despacho- hizo una pequeña pausa- ¿Qué tal es tu inglés?

– Muy bueno

– Pues en el momento que pisemos el avión se te olvidó todo lo que sabes, ¿quedo claro?

Un asentimiento de cabeza concluyó la conversación.

Unos días después habíamos regresado a la Cuidad de México y después de una noche en la capital, nos empezamos a mover por toda la República.

Los meses que siguieron fueron iguales, no importaba si estábamos en Chihuahua, Cancún, Los Cabos, Monterrey, en todos lados era la esposa de un exitoso abogado que vivía la vida de sus sueños mientras yo viajaba por el mundo con el hombre que amaba cuando la realidad era muy diferente.

Algo que no podía negar era que con el tiempo nuestra mentira se volvió tan realista que a veces me costaba trabajo regresar a la realidad cuando Alejandro volvía a ser la persona seca y dura que era cuando estábamos solos. También me acostumbré a no preguntarle nada ya que pocas veces me daba una respuesta, así que conseguí hacer de la lectura un hábito para matar el tiempo que pasábamos encerrados en la habitación y sorprendentemente la lectura me ayudaba cuando me tenía que enfrentar a las personas cultas y preparadas con las que tenía que convivir en las reuniones de trabajo de mi supuesto marido.

– Las cosas van a cambiar un poco tiempo

Nos encontrábamos en el jet. Ya llevamos varias horas viajando pero como ya se había hecho costumbre, no tenía ni idea de a dónde nos dirigíamos.

– ¿A qué te refieres?- le pregunte sin dejar de ver por la pequeña ventana

– Vas a interpretar tu segundo papel

– ¿Y ahora qué personaje voy a ser en tú pequeño mundo de mentiras?

– El real

Desvíe mi mirada de la ventana y la deposité en él. Alejandro también me estaba mirando fijamente.

– Ahora si empiezan los verdaderos negocios

…………………

A pesar de las palabras de Alejandro la rutina para llegar al hotel fue la misma, lo único que cambió fue el nombre con el que se registró. Juan Pérez, fue el nombre que ahora estaba ocupando y por primera vez desde que empecé a viajar con él no nos hospedamos en el último piso del edificio.

– No podías escoger un nombre más común- le dije cuando el botones nos dejó solo en el cuarto

– Ese es el punto, es también por eso que estamos en esta habitación, lo último que quiero es llamar la atención

– Esta habitación no tiene sala- dije mientras observaba la única cama que había- ¿me vas hacer dormir en el piso?

– No- dijo mientras volteaba a ver la cama- es lo suficiente grande como para que….

– ¡No!, nuestro contrato específica…

– No tengo intenciones de romper el contrato, pero yo voy a dormir en esa cama- me volteó a ver unos segundos antes de continuar- puedes hacer lo que quieras

Un par de horas después abrí la puerta para salir del baño mientras me continuaba secando el pelo con la mano libre.

Alejandro estaba acostado en la cama mientras leía un libro que nunca le había visto.

– ¿Ya averiguaste donde vas a dormir?

Puse toda mi atención en el espacio vacío de la cama antes de volver a dirigir mi mirada a Alejandro.

– Está bien

Esas palabras bastaron para que Alejandro pusiera una almohada exactamente en medio de la cama antes de volver a su lectura.

– Espero que no ronques o patees- me dijo mientras me acomodaba en la cama lo más alejada a él que pude- con una vez que lo hagas vas a amanecer en la tina como tú nueva cama, ¿me entiendes?

– Sí, si te entiendo

Cerré los ojos con la esperanza de dormirme pronto, pero estaba demasiado alerta, cualquier movimiento de Alejandro lograba que todo mi cuerpo se tensara y dejara de respirar como sí eso me ayudara en algo hasta que llegó un momento en la noche que ambos estamos lo suficiente cansados como para perdernos en nuestros sueños.

A la mañana siguiente abrí lentamente los ojos, pero cuando ví el rostro de Alejandro aún dormido tuve que taparme la boca para callar un grito mientras me sentaba en la cama.

Había creído que se había ido como todas las mañanas, pero me había equivocado. No retiré las manos de mi boca a pesar que estaba segura que ya no iba a emitir ni un sonido. Puse toda mi atención en Alejandro mientras me preguntaba como una persona que en esos momentos se veía tan vulnerable tenía el poder y el corazón de destruir mi vida en un abrir y cerrar de ojos.

– Es incómodo si me miras de esa manera

A pesar de que no se molestó en abrir los ojos, su voz me advirtió que estaba muy consciente de lo que estaba haciendo.

– Lo siento

– ¿Qué hora es?

– Como las diez y media

– Duerme otro rato que va a ser una noche larga- se tomó unos momentos para girarse y darme la espalda- no quiero que te duermas en medio de las reuniones

Me volví a acomodar en la cama y traté de consolar un sueño que nunca llegó.

A las dos de la tarde por fin Alejandro se dignó a pedir el «desayuno» a la habitación aunque fui yo la que tuve que hablar por teléfono, abrir la puerta y pagar en efectivo lo que habíamos pedido mientras Alejandro se ocultaba en el baño.

– Ya se fue- dije al mismo tiempo que cerraba la puerta

Alejandro salió del baño y se dirigió directamente al carrito donde estaban los platos. Su rostro no me engañaba, se estaba muriendo de hambre.

– Siéntate, quiero hablar contigo

Me senté en la cama y tomé mi plato de fruta. Plato que tuve que pedir gracias a que tenía que seguir una dieta que Alejandro se aseguraba que la respetara al pie de la letra.

– Aquí es donde empieza el verdadero juego, las reglas cambian y tu papel también- hizo una pausa para llevarse un pedazo de pan a la boca- vas a dejar de ser mi esposa y te vas a convertir en mi…

-¿Novia?

Al principio Alejandro me dedicó una mirada sería que después cambió por una de diversión.

– No querida eso es mucho- volvió a llevarse un bocado a la boca antes de continuar- digamos que eras mi compañía y quiero que me oigas cuidadosamente- dejó de hacer lo que estaba haciendo y me miró fijamente para que entendiera que hablaba en serio- no vas a decir ni dar ningún tipo de información con respecto a mi vida, no importa que tan escondida o inocente sea la pregunta, tú no sabes absolutamente nada, ¿está claro?- espero a que asintiera con la cabeza para continuar- trata de hablar lo menos posible y siempre sonríe, no me importa si te están insultando, no vas a decir nada ofensivo o nada de lo que después tengas que dar una disculpa y nunca y cuando digo nunca es nunca, vas a hablar de Santiago Azcárraga, ¿alguna pregunta?

– Si no puedo ni hablar, ¿por qué me trajiste aquí?

– Lo vas a descubrir esta noche- me contestó con una ligera sonrisa en los labios

A las siete nos empezamos a arreglar para la reunión de negocios, pero cuando salí del baño con un elegante vestido que me cubría casi todo el cuerpo con la esperanza que me cubriera del frío de lo noche, Alejandro se limitó a negarme con la cabeza mientras sacaba de una maleta que nunca había visto un revelador vestido rojo.

– No creo que esto sea de mi talla

– Créeme querida, es de tu talla

Con la palabra «querida» atravesada me di la media vuelta y regresé al baño para probarme el vestido.

Una vez que me lo puse me inspeccione una y otra vez en el espejo, este vestido no solo hacía que me sintiera incómoda, sino que también no dejaba mucho a la imaginación con un pronunciado escote en el pecho y en la espalda y tan corto que estaba segura que con un movimiento erróneo iba a dejar al descubierto mi ropa interior.

– ¿Lista?- dijo la desesperada voz de Alejandro desde el otro lado de la puerta

– Me va a dar frío- dije mientras abría lentamente la puerta, el frío no era precisamente lo que me preocupaba

– Aguántate- dijo mientras me tomaba del brazo

– Mi bolsa

Se paró unos segundos para tomar la bolsa antes de llevarme casi arrastrando hasta el coche.

Una vez que estuvimos en él no se molestó en dirigirme la palabra, ni siquiera hizo el intento de voltearme a ver, pero para esas alturas del viaje era algo de lo que ya estaba acostumbrada.

– Dime la regla número uno- dijo una vez que el coche se había estacionado en frente de una enorme y bien vigilada casa

– Nunca me dijiste cual es la regla número uno

– Todas- dijo Alejandro con la voz más irritada que le había escuchado- todas son reglas número uno Andrea, ¡cierra la puerta!

Casi le gritó a la persona que se encargaba de ayudar a los invitados a salir de sus vehículos. Este le obedeció inmediatamente dejándonos de nuevo en el silencio del carro.

– Voy a evitar hablar, no conozco tu vida privada y Santiago Azcárraga es un desconocido para mí

En vez de contestarme Alejandro salió del coche. Esos segundos a solas solo sirvieron para ponerme más nerviosa, si algo había aprendido de los meses en los que había vivido con él era identificar sus estados de ánimo y ahora podía asegurara que algo le preocupaba, la pregunta era ¿qué?

Mi puerta se volvió abrir y esta vez me bajé del coche con toda la precaución que ese pequeño vestido me exigía y tomé el brazo de Alejandro mientras me forzaba una sonrisa para entrar a la casa.

Desde el momento en que Alejandro me advirtió que las cosas iban a cambiar supe que lo que cambiaba era el tipo de negocios que iba a tratar, estaba segura que ya no iba a hablar más de contratos y jueces para hablar de cosas que eran tan grandes y libertinas que habían llamado la atención de mi hermano. Y como siempre no me había equivocado, lo podía sentir en el ambiente y en las personas en el instante que puse un pie en esa casa.

Las mujeres me lanzaban miradas de desaprobación mientras que los hombres hacían que me sintiera aún más incómoda con la ropa que vestía. Era como entrar a la boca del lobo mientras tenías una herida de muerte, adivinen quien es la herida.

Alejandro me presentó a un par de caballeros con el simple nombre de Andrea mientras emitía el nombre de los hombres que estaban en frente de nosotros. Después de ello Alejandro se limitó a presentarme en los pequeños grupos que estaba ahí sin decirme en ningún momento quienes eran las personas con las que estábamos, pero eso no era lo que me tenía molesta sino la forma en que lo hacía. Era como si dejara de ser una persona y me convirtiera en una medalla de la cual estaba orgulloso de mostrar a sus compañeros, esto no se parecía a nada a la delicada y caballerosa forma que lo había hecho los meses pasados.

Cuando dejo de presumirme por toda la casa me dejo sola enfrente de la mesa donde tenían las botanas con la orden de no tocar ningún aperitivo.

– Así que tú eres el nuevo juguete de Alejandro

No me había dado cuenta que una mujer unos años más grande que yo y con el mismo tipo de vestido provocativo se había acercado a mí, la diferencia era que ella si se veía cómoda con un pedazo de tela amarrado a su cuerpo.

– Y tú eres el juguete de….

Una mirada de desaprobación logró sacarme una sonrisa del rostro.

-Solo no te acostumbres, Alejandro se aburre fácilmente

– ¿Experiencia?

La mujer me dedicó una mirada de arriba a abajo con desaprobación antes de darse la media vuelta para irse.

– De esa forma no vas hacer amigos

– Ella….- dije mientras me daba la vuelta- ¿Alonso?, pero ¿qué haces aquí?

– Trabando igual que tú- mi sorpresa no me dejó decir otra palabra- me sorprende qué Alejandro te dejará sola en medio de todos estos buitres

– Bueno… Es qué…. Hem…

La risa de Alonso interrumpió mi intento de una explicación.

– Tranquila Andrea, estoy enterado de todo

– No sé de qué hablas- dije mientras me daba la media vuelta para irme, pero Alonso me tomó del brazo impidiendo mi huida

– ¿A dónde vas?

– Yo… He… Quiero ir al baño

– ¿Sabes dónde está?

– Sí

– Bueno, yo no ¿me podrías decir dónde?

Bajé la mirada para tratar de ocultar mi rostro, no sabía qué hacer.

– Eres muy ágil para huir, ya veo porque Alejandro te trajo- me tomó de la barbilla y me forzó a mirarlo a los ojos- además de tu belleza claro

Me solté de su mano sin dejar de mirarlo a los ojos.

– ¿Desde cuándo lo sabes?

Otra pequeña carcajada hizo que un escalofrío me recorriera la espalda.

– Siempre lo supe, fui yo quien le dijo a Alejandro que mi padre iba a estar en Buenos Aires y fui yo quien le proporcionó toda la información necesaria para que lo contrataran

– Espero que lo hayas hecho porque Alejandro es el mejor….- corte mi oración y mire discretamente a mi alrededor, tenía que ser más cuidadosa- que conocías – Alonso me dedicó una pequeña sonrisa antes de hablar.

– No necesito al mejor, necesito al más útil y Alejandro lo era- puso una mano en mi mejilla, pero yo se la retira al instante- te falta todavía mucho por aprender de este mundo

– Yo no quiero aprender nada de tú mundo

Otra carcajada logró que me asegurara que nadie nos estaba mirando.

– No te confundas, tú también ya formas parte de él

– Buenas noches Alonso

Por suerte Alejandro había llegado a donde nosotros estábamos. Cuando estuvo lo suficiente cerca me puso una mano en la cintura y me acercó a él en una forma de posición demasiado indiscreta.

– Buenas noches Alejandro- volteo a verme mientras me dedicaba una sonrisa- fue un placer volver a encontrarte Andrea- dejó de sonreír y volvió a poner toda su atención en Alejandro- que disfruten la velada

Alejandro no le respondió, en vez de eso espero a que estuviera lo suficiente lejos para no escucharnos antes de volver a hablar.

– ¿De qué estaban hablando?

– De qué fue él quien logró que el señor Aguirre te contratara- la expresión de Alejandro mostró su disgusto- ¿es cierto?

– ¿Te dijo algo más?

– No

-¿Tú qué le dijiste?

-Nada

Inspeccionó mi rostro por unos segundos.

– Al parecer no te puedo dejar sola- me tomó de la mano y me jaló hacia otro grupo de personas- vamos tengo cosas que hacer

– Alejandro- dijo una de las personas que estaban en el pequeño grupo al que nos dirigíamos- ¿a dónde fuiste?, ¿qué no ves que esta es nuestra última fiestecita antes de empezar a trabajar?

– Lo siento- dijo mientras nos uníamos al círculo y me rodeaba con una mano la cintura aún con demasiado posición- se presentó algo que necesitó toda mi atención

Todos los presentes me dirigieron sus miradas antes de volver a dirigirlas a él.

– Bueno, bueno- dijo la misma persona- estamos aquí para divertirnos, ¿no? Pero díganme ¿por qué no tienen nada en las manos? ¡Tú!- dijo mientras señalaba a uno de los meseros- tráele algo de tomar a mi invitado

El resto de la velada fue demasiado normal como para recordarme con qué clase de personas estaba.

Alejandro no se separó de mi lado como tampoco me permitió beber más de dos copas de vino. Su obsesión conmigo era tal que incluso me acompaño a la puerta del baño las dos veces que tuve la necesidad de estar unos momentos a solas.

Cuando dieron las cinco de la mañana estaba demasiado cansada como para pensar coherentemente, los pies me dolían de una manera que nunca lo habían hecho y ni siquiera la acción de sentarme me ayudaba a recuperar un poco las fuerzas.

– Ya no puedo más- le dije en el oído a Alejandro cuando nos encontrábamos en medio de una conversación- por favor

– Caballeros, damas- dijo mientras me soltaba la cintura y me tomaba la mano- es momento de retirarnos

– Oh claro- dijo una persona con la que estábamos- comprendemos, ¿verdad?- me guiñó indiscretamente el ojo antes de irnos

Cuando llegamos al hotel con mucho trabajo me quité el entallado vestido antes de acostarme en la cama y quedarme profundamente dormida sin desmaquillarme y sin importarme que tanto espacio ocupaba en ella.

– Levántate

Abrí lentamente los ojos y ví a Alejandro vestido al lado de la cama mientras ponía su mano en mi hombro para despertarme.

– ¿Qué hora es?

– La hora de parte de la cama- hizo una pausa para moverme con más fuerza- vamos que no tengo tu tiempo

Me incorporé lentamente mientras trataba de adaptar mis ojos a la luz del día, al menos ya había amanecido.

– Vístete con lo que te puse en la cama, vamos Andrea

Me levanté y tomé la falda y la blusa que estaban cuidadosamente colocadas al pie de la cama.

– ¿Cuándo me vas a dejar de vestir como prostituta?

– El coche ya nos está esperando así que tienes dos segundos para ponerte esto- tomó unos zapatos de tacón alto y me los dio- y ponte esto

– ¿Tacones otra vez? Todavía no puedo caminar….

– Andrea

El tono de voz fue muy bajo aunque con el suficiente volumen como para que entendiera que no estaba de humor, desde que habíamos llegado a ese hotel nunca estaba de humor.

Me puse la ropa y los zapatos que me dio sin molestarme en verme al espejo, después me arreglé el maquillaje que ya tenía tratando de sólo ver mi rostro y salí del baño para dirigirnos a la camioneta que nos estaba esperando en la puerta trasera del hotel.

– Recuerda- dijo Alejandro una vez que ya estábamos en el vehículo- no vas a hablar, no vas a opinar y no te vas a alejar de mi lado

Al principio creí que la última advertencia solo era para recordarme que según él seguía siendo un pedazo de tela que podía presumir a sus amigos, pero en cuando llegamos a nuestro destino comencé a tener una idea diferente.

El lugar donde llegamos era la entrada de una bodega. Tres camionetas estaban en la pequeña entrada y nuestro vehículo se estacionó al lado de ellas. Todas las personas presentes estaban perfectamente armadas y se les veía en la expresión que estaban dispuestos a disparar en cualquier momento a la persona que se les ordenara.

– Vamos- dijo Alejandro mientras abría la puerta para bajarse del coche

Me tomó de la mano y nos dirigimos hacia el interior de aquel lugar lúgubre.

– Me da gusto que hayas venido- dijo un hombre barrigón que había estado en la fiesta de anoche, sino me equivocaba su nombre era Rodrigo

– Siempre estoy para un amigo- fue la cálida respuesta- ahora dime para qué soy bueno – Rodrigo me dirigió una sombría mirada sin responder- tranquilo hombre, la traje para que se dé una idea de las consecuencias que tiene la traición

Un poco dudoso Rodrigo asintió con la cabeza antes de darse la media vuelta e introducirnos en uno de los cuartos.

Mientras más caminábamos el ambiente se volvía más pesado y cada vez las expresiones de las otras personas que estaban armadas cambiaban hasta que llegó el punto en el que me pegué lo más que pude a Alejandro tratando de encontrar un poco de protección en alguien conocido y sorprendentemente él me rodeó con una mano dándome la protección que le estaba pidiendo.

– ¿Estás seguro de esto?- le pregunto Rodrigo mientras nos deteníamos en frente de una puerta de metal- esto puede ser demasiado para ella

La falta de respuesta hizo que el hombre tomara un profundo suspiro antes de abrir la puerta. Lo que siguió después de eso no tiene palabras para ser explicado. El susto de la escena logró que me pegara más a Alejandro tratando de ocultarme del miedo y el horror de lo que estaba pasando.

El grito del hombre que estaba amarrado en una silla a sólo un paso de mí logró que un horrible escalofrío me corriera el cuerpo y estuve a punto de perder el equilibrio, pero me sostuve con suficiente fuerza al brazo de Alejandro como para evitar que eso pasara.

– Por favor, por favor- rogaba el pobre hombre con la voz ente cortada- les juro que ya les dije todo

Otro golpe en el ya lastimado rostro del hombre logró hacer que desviara mi vista y cerrara los ojos con toda la fuerza que podía mientras me apretaba aún más el brazo de Alejandro.

– ¿Qué información nos ha dado?- dijo Alejandro mientras ponía una mano en mi cabeza como sí eso me diera el consuelo que necesitaba

– Según él solo se encargó de dejar el mensaje en la camioneta- dijo el hombre que se encargaba de torturar a la persona amarrada en la silla

– ¿A dado algún nombre?

– No aún

Alejandro me soltó de su brazo y se dirigió al pobre hombre en la silla. Una rápida mirada hacia el horrible acto de tortura hizo que se me revolviera el estómago mientras volteaba en otra dirección y me alejaba lo más que podía de ellos.

– Dime quien se lo llevó- la voz de Alejandro era demasiado amenazadora lo que me dio más razones para no voltear a ver lo que estaba pasando

– Ya les dije que no sé

Un fuerte grito del hombre dejó claro que no los había convencido.

– ¿Ya cambiaste de opinión?- le preguntó la calmada voz de Alejandro

– Se los juro, les juro que no se nada

Otro grito hizo que me temblarán las piernas.

– Dejen que descanse, tal vez si se relaja un poco nos diga algo….- me tomó de la espalda y me dirigió a la puerta- si no ya saben que hacer

Salimos de aquel horrible cuarto y comenzamos a caminar hacia donde yo creía estaba la camioneta, pero otra puerta me indicó que me equivocaba.

– ¿Estas bien?- me preguntó Alejandro al oído con la voz más tierna que le había escuchado

Asentí con la cabeza mientras yo misma me trataba de convencer de mi mentira. No importaba si Alejandro se estuviera comportando conmigo como cuando fingía que era su esposa, eso no calmaba el horror que me había causado la escena que acababa de presenciar y mucho menos al saber que él era el responsable de ella. Mientras más tiempo pasaba con él más me convencía que era un animal.

El segundo cuarto era más bien una pequeña oficina. Alejandro se sentó detrás del escritorio y me puso en su regazo mientras me acariciaba el brazo al descubierto para tratar de calmarme.

– Creo que sigue en shock- dijo Rodrigo que también había ocupado un asiento

– Tranquila- me susurro al oído- ¿has averiguado algo más?- dijo en voz más alta esta vez dirigiéndose a su trabajador

– Sí, pero lamento que no son buenas noticias- pude acuchar como se acomodaba en su asiento- las órdenes vinieron de adentro Alejandro, alguien nos traicionó, alguien que sabía todos nuestros movimientos y fue suficiente listo como para quitarnos al joven con los papeles de las manos

– ¿Alguna idea de quién fue?

– Sí, estoy convencido que…

– Suficiente, hablamos de esto en otros momentos

– Como quieras – Rodrigo se retiró de la habitación sin decir una palabra más

La habitación se quedó en completo silencio mientras Alejandro trataba de calmarme con todo lo que pudo, excepto palabras.

Las imágenes de aquel hombre amarrado en esa silla venían una y otra vez, los aparatos de tortura que estaban a cada lado del pobre hombre hacían que se me revolviera el estómago junto con el resto de las imágenes que se negaban a desaparecer. A los pocos minutos mi cuerpo empezó a expresar lo que sentía, cuando menos lo pensé me encontraba temblando en los brazos de Alejandro mientras una lágrima tras otra resbalaban por mi mejilla.

– Lo siento- dijo mientras secaba una de mis lágrimas- lo siento

Un beso en la frente fue lo que hizo que me levantara de golpe y tratara de alejarme lo más que pude, aunque mis piernas solo me permitieron rodear el escritorio.

– ¡Eres un animal!- habían pasado meses en los que me tuve que tragar todos mis pensamientos, pero esto era demasiado, ¿cómo eres capaz de hacer una salvajada así?

– Cálmate- su voz era demasiado baja, como si el también intentara calmarse

– ¿Qué intentabas hacer con traerme aquí?, ¿lograr que te tuviera miedo?, pues te tengo una noticia- me sequé una de las muchas lágrima que recorrían mi mejilla- siempre te he tenido miedo, ¿crees que hubiera aguantado convivir contigo tanto tiempo si no fuera así?- el silencio de Alejandro me dio fuerzas para continuar- pero no te preocupes, sí conseguiste algo muevo al traerme aquí

– ¿Acabaste?- fue su simple respuesta a todo lo que le había dicho- porque yo todavía tengo mucho que decir- esperó en vano mi respuesta- en primer lugar ¿quién te crees para reclamarme por lo que hago?, en segunda, desde el principio sabías en que te estabas involucrando cuando firmaste tu contrato, en ningún momento te mentí con respecto a quien era y lo que hacía y en tercer lugar- hizo una pausa mientras se levantaba del escritorio y se recargaba en éste para enfrentarme- hay una razón por la cual esa persona está en la otra habitación y no tengo porque decírtelo, pero dadas las circunstancias te lo voy a confesar. La persona que ahora se encuentra en esa silla secuestró a uno de mis hombres junto con unos papeles que tenían información confidencial y me quitó una cantidad tan grande de dinero que no la puedo dejar pasar por alto, pero esa no es la razón por la que está aquí, la razón por la que está aquí es que esa persona era uno de mis hombres de confianza y me traicionó

– Eso no te da derecho a hacer lo que estás haciendo- por primera vez en la conversación mi voz tuvo un tono más tranquilo

– No, no me da derecho a nada- trató de acercarse a mí, pero logré alejarme- pero la persona que se llevaron era alguien importante para… era alguien muy importante para mí

– ¿Quién?

– no te voy a decir más- dijo después de unos segundos de silencio

– Eso no quita…

– No vivas en una fantasía de Disney, Andrea, esto es peor que una vida normal y tú y tu hermano lo sabían

El recuerdo de Sebastián me llego como una bala al corazón. Hacía mucho tiempo que había tratado de ahuyentar su recuerdo y el de mi familia de mis pensamientos, pero cuadro Alejandro lo mencionó todos mis esfuerzos fueron e n vano.

– Sebastián- pronuncié su nombre como sí eso me ayudara a traerlo de vuelta- por favor dime donde esta

– No lo sé- Alejandro se volvió a sentar en su silla y trató de ocultarme su mirada

– Sí lo sabes, por favor dime- me acerque a él y me arrodillé a su lado con la esperanza de que eso le ablandará el corazón- por favor Alejandro

– Ya no trabaja más para mí, no sé dónde esta

– Bueno al menos me consuela saber que ya no está involucrado en nada de esto- dije mientras me levantaba y me dirigía lentamente a una de las sillas al otro lado del escritorio

– No estés tan segura

Algo en la voz de Alejandro me preocupó, pero ya no tenía ni energía ni valor de preguntarle qué estaba pasando por lo que me límite a dejar caer mi cuerpo en uno de los duros asientos y cerrar los ojos tratando de desaparecer.

…………………………

Las semanas pasaron y lo único que cambió fue el comportamiento de Alejandro. Tal vez se seguía sintiendo culpable por la horrible experiencia que me hizo pasar, o tal vez mi reacción le había asegurado que no lo iba a traicionar nunca, cualquiera que haya sido la razón Alejandro se había convertido en una persona cálida y amigable. Ahora en vez de dejarme en el hotel dejaba que lo acompañara a sus reuniones de trabajo y trataba de que pasara el menor tiempo posible encerrada en el hotel. Una vez incluso se quedó conmigo todo el día para enseñarme la cuidad en la que había crecido mientras me contaba historias de su infancia.

Cualquiera que haya sido la razón de su cambio logró hacer que mi estancia con él fuera mucho más agradable y los días fluían con más rapidez, excepto cuando me llevaba a sus reuniones de trabajo, que eran un par de horas casi todos los días, y no por el hecho de que era aburridas ya que muchas veces ni siquiera me permitían estar en la sala con ellos obligándome a pasar el tiempo con sus esposas que no dudaban en demostrar su desaprobación hacia la idea de recibir al «juguete» de Alejandro, sino porque la simple idea de saber lo que hacían me provocaba el suficiente estrés como para arruinarme la existencia.

– Buenas tardes

La voz de Alonso logró hacer que pusiera mi atención hacia la puerta de la sala.

Esta vez la reunión había sido en la casa de Rodrigo, la única casa en la que la esposa estaba dispuesta a dejarme sola.

– Alonso- dije mientras me levantaba- ¿qué haces aquí?

– Me aburrí de estar allí adentro

– Bueno las cosas no están más interesantes aquí

– Yo no estaría tan seguro de eso- un incómodo silencio se apropió de la habitación- ¿Puedo acompañarte?

– Sí, claro

Ambos nos sentamos en el sofá y comenzamos a hablar de cualquier tontería que se nos ocurría. Viajes, películas, nuestra infancia. Cosas de las cuales hacía mucho tiempo no hablaba y que no tenían nada que ver con la pesadilla en la que estaba viviendo.

-Alonso, al fin te encuentro- Alejandro había entrado en la sala con un expresión seria en el rostro- necesito tu opinión de la cantidad que pusieron en la mesa- a pesar de dirigirse a él, su mirada estaba clavada en mí

– Por supuesto- dijo Alonso al mismo tiempo que se levanta del sofá

– Andrea, ¿por qué no nos acompañas?- dijo Alejandro mientras me extendía una mano

Sin decir una palabra me levanté y le tomé la mano a pesar del peso que sentía en el corazón. No importaba que tanto odiara a Alejandro, tenía que seguir con mi papel de enamorada, sin importar que mis sentimientos hacia él fueran todo lo contrario a amor.

Nos dirigimos a la sala donde habían estado encerrados durante horas y toda la atención de las personas presentes se posaron en mí.

– Continuemos caballeros- dijo Alejandro una vez que habíamos ocupado un lugar dentro de la reunión

– ¿Vas a aceptar la cantidad Alejandro?- le pregunto Rodrigo en un susurro

– Estamos hablando de ochocientos kilogramos que van a ir a Colombia, todo el peligro lo estamos corriendo nosotros y ¿espera que acepte semejante miseria?

– ¿Treinta millones de pesos se te hace una miseria?- Le pregunto uno de los presentes- además no corres ningún riesgo, tenemos comprados a los oficiales necesarios para que no tengas ningún problema

– ¿Tú qué opinas Alonso?

Alonso pensó unos momentos su respuesta sin mostrar ninguna emoción, era como si hubieran tallado su rostro en piedra.

– La cantidad es bastante buena y si dicen que no corremos ningún riesgo no veo porque no sea un buen trato

Ahora era a Alejandro a quien habían tallado el rostro.

– Denme cincuenta y el trato está cerrado

– Eso es demasiado- dijo la misma persona que había hablado momentos atrás

– Entonces consigan otra mercancía

Un momento de silencio y la tensión de la sala aumentó.

– Estas siendo muy injusto Alejandro- volvió a decir la misma persona

– Si esa es su decisión…- en vez de terminar la oración, Alejandro se levantó de su asiento y me hizo hacer lo mismo

– Esta bien- dijo el hombre una vez que ambos ya estábamos en la puerta- aceptamos pagarles la cantidad que nos piden

– Perfecto- contesto Alejandro al mismo tiempo que abría la puerta- Rodrigo se encargará de los detalles

Y salimos de aquella casa después de haber estado ahí más de tres horas.

Alejandro le quitó las llaves a su chofer y me indico que me sentara en el asiento del copiloto antes de encender el coche.

– ¿A dónde quieres ir hoy?- me pregunto una vez que ya estábamos en camino hacia algún lugar desconocido.

– No lo sé, nunca había estado en Chiapas

– Hubiéramos empezado por ahí

Conducimos por una hora hasta llegar a nuestro destino. Al principio creí que íbamos a salir de la cuidad gracias al hecho de que tomamos la carretera por unos momentos, pero después nos metimos en una calle rústica hasta llegar a un estacionamiento con tantas personas que tuvimos que recorrerlo varias veces para encontrar un lugar antes de estacionarnos.

– ¿Dónde estamos?- le pregunte a Alejandro cuando me dí cuenta de que tenía todas las intenciones de bajarse del vehículo

– En el Palenque

– ¿Qué?

Con una pequeña carcajada se bajó del coche y espero a que yo hiciera lo mismo.

– Hace mucho calor para caminar, además estos zapatos no me ayudan- dije en el momento que mis pies tocaron la seca e inestable tierra en la que estábamos

– Ya solucionaremos eso

Me tomó la mano y me ayudó a controlar mi equilibrio mientras intentaba caminar con los tacones altos que me había obligado a usar.

– ¿Ves esa ventanilla donde está formada toda esa gente?- Claro que veía la ventanilla, al igual que veía al mundo de gente que estaba formada y que hacia la fila más grande que había visto en mi vida- quiero que compres dos boletos para entrar al parque- depositó un billete en mi mano y continuó hablando- con esto te va a alcanzar, te veo aquí cuando compres los boletos

Después de intentar darme un beso en la mejilla se dio la media vuelta y se fue. Volteé a ver a toda la gente formada y tomé un largo suspiro antes de dirigirme al final de la fila.

Estaba segura que el ingrato de Alejandro me había mandado a comprar los boletos mientras él se refugiaba del calor en el coche.

Maldije el momento en que mi hermano me involucró en todo esto mientras esperaba impaciente en aquella fila que con cada segundo se hacía más eterna. Una vez que tuve los boletos me dirigí al lugar donde me había dejado Alejandro y lo empecé a buscar con la mirada, pero no lograba verlo. Cada segundo que pasaba mi impaciencia y mi temor de qué me hubiera dejado en ese lugar insípido crecían.

– ¿Tienes los boletos?

La voz de Alejandro me sacó un suspiro de alivio mientras me volteaba en su dirección. Lo que mis ojos vieron me dejaron sorprendida, Alejandro se había cambiado el elegante traje por unos pantalones y una blusa muy parecida a la que vendían en las tiendas que nos rodeaban y había cambiado sus zapatos negros por unos más rústicos.

– ¿Qué es eso?- le pregunte mientras señalaba los zapatos, que más bien eran un tipo de sandalias

– Algo parecido a lo que tú vas a usar

– ¿Qué?

En vez de responderme me enseñó un largo vestido blanco y unos zapatos no muy diferentes a los que estaban usando la mayoría de los turistas que estaban ahí.

– Dije que lo íbamos a solucionar

Me extendió el vestido y los zapatos y me llevo al primer baño que encontró. Después de que me vistiera puso la ropa que me había quitado en el coche y nos dirigimos al interior de las ruinas del Palenque.

– ¿Sabías qué desconocemos muchas cosas de este lugar, pero que creen que la ciudad fue construida alrededor de los años 100 a.c.?- una negación con la cabeza le sacó una sonrisa- eso que vez ahí es la tumba de la reina Roja, fue hallada por la arqueóloga Fanny López Jiménez y aunque la descubrió por error, se considera uno de los hallazgos más importantes- otra sonrisa le iluminó los labios- es chistoso que ni siquiera sepamos su identidad aunque creen que se trata de Tz’akbu Ajaw, también conocida como Ahpo-Hel, quien era esposa del ahau Pakal “el Grande”, al principio creían que tenían un parentesco familiar, pero esa creencia se descartó cuando dos años después las pruebas de ADN desconformaron la teoría

-¿Cómo sabes tanto de todo esto?

Una pequeña carcajada volvió a Alejandro a la realidad y continúo caminando por el camino marcado para los turistas.

– Tengo estudios Andrea, ¿recuerdas? Soy abogado

– Es que no lo entiendo- dije después de un largo silencio

– ¿Qué cosa?

– Si tienes estudios, si tienes la oportunidad de ganar dinero de una forma honrada, ¿por qué estas metido en todo esto?

– No lo entenderías- la actitud de Alejandro había cambiado

– Pruébame

Después de pensarlo unos segundos decidió hablar.

– Las cosas no son como las pintan Andrea, es mentira que si te esfuerzas todos los días y estudias lo suficiente tienes el futuro asegurado

– ¿A qué te refieres?

– No porqué te gradúes con honores significa que vas a ser exitoso, graduarte es entrar al mundo real y en el mundo real tienes que encontrar la manera de sobrevivir. Hacer lo que hago me da clientes para mi despacho y el despacho me da clientes para mi otro trabajo, es un círculo que me funciona muy bien

– No pareces arrepentido de haber hecho todas las cosas horribles que seguro tu «negocio» te ha obligado

Las palabras con las que me contestó nunca las voy a poder olvidar en el resto de mi vida.

– Sí lo estoy- lo volteé a ver sorprendida sin decir una palabra, no sabía que decir-nada de esto es fácil, todo se vuelve un juego de a ver quién sobrevive más tiempo así que en vez de luchar contra la corriente aprendes a nadar con ella

– ¿Y si te sales del agua?

– Me muero…. O más bien me matan- seguimos caminando en silencio hasta que Alejandro lo interrumpió con una de sus risas- ya no hay que hablar de esto- me tomó de la mano y me guío hacia otra ruina- vamos que aún tengo mucho con que aburrirte

Después de darme un largo recorrido a las ruinas mayas más importantes salimos exhaustos de ese lugar mágico. Al principio creí que íbamos de regreso al hotel, pero después de unos momentos me dí cuenta que estaba completamente equivocada, en vez de eso nos detuvimos en frente de un restaurante que al igual que las ruinas que acabábamos de salir, estaba lleno de personas.

– ¿Qué hacemos aquí?- le pregunte a Alejandro aún sorprendida de que por primera vez desde que lo conocía se molestaba en abrirme la puerta del coche

– Tengo hambre, ¿tú no?

Le asentí con la cabeza al mismo tiempo que aceptaba su mano y me bajaba del carro.

– Permíteme- dijo mientras tomaba la silla y me ayudaba a sentarme dejando al mesero y a mí sorprendidos de su comportamiento

– ¿Me vas a dar una mala noticia?- fue todo lo que se me ocurrió preguntarle una vez que el mesero estaba lo suficiente lejos

– No, si te quisiera decir una mala noticia lo haría de una forma muy diferente, ¿por qué?

– No estas actuando de forma normal

– ¿Sabes Andrea? No te puedo negar que me gustaste desde el primer momento que te vi y quede aún más interesado cuando descubrí tu agilidad con las palabras, pero en los últimos meses me he dado cuenta que estaba equivocado contigo

– ¿A qué te refieres?- una llamada de alerta tensó todo mi cuerpo

Alejandro se tomó su tiempo para contestarme haciéndome cada segundo más difícil mi existencia.

– Me equivoque cuando pensé que podía usarte unos meses y luego botarte como lo he hecho siempre

– No te entiendo

– Nuestra relación ha sido muy… Digamos «formal» y quiero que eso cambie, quiero que me dejes de ver como tú jefe y me veas como un amigo

– ¿Me estás diciendo que me vas a dejar libre?

El mesero llego con las bebidas y tomó nuestra orden. No paso un momento en el que no dejara de ver a Alejandro. Tal vez la salida de toda esta tortura estaba en alguna parta de su expresión.

– No te emociones querida, yo no dije eso

Deje caer mi cuerpo pesadamente en el asiento mientras dejaba ir el aire que estaba contenido en mis pulmones. Nunca había sentido tal decepción.

– ¿Entonces que me estás diciendo?

Sí no íbamos a discutir mi liberación, esa conversación no me interesaba en absoluto.

– Quiero que nuestro trato cambie y me des la oportunidad de mostrarte una parte de mí qué no conoces

– Nuestro trato acaba en dos semanas, no creo que puedas demostrarme mucho en ese tiempo

La falta de palabras de Alejandro logró llamar mi atención y discretamente voltee a verlo, por desgracia su expresión no me decía nada.

– Podemos alargar tu contrato

– No

– Y dime querida, ¿cómo me piensas pagar el resto del dinero que me debes? Porque sólo te voy a decir que con estos meses solo has pagado lo tuyo, pero lo de tu hermano está intacto

– ¿Qué?- Alejandro no me contesto- pero si en seis meses no te puedo pagar ni 300 mil pesos ¿cómo esperas que te pague los cuarenta millones que te debo?

Alejandro me sonrió unos momentos sin decirme nada, el brillo de sus ojos me decía que ya había previsto aquella convención y eso solo lograba que mi enojo y odio hacia el incrementara. Después de unos pocos segundos que a mí me parecieron horas se recargó en la mesa para acercarse más a mí sin borrar aquella sonrisa.

– ¿Te acuerdas cuando me dijiste que estabas dispuesta a vender tu alma al diablo para pagarme?- mi falta de respuesta le dio el impulso para seguir- aquí estoy así que empecemos a hacer el trato

……………………………………

Unas horas después estaba en la tina del baño recapacitando sobre lo que había hecho, el agua caliente lograba calmar mi cuerpo entumecido por la presión, pero no mi mente. ¿Había hecho lo correcto?, ¿Iba a poder salir bien parada de todo esto?, ¿Cuándo iba a poder ver a mi hermano?, ¿Lo iba a volver a ver?

La última pregunta logró hacer que mi corazón se encogiera a tal punto que por unos instantes pensé que se iba a consumir el mismo. Podía sentir las lágrimas cálidas correr mis mejillas a pesar de que estas ya estaban empapadas por el baño.

La tristeza poco a poco fue sustituida por rencor, un rencor tan grande que sólo necesitas unos segundos para convertirse en odio, odio hacia todo lo que involucraba mi hermano y tal vez, sólo tal vez, ese odio también lo alcanzaba.

Tomé un largo suspiro e hice que el agua cubriera todo mi cuerpo incluyendo la cabeza con la esperanza de que la falta de respiración y el silencio absoluto me dieran la fortaleza para seguir con este plan que había comenzado Sebastián.

………………………………………………………..

«Salimos a las cuatro a.m. Anastasia se encargará de tu equipaje»

La carta sin duda era de Alejandro, a pesar de no poder reconocer su letra su manera corta y clara del mensaje lo delataba a la perfección.

Volví a depositar la nota donde la había encontrado, encima de mi cama perfectamente tendida y me quede mirándola por varios segundos. Así que las aburridas clases habían terminado y todo iba a comenzar de nuevo.

Un ligero golpe en mi puerta hizo que me sobresaltara bruscamente, después de respirar varias veces para tratar de calmarme me dirigí a la puerta para abrirla.

– Espero que estés lista

Alejandro entró a la habitación como si se tratara de la suya al mismo tiempo que guardaba su celular en uno de los bolsillos del pantalón.

– ¿Lista para qué?- me límite a cerrar la puerta para recargarme en ella

Alejandro no me contestó inmediatamente, sólo me sonrió pícaramente antes de analizar la habitación y decidir sentarse en la cama.

– Veo que recibiste mi nota- tomó delicadamente el papel y lo aventó sin ganas de nuevo a la cama

– Sí

– Entonces estas enterada de que nos vamos

– Sí

Se incorporó y cambió completamente su expresión. Ya no se veía como la persona agradable y alegre que era cuando entró al cuarto, ahora se veía más como la persona que realmente era. Peligrosa.

– Creo que no me estás entendiendo Andrea- me hablo de una manera más golpeada así que tarde unos instantes antes de enderezarme aún con los brazos cruzados y tomar un largo suspiro para asegurarme que mis palabras salieran firmes.

– Mañana empezare a ser tú acompañante de nuevo

– Estas equivocada

– No… No entiendo

– Tú nunca dejaste de serlo- una ligera sonrisa iluminó sus labios

La habitación quedó en silencio durante un largo tiempo, cada segundo que pasaba la mirada de Alejandro se ponía más inhumana, era como si me estuviera retando con cada respiración.

– ¿Qué papel vas a ocupar esta vez? ¿Alejandro o Santiago?

– Alejandro las primeras semanas

– ¿Puedo hacerte una pregunta?- dije después de otro largo tiempo en silencio

– Adelante

– ¿Me puedes decir dónde está mi hermano? sólo me conformo con saber dónde esta

– Ya te dije que no lo sé- me quitó con suavidad de la puerta a pesar de que su mirada me demostraba que mi pregunta lo había molestado- te voy a dar un consejo, no lo vuelvas a mencionar

Y cerró la puerta dejándome en claro que sus palabras eran una amenaza.

El despertador sonó a las tres de la mañana a pesar de que Anastasia se había encargado de levantarme a las dos en punto para que me bañara, vistiera y maquillara con toda la calma posible para asegurarse que quedara perfecta.

Alejandro ya nos estaba esperando en el coche y como era costumbre estaba hablando por teléfono, sólo que esta vez no lo hacía ni en español ni en inglés, ¿eso era francés?

– No sabes lo afortunada que eres- el susurro de Anastasia logró quitar mi concentración en el idioma extraño

– Creo que te equivocas- nos detuvimos enfrente del gran vehículo completamente negro provocando que Alejandro se apartará de él para tener un poco de privacidad- Anastasia, ¿cómo te involucraste en todo esto?, ¿quién te obligo a meterte en algo así?

– ¿Quién me obligo?- su voz sonaba burlona- hay Andrea que inocente eres

– Vámonos- dijo Alejandro al acercarse a nosotras- ya perdí suficiente tiempo

……………….

Ahora estaba segura que el idioma que hablo antes de irnos de la casa era francés y eso gracias a que todas las personas en el lugar hablaban muy parecido a como lo estaba haciendo Alejandro el día anterior.

Francia, nunca hubiera podido imaginar hace un año que iba a conocer una de las ciudades más hermosas del mundo y menos que lo iba a hacer entrando a los lugares más exclusivos del país.

Tome un largo suspiro como si eso fuera a despertarme de mi sueño y el aire frío entro a mi cuerpo.

– Ya me voy

Abrí lentamente los ojos y ví la hermosa vista que el balcón del hotel nos ofrecía.

Alejandro se incorporó a mi lado mientras ataba el nudo de su corbata.

– Espero que estés lista

– Sí, lo estoy

– Entonces sonríe, recuerda quien eres

No pude evitar que una pequeña sonrisa se me escapara de los labios.

– ¿Y quién soy ahora?

– Mi compañera- se dirigió a la puerta y yo lo seguí- recuerda las reglas- fue todo lo que dijo al cerrar la puerta detrás de nosotros

Dos horas después estaba aburrida y harta. Cuando ví la enorme casa a la que habíamos llegado creí que se iba a tratar de una velada agradable, pero había resultado ser todo lo contrario. Desde que llegamos Alejandro me dejo sola con un grupo de mujeres que no paraban de hablar en francés mientras él hacía «negocios» en un salón privado.

– ¿Quieres salir a caminar un rato?- las palabras de Phenelope me llegaron como un rayo de luz en aquella oscuridad. Era la única persona que me había agradado en esa casa

– Te lo agradezco- como también agradecía su perfecto español y su comprensión al entender mi incomodidad

Salimos a un hermoso jardín que estaba iluminado por la luna y unas grandes lámparas.

– Te entiendo, recuerdo mi primera vez en una de estas reuniones

– Así qué, ¿Tú también eres dama de compañía?

– Oh no maîtresse- no pudo evitar reírse de mi comentario- eso fui a un principio pero después me case con mesieur Picart

– No creí que eso fuera posible, creí que ellos…

– No te confundas, lo que yo tuve fue bonne chance, mucha suerte, además Alejandro no tiene una reputación… très bon como para pensar que es capaz de contraer matrimonio

– En eso tienes razón, o al menos es lo que todos dicen

Dejó de caminar y sostuvo mi brazo para que hiciera lo mismo

– Une astuce pour vous, si me lo permite claro- asentí con la cabeza para que continuara- ten mucho cuidado con mesieur Alejandro. Lo que tiene de apuesto lo tiene de cruel

– No te preocupes Phenelope se perfectamente con quien estoy tratando

Mis palabras no eran del todo ciertas. Sabía perfectamente a que se dedicaba Alejandro a pesar de que no me comentaba nada, pero no sabía quién era y por lo tanto no sabía de lo que era capaz.

……………………

Solté un lento suspiro y me lleve el vaso con agua tibia a los labios.

Estaba sofocada, harta y lo único que quería era irme de ese intento de restaurante que no era más que una bodega adaptada con una mesa y cinco sillas, literalmente.

A pesar de encontrarnos en el lugar en el que estábamos y el calor sofocante que causaba estar encerrados tenía que guardar la compostura por lo que la falta de aire la trataba de calmar con el agua casi caliente y pequeños suspiros para tratar de recuperar un poco de aire.

El clima no era lo único que me tenía en alerta. El ambiente y las personas contribuían perfectamente. Alrededor de la mesas estaban sentados tres hombres completamente de negro y una pistola en una mano y la otra ocupada con un bat mientras que el líder del trio estaba cómodamente sentado a mi izquierda jugando con una pulsera de mujer como si ese pequeño objeto fuera de un valor inigualable.

  • Vámonos- Alejandro entro en la habitación mientras se secaba las manos con un pañuelo completamente rojo. Lo curioso del caso era que no creía que ese color correspondiera al pedazo de tela que sostenía
  • ¿Conseguiste lo que querías?
  • Sí Roberto, ahora te agradecería…- las palabras de Alejandro se interrumpieron cuando los seguidores de Roberto me apuntaron con sus respectivas pistolas- no hay necesidad de esto
  • Hay Alejandro- me tomó del brazo y me incorporo con una fuerza que por unos momentos agradecí que me estuviera sosteniendo- claro que hay necesidad de esto después de todo un trato es un trato- me acerco aún más a él y deposito un húmedo y asqueroso beso en mi mejilla- ¡llévensela!
  • Levántate, ¡Te ordeno que te levantes!
  • Traigan alcohol
  • ¿Quién te hizo eso?, ¡¿Quién se atrevió a tocarla?!- Roberto sacó una de sus pistolas y apuntó a todo su personal- ¡les dije que la quería intacta!, ¿Cómo me va acompañarme a mis viajes con la pierna así?
  • No fue intencional, solo quería…- la baja voz de una de las personas que estaban ahí fue callada con el fuerte ruido de una pistola al disparase.
  • Así no me sirves y no pienso pagar un centavo para que te arreglen eso- se acercó a mí y tomo mi rostro con una mano para analizarme- Alejandro tiene muy buen gusto, pero también tiene la paciencia para arreglarlas bien- me soltó con desdén y me dio la espalda- por desgracia yo no lo tengo- se detuvo en la puerta y volvió a ponerme atención por última vez- que lastima pero bueno, un mal negocio solo es eso y al fin de cuentas no perdí tanto como Alejandro
  • ¿Ya estas lista?
  • Repasemos el plan- Alejandro me ayudo a cerrar el último botón de mi vestido mientras me repetía por quinta vez lo que íbamos hacer- no nos podemos equivocar Andrea, este tipo es de mucho cuidado
  • Voy a estar bien
  • Tranquilos señores, venimos en paz- fue lo único que dijo mi compañero cuando salimos del auto
  • Nunca está de más prevenir
  • Veo que traes compañía
  • Andrea- iba acercarme a él para saludarlo adecuadamente, pero Alejandro me lo impidió cortándome el paso y usando su cuerpo como barrera entre ambos
  • Vayamos directo al grano- dijo Alejandro al mismo tiempo que me dedicaba una rápida mirada sobre el hombro lo suficiente rápida para que nadie la notara pero con la claridad para que entendiera que guardara mi distancia.
  • Yo conseguí lo que me pediste, pero quiero saber que me darás a cambio de entregarte a la persona que solicitaste
  • La cantidad ya se te fue informada
  • Yo te entrego a uno de mis mejores hombres y tú a cambio me das unos cuantos pesos
  • Ese era el trato
  • No Alejandro, ese era solo una parte del trato
  • Diem entonces qué más pides
  • Déjame ver- se llevó una mano al rostro para simular que pensaba su respuesta, pero por sus ojos demostraban que ya sabía que era lo que quería- antes contéstame algo, ¿para qué traes a semejante belleza a un mundo de hombres?
  • No creo que eso sea de tú incumbencia
  • No, pero tengo curiosidad
  • Le estoy enseñando el negocio
  • ¿A una mujer?- su burla era molesta, pero ninguno de los dos lo demostró
  • ¿Quién sospecharía de una mujer? Tú ya lo comprobaste
  • Siempre has demostrado ser una persona lista, no por algo eres de los más temidos… y jóvenes
  • ¿Podemos pasar de los halagos a lo que venimos?
  • Por supuesto Alejandro, pero antes quiero asegurarme que me des lo que quiero
  • Y, ¿Qué es lo que quieres?
  • Ella no está dentro de ningún trato
  • Claro que no- volvió a poner su mirada en él- nunca pondrías en un trato a la mujer con la que estas encaprichada, ¿verdad?
  • No sabes lo que dices
  • Bueno, si mis palabras no son ciertas entonces creo que es más importante para ti ver a la persona que me pediste a discutir conmigo la seguridad de tú… acompañante
  • Usted no tiene ningún derecho a…
  • Cállate- Alejandro callo mis palabras de la forma más calmada que pudo sin dejar de ver a Roberto- haz lo que quieras con ella mientras entrevisto aquel hombre, pero una cosa si te advierto, ella es de mi propiedad en estos momentos y ya experimentaste lo que pasa cuando alguien toca algo que es mío.
  • A mí no me amenazas niñito
  • ¿Estás bien?- Alejandro se arrodillo a mi lado para poder analizarme mejor-¿Qué te han hecho?
  • Shhhhhhh, duerme un poco más- era la misma voz de Alejandro que tanto me había sorprendido y que a pesar de todos los meses que había convivido con él, era la cuarta vez que la escuchaba
  • ¿Dónde estoy?
  • Deja de moverte que te vas a quitar el suero
  • ¿Qué paso?
  • Te dije que dejaras de moverte- a pesar de ser una de sus muchas órdenes que me daba a diario, su voz lo hacía ver más como una petición.
  • ¿Se puede?- Anastasia abrió lentamente la puerta y Alejandro se alejó de golpe
  • Adelante
  • Veo que ya despertó
  • Sí, y no creo que le siga doliendo porque se está moviendo mucho
  • No me sorprende, después de todo lleva mucho tiempo en esa cama- su cálida sonrisa dedicada a Alejandro se volvió frívola cuando me la dedico a mí- al parecer a alguien le gusta estar ahí
  • Anastasia- y ahí estaba la verdadera voz de Alejandro
  • Solo digo que no es posible que sea la segunda vez que entra a esta casa en estado grave, ¿no será que finge?
  • Ya escuchaste al doctor casi pierde la pierna por la infección, además… – su silencio me hizo entender que ya no iba a continuar, pero me equivoque- esta vez fue mi culpa
  • ¿Qué has hecho?
  • ¿Qué?
  • No te hagas la inocente Andrea, ¿Qué has hecho?
  • No se dé qué me hablas
  • Algo muy grave tuvo que haber pasado para qué Alejandro se esté echando la culpa
  • Tal vez sí fue su culpa
  • Escúchame escuincla, Alejandro siempre tiene la culpa de todo, pero nunca lo acepta así que te lo voy a preguntar una última vez, ¿Qué hiciste?
  • Pregúntaselo a él
  • Solo estas corriendo con suerte, no abuses
  • Anastasia- Alejandro volvió a entrar en el cuarto rompiendo con la tensión que se había hecho- déjanos solos
  • Sí señor
  • Deja ayudarte- fue todo lo que dijo cuándo se dio cuenta que intente sentarme
  • ¿Necesitas algo?
  • Necesito que hagas algo por mí
  • ¿Qué cosa?
  • Quiero que recuerdes a una persona, o más bien quiero que me digas si viste a una persona
  • No te entiendo
  • Antes de qué te quedaras sola en la bodega ¿viste a este hombre?- Alejandro me extendió una fotografía que se veía que la utilizaban con frecuencia, pero eso no me llamo la atención sino el hecho que si había visto a la persona que estaba retratada en aquella foto
  • Sí lo ví, ¿Por qué?
  • Lo sabía- fue todo lo que dijo mientras se incorporaba de golpe- ¿Dónde lo viste?, ¿Cuándo?
  • No sé yo… yo… no me acuerdo
  • Por favor Andrea, se agachó y se recargó en una de las manos que puso al lado de mi cabeza en la pared- es importante- espero mi respuesta, pero al ver que no había ninguna continuo- te tengo un trato para motivarte, acuérdate de donde y cuando viste a esta persona y yo te cuento lo que tanto has querido saber
  • ¿Dónde está mi hermano?- Alejandro se incorporó y me miro detalladamente
  • No, pero si tiene mucho que ver con él
  • Buenos días- me acerqué a la silla y me sostuve de ella antes de que mis pies me traicionaran.
  • Buenos días- fue su corta respuesta antes de volver a ocupar su lugar en la mesa del comedor- ¿tienes hambre?
  • Rosi, tráele a Andrea el desayuno
  • Me alegra que te hayas parado de la cama
  • Ya llevaba mucho tiempo ahí, ya era contraproducente
  • No lo creo considerando que apenas ayer te quitaron los puntos
  • Lo dejaste claro en las últimas semanas, por cierto ¿Dónde te habías metido?
  • Te puedes estar muriendo y ni así me podrás sacar información
  • Ni aunque te diga que ya recordé a la persona de la fotografía
  • Ya estamos hablando en otro idioma- se incorporó antes de terminar de comer- sígueme
  • Pero…
  • Ahora
  • Cierra la puerta
  • Empieza- se sentó en su silla y me indicó con una mano que tomara asiento
  • Lo ví tres veces, la primera cuando llegamos, era una de las escoltas de Roberto solo que por alguna razón estaba oculto por toda su gente, la segunda fue cuando me llevaron al cuarto, él fue quien me desamarró y la tercera…- hice una pequeña pausa para aclarar mi garganta- la tercera fue cuando le dispararon la última vez que ví a Roberto
  • Ya veo- dijo después de analizar las cosas- entonces está muerto
  • Sí- a pesar de no haber sido una pregunta tuve el impulso de contestar
  • Bueno al parecer es momento- deposito el águila en su lugar y me dedicó toda su atención
  • ¿Para qué?
  • Para empezar la segunda parte del trato
  • Nunca hubo una segunda parta
  • Andrea- se incorporó del asiento para dirigirse al frente del escritorio, una vez ahí se recargó en este para alargar nuestra distancia- créeme cuando te digo que te conviene
  • Llevo casi un año trabajando contigo no creo que te siga debiendo demasiado
  • Es cierto- dijo burlonamente mientras encogía sus hombros para quitarle fuerza a sus palabras- pero aún me debes una gran suma y ya casi se cumple el tiempo acordado
  • Todavía faltan un par de semanas
  • Para pagarme diez millones eso no es nada
  • ¿Diez millones? Eso es imposible, no te puedo deber tanto
  • Esa es la cantidad, ¿volvemos a mi propuesta?- asentí levemente con la cabeza- perfecto en ese caso este es el trato. Necesito encontrar a una persona y para hacerlo necesito a alguien de confianza y a alguien listo, en pocas palabras quiero que tú seas esa ficha
  • ¿Quieres que juegue al detective?
  • Exactamente
  • ¿A cambio dé qué?
  • Encuentra a la persona que te pido…- hizo una pausa y se acercó a mí a tal grado que puso ambas manos en las re cargaderas de mi silla y su boca casi toco mi oído- y eres libre
  • Encontrar a alguien a cambio de mi libertad- mi afirmación también fue un suspiro, mientras hablaba Alejandro se volvió a recargar en el escritorio- ¿y también la de mi hermano?, dijiste que esto tenía algo que ver con él
  • Así es- volvió a tomar el águila y jugo con ella para demostrarme que había perdido interés en la plática- porque si encuentras a esta persona vas a encontrar a tú hermano
  • Tic-tac, tic-tac, vamos Andrea tienes que aceptar que es un bien trato
  • Y ¿me vas a dar información o como siempre todo te lo vas a reservar?
  • Te contaría todo obviamente- ese tono burlón ya no me estaba gustando
  • Entonces acepto
  • Perfecto- se incorporó y se volvió a sentar en su silla mientras seguía hablando- entonces salimos hoy en la noche
  • Dijiste que me ibas a dar información
  • Paciencia querida, paciencia
  • Todos ya saben que eres mi compañera personal, aunque sé que es imposible que una mujer me traicione hay que hacerles creer que es no es así, ese es el plan
  • ¿No crees que es un poco soberbio de tú parte pensar eso?
  • El truco son los ojos azules- me guiño un ojo antes de continuar, algo que no podía recriminarle era que sabía utilizar su atractivo- repíteme el plan
  • Voy a entrar a la casa, decir que me maltratas y que quiero salir de tus servicios, convencerlo para quedarme una noche así robarle un anillo que guarda en un cajón de su despacho. El que está a la izquierda y obviamente tiene llave. Al día siguiente me voy temprano con la excusa de que me da miedo que me descubras y lo convenzo que me deje tomar un taxi. Tengo que tomar cuatro diferentes taxis para llegar a mi destino, el aeropuerto
  • Y ahí te voy a estar esperando para irnos – se estacionó en una pequeña calle que daba a la parte trasera de la casa de Alonso. El plan estaba perfectamente marcado ahora lo único que quedaba era ejecútalo a la perfección- sabes cómo comportarte, confío en ti
  • Así que esa era la razón- me voltee a verlo antes de continuar- por eso me llevabas a todos lados, querías enseñarme como se manejaba este mundo, este era tú verdadero plan, todo lo demás solo eran
  • Enseñanzas- termino por mí- siempre te dije que no eras tonta
  • Ya tranquila, toma esto te tranquilizara
  • Creo que el agua hubiera sido suficiente- traté de apartar el vaso pero Alonso me lo impidió
  • Toma un poco más, el agua no te hubiera calmado en absoluto
  • Gracias por recibirme tan tarde
  • Te había dicho que estaba para lo que necesitaras
  • No sé qué le pasó a Alejandro, nunca me había gritado de esa manera, en serio creí que me iba a golpear
  • Qué ni se atreva- su rostro mostraba molestia, al parecer todo iba bien- pero no podemos esperar más de él
  • Hablas como si lo conocieras muy bien
  • Todos los que estamos en esto lo conocemos, tenemos qué
  • ¿Por qué?
  • Por todo el poder que ha llegado obtener
  • Es demasiado joven para que hablen de él así
  • Él no es nuevo en esto Andrea, por eso es tan poderoso y también es por eso que le tienes que tener miedo
  • ¿Tú le temes?- me acerque un poco a él, podía sentir sus respiración en mi rostro
  • Todos le tememos
  • En ese caso me voy- tomé mi chamarra al mismo tiempo que Alonso se levantaba
  • ¿Por qué?, espero Andrea
  • No quiero comprometerte, si se entera que me escape me mata… y a tí también
  • No tiene por qué enterarse, puedo llevarte a su casa antes de que amanezca, pero quédate un rato más- me acerco aún más a él- por favor
  • Podría quedarme unas horas más, solo te pido que me dejes irme en taxi, si acepto que me lleves corremos el riesgo que Alejandro nos descubra.
  • Muy inteligente, ya ví porque Alejandro te cela tanto
  • ¿Lo tienes?
  • ¿Qué sigue ahora?
  • ¿Sabes quién es la persona que mataron en la bodega?
  • ¿La persona de la foto?- asintió con la cabeza- no
  • Era la mano derecha de Roberto
  • ¿Mató a su propia mano derecha?
  • Creo que aún no has entendido este mundo- guardó el objeto en su bolsillo y me puso toda la atención que necesitaba el tema- aquí no hay sentimientos, solo necesidades
  • Eso ya lo entendí
  • Muy bien ahora sigamos- puso sus codos en sus piernas para recargarse y acerarse a mí- ese hombre sabía algo que yo quiero saber pero como comprenderás ya no me va a poder dar la información que quiero
  • Y ¿Cómo le vas hacer para conseguir lo que quieres?
  • Muy fácil, lo que ese hombre sabía, alguien se lo tuvo que haber dicho
  • Vas a ir con esa persona
  • Exactamente, pero no me va a decir nada a mí- se recargó en el asiento y me dedico una sonrisa- pero a ti sí
  • ¿A mí?, ¿Cómo me va a decir algo sino me conoce?
  • Porque tienes dos cosas que nadie más tiene
  • Y ¿Qué es eso?
  • Por segunda y última vez me vas a utilizar para obtener información, vas a ir con ese hombre y le vas a dar información mía haciéndole creer que me estas traicionando y se lo vas a comprobar con el anillo que acabas de robar
  • ¿En qué me sirve un anillo para comprobar mi traición?
  • Este anillo se lo dí a Alonso como símbolo de que había entrado a mis negocios como socio, solo hay dos anillos que demuestran a mi gente de más confianza y ahora tú tienes una de ellos
  • Si tú le diste ese anillo, ¿Por qué lo robamos?, ¿No era más fácil que mandaras hacer otro?
  • ¿Ves el símbolo en el centro?, es mi símbolo y solo una persona sabe hacerlo, por desgracia ya no está entre nosotros
  • Me imagino que tuviste algo que ver
  • Quien tiene uno de los anillos tiene casi mi autoridad para hacer lo que se le plazca en mi nombre, tiene mi poder y no podía dejar que alguien consiguiera el secreto para tallar el águila de esa forma
  • ¿Dónde está el segundo anillo?
  • Lo tiene la persona que estamos buscando- fue su respuesta con un poco de picardía en sus palabras
  • ¿Cuál es el plan?
  • Quiero que te diga quién es “El sapo”
  • Deja de jugar con eso
  • Tanta ropa que me has comprado y tomas dos tallas más chicas
  • Ese era el chiste, ahora sonríe y recuerda el plan
  • Tárdate solo lo estrictamente necesario- me dijo con un susurro al oído- y Andrea- se detuvo e hizo que yo hiciera lo mismo para mirarlo a los ojos- ten cuidado
  • ¿Qué tenemos aquí?- una voz grave hizo que me volteara para quedar de frente con un señor de unos cuarenta años con un puro en la mano y un par de hombres armados a ambos lados- ¿Quién dejó pasar a esta belleza?
  • Entró con Alejandro
  • Veo que alguien comparte mi odio por aquel… hombre
  • Te pueden cortar la lengua por tus palabras niñita
  • Tal vez
  • Y dime, ¿Dónde está tú jefe?
  • Ese hombre no es mi jefe… al menos ya no lo será por mucho tiempo
  • ¿Sabes quién soy niña?
  • Tengo una idea bastante clara- dije al tiempo que mojaba mis labios con la fuerte bebida para simular que la estaba bebiendo
  • Entonces empecemos por el principio- se incorporó y me extendió la mano por encima del escritorio- Juan López, mejor conocido como el “El tigre”
  • Andrea Bustamante, socia del “Águila”
  • Ponerte ese sobrenombre es muy peligroso si no es cierto
  • Y ¿Por qué dudas que este diciendo la verdad?
  • Un socio de Alejandro nunca hablaría así de él, no se atrevería
  • Conozco demasiado a Alejandro, incluyendo sus debilidades y como usted sabrá, eso es útil
  • Y según tú, ¿Cuáles son sus debilidades?
  • Eso señor, es algo que no me voy a arriesgar a decir
  • Usted es muy astuta, pero entonces contéstame algo, ¿Qué están haciendo ustedes dos aquí?
  • Tampoco puedo dar esa información
  • Entonces dígame que información me puedes dar
  • Le puedo dar algo sumamente interesante a cambio de algo, por supuesto
  • Continúe
  • Quiero saber quién es… – solté mi cabello y me senté en el escritorio mientras jugaba con uno de los adornos que tenía ahí, todo esto con el menor interés que pude mostrar- “El sapo”
  • ¿Qué interés tienes en él?- dijo una vez que consumió todo el liquido
  • ¿No te interesa más saber que te daré a cambio de la información?
  • Aún no me has comprobado nada, como sé qué no me estas mintiendo diciéndome qué eres alguien qué no eres
  • Por desgracia no fue hecho para una mujer
  • Dime qué quieres
  • Hundir a Alejandro- mi voz fue fría y calculadora y mi mirada le dio el impacto que quería
  • Eso es imposible
  • Nada es imposible si sabes cómo hacerlo. Tú dame el nombre de la persona que te digo y yo te digo algo que cambiara tú vida para siempre
  • Estas siendo muy gallarda niña
  • Está bien
  • Aún no hemos terminado
  • Si no quieres hacer negocios conmigo no queda nada más que hacer aquí
  • ¿De qué tipo de información estamos hablando?
  • ¿Es original?
  • No has respondido mi pregunta
  • ¿Te suena el nombre de Santiago Azcárraga?
  • ¡Estás jugando con fuego mocosa!
  • Si te vas a poner así mejor hablamos en otro momento
  • Si abren esa puerta no habrá ningún trato
  • Omar Suarez, ese el hombre que buscas
  • Alejandro y Azcárraga son la misma persona
  • Lo sabía- fue su leve balbuceo antes que alguien tirara la puerta de un golpe
  • Buenas noches- dijo suavemente mientras le disparaba a la persona que había estado apuntando
  • Creo que interrumpí algo
  • Te atreves a matar a dos de mis hombres en mi propio negocio, ya no tienes descaro- se incorporó mientras su rostro mostraba la recuperación que tanto esperaba
  • No eres tonto Alejandro y valoras mucho tu vida
  • Tú también
  • No puedo dejar ver cómo te marchas como si nada
  • No te preocupes- no podía creer que aún en la situación que nos encontráramos conservara su burla- si te disparo primero nunca lo vas a ver
  • Todo esto es un mal entendido- traté de acercarme a Alejandro, pero solo el pequeño paso que di logro que las personas que nos rodeaban cargaran sus pistolas- Juan por favor pídeles a tus…guardaespaldas que bajen sus armas
  • Tome asiento
  • ¿Dónde está Alejandro?- dije después de un largo tiempo en silencio. Mi voz aún sonaba ronca por el llanto
  • No lo sé, pero si me cuentas lo que paso puedo hacer que mis hombre lo investiguen
  • Yo… ¿puede decirme primero dónde está?
  • Espero que ésta señorita no lo esté molestando señor
  • Oh por dios, ¿te duele mucho?, ¿estás bien?
  • Tranquila amor, estoy bien- me abrazó con su brazo bueno y me depositó un suave beso en la frente- solo quiero irme a casa
  • Necesitan responder unas preguntas
  • Fabián, no hay nada que preguntar, terminamos por error en ese lugar y por eso te llame. Mi esposa y yo solo fuimos víctimas de ese delincuente
  • Te comprendo perfectamente Santiago, pero es parte del protocolo
  • Si arreglo lo de tu divorcio sin cobrarte un centavo, ¿dejarías que me fuera al hospital?
  • No entiendo porque no quieres ir al hospital
  • Es muy peligroso
  • Te vas a desangrar sino te cerramos la herida
  • Shhh no te espantes, he pasado por cosas peores
  • Ahora sí lograste espantarme
  • La bala atravesó mi cuerpo- dijo sosteniendo la risa
  • Eso no nos sirve de nada si sigues sangrando así
  • Necesito tu ayuda
  • Dime
  • En ese cajón- dijo señalando con la mirada el cajón izquierdo de la cama- hay hilo y aguja para cocer- me levanté mientras hablaba y saque lo que pedía- y también toma el plátano que está en la mesa
  • ¿Qué quieres que haga con esto?- dije una vez que había regresado a su lado con las cosas que me había pedido
  • Cóselo
  • ¿Qué?
  • Cose el plátano
  • Pero…- tome una larga bocanada de aire cuando me dí cuenta de que era lo que me iba a pedir después- no, no, ¡no!- intente incorporarme pero Alejandro me detuvo
  • Andrea, Andrea escúchame, te necesito te juro que te necesito, Andrea… yo también tengo miedo, pero necesito, necesitamos ser fuertes, yo no lo puedo hacer solo
  • Perfecto, ahora toma el alcohol de ahí y desinfecta todo, no se te olvide cambiar el hilo
  • Necesito practicar más
  • No, no lo soportaría estoy demasiado nervioso
  • Haga lo que haga me tienes que prometer que no vas a parar, no importa si te lo pido o te lo exijo, prométeme que no te vas a detener
  • Lo prometo
  • Bien, bien- dijo mientras se volvía a recargar y cerraba de nuevo los ojos- ahora hazlo rápido
  • Culpa, siento culpa… y frio claro- aún con la fiebre tan alta seguía teniendo su sentido del humor
  • Tranquilo, tranquilo- pase la toalla por su frente mientras trataba de calmarlo
  • Andrea… Andrea
  • Sí, aquí estoy
  • No te vayas, Andrea no te vayas
  • No me voy a ir a ningún lado, pero trata de calmarte
  • Prométemelo, júramelo
  • Trata de descansar
  • Andrea, júrame que pase lo que pase no te vas a ir, hay cosas que no sabes y que tienes que saber, pero no ahora, ahora me tienes que jurar que te vas a quedar conmigo
  • ¿Qué cosas tengo que saber?
  • Andrea no te vayas, si te lo digo te vas a ir
  • ¿Tiene algo que ver con mi hermano?, esta… ¿está vivo?
  • Tú hermano… sí…. Todo se trata de tú hermano…todo tiene que ver con tú hermano por eso no puedes saber…si te enteras….si te enteras
  • Si me entero ¿Qué?, ¿Qué pasa si me entero?
  • Andrea prométemelo…si no lo haces te voy a perder… y no quiero
  • Agua, ¿me podrías dar agua? por favor
  • Gracias
  • ¿Ya te sientes mejor?
  • Me duele, me duele mucho
  • Tenemos que llamar a un doctor
  • Pásame mi celular
  • ¡¿Y ahora qué hiciste?!- las palabras de Anastasia eran para mí a pesar que se dirigió directamente a Alejandro
  • Ahora no- fue todo lo que dijo él sin tomarse la molestia de detenerse
  • ¿Qué sucede contigo? Es la tercera vez que un doctor va a visitar esta casa en tiempo record, lo haces a propósito ¿verdad? Es tu forma de intentar ganarlo
  • Yo no hecho nada – traté de seguir caminando haciendo mi mayor esfuerzo por ignorarla, pero me fue imposible cuando me cortó el paso con su cuerpo
  • Un doctor lo está esperando en su habitación llamado con urgencia, ¿Cómo puedes decir qué no has hecho nada?
  • Déjame pasar- mi voz fue apenas un susurro, signo de mi desesperación
  • Dame una buena razón para dejarte pasar a mí casa
  • ¡Esta no es tú casa Anastasia! Vives una mentira enamorada de un hombre que apenas sabe de tú existencia mientras tú presumes ser la dueña y señora de un lugar donde solo sirves. ¡ahora quítate de mi camino!
  • ¿Puedo pasar?- dije después de tocar levemente la puerta antes de abrirla
  • Adelante querida, el doctor me estaba diciendo el excelente trabajo que hiciste con la aguja
  • Le va a quedar una cicatriz bastante desagradable, pero fue un muy buen trabajo para alguien que nunca lo había hecho- dijo el doctor mientras terminaba de guardar sus cosas- la felicito señora
  • ¿Qué recomendaciones le deja a…?- no sabía qué papel estábamos jugando en esos momentos
  • Alejandro va a necesitar reposo total durante las siguientes semanas, necesitaran aplicarle esta medicina directamente a la herida para que no se infecte y cambiarle constantemente las vendas, además de los medicamentos orales claro ésta
  • Yo me encargaré personalmente de seguir sus instrucciones
  • Bueno jóvenes, me retiro
  • Por suerte lo pudimos sacar antes que causas más alboroto, pero estaba hecho una fiera
  • Entiendo- dijo Alejandro despreocupadamente mientras me lanzaba una rápida mirada
  • Algo le hizo ésta para que llegara tan enojado a la casa
  • Luego hablaré con ella- volvió a poner toda su atención en mí, solo que esta vez sus ojos tenían una chispa de diversión- ¿hay algo más?
  • No señor
  • Entonces déjanos solos
  • No sé qué le hiciste, pero no eres mucho de su agrado
  • ¿Quién vino a buscarme?
  • Acércate- obedecí deteniéndome a su lado- siéntate, por favor
  • ¿Me vas a dar malas noticias?- le pregunte al mismo tiempo que tomaba asiento en la silla en la que había estado Anastasia
  • ¿Por qué siempre crees que te voy a dar malas noticias?- juego con la palma de mi mano que había tomado desde que llegue a su lado y no había soltado
  • Nunca me has dado una buena noticia
  • Alonso fue quien te vino a buscar, al parecer ya se dio cuenta que le falta algo y por alguna razón- dijo mientras ocultaba una sonrisa al mismo tiempo que sus palabas sarcásticas llenaban la habitación- te está echando la culpa, pero bueno vayamos a cosas más importantes, ¿Conseguiste la información que te pedí?
  • Sí- yo también me acomodé en mi silla, era mi turno de hacer negocios- tengo un nombre que me imagino te será de utilidad, pero quiero algo a cambio
  • No te quieras pasar de lista- su voz fue demasiado calmada para mi gusto. Sus ojos habían dejado esa chispa de entretenimiento por otra de enojo
  • Solo quiero un intercambio
  • Y por curiosidad, ¿Qué me vas a pedir a cambio?
  • Quiero dos cosas, la primera ya te imaginaras cual es- me volví acomodar en la silla- quiero saber dónde está mi hermano y la segunda… quiero saber qué relación tiene la persona que estamos buscando con Sebastián. Anoche me dijiste que había algo que tenía que saber y que no sabía porque si me enteraba me iba a ir. ¿De qué me tengo que enterar?
  • Ahí son tres preguntas
  • Entonces te intercambio el nombre por tres respuestas
  • Está bien tú ganas, pero primero el nombre
  • Primero tus respuestas
  • Ya te dije que nunca dudaras de mi palabra querida. Ya cometiste un error al sonsacarme de esta manera, no cometas otro
  • Omar Suarez, ese fue el nombre que me dio
  • ¿Qué haces? El doctor te dijo que no te levantaras de la cama
  • Ayúdame a levantarme
  • Toma la llave que está en ese cajón
  • ¿Quién es Omar Suarez?
  • Mi padre
  • Alejandro por favor
  • No te va a abrir
  • Tiene que salir en cualquier momento. Lleva días ahí encerrado.
  • Y seguirá así mientras tenga alcohol
  • Nunca vi a Alejandro tomar más de dos copas
  • Este comportamiento solo lo provoca una persona- se enderezó y se acercó aún más a mí- me imagino que tuvo noticias de su padre
  • ¿Quiere comer algo señorita?
  • No gracias- volví a recargar mi cabeza en las rodillas hasta qué una idea me invadió la mente. Me incorporé de golpe mientras hablaba- ¿Sabes dónde hay un desarmador?
  • ¿Qué?
  • Consígueme un desarmador
  • No vas a desatornillar mi puerta
  • Estas sangrando
  • ¿Qué se te ofrece?
  • Saber cómo estas
  • Estoy bien, ¿otra cosa?
  • Necesitas hablar con alguien
  • Y ¿Qué te hace pensar qué quiero hablar contigo?
  • Yo quiero hablar contigo
  • ¿Sobre qué?
  • No cumpliste con tú parte del trato- al ver que no me entendía lo intente de otra manera- no me diste las tres respuestas
  • No estabas bebiendo- estas palabras era una afirmación para mí, pero Alejandro no lo tomó así
  • Claro que no, ¿de dónde sacaste eso?
  • Yo… lo creí
  • No tienes por qué hacerlo- cerró la puerta y se volvió a dirigir a la cama para acostarse en ella- tú hermano tampoco tomaba
  • Necesito saber algo de él
  • Sé que me odias porque todo esto es mi culpa- no respondí. Tenía toda la razón- por desgracia no puedo decirte donde esta tú hermano porque ni yo lo sé
  • ¿Qué?- me incorpore para verlo directamente a los ojos- entonces, ¿no estabas mintiendo?….. ¿es a él quien estamos buscando?
  • Estamos buscando al responsable de su desaparición
  • Y ¿Por qué no buscarlo a él directamente?
  • Eso intenté a un principio, pero a tú hermano se lo comió la tierra- hizo una pequeña pausa antes de continuar- ¿no te diste cuenta de lo que estaba haciendo cuando recién te contraté?
  • ¿A qué te refieres?
  • El primer lugar que te lleve fue a ver a esa persona en…
  • Aquella bodega- entonces lo entendí todo- estabas buscando a una persona, ¿a mí hermano?
  • Así es, pero nunca obtuve nada
  • Y ¿Por qué crees que tú padre tiene a mi hermano? Espera un momento- me alejé un poco más de él- ¿Por qué buscas a mi hermano si yo soy la que te va a pagar lo que te debía?
  • Tú hermano era una persona importante dentro de mi gente de confianza, tal vez no lo entiendas pero Sebastián era como un hermano para mí…a pesar que el dinero es dinero- se retiró el pelo de la frente al mismo tiempo que su expresión cambiaba- A Sebastián le había dado a esconder el único objeto que me puede destruir y por supuesto al enterarse, mi padre quiso obtener dicho objeto. No sé cómo no se me ocurrió antes.
  • ¿Estas completamente seguro qué él tiene a Sebastián?
  • Quede en ver a tú hermano en una camioneta a las afueras de la cuidad para que me diera el dinero, como ya te imaginaras no lo encontré, pero mi gente si encontró esta nota en la camioneta
  • Creí que sería más fácil encontrar a tú hermano que al responsable, pero me equivoqué
  • ¿Cómo puede ser que no conocieras el símbolo de tú padre?
  • Conocí a mi padre muy poco tiempo, pero el suficiente para entender que era una persona muy inteligente, ese alias y ese símbolo no le pertenecen, no oficialmente quiero decir
  • ¿Tú padre sería capaz de hacerte esto?
  • Mi padre es capaz de hacer cualquier cosa. Nos abandonó a mi madre y a mí cuando se enteró que mi madre estaba embarazada, yo crecí sin él. A los doce años descubrí este mundo, solo era el mensajero, un niño sin fututo en aquel mundo al parecer, pero poco a poco me fui posicionando. A los dieciocho empecé a hacer negocios para pagar mi escuela de leyes y a los veintidós entre a ser la mano derecha de uno de los hombres más importantes del negocio. Nunca me enteré que esa persona era mi padre hasta unos años después. Cuando descubrió que ya lo sabía me corrió de su lado y fue ahí cuando comencé a trabajar solo.
  • ¿Sigues dudando de mi deducción?
  • Y ¿Cuál es tú plan?
  • Te contraté por una razón. Tú hermano ha estado dejando pistas. Aún no sé cómo se las ha arreglado pero cada tiempo indeterminado deja algo que sé que nos ayudaran a encontrarlo, aunque ya lleva un par de meses sin que encontráramos nada- estas últimas palabras eran más para él que para mí- En fin, yo no las comprendo, pero tú sabes cómo piensa, cómo se mueve y quiero que lo encuentres
  • Puedo intentarlo
  • No Andrea, no estas entendiendo. Tienes que hacerlo- se acercó unos centímetros más- no tenemos mucho tiempo, no es normal que mi padre haya dejado vivo a Sebastián por tanto tiempo al menos que tú hermano haya alcanzado esconder lo que le pedí, si es así no tardaran mucho en encontrarlo y matar a tú hermano
  • Sí tú le pediste que lo esconderá debes saber dónde esta
  • Solo una persona sabe dónde está y esa es Sebastián
  • Entonces hay que encontrarlo, aunque…- me levanté de la cama y le dí la espalda- tienes que prometerme que una vez que lo encuentre nos dejaras libre
  • Espero que estés consiente de qué una vez que entras en este mundo es imposible salir de él
  • Tú y yo hicimos un trato y espero lo cumplas
  • ¿Cuántas veces te tengo que repetir lo mismo?
  • Esto es todo lo que mis hombres han encontrado, ¿significa algo para ti?
  • Todos estos dibujos los hizo mi hermano
  • Así es
  • ¿Por qué mi hermano haría una copia de un retrato mío?
  • Ese fue la primera pista que encontramos
  • Necesito ver el cuadro original
  • A eso vamos
  • Tengo hambre, ¿tú no?
  • ¿Podrías ir más despacio?
  • Se ve limpio
  • Y es muy bueno- fue todo lo que dije mientras me quitaba el cinturón de seguridad
  • ¿Y cómo sabes eso?
  • Mi padre nos llevaba a comer aquí
  • Todavía no nos acercamos a Tampico
  • Mi padre nació aquí y veníamos a visitar a la familia los fines de semana
  • Cuéntame más de ti
  • ¿Qué quieres que te cuente?
  • Lo que quieras, estoy un poco impresionado de lo diferente que son tú y Sebastián. Aún me cuesta trabajo aceptar el hecho que son hermanos
  • Mi hermano siempre fue más ambicioso y eso lo desvió del camino
  • ¿Cuál camino?- me molestó un poco la ironía de su voz. Sabía que hablaba del mundo que lo destruyó
  • Y ¿Qué me dices de ti?, ¿hasta dónde te ha llevado tú ambición?- me acerque a la mesa para recargarme en ella- ¿es cierto que eres el gran señor? ¿él qué todos admiran y temen?
  • Sólo le temen a la imagen. A la idea de saber quién soy
  • ¿Entonces al qué verdaderamente le temen es a tú padre?
  • No te conviene preguntar tanto Andrea
  • Mejor hablemos de algo más interesante- su picardía regreso a su mirada- ¿Qué crees que encontremos en el retrato?
  • Lamento la tardanza, nos falta personal
  • No hay problema- fue todo lo que contesto Alejandro mientras esperaba que se retirara
  • ¿Sucede algo?
  • Esto no fue lo que pedí
  • Sí lo hiciste
  • Le pedí un tamal, no está maza mal cocinada
  • Eso es un tamal de la región, se llama sacahuil y fue exactamente lo que le pediste
  • Saca…¿Qué?
  • Sacahuil- dije tratando de ocultar la risa que estaba empezando a salir
  • No sabe mal
  • El sacahuil del “Selecto” es el mejor que vas a probar en tu vida
  • Por cierto, ¿tú sabes cómo se llama este pueblo?
  • Naranjos
  • No, no me suena
  • ¿Qué fue eso?- dije después de escuchar un fuerte ruido seguido de una cama de humo que nos inundó la vista
  • Esto no va a volver a moverse al menos que lo empujemos lo que queda de camino
  • No me sorprende después de como estabas conduciendo
  • Parece que tienen problemas con su coche
  • Sí, el motor está muerto
  • Sí, está muerto
  • Tenemos que ir a Tampico, sabes dónde están las estaciones de los camiones
  • Yo no me voy a ir en camión
  • Te pareces mucho a una amiga
  • Si tú amiga no nos puede llevar, ese dato no me sirve de nada
  • No sé cómo ayudarlos si no se quieren ir en camión- dijo mientras trataba de ocultar su sonrisa
  • Ya sé- dijo mientras veía a Alejandro- les puedo vender mi coche, lo estoy vendiendo y ustedes necesitan un transporte
  • ¿Cuál es?
  • ¿A cuánto?- dije con mucha precaución mientras miraba de reojo a Alejandro para comprobar que no eran de sus coches favoritos
  • Muchas gracias…
  • Luis, me llamo Luis
  • Muchas gracias Luis
  • ¿Ves algo?
  • No sé qué significa esto
  • Yo sí, vamos
  • Lo que buscamos está en Brasil
  • ¿Brasil?, ¿Qué estamos buscando en Brasil?
  • Este es el símbolo del restaurante donde nos conocimos. Me refiero a tú hermano y a mí. Lo sé perfectamente porque siempre contrato a mi personal ahí
  • ¿Por qué contratas a tú personal en otro país?
  • Seguridad, siempre te he dicho que hay que ser discretos, además ahí es donde hago la mayoría de mis negocios
  • Ponte esto- dijo mientras uno de sus hombres me entregaban un vestido con sus respectivos zapatos- te veo en el bar
  • ¿Le puedo invitar algo señorita?- acaso ¿me estaba coqueteando?
  • Eso depende- dije respondiéndole con una sonrisa pícara
  • Entonces adelante
  • Shenorita- dijo Alejandro arrastrando las palabras- le chengo una propochichion, uchted me achuda a chegar al baño y cho- hizo una pausa para aclararse la gargana- cho…
  • Te veo en la camioneta- dijo con un perfecto entendimiento de sus palabras mientras me susurraba al oído.
  • Fue más difícil de lo que pensé- otra vez hablaba fluidamente y sin rastro de los efectos del alcohol
  • Nunca estuviste borracho, ¿verdad?
  • Claro que no querida, nunca tendrás el privilegio de verme en ese estado
  • Entonces, ¿Por qué fingiste qué lo estabas?
  • Para obtener esto
  • Se la quite al dueño del restaurante, por suerte lo conozco lo suficiente como para que mi alboroto lo atendiera él- cerró la llave en su puño mientras gracias a la poca luz de la luna que se filtraba por la ventana, pude ver su irónica sonrisa- es increíble que no cuiden sus cosas
  • ¿Por qué no en vez de robar, pides las cosas?, se las estas quitando a gente que conoces
  • No puedo creer que aún no comprendas lo importante que es la discreción- sabía que se estaba riendo por el tono de su voz- si se las pido sabrán que estoy buscando algo y nadie puede saberlo
  • ¡Tiene que tener alguna lógica!- dijo mientras se levantaba bruscamente de su escritorio
  • Lo sé, pero ¿Cuál?
  • Déjalos en el escritorio- dijo volviendo a sentarse en su silla- solo ten cuidado con lo que está ahí
  • Son hermosos- dijo Anastasia acercándose a ellos- ¿Quién los hizo?
  • Fuera- fue la fría respuesta de Alejandro
  • Fuera- volvió a decir solo que esta vez con un poco de irritación en la voz
  • ¿Qué haces?
  • Ayúdame a voltearlos- dije sin dejar de mover mis manos
  • Imposible- fue todo lo que dijo
  • Son los esquemas de una casa- dije cuando había terminado
  • Son los esquemas de esta casa- volvió a poner toda su atención en su escritorio- ¿Qué es esto?
  • Vaya, vaya- aquella persona camino hasta llegar al escritorio y analizar lo que habíamos hecho- siempre supe que eras inteligente, pero esto me sorprende, claro que la mayoría no lo hiciste tú- volteó a ver a Alejandro mientras este despedía todo el odio en su mirada- aunque te daré algo de crédito- se alejó de él y camino hacia mí- igual de lista que tú hermano, se ve que es de familia, lastima qué- volteo a ver una vez más a Alejandro- eso no aplique en la mía
  • ¿Qué quieres?- su voz sacaba el mismo odio que lo hacia su mitrada
  • Anastasia- grito hacia la puerta y después de unos breves segundos ella apareció en la puerta- repíteme lo que me dijiste hace unos segundos, ¿Qué estaban haciendo mi hijo y esta mujer?
  • Estaban buscando a una persona
  • Y ¿Quién era esa persona?- pregunto el señor sin quitarle la vista a su hijo
  • Sebastián
  • Y también dijiste que ya habían encontrado su ubicación, ¿cierto?- ella se limitó a asentir con la cabeza mientras Omar daba otro vistazo a los papeles que habían en el escritorio- y no te equivocaste niña
  • Eso es imposible- dijo Alejandro tratando de moverse aunque se detuvo cuando vio que la gente que nos rodeaban apuntaban más arriba de su cuerpo, hacia su cabeza- Sebastián no puede estar aquí en esta casa
  • Y ¿Por qué no?- respondió Omar con una carcajada- siempre te dije que el mejor escondite es donde nunca van a buscar
  • He recorrido cada pasillo, cada rincón de estas paredes y no hay manera que no lo hayamos encontrado ya
  • Yo construí esta casa chamaco- la risa había desaparecido de rostro- creme cuando te digo que sí hay un lugar y para que me creas te lo voy a demostrar en este momento
  • Tienes una copia de esta llave- dijo mientras nos obligaba a seguirlo- fue la que le quitaste a aquel hombre en Brasil, aún me sorprende de que la encontraras
  • Te tengo un trato Alejandro, entrégame lo que este…- volvió a ver el cuerpo inconsciente de mi hermano antes de continuar- niño estaba escondiendo y yo libero a ambos
  • También a Alejandro
  • Eso no va a ser posible niñita- se acercó a mí para dejarme las cosas claras- no puedo perder a un hombre como mi hijo ahora que comprobé que no es un inútil como siempre pensé
  • Estás loco sí crees que trabajaría para ti
  • ¿Y crees que tienes opción?, si no fuera tan patético me darías risa
  • Ríe todo lo que quieras, nunca voy a trabajar para ti
  • Vaya, vaya, ya veo lo que pasa- Omar entro en el cuarto mientras negaba con la cabeza- creí haberte dado la lección más importante de este negocio, Alejandro- volteó a verlo con una mirada inexpresiva- si te preocupas por alguien más pierdes, si pones a alguien más sobre ti pierdes y si te enamoras, pierdes- ahora su atención estaba en mí- y tú hiciste todo aquello
  • Estas equivocado- dijo con una voz calmada a pesar de lo que sus ojos mostraban
  • Yo nunca me equivoco hijo mío- se acercó a mi hermano haciendo que un nudo en el estómago me dificultara respira- ahora volvamos a lo importante. Dame lo que te pedí
  • Te lo daré, solo si me das tú palabra qué…
  • Déjame adivinar- lo interrumpió- si dejo a tú amada y a su hermanito libres, ¿no es así?
  • No, esperen- cuando hable todos los presentes voltearon a verme, aquellas palabras me salieron sin pensarlas como las palabras que dije después- sí nos dejan a nosotros libres, ¿qué le pasara a Alejandro?
  • Hace unos años averigüé que tú madre seguía con vida y qué tú la estabas escondiendo. También me enteré por casualidad de que tú fuiste el responsable de cambiarle de identidad y mudarla a otro país. Esto es lo que te ofrezco: dame la información de tú madre que eso fue lo que a este joven- dijo mientras señalaba con la miraba a Sebastián- le ordenaste esconder, junto con tú lealtad por el resto de tus días y yo dejo a este dúo en libertad
  • No- fue su fría respuesta
  • Ponte a pensar que estoy dando más de lo que mereces. Esta mujer sabe demasiado y es un peligro para nosotros, sería más fácil borrarla del mapa.
  • No te atrevas amenazarla, ni mucho menos a tocarla
  • Entonces acepta mi trato que no estás en condiciones para amenazarme
  • He estado ocultando a mi madre de ti toda mi vida, ¿Por qué quieres saber dónde está ahora?
  • Eso no te incumbe- su voz fue frívola, aunque no se compara con el escalofrío que me ocasiono la voz de Alejandro al responderle
  • Es mi madre
  • Tienes dos segundos para responder- dijo Omar sin quitar la mirada de su hijo
  • Te prometo mi lealtad por el resto de mi vida, pero nunca te diré dónde está mi madre
  • Con eso no habrá trato
  • Entonces mátanos a todos y buena suerte con tu búsqueda
  • Tú sentido del humor no te va a llevar a ningún lado chamaco irrespetuoso- se acercó a mí y me jaló del brazo para aprisionarme con un una mano mientras que con la otra me apuntaba con la pistola- te lo pondré más fácil, dame la ubicación o la mato
  • Mi madre falleció hace unos meses, lo que Sebastián estaba ocultando era su carta de defunción y la ubicación del cementerio
  • ¡Es mentira!- dijo mientras presionaba más el arma sobre mi frente
  • Deja ir a Andrea y yo mismo te llevare a su tumba
  • Y ¿si no es así?
  • Me matas en ese momento
  • Me enseñaras donde esta y después los dejo libres
  • Vámonos, no tenemos mucho tiempo
  • ¿Qué pasó?, ¿Dónde está tú padre?
  • ¿A dónde vamos?- le pregunte mientras lo ayudaba a abordar a Sebastián
  • Andrea escucha bien, cuando lleguen un doctor los va a estar esperando para atender a Sebastián junto con Felipe Guzmán, que no se te olvide ese nombre. Guzmán los va a ir a buscar al aeropuerto y los va a llevar a un hotel para que se hospeden ahí hasta que tú hermano se encuentre bien. Él mismo los va a regresar al aeropuerto y les va a dar los papeles para que se vayan de América con otra identidad. Es muy importante que sean discretos y que una vez que lleguen a Londres con sus nuevos nombres olviden a los que tenían aquí. ¿Me entendiste?
  • ¿Londres?, ¿Nuevos nombres?, ¿De qué hablas Alejandro?, ¿Y mi familia?, ¿Qué pasara con ellos?
  • No puedo protegerlos a todos, pero créeme será mejor para ellos que a ustedes se los trague la tierra
  • No puedo irme
  • No pueden quedarse. Mi padre los iría a buscar si se entera de la farsa y no puedo permitir que te encuentre
  • ¿Cuál farsa?
  • Cuídate mucho, Andrea
  • Espera, ¿no vas a venir con nosotros?, ¿está es la última vez que te voy a ver?
  • Tú nunca perteneciste a este mundo, amor- depositó su mano en mi mejilla y me miró a los ojos sabiendo que se trataba de la última vez
  • Quiero pertenecer, quiero quedarme contigo, quiero….
  • Shhhhhhhh- Alejandro me calló mientras ponía su otra mano en mi mejilla- tranquila cariño, esto es lo mejor, mi padre se dio cuenta que me enamoré de ti y ya no estas segura aquí. Necesito protegerte y si estas a mi lado no lo voy a poder hacer- una sonrisa burlona le ilumino los ojos- aunque sea lo que más quiero en la vida
  • Debe de haber una forma
  • Te prometo que siempre voy a estar contigo, cuidándote y viendo por ti, pero me tienes que jurar que tú vas a hacer lo mismo. Ya no más problemas jovencita y por más que quieras a tú hermano tienes que aprender a dejarlo resolver sus problemas solo. Esta vez tuviste suerte, pero no siempre lo vas a poder salvar y menos si no dejas que aprenda de sus errores. ¿está bien?- asentí con la cabeza mientras una cálida lagrima recorría mi mejilla- no llores- dijo al mismo tiempo que interrumpía con uno de sus dedos- esto no es un adiós definitivo, recuerda eso.
  • ¿A dónde fuiste?
  • Fui por el periódico para leer algo- me acerqué a él y me senté a su lado- ¿Cómo te sientes?
  • Mucho mejor- su voz aún se escuchaba ronca por el sueño, aunque para mí fue un alivio escuchar de nuevo su voz- Andrea, ¿Te puedo preguntar algo?- asentí ligeramente con la cabeza esperando que continuara- dijiste que Alejandro cambió nuestra libertad por las pruebas de que su madre había fallecido
  • Entre otras cosas, sí
  • Pero, ¿Qué pasaría sí su padre se entera que le mintió?
  • No te entiendo- dije casi como un susurro
  • Es qué….- Sebastián dudó unos segundos, después me miró fijamente a los ojos- su madre no está muerta, Andrea
  • Eso es imposible, Alejandro te mando a ocultar sus papeles de defunción
  • Alejandro me mando a ocultar a su madre y luego a fingir su muerte para que su padre dejara de buscarla. Su madre esta vivía, Andrea y Omar lo descubrirá muy pronto
  • No digas eso- todo el miedo que sentí se notó en mi voz- por favor no digas eso, ese señor no tiene forma de saberlo
  • Sí la tiene, cometí un error al hacer mi trabajo por eso le pedía a Alejandro que te protegiera, yo sabía que nos habían descubierto y por eso le deje todos esos rastros y le pedí que te protegiera.
  • ¿Cómo fuste capaz de pedirle un favor después de la fortuna que le debías?
  • ¿Cuál fortuna?
  • El dinero Sebastián, por lo que me llevaste a hablar con él
  • Andrea yo le pague hasta el último centavo
  • Entonces, ¿Qué me estaba cobrando?
  • No te estaba cobrando nada Andrea, yo creo que fue su excusa para hacerme el favor y tenerte cerca de él
  • ¿Quién?- dije aún espantada y con el corazón en la mano
  • Soy yo señorita, Felipe
  • Tenemos que irnos. Acaban de asesinar “Al Águila”, tenemos que irnos
  • Lamento la tardanza- Sebastián se sentó en la silla que estaba al frente mío mientras se quitaba el exceso de agua del pelo
  • Estas empapado
  • No me sorprende por cómo está lloviendo
  • ¿Ya viste esto?
  • Está en todos lados- miro a nuestro alrededor como si se asegurara que nadie nos estaba escuchando- ¿Crees que sea posible?
  • Andrea, ¿sucede algo?- me preguntó Sebastián mientras miraba detrás de su hombro para tratar de identificar lo que me había sobresaltado- se te fue el color del rostro
  • ¿Ese es….?- fue todo lo que dijo Sebastián cuándo identifico a la persona a la que estaba mirando- entonces es cierto, ¿Cómo puede ser posible que tenga tanta suerte?
  • Son los ojos azules
  • ¿Qué?

La persona a mi izquierda se incorporó ocasionando que el trio hiciera lo mismo.

Me empujó a uno de los hombres de negro y en pocos segundos estaba amarrada y con los ojos y boca perfectamente sellados.

A donde me llevaron es algo que nunca sabré, de lo único que me enteré fue que nunca me sacaron de aquella bodega, solo me cambiaron de una habitación a otra aún más caliente y con un peor olor.

Me empujaron al escuchar que abrían una puerta y la fuerza de aquel brazo ocasionó que tropezara con algo lo suficiente duro como para sentir como la piel de mi muslo de desgarraba.

En pocos segundos tenia a una persona encima de mi desamarrándome y dejando en libertad mi boca e ojos antes de salir de la habitación cerrando la pesada puerta con llave.

Dejé que mis ojos se acostumbraran a su nueva libertad mientras llevaba ambas manos a mi pierna lastimada esperando que la herida no fuera lo suficiente profunda.

Lo único que sentía eran las fuertes pulsaciones en la herida abierta y la sangre caliente recorriendo mis dedos. Al alzar una de mis manos para mirar la cantidad de sangre que tenía en ella sentí como el estómago se encogía y segundos después el techo calló sobre mí dejándome inconsciente.

Un leve ardor en una de mis costillas logró que abriera los ojos para encontrarme a Roberto en frente de mí mientras me intentaba levantar con la punta del zapato.

Trate de incorporarme pero el dolor en la pierna me recordó el porqué de mi desmallo.

Una persona me sostuvo por las axilas e hizo que me incorporar mientras una nueva punzada lograba sacar un grito de mi garganta.

A los pocos segundos de la orden de Roberto un fuerte olor a alcohol logro devolverme a mi horrible realidad para darme cuenta que la mirada de aquel hombre estaba posada en la sangre que cubría el pequeño vestido ya desgarrado al igual que la pierna.

La susodicha persona se desplomo sin vida mientras un pequeño rio de sangre se hacía camino por los pies de los demás.

Roberto solo se limitó a guardar su pistola y volver a poner toda su atención en mi herida.

Y fue todo lo que dijo antes de salir de la habitación seguido por su gente.

Después de eso no volví a escuchar ni un solo ruido. Por momentos pensaba que estaba completamente sola en aquel desamparado lugar pero ese pensamiento era demasiado bueno para ser real.

Las ganas de beber o comer algo se desvanecían completamente con el fuerte ardor de la pierna, los escalofríos y la obvia aparición de una fiebre elevada. Cuando me armada del suficiente valor podía notar que la piel alrededor de la herida era de un color rojizo y amarillento, además del agua igual amarilla que salía sin cesar de la piel abierta.

A veces era consciente de las alucinaciones que experimentaba, muchas veces esas alucinaciones me llevaban con mi hermano, en otras el protagonista era Alejandro.

Su rostro moreno que contrastaba con aquellos ojos azules me atormentaba una y otra vez, a veces todo era producto de mi imaginación, pero otras eran recuerdos, recuerdos de la primera vez que lo ví o recuerdos de la última vez.

Una hora después estábamos entrando a una enorme bodega abandonada a las afueras de la ciudad de Buenos Aires.

Alejandro repasó por última vez el plan antes de salir el coche y fue ahí cuando vi por primera vez a Roberto. Un señor de unos cuarenta y cinco años con una pansa que delataba lo poco que cuidaba su persona y un mundo de gente perfectamente armada.

Un fuerte apretón de manos por los dos hombres no logro calmar el ambiente, al contrario, al momento en que se acercaron los hombres de ambos mandos apuntaron más firmemente al hombre que estaba en frente de su jefe.

Entramos en aquella bodega en completo silencio. Desde hace ya varios días Alejandro me había mencionado aquel viaje a Argentina pero nunca me había comentado, como era de costumbre, qué era lo que nos llevaba ahí.

Después de caminar por varias habitaciones llegamos a nuestro destino. Todos los presentes se detuvieron y Roberto se puso entre una pequeña puerta y nosotros.

Alejandro, sin dejar de mirarlo hizo una seña a uno de sus hombres y este puso entre ambos señores un cofre.

Roberto hizo la misma seña a una de las personas de su lado para que abriera lo que tenían en frente antes de soltar una desagradable carcajada.

Un largo silencio invadió el ambiente.

Otra fuerte carcajada invadió el silencio que se estaba empezando a formar, por primera vez a pesar de que solo fueron unos instantes, ví a Alejandro incómodo.

Una sonrisa torcida invadió su rostro mientras ponía toda su atención en mí.

Fue todo lo que dijo antes de dejarnos solos.

La puerta se abrió. Seguramente otra alucinación, solo esperara que en esta no apareciera Alejandro.

Una leve brisa hizo que me diera un escalofrío, después estaba rodeada de un mundo de gente que se hizo a un lado para dejar pasar a una persona. No necesitaba verla para saber quién era, Alejandro tenía una manera muy distintiva de caminar.

Esta alucinación tenía algo que ninguna de las pasadas había tenido. Estaba empezando a dudar que la fiebre me estuviera jugando otro juego.

Su voz dulce y suave como muy pocas veces había sido me hizo pensar que todo se trataba de mi mente, hasta que al momento de levantarme en sus brazos el fuerte y punzante dolor en la pierna me hizo reconsiderar lo que estaba pensando.

El dolor fue tan fuerte que solo logre retener pocos momentos de lo que estaba pasando, pero ninguno me marco más que la escena de estar en el coche sentada en el regazo de Alejandro mientras este me susurraba al iodo que todo iba a estar bien y que sabía que todo aquello era su culpa. Palabras sabias, pero no las suyas.

……………………..

Abrí lentamente los ojos, trate de moverme pero dos punzadas me detuvieron, ninguna de las dos se comparaba con el fuerte dolor que había sentido antes. Al escuchar que alguien se aproximaba una señal de alerta invadió mi mente pero aún me sentía demasiado atontada como para reaccionar como hubiera querido.

Deje que mis ojos se abrieran completamente y ví de lo que estaba hablando, tenía cerca del hueso de la muñeca una aguja que atravesaba mi piel y estaba conectada a un tubo con una bolsa, ese era el suero del que me hablaba.

Alejandro en vez de contestarme deposito una de sus manos en mi frente para tratar de calmarme.

Al calmarme un poco pude darme cuenta que me encontraba en mi habitación de la casa de Alejandro. De alguna manera habíamos vuelto.

Anastasia abrió los ojos como si quisiera demostrar su tamaño, Alejandro se disculpó fingiendo que tenía que hacer una llamada de suma importancia y nos dejó solas en el cuarto.

Se acercó a la cama y se agacho para que quedáramos solo a unos sentimenteros la una de la otra.

Tomo con una mano mi cachete y me lo presiono con suficiente fuerza como para lastimarme.

Me soltó con demasiada fuerza pero no pude demostrar el daño que me había ocasionado.

Espero cerca de la puerta a que ella saliera, una vez que lo hizo cerro con seguro y se acercó a mí.

No me contesto hasta que se aseguró que estuviera completamente sentada, después jalo una silla y se sentó en ella. Todo esto con la mayor calma que pudo demostrar.

Dejó la fotografía a un lado de la cama y salió del cuarto.

Por supuesto había visto a aquella persona y no una sino tres veces en todo el tiempo que pase ahí, pero ¿Dónde?

Tomé la pequeña foto y trate de hacer memoria. Intente una y otra vez, pero por desgracia cada vez que cerraba los ojos solo se me venían a la mente las alucinaciones que había tenido. Y entonces lo recordé.

………………..

Aun me costaba trabajo caminar y Alejandro al momento de levantarse de su asiento de golpe y acercarse a ayudarme me dejó claro que era obvio.

La señora de servicio se retiró rápidamente para cumplir la orden de Alejandro dejándonos solos.

Una sonrisa pícara en él ilumino su rostro dejando que Rosi entrara a la habitación con un plato de frutas.

Mi voz fue suave mientras desinteresadamente me llevaba a la boca un pedazo de sandía.

En esos momentos la sonrisa desapareció de su rostro y por unos instantes su mirada se perdió en el vació. Después volvió a dirigir su atención en mí mientras se recargaba ágilmente en la mesa.

Ni siquiera se tomó la molestia de voltearse para darme la orden, se limitó a seguir caminando con la seguridad que iba a obedecer.

Dejé el plato de frutas casi intacto y lo seguí hasta lo más profundo de la casa que era donde estaba su despacho.

Obedecí sin dejar de mirarlo, a él y a la enorme habitación en la que estábamos que a pesar de ser de un tamaño exagerado no se componía más que un escritorio, unas sillas al frente, unos pequeños sillones y ¿Por qué no? Su bar personal.

Alejandro comenzó a jugar con un adorno de un águila que tenía en el escritorio. Se veía completamente absorto en el pequeño objeto pero algo me decía que media cada uno de mis movimientos.

Su voz fue apenas un suspiro, como si quisiera evitar que alguien nos escuchara, pero sus palabras entraron en mí como si las hubiera gritado.

Tome mi tiempo para pensarlo. Alejandro no era de fiar y no era posible que me pagara diez millones de pesos solo por encontrar a alguien, al menos que ese alguien fuera de suma importancia, pero Alejandro no valoraba tanto a las personas, ¿Cuál era el truco?

Una sonrisa frívola ilumino su rostro. Estaba ganando como siempre y él lo sabía.

No sé porque esas palabras no me sorprendían.

………………………………

Íbamos en un pequeño vehículo verde. Eran alrededor de las doce de la noche y Alejandro llamaba a esta carcacha camuflaje.

Una larga carcajada me dio a entender que no.

Asentí con la cabeza y abrí la puerta del coche para bajarme. Estaba a punto de cerrar la puerta cuando las palabras de Alejandro tomaron otro significado para mí, por fin había entendido una parte de todo su plan.

Cerré la puerta del coche aun con ese sabor de boca de entender aunque sea una pequeña parte un plan hecho por una persona con esa inteligencia.

……………………….

Tomé el vaso que me ofrecía Alonso y lenta y temblorosamente me la lleve a los labios. Mi rostro casi delata el disgusto que sentí cuando mi paladar fue invadido por el fuerte sabor del brandi.

Me aleje de él y me levante torpemente fingiendo que aún me sentía lo suficiente nerviosa como para controlarme a la perfección.

Me tomó del brazo impidiendo que siguiera caminando a la salida.

A un principio pensé en rechazarlo y alejarlo de mí, pero eso podía arruinar todo, no era que yo le gustara, sino era el hecho de tener algo que le pertenecía a Alejandro.

Pobre hombre, estaba segado por los celos y la envidia y lo peor de todo era que esos mismos sentimientos lo iban a llevar a la ruina. Nunca iba a ser igual que Alejandro, menos aún le iba a ganar.

Me acerque a él para darle a entender que aceptaba sus condiciones, pero después puse mi raya al poner una mano entre nosotros y tratar de soltarme de él.

Me tarde más de una hora en emborracharlo, intento pasarse de la raya varias veces pero creyó que mi temor a Alejandro era tal que a pesar de desearlo tanto nunca iba a pasar nada entre nosotros. La realidad era completamente diferente pero al final la recompensa valió la pena ya que antes de las cuatro de la mañana ya tenía el anillo en las manos, había dejado dormido a Alonso en su cuarto con las suficientes pruebas para que pensara que algo había sucedido esa noche y en esos momentos estaba en mi cuarto taxi hacia el aeropuerto.

Me bajé del taxi y caminé hacia la entrada del aeropuerto. Lo único que tenía que hacer era encontrar al responsable de todo esto y para mi sorpresa no me fue difícil.

Lo vi pagando dos boletos, al ver que llevaba una gorra y unos pantalones de mezclilla entendí que tenía que ser discreta. En todo este tiempo nunca lo había visto vestido tan informal.

Me dedicó una ligera sonrisa seguida de una disculpa cuando al pasar a mi lado casualmente choca conmigo antes de seguir su camino.

Guarde el boleto que me había dado en el bolsillo de la chamarra y me hice la loca unos minutos antes de dirigirme al baño.

“Te veo en Veracruz”

Saque el boleto que me había dado y salí del baño para buscar mi vuelo.

…………………………

Saque de mi bolsillo el anillo y se lo entregue a Alejandro. Un movimiento del coche en el que estábamos logro hacer que casi saliera volando del asiento por lo que una vez que me aseguré que tenía el objeto en las manos me puse el cinturón de seguridad.

Por alguna razón íbamos a más de cien kilómetros/ hora en plena cuidad de Veracruz, pero como siempre sabía que preguntar las razones no me iban a llevar a nada decidí asegurarme de que no me moviera de donde estaba.

Antes de contestarme Alejandro examino el pequeño anillo.

Alejandro volvió a sacar el anillo y me lo lanzó. Por suerte logré tomarlo antes de que cayera al piso.

El símbolo estaba perfectamente tallado en el anillo, no era más que la figura de un águila en una posición tan extraña que no solo era hermoso sino también se veía complicado de copiar.

…………………………

Jale mi vestido por quinta vez. En el coche Alejandro me había dado ropa para cambiarme, pero parecía que se había confundido de talla porque el vestido que me había dado era demasiado pequeño y el suéter era más un adorno que otra cosa en el frío viento en Veracruz.

Alejandro tomó mi mano para evitar que siguiera con mi intento de alargar el vestido y la depositó en su brazo.

Un hombre nos abrió la puerta del salón y al ver a Alejandro nos dejó pasar inmediatamente.

El lugar donde estábamos era una combinación de bar y antro aunque no pude ver mucho ya que al parecer ese no era nuestro destino. Seguimos caminando hasta atravesar todo el lugar y salir por una pequeña puerta más allá de donde servían las bebidas al fondo del local.

Un segundo hombre, solo que este armado nos abrió la puerta para dejarnos pasar a un lugar parecido al anterior solo que en este el ambiente se sentía diferente. Había aprendido a diferenciar los lugares peligrosos y ponía mis manos al fuego para asegurar que este era uno de ellos.

Después de eso se alejó y me dejó sola en medio de lo que parecía una pista de baile llena de personas.

Antes de que pudiera responder, uno de sus guardaespaldas se me adelanto.

Los ojos de aquel hombre reflejaron furia, casi odio. Era mi oportunidad.

El señor dio un largo suspiro a su puro y dejó salir el humo poco a poco. Aquel hombre era exactamente como el retrato que me había enseñado Alejandro de la persona que tenía que encontrar en ese lugar, estaba segura que me encontraba con la persona correcta.

Volteó a ver a ambos lados como asegurándose de que nadie más me había escuchado antes de hacerme una señal para qué lo siguiera.

Lo seguí atravesando toda la pista. Cuando salimos de aquel gentío y mi vista fue más amplia pude ver a Alejandro en la barra sentado junto a una mujer más o menos de mi edad, cabello castaño y unos ojos del mismo azul que los de él. Era una mujer hermosa y un escalofrío recorrió mi cuerpo. No me gustaba en absoluto lo que estaba viendo y no solo por el hecho de que se encontrara con ella sino porque había experimentado en carne y hueso las coqueterías de Alejandro y había aprendido a distinguir cuando alguien le interesaba y ese era el caso.

Nos detuvimos enfrente de una puerta donde cada guardaespaldas se colocó en cada lado mientras su jefe sacaba una llave y la abría dejándome pasar a mí primero antes de volverla a cerrarla con llave.

Se sirvió en un vaso una cantidad considerable de coñac antes de ofrecérmelo. Yo me limité a tomarlo por órdenes de Alejandro y observé como aquel hombre encendía otro de sus puros antes de sentarse detrás del escritorio.

Recordar todas las reglas que me había dado Alejandro horas atrás me estaba costando trabajo. Aunque no lo quisiera admitir en esos momentos estaba más interesada en descubrir a su extraña compañía que en seguir instrucciones.

Lo único que pude hacer fue jugar con el vaso esperando una invitación a sentarme. Sino la daba yo no tenía ningún derecho de tomar asiento.

Me examinó por unos momentos antes de volver a sentarse.

Caminé hacia él y me recargué en su escritorio.

Me incorporé sin dejar de mirarlo fijamente con aquella mirada picara que había aprendido a Alejandro.

Comencé a jugar con mi pelo para demostrar que la conversación ya no me estaba interesando. Otro truco aprendido.

Pude notar como el ambiente cambiaba. Juan cambio completamente a una posición de más precaución, lo estaba perdiendo y tenía que hacer algo para recuperarlo.

Antes de que pudiera decir otra cosa “El Tigre” se incorporó para servirse un vaso lleno de coñac y se lo bebía como agua, yo volví a mojar mis labios para darme tiempo y valorar la situación.

Se volteó bruscamente y me penetró con aquella mirada que ya tenía rastros de la substancia que había consumido. Podía ver perfectamente que no era su primer vaso en toda la noche.

Voltee los ojos al mismo tiempo que me levantaba para buscar en una de las bosas del suéter el anillo. Me lo puse lentamente y camine hasta llegar a su lado para extenderle la mano.

El miro incrédulo el pequeño anillo que llevaba.

Quite rápidamente mi mano antes de que pudiera tocarlo y me di la vuelta para volver a poner un poco de distancia entre ambos.

Una ligera carcajada invadió la habitación. Me estaba comportando como otra persona.

Ahora el que reía era él.

Volví a guardar el anillo y me dirigí a la puerta. Juan me detuvo antes de poder abrirla aunque nunca se movió de su lugar.

Me aleje de la puerta solo que esta vez no me dirigí al escritorio, sino a una pintura que se encontraba pegada a la pared.

Tenía que hacer lo imposible para que se diera cuenta que no estaba desesperada por obtener lo que le había pedido a pesar de mis grandes deseos de salir corriendo de ese lugar que apestaba a alcohol y puro.

Tomé un largo suspiro y le respondí sin dejar de ver el cuadro.

Aventó uno de los libros que tenía a la alcance antes de pararse de golpe. Si me lo aventó a propósito o no es algo que nunca sabré, solo estaba segura que si no lo hubiera esquivado las consecuencias hubieran sido graves.

Podía sentir como el miedo se acumulaba en mi estómago a pesar de que mi voz sonó calmada.

Antes de que me diera su respuesta alguien tocó a la puerta logrando que el ambiente empeorara aún más. Juan se relajó después de unos momentos y miró por un largo tiempo la puerta como si estuviera tomando una decisión. Por suerte leí sus pensamientos antes de que pudiera hablar.

Otro golpe en la puerta junto con unos disparos presionó la decisión. Por suerte había ganado.

Juan perdió el color del rostro y se recargó en el escritorio para apoyarse en algo.

Alejandro entró mientras apuntaba a uno de los hombres que estaban en la puerta. Su mirada fría y su mano segura y firme le daban el aspecto del animal que lo representaba.

No pude contener un pequeño grito al escuchar el ruido. Juan al contrario no se movió, aún no procesaba la noticia que le había dado. Después de todo era la información más buscada en aquel mundo.

En dos segundos estábamos rodeados por más de veinte personas todas apuntando a un mismo objetivo, Alejandro, pero éste nunca dudo ni mostró debilidad, nunca retiro su pistola que estaba perfectamente dirigida hacia López.

Un fuerte grito sobresalto a todos. Antes de que alguno de nosotros pudiéramos reaccionar teníamos a un grupo de policías en la misma habitación y fue ahí cuando comenzaron los disparos.

Un cuerpo pesado me empujó al piso y luego me aprisionó utilizando su cuerpo como escudo. Al principio trate de zafarme de aquella prisión pero cedí al darme cuenta que se trataba de Alejandro. Después de eso el peso sobre mí ya no era molesto sino un a seguridad en medio de aquel revuelto.

Uno de los policías se acercó a nosotros para ayudarnos a salir. Todo iba a la perfección hasta qué escuche un leve gruñido de Alejandro, al voltear no pude quitar mi vista del charco de sangre que se le había formado en el hombro izquierdo. Otro policía lo ayudó a levantarse mientras que el primero me sacaba casi a empujones del lugar.

Cuando salimos me metieron en una patrulla a pesar de mis gritos y suplicas para ver a mi compañero. Las lágrimas invadieron mi rostro una y otra vez, mis pequeños sollozos se hacían cada vez más fuertes mientras uno de los policías no paraba en sus intentos de hacerme callar.

Necesitaba verlo, necesitaba saber que estaba bien y que se encontraba en una de las patrullas que nos estaban siguiendo. Solo quería asegurarme que la herida no era nada grave y que en unos segundos lo iba a ver bromeando como siempre.

Al llegar a la comisaria ya estaba mucha más tranquila, pero mis lágrimas no dejaban de mojarme el rostro.

Camine en silencio a su interior y deje que me llevaran con su jefe. Estaba empezando a entrar en un trance, todo lo hacía automático.

Lo hice sin prestar mucha atención, después depositaron en frente de mí una taza de café que podía ver perfectamente como el humo salía a causa del líquido caliente.

Esa voz logro hacer que un escalofrío recorriera mi cuerpo. Volteé rápidamente y me paré de la silla casi de un salto y abracé a Alejandro como si mi vida dependiera de ello.

Al escuchar una leve queja lo solté rápidamente al recordar su hombro herido, fue ahí cuando me di cuenta que aún sangraba con gran abundancia.

Me apartó solo unos centímetros sin soltarme para dirigirse al comandante.

Una ligera sonrisa en el rostro del comandante nos respondo.

Minutos después estábamos en una patrulla dirigiéndonos al hotel. A pesar de mis suplicas a Alejandro él se negaba a ir al hospital. Estaba muy irritado por el dolor que aparentemente sentía así que opte por guardar silencio en todo el transcurso.

Cuando llegamos al hotel Alejandro tapó su herida poniéndose el saco sobre los hombros y después de una larga charla aceptó rodearme con su brazo para ocultar que se estaba recargando en mí y hacer parecer que solo me estaba abrazando.

Llegamos al cuarto y puse el seguro al mismo tiempo que él caminada lentamente y tambaleándose hacia la cama.

Se dejó caer levemente sobre esta con una leve queja gracias al dolor.

Me acerqué a él y le desabroché la corbata con la mayor suavidad posible. Alejandro me respondió con los ojos completamente cerrados. No necesitaba ver su mirada, su voz me bastaba para entender que estaba sufriendo.

Le empecé a desabrochar los botones de la blusa hasta que queda completamente abierta, solo así pude ver el charco de sangre que le brotaba del hombro. No pude evitar demostrar mi sorpresa mientras sentía como el estómago se contraía y todo a mi alrededor comenzó a moverse en círculo, no podía desmayarme, no es esos momentos por lo que tome un largo suspiro tratando de tranquilizarme aunque fuese un poco..

Al escucharme, Alejandro abrió los ojos de golpe. Al parecer leyó mi miedo ya que llevó su mano derecha a mi rostro como si eso lograra calmarme.

Su mano logró interrumpir el camino que una de mis lágrimas estaba empezando a recorrer. A los pocos segundos una segunda lágrima recorrió mi otra mejilla.

Al principio mis palabras lograron hacerlo reír, hasta que el dolor le recordó que no estaba en condiciones de hacerlo.

Me examino por un largo tiempo, su mirada no se movió de mis ojos a pesar del esfuerzo.

No fueron sus palabras las que me impactaron sino el tono de su voz. Por primera vez su petición no tenía una pizca de sarcasmo, ni mucho menos burla, era una petición limpia y por primera vez vi aquel hombre impotente estaba vulnerable.

Tomó el plátano y lo mordió dejando una línea abierta sobre la cascara antes de devolvérmelo.

Sus palabras no me convencieron, lo que lo hizo fue la desesperación en su rostro. Tomé el plátano, saque el hilo y la aguja de su caja y puse toda mi concentración en cocer lo mejor que podía. Cuando acabé admiré mi trabajo sin mucha satisfacción.

Hice todo lo que me pidió. Aún no lo tocaba y las manos me temblaban de manera preocupante.

Recargó su cabeza en la almohada y cerró los ojos con la mayor fuerza posible.

Abrió los ojos para asegurarse que sus palabras habían sido escuchadas.

Tomé el alcohol y casi sin pensarlo vertí el líquido en su hombro. Lo que sucedió después es algo que nunca olvidare. Por suerte Alejandro cayó inconsciente momentos después de que empezara.

………………………………

Volví a remojar la toalla de manos antes de colocarla en su frente. Eran las cuatro de la mañana y Alejandro llevaba con fiebre más de una hora.

Llevaba repitiendo eso más de media hora indicio de que la fiebre estaba ganando.

Los escalofríos que sentía no lo dejaban tranquilo. Se me partía el corazón al verlo así.

Callé por un largo rato, podía hacer muchas cosas, pero no estaba segura de poder cumplir una promesa así.

Guardo silencio por unos momentos.

Eso fue todo lo que dijo.

…………………………………………

A las siete de la mañana la temperatura de Alejandro había regresado a la normalidad. Ahora se encontraba completamente dormido mientras yo cabeceaba en una silla que había jalado lo más cerca posible de la cama.

Le acerqué un vaso con agua, lo tomé por la cabeza y lo sostuve ligeramente para ayudarlo a beber el líquido que a pesar del cuidado con el que lo hice, un pequeño río de agua le recorrió ambos lados de la boca.

Cuando termino tomé la manga de mi suéter y le sequé el rostro.

Al principio creí que por fin me iba a hacer caso, pero estaba completamente equivocada, en vez de llamar al doctor se comunicó con alguien de su personal para pedir que viniera por nosotros y nos regresara a la Ciudad de México.

………………………..

En menos de cuatro horas habíamos llegado a la casa de Alejandro, por desgracia el recibimiento no fue nada agradable.

Alejandro salió primero del vehículo, aún estaba demasiado débil por lo que una persona lo ayudó a entrar a la casa. Mi tormento comenzó cuando yo salí del coche.

La mirada de aquella mujer me penetró, si su mirada hubiera sido capaz de asesinarme en esos momentos no hubiera dudado en hacerlo.

Esas palabras fueron la gota que derramo el vaso.

La tomé de un brazo y la aparté para poder pasar. Solo tenía una meta en la mente. Llegar a asegurarme que Alejandro se encontraba bien.

……………………………..

Pasé lentamente antes de cerrar la puerta. Alejandro estaba acostado en su cama tapado con las sabanas de la cintura para abajo mientras que parte de su pecho y brazo izquierdo estaban cubiertos con vendas.

Le respondí con una ligera sonrisa.

Acompañé al doctor a la puerta antes de regresar a la habitación de Alejandro. Para mi mala suerte Anastasia ya se encontraba en el cuarto sentada a un lado de la cama.

Cuando entre a la habitación Anastasia me dedicó una rápida mirada de burla antes de continuar su plática con Alejandro.

Me recargué en la puerta cerrada y trate de escuchar con mayor atención sus palabras. Al parecer alguien lo había venido a buscar cuando no estábamos y ese alguien había exigido que le dieron la ubicación exacta de… ¿mí?

Anastasia también me volteo a ver.

Anastasia se despidió de él antes de levantarse. Yo me tuve que incorporar para dejarla abrir la puerta y salir del cuarto aunque logré escuchar un ligero “estas en problemas” de sus labios antes de volver a cerrar la puerta.

Yo sí sabía porque Anastasia me odiaba tanto, aunque por obvias razón preferí hacerme la ignorante mientras le quitaba importancia al tema alzándome de hombros.

Alejandro me contestó con una leve sonrisa, sus ojos mostraban el mismo entretenimiento que hace un rato.

Soltó mi mano de golpe e intento acomodarse a pesar del dolor que sentía.

Alejandro me analizó con cuidado. Mis palabras no le sorprendieron o al menos no lo demostró.

Guardé silencio. Tenía que escoger con mucho cuidado mis palabras. Solo iba a tener una oportunidad para hacer esto y había demasiado en juego.

Al principio Alejandro sacaba chispa por los ojos, después de unos segundos esas chispas se calmaron y Alejandro volvió a tener su normal dominio sobre él mismo.

Me levanté de la silla y la rodee para quedar detrás de ella. A pesar de la inútil barrera me sentía más segura.

Alejandro trató de incorporarse de golpe. Después de pegar una fuerte queja y llevarse una mano al hombro lastimado volvió a intentar levantarse, solo qué esta vez con mayor cuidado.

Dudé durante unos momentos hasta que vi que Alejandro no iba a esperar mi ayuda. Volví a rodear la silla y pasé el brazo bueno de Alejandro sobre mis hombros para ayudarlo a incorporarse.

Bajamos las escaleras con sumo cuidado aunque cada vez que Alejandro se quejaba un sudor frio me recorría el cuerpo.

Llegamos hasta su despacho y Alejandro me dio la llave para que abriera. Lo conduje hasta su silla detrás del escritorio y lo ayude a sentarse con el mayor cuidado que pude.

En unos segundos Alejandro se dedicó a abrir todos los cajones que tenía al alcance. Los que no le servían los aventaba como si se tratara de basura y en todo ese tiempo yo me limité a observarlo en silencio.

Cuando encontró lo que buscaba abrió un folder en perfecto estado y comenzó a leer su contendido. Cuando pegó un grito de enfado y también aventó ese papel seguido de todos los adornos que alcanzo del escritorio comprendí qué lo que había leído no le había gustado.

Alejandro me volteó a ver con toda la ira en los ojos. Muchas veces lo había visto enojado, pero nunca así.

Se recargó lentamente en el escritorio, la adrenalina que debió de haber tenido en esos momentos le impedía sentir el dolor en el hombro. Después de respirar profundamente durante unos segundos me respondió con una voz casi aguda.

Su respuesta fue dicha mientras se llevaba un puño cerrado muy cerca de la boca al mismo tiempo que llevaba su mirada al vació.

…………………………….

Tragué saliva con demasiada dificultad antes de volver a tocar la puerta. Nada.

Otro intento con la puerta. Nada de nuevo.

Anastasia caminó hasta mi lado y se recargó en la puerta. Me estaba observando y sus ojos admitían saber algo que yo no.

Una amarga carcajada salió de sus labios.

Tragué saliva de nuevo antes de alejarme de ella y volver a tocar la puerta. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando volvió a reírse antes de irse.

Toqué la puerta una y otra vez hasta el cansancio. Lo que más me preocupaba era que ningún ruido provenía de aquella habitación. Era como si nadie estuviera ahí, o peor, que si las palabras de Anastasia eran ciertas y Alejandro estaba bebiendo… toqué aún más fuerte la puerta.

La noche cayó sobre nosotros y ni eso logró hacer que me moviera de ese lugar. No tengo ni la menor idea de cuánto tiempo llevaba ahí pero al menos ya me había resignado a seguir tocando. Ahora estaba sentada recargada en la puerta mientras ocultaba mi rostro con mis rodillas. Esto era una pesadilla.

Levanté la mirada y ví a una muchacha del personal en frente de mí. Al parecer no era la única que no había tenido un buen día.

Empecé a analizar la puerta. Si encontraba la forma de desatornillarla iba a tener acceso. La muchacha se retiró rápidamente en busca de lo que le había pedido mientras yo me acercaba lo más posible a la puerta para analizarla.

El susto que me causo cuando la puerta se abrió no se compara con el hecho de ver a Alejandro a unos pocos centímetros míos.

Estaba vestido con unos pants azules y una camisa lisa con mangas. Llevaba el cabello despeinado y un par de ojeras que delataban la falta de sueño.

Me llamó la atención ver un pequeño punto rojo que contrastaba con la camisa blanca ahí donde estaba su herida en el hombro.

Dio un pequeño vistazo a su hombro antes de volver a verme a los ojos.

Negué ligeramente con la cabeza. Alejandro me examinó otros segundos antes de intentar cerrar la puerta. Mi primer impulso fue meter el pie para evitarlo, después la empujé levemente hasta que se abrió completamente.

Guardé silencio unos momentos.

Su rostro no me mostraba que efecto habían tenido mis palabras. Solo me miraba cuidando cada detalle.

Se apartó de la puerta e hizo una señal con la mano para que pasara. El cuarto estaba perfectamente arreglado, lo único que desentonaba el orden era la cama distendida y unas pantuflas a unos centímetros de la cama. Al voltear ligeramente me di cuenta que Alejandro estaba descalzo y que no había ningún signo de que hubiera estado consumiendo alcohol.

Las palabras de Anastasia me vinieron a la cabeza de golpe, ¿me había mentido? O ¿sólo se había equivocado.

Solo el hecho de qué me hubiera recordado a Sebastián hizo que un nudo se me hiciera en el estómago. Ya habían pasado cuatro días desde el accidente de Alejandro y ya era hora de tener más pistas de su paradero.

La frustración acumulada me traiciona al salir en esos momentos. Una lágrima invadió mi mejilla seguida de otra y luego de otra. Pude ver la impotencia en la mirada de Alejandro a pesar de que no hizo nada para calmarme.

Extendió su mano en mi dirección como signo de que me acercara y el momento causó que le hiciera caso. Me senté a su lado y él me tomó de los hombros para acercarme más a su cuerpo. Terminé llorando en su regazo mientras me tranquilizaba con suaves caricias en la espalda.

Me negó con la cabeza lentamente mientras secaba una de mis lágrimas con el dorso de su mano.

Pensé durante unos segundos,

Alejandro me sonrió durante unos segundos.

Alejandro se acercó a mí, a un principio creí que lo hacía por otras razones hasta que se dio la vuelta para buscar algo en uno de los cajones al lado de la cama. Sacó un pedazo de papel y me lo extendió.

Mientras hablaba examinaba el pedazo de papel que me había dado. Solo tenía un símbolo de un tigre devorando su presa. No había nombres, ni alias, nada más que un pequeño dibujo.

No pude ver la reacción de Alejandro gracias a que mis ojos no se apartaban del pedazo de papel.

Alcé la vista solo para descubrir el odio y el dolor en su mirada.

“Solo conviví con él un par de años, pero en ese tiempo lo ví hacer cosas que no quiero volver a ver y lo más importante fue que me dí cuenta que esa persona no siente amor hacia nadie, ni hacia el mismo”

“Al enterarse que yo lo había superado en vez de sentirse orgulloso de su hijo sintió aún más odio hacia mí, a tal grado que en mi propia cara me garantizó que el mismo me iba hacer caer”

Sus ojos regresaron al presente y a pesar de la historia que me había contado su rostro me sonrieron con una sonrisa que no demostraban sus ojos.

Negué con la cabeza. Nunca había dudo de él.

Alejandro negó con la cabeza.

Voltee a verlo a los ojos.

Una sonrisa torcida le ilumino el rostro.

……………………………………

Dos días después estaba en el avión de Alejandro. Dos días habían pasado desde qué había tenido aquella platica con él y dos días llevaba sin verlo.

Me acomodé en el asiento mientras veía la puerta. Alejandro se había ido casi horas después de que me hubiera ido de su cuarto aquella noche y no lo volví a ver.

Esta mañana había encontrado una nota en mi habitación citándome aquí. Y ahora ¿Qué íbamos a hacer?

Escuché la voz de Alejandro dándole órdenes a su piloto de avión antes de aparecer por aquella puerta.

Me dedicó una sonrisa rápida antes de sacar el celular y perderse en una conversación en otro idioma que le llevo casi una hora. Al finalizar colgó satisfecho y puso toda su atención en mí mientras me entregaba un sobre cerrado.

El sobre estaba lleno de pequeños papeles maltratados por el uso. Lo único que contenían eran dibujos y esa forma tan impactante de utilizar el lápiz solo podía ser de una persona.

Me llamo la atención uno en especial. Era un retrato en miniatura de otro que había visto más de cien veces.

Me respondió con un pequeño elevamiento de hombros.

Pensé durante unos momentos. Ese dibujo me lo había hecho él hace más de cinco años cuando le confeso a la familia que quería ser arquitecto. Por desgracia la situación económica de la familia le impidió cumplir con su sueño. A pesar de todo había conservado el cuadro hasta hace un año que me lo había regalado en mi cumpleaños.

Ahora ese cuarto se encontraba en mi casa en Tampico. Claro sino es que mi hermano lo hubiera recuperado en todo este tiempo que había desaparecido.

Alejandro sonrió antes de contestar.

Llegamos a nuestro destino en menos tiempo de lo que había pensado. Cuando el capitán abrió la puerta del pequeño avión un aire caliente me invadió dándome a entender que nos encontrábamos en un lugar cálido.

………………………………………..

Volteé a ver el velocímetro. 120 km/h en una carretera que eran más curvas que líneas rectas y donde los camiones de doble remolque eran los que dominaban el pavimento.

La concentración de Alejandro en el volante no me dejaba más tranquila y menos aún el hecho de encontrarnos solos en ese pedazo de chatarra que estaba volando en esos momentos.

Antes de contestar dio un volantuzo para salir de la carretera y meterse por una calle más angosta.

El ruido del motor al acelerar un poco más el paso me dío a entender que estaba pidiendo demasiado.

La adrenalina aún corría por mi cuerpo cuando Alejandro detuvo el coche a las afueras de un pequeño restaurante.

No hizo falta analizar un poca más el lugar donde estábamos. Sabía perfectamente donde había estacionado el coche.

Alejandro hizo lo mismo antes de voltear a verme con curiosidad.

Nos bajamos del coche y caminamos hacia el local.

Antes de entrar voltee a ver el nombre del lugar mientras una nube de recuerdos invadía mis pensamientos. ¿Qué no daría por regresar el tiempo a esos días? Sin complicaciones y sin enredos, solo felicidad y convivencia con las personas que más quería en mi vida.

Seguí caminando sin evitar mirar de reojo a Alejandro. Sabía perfectamente que era el culpable de todo lo que estaba pasando, pero por alguna razón el odio que siempre crecía en mi estómago esta vez no apareció.

Nos acabábamos de sentar cuando fui sorprendida por sus palabras. Antes de contestarle una mesara se acercó a nosotros y nos tomó la ordene.

Voltee a ver distraída el local. No podía evitar ver un recuerdo en cada lugar que miraba, lo que más me dolía era el recuerdo de Sebastián.

No pudo evitar soltar una pequeña carcajada.

La sonrisa en sus labios desapareció por completo mientras me veía fijamente a los ojos.

Me deje caer de golpe contra el respaldo de la silla mientras soltaba un largo suspiro. Como siempre no iba a poder sacarle nada.

Me encogí de hombros mientras la señorita que nos había tomado el pedido regresaba a nuestra mesa.

Miro fijamente su plato y volvió a buscar a la camarera con la mirada.

Me asome a su plato.

Dejo de buscar para darme a entender con la mirada que estaba equivocada.

Tomo el tenedor y se llevó un pedazo a la boca, sin antes demostrar el gran trabajo que le costaba probarlo. Después de unos segundos de saborearlo en su boca se encogió de hombros.

Alejandro pensó durante unos segundos antes de contestar.

El resto de la comida hablamos de cosas sin importancia. Alejandro me contó algunos recuerdos de su infancia mientras yo disfrutaba de un delicioso tamal de pollo. Había algo en su forma de platicarte sus experiencias que no podía dejar de reír. Después nuestra conversación pasó a su vida como estudiante.

Con cada palabra que decía me convencía que Alejandro no era la persona que todos creían. Era muy inteligente y calculador, pero también tenía su parte humana. Siempre veía el lado bueno de la vida y su sarcasmo e ironía solo era su forma de ver la vida con alegría a pesar de todo lo que había vivido. Había sufrido hambre, soledad y sobre todo falta de amor. Su madre lo abandonó cuando se enteró que seguía los pasos de su padre y su padre… bueno se puede decir que nunca quiso su existencia y no dudo en demostrárselo. Alejandro estaba solo y él lo dominaba perfectamente.

Cuando acabamos de comer Alejandro pagó la cuenta y nos fuimos retomando nuestro camino hacia Tampico.

Alejandro maldijo antes de salir del coche ordenándome que hiciera lo mismo para qué no inhalara el penetrante humo que estaba empezando a entrar al coche.

Dijo después de ver el motor del coche.

Me volteó a ver con chispas en los ojos, pero antes de poder responderme un joven de unos diecisiete años salió de una de las casas, pero desgracia era justo la casa que nuestro coche le estaba bloqueando la salida.

El joven se acercó al carro y le hecho una mirada al cofre abierto antes de negar con la cabeza mientras hacia un ruido extraño con la boca.

Pude ver que la paciencia de Alejandro se iba con las palabras del muchacho, por suerte pude hablar antes que él.

El joven rio ante la respuesta de Alejandro.

Creí que la respuesta del joven iba a ser negativa, pero en vez de eso lo tomó todo como una broma.

Alejandro volvió a atacarlo con uno de sus comentarios mientras el joven le respondía con una radiante sonrisa. Era impresionante como aquel joven tenía el poder para sonreírle a todo.

El muchacho señalo un pequeño coche rojo en el garaje de su casa.

Cuando dijo el precio Alejandro río sin ganas antes de negarse rotundamente ante la idea de aceptar el trato. Al final como era obvio, cuando el joven le volvió a mencionar el camión nos terminamos quedando con el vehículo.

Después de ir a un banco para sacar el dinero. El joven le entrego las llaves del coche.

Y así fue como terminamos con un coche sin aire acondicionado y por supuesto con el mal humor del conductor.

Llegamos a la casa después de un largo camino. Alejandro se las ingenió para abrir la puerta sin la llave y después de eso solo fue cuestión de segundos para que tuviéramos el retrato en las manos.

Me pregunto aún con la voz molesta por el viaje.

El calor nos había agotado a ambos y ahora yo también estaba de mal humor por lo que decidí ignorarlo mientras lo examinaba más a fondo. Y entonces lo ví, era un pequeño papel entre el dibujo y su cuadro.

Cuando lo saque ví que se trataba de otro dibujo.

Alejandro se asomó por encima de mi hombro para ver el pedazo de papel que tenía en las manos.

………………………………..

De vuelta en el avión saque el folder que me había dado Alejandro con los dibujos de mi hermano. Eran aproximadamente diez dibujos diferentes y Alejandro se había encargado de acomodarlos de acuerdo con el orden en que los habían encontrado.

Tomó el dibujo que recién habíamos adquirido para mostrármelo.

Cuando llegamos a Brasil nos dirigimos directamente a dicho restaurante. Para mi sorpresa era un restaurante demasiado elegante.

Hice lo que me pedía antes de ir a buscarlo. Alejandro llevaba un elegante traje a la medida mientras estaba sentado en una de las sillas. Al verme me guiño un ojo y siguió hablando con el bar tender.

Me senté a su lado con mucha precaución. Su miraba me indicaba que habíamos tomado otros papeles, aunque yo todavía no sabía cuál era el mío.

Miré rápidamente al bar tender para darme cuenta que el también esperaba mi respuesta.

Me acerque a él y le susurré palabras incomprensibles al oído. Él se rio y negó con la cabeza.

Coqueteamos y reímos durante más de una hora, aún no entendía lo que estábamos haciendo aunque nunca dejé de jugar el papel que me habían puesto. Tomé el vaso que tenía enfrente y me lo llevé lentamente a los labios mientras el líquido amargo pero agradable llenaba mi boca y después mi garganta. En esos pocos segundos pudo observar a Alejandro que reía con una sonrisa sincera a pesar de que todo se trataba de un espectáculo. Aquella hizo que sentiría algo que nunca antes había sentido mientras las imágenes del año que había pasado inundaban mi mente.

Era cierto que había visto las peores partes de aquella persona que nunca dejaba de sorprenderme, pero también me había demostrado que era una persona que si sabias cómo y le llegabas al corazón, podía ser alguien con quien puedes confiar.

Tal vez estaba equivocada, pero esos momentos Alejandro me estaba mostrando su mejor lado y esta vez de una forma sincera ya que las horas que llevábamos ahí nuestra mentira se había convertido en algo sincero y yo lo estaba disfrutando.

Todo se destruyó en un momento que no ví venir, Alejandro parecía cada vez más ebrio mientras pedía una bebida tras otra y así destruía el momento. Yo solo jugaba con la tercera bebida que me habían dado. Aún no sentía ningún efecto del alcohol, pero estaba consciente de que pronto lo sentiría si seguía así.

Se recargo de más en la mesa ocasionando que se resbalara y cayera encima de mí. Por suerte lo pude apartar antes que ocurriera otra cosa.

Uno de los meseros me pregunto si todo estaba bien y yo solo le pedí que me acompañara a llevarlo al baño.

Después de un gran esfuerzo mío y del mesero por llevarlo baño de caballeros, Alejandro entro sólo caminando con esfuerzo mientras el mesero se retiraba sin antes comprobar que estaba bien y yo me hice la tonta unos momentos esperando a que saliera.

No podía estar tan al pendiente de él porque se supone que lo acababa de conocer aunque su estado sí me llegaba a preocupar haciendo imposible que me retirara más de cinco metros de aquella puerta por la que había entrado.

Salió del baño sin mucho equilibro y recargándose de las paredes antes de voltear a verme. Un señor muy enfadado salió detrás de él y lo maldijo antes de pasar a su lado.

Alejandro balbuceo una disculpa por haber tropezado con él antes de rechazar mi ayuda.

Después volvió a hablar de esa manera casi incomprensible antes de seguir su camino hacia la barra.

Un poco incrédula de lo claro que había sonado me dirigí a la camioneta para esperarlo. Pasaron un par de horas antes de que la puerta se abriera y una persona ingresara en la oscuridad. Al principio me sobresalté hasta que escuché la voz de Alejandro.

El coche avanzo en silencio mientras Alejandro sacaba de su bolsillo algún objeto.

Puso en frente de mí un objeto que en la oscuridad parecía una llave. Después de mostrármela por unos segundos saco un segundo objeto de su bolsillo y con la luz del celular ilumino ambos.

En efecto era una llave y también tenía en la otra mano uno de los dibujos de mi hermano.

Al parecer el dibujo era de la llave que había conseguido Alejandro.

Alejandro me sonrió mientras apagaba la luz de su celular dejándonos completamente a oscuras.

……………………………………….

Seguimos buscando un objeto tras otro hasta que obtuvimos el resto de los dibujos.

Algunos Alejandro descubrió su ubicación sin mi ayuda, pero la mayoría de las veces los rastros eran tan personales que estaba segura que sin mi ayuda Alejandro no hubiera encontrado ni la mitad de las pistas.

Cuando tuvimos todas las piezas regresamos a su casa para unir el rompecabezas.

A pesar de tener todo nos fue imposible descubrir lo que mi hermano nos quería decir.

Pasaron días, luego semanas, pero las pistas no eran claras y Alejandro se estaba empezando a desesperar.

Tocaron a la puerta solo empeorando el humor de Alejandro. Anastasia pasó sosteniendo unos papeles y con la excusa que era importante que Alejandro los viera.

Teníamos los dibujos ordenados de acuerdo a como los habíamos encontrado y con su respectiva relación a pesar que eso no nos había ayudado en nada.

Su tono de voz fue muy calmado aunque lo suficiente claro como para advertir a Anastasia de que tenía que salir lo antes posible.

Su obvio nerviosismo justifica el hecho que casi aventara los papeles haciendo que algunos de los dibujos se voltearan por el aire.

Anastasia salió casi corriendo del cuarto mientras yo miraba fijamente los dibujos volteados. En instantes lo comprendí todo. Estábamos viendo las cosas al revés.

Alejandro me obedeció hasta que todos los dibujos quedaron boca abajo.

Al reverso de los dibujos habían unas líneas insignificantes si estas se encontraban solas, pero al juntar todas las piezas eso se convertía en una especie de mapa, solo que este mapa no era muy comprensible.

Alejandro tomo un lápiz y comenzó a unir las líneas haciendo que las cosas tomaran sentido.

Alejandro se dejó caer pesadamente en la silla mientras su mirada se perdía en la nada.

Antes de que pudiera contestar la puerta del despacho salió volando y en unos segundos estábamos rodeados de un mundo de gente armada y apuntando hacia nosotros.

Después de todo el alboroto la habitación quedo en completo silencio. Solo se escuchaban las respiraciones y después de unos segundos, los pasos de una persona que entraba en el salón.

Anastasia no se atrevió a pasar la puerta, por lo que respondió sin moverse de ahí y con una voz que fue casi imposible de entender.

El nombre de mi hermano retumbo en mis oídos una y otra vez.

Hizo una señal con la cabeza a sus hombres para que se movieran. Paso el escritorio y a Alejandro antes de destruir la pared que estaba en frente de nosotros. Ahí había una puerta de acero. Omar saco una llave de su bolsillo para abrir la puerta.

Alejandro me había contado que aquel hombre siempre había cargado con dicha llave, y siempre presumía que se la estaba cuidando a una persona muy importante. Alejandro había reconocido la llave por un adorno muy singular que tenía en uno de los extremos.

Caminamos varios minutos por un pasillo completamente oscuro. El grosor de las paredes explicó porque nadie había escuchado nada. Llegamos a una segunda puerta más sencilla donde Omar saco una segunda llave para abrirla.

Sostuve al aliento al ver lo que había en su interior. Se trataba de un pequeño cuarto con un hedor desagradable y con la silueta de una persona amarrada a una silla. Sabía perfectamente de quien se trataba, pero cuando quise acercarme a él, la gente de Omar me lo impidió.

Alejandro me volteo a ver con todo el dolor en la mirada. También veía impotencia en sus ojos.

Aquellas palabras salieron de mi garganta sin pensarlo. Ambos me voltearon a ver incrédulos de la situación, pero ninguno contesto enseguida.

Omar tomo su tiempo para responder. Se veía bastante entretenido con lo que estaba pasando.

Omar se estaba empezando a desesperar. Vio a su hijo y luego a mí hasta que algo le pareció divertido.

Alejandro siguió la mirada de su padre mientras una chispa de terror iluminaba sus ojos.

Alejandro no dijo nada por unos instantes. Por su forma de analizar nuestro alrededor sabía que estaba haciendo un plan. El problema era que no sabía si aquel plan iba a ser suficiente para salir librados de todo esto.

Alejandro se limitó a asentir con la cabeza.

Un largo silencio invadió la estancia. Omar veía a su hijo solo para después poner su atención a mí y volver a empezar, Alejandro no quitaba sus ojos de mi rostro mientras un mundo de sentimientos le brillaba en los ojos. Yo nunca pude descubrir ni uno.

Omar dejó su atención en Alejandro mientras le hablaba.

Alejandro trató de acercarse a su padre, pero se lo impidieron.

Se retaron con la mirada un largo tiempo. Se podía sentir en el ambiente la tensión que se había hecho. Nadie se movía y estaba segura que era por miedo a esos dos hombres que al parecer eran los más poderosos de este mundo de traición y dinero.

Alejandro suavizo la mirada cuando volteo a verme. Sentí un nudo en el estómago al advertir lo que venía.

Su burla en la voz me puso la piel de gallina, no podía creer que se estuviera burlando de la situación sabiendo que una solo orden podía poner fin a todo esto de una manera poco agradable.

Omar estaba perdiendo la paciencia y no dudó en demostrarlo.

Un sudor frío resbalo por mí frente. Estábamos hablando de la madre de Alejandro y por eso sabía que había llegado mí fin.

Omar pensó su decisión. Después me empujó hacia mi hermano y caminó hacía la puerta mientras hablaba.

Fue todo lo que dijo antes de cerrar la pesada puerta y dejarnos en aquella habitación oscura.

………………………………

Traté que mis ojos se adaptaran a la oscuridad, pero fue imposible. No había ni un rayo de luz en aquel lugar. Traté de encontrar a mi hermano con las manos y cuando lo hice una enorme satisfacción me llenó el cuerpo.

Ahora solo tenía que despertarlo. Rezaba para que lo hiciera.

………………………………….

No sé cuánto tiempo pasamos en ese lugar. El miedo no me dejaba sentir hambre y ya me había acostumbrado al hedor.

El fuerte ruido de la puerta al abrirse no se comparó con el destello de luz que lastimaron mis ojos cuando la puerta se abrió completamente.

Cuando mis ojos se acostumbraron a la luz ví la mirada inexpresiva de Alejandro mientras desamarraba a mi hermano.

Puso uno de sus brazos alrededor de su cuello y lo llevo casi cargando.

No me respondió, en vez de eso siguió caminando hasta que nos llevó a un coche que nos esperaba en la puerta de la casa.

El transcurso fue rápido gracias a la velocidad del coche, pero en ese corto tiempo ninguno de los dos hablo. El que lo hizo fue Sebastián que había despertado hace unos días y no había dejado de decir incoherencias en todo ese tiempo. No tenía ninguna herida en el cuerpo aunque estaba segura que las incoherencias y la debilidad se debía a la deshidratación que sufría.

Estaba tan preocupada por observar a mi hermano que no me di cuenta de donde habíamos llegado cuando el auto se detuvo. Al bajarme del coche me impresionó ver uno de los aviones de Alejandro.

No me contestó, se limitó a seguir caminando hasta que los tres estábamos en el avión. Después sentó a mi hermano en una de las sillas y puso toda su atención en mí.

Alejandro me dio un cálido beso en la frente.

Llegó hasta la puerta del avión cuando lo detuve.

Cuando Alejandro volteó a verme sentí un nudo en la garganta. Siempre quise que todo esto acabara, pero nunca me imaginé que aquello que había deseado tanto me iba a doler así.

Alejandro negó con la cabeza antes de besarme. Al principio fue dulce, después las circunstancias del momento lo hicieron más profundo. Cuando nos separamos me volvió a ver directamente a los ojos. Por primera vez en su mirada vi algo que nunca antes había visto, amor.

Y me volvió a dar otro beso, solo que esta vez aquel beso logró despejar mi mente por completo dejándonos solo a Alejandro y a mí en el avión.

……………………………………………..

Abrí la puerta del cuarto y entré con sumo cuidado. Sebastián aún dormía profundamente y lo último que quería era despertarlo.

Ya habían pasado tres semanas desde que me había despedido de Alejandro. El avión nos había llevado a Estados Unidos y como él había dicho, Guzmán nos estaba esperando con el doctor.

Después de diagnosticar a Sebastián con deshidratación severa nos había conducido directamente al hospital. Unos días más tarde mi hermano había recuperado la conciencia y tuve que explicarle todo lo que había pasado. Al principio su respuesta fue un profundo silencio que no pudimos quitar durante días hasta que nos fuimos del hospital y nos hospedamos en uno de los hoteles cerca del aeropuerto.

Al principio la voz de Sebastián logró sobresaltarme por lo que voltee rápidamente en dirección de donde había escuchado la voz. Al verlo despierto sentado en la cama, no tuve más que dedicarle una ligera sonrisa.

Me quedé en silencio unos momentos mientras mi mente procesaba lo que acaba de escuchar.

Mi hermano negó lentamente con la cabeza. No podía creer lo que estaba pasando.

Me pare rápidamente de la cama. Entonces todo había sido una mentira.

Cuando estaba a punto de contestarle alguien toco frenéticamente la puerta. Ambos nos sobresaltamos y nos quedamos mirándola durante unos segundos hasta que el ruido fue casi insoportable y decidí ir a ver quién era.

Abrí la puerta solo para ver el terror en los ojos de Guzmán.

Al escuchar ese apodo mi corazón se detuvo durante unos instantes. Me costó mucho trabajo regresar al presente y cuando lo hice lo único que mi cuerpo pudo hacer fue pronunciar el nombre de Alejandro.

………………………………………………………………..Londres 4 años después

Tomé la taza de café y me la lleve a los labios. Era un día gris y la lluvia caía sin piedad sobre las calles de Londres.

Volví a ver el periódico y mis ojos no daban explicación a lo que veían.

Tomé el periódico y se lo acerque con suma precaución.

Sebastián miró de reojo la primera plana antes de verme directamente a los ojos.

Me quedé en silencio. No creía que lo fuera, pero lo esperaba con todas mis fuerzas.

Iba a contestarle, pero una persona que estaba sentada a unas mesas de nosotros me llamó la atención. Miré más fijamente al hombre que estaba vestido con un traje negro a la medida y que sostenía una taza de café en la mano. Él también me estaba mirando y casi no prestaba atención a la joven muchacha que estaba a su lado vestida con un llamativo vestido azul, ni tampoco prestaba atención a los caballeros que estaban sentados con él.

Mi corazón se detuvo cuando identifiqué a aquel hombre.

En vez de contestarle volví a dirigir la mirada hacia aquel hombre que levantó su taza y me hizo una señal de salud mientras me guiñaba un ojo.

Sebastián me volteo a ver incrédulo.

Voltee a ver a mi hermano para decirle que mis palabras no tenían importancia, pero entonces al ver que se hacia el cabello hacia atrás vi en su mano algo que me llamó aún más la atención. Tenía en uno de sus dedos un curioso anillo que en medio contenía el dibujo de un águila en una posición y dibujado de tal forma que solo podía significar algo.

No pude contener una sonrisa. Mire aquel hombre que había aprendido a amar mientras tomaba mi taza y la levantaba ligeramente respondiendo su saludo.

Había cumplido su promesa.

14/06/2014

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