Más allá del Tiempo

Más allá del Tiempo

Karina Rojas

19/12/2017

MÁS ALLÁ DEL TIEMPO

¿Dinero?, ahora me podría reír horas mientras escucho esta palabra, he aprendido tantas cosas de la vida que ya no me importan palabras tan vacías como esta, no estoy diciendo que no sea importante porque lo es, pero solo lo es porque en este mundo te ayuda a alcanzar ciertas cosas, cosas importantes, pero no tanto como la felicidad.

Si tan solo hubiera sabido esto antes, antes de la experiencia que viví cuando solo tenía diecisiete años, la verdad esa fue una de las mejores etapas de mi vida, pero gracias a todas las tonterías que tenía en la cabeza, en ese tiempo se me hizo la peor.

Vivía en la Cuidad de México con mi madre y Carlos, su esposo. No me puedo quejar de él ya que era el padre que toda niña de mi edad hubiera querido tener, siempre me daba lo que quería, sin importar lo tonto o costoso que fuera, según él, hacia esto porque quería tener una buena relación conmigo, aunque sabía que solo lo hacía para mantenerme alejada de su relación con mi madre. No lo puedo culpar ya que él no tenía que tenerme ningún tipo de cariño, ya que solo era la hija de su esposa, además pensaba que si mi verdadero padre no me había dado cariño, él menos tenía la obligación de dármelo.

En la escuela no era diferente, me movía y hacia lo que quería, tanto con los profesores como con mis compañeros y supuestos amigos. Sentía que tenía todo lo que quería cuando lo quería aunque por dentro siempre sentí ese vacío por el sentimiento de estar sola, ya que mi madre nunca estaba en la casa. Se la pasaba en salones de belleza o de viaje con Carlos y cuando la llegaba a ver siempre estaba demasiado ocupada para cualquier cosa que se tratara de mí, mi padrastro… bueno él no cuenta y mis amigos… no tengo comentarios para ellos, pero les puedo asegurar que estaba más sola moralmente en la escuela que lo que estaba en la casa.

Le enseñe a mi mente a sentirse orgullosa y conforme con todo lo que tenía, así que con micha seguridad les puedo decir que según yo mi vida era perfecta, todo estaba como yo quería y si algo no me gustaba, lo cambiaba en ese momento. Pero mi supuesto castillo se derrumbo el seis de marzo, nunca podre olvidare ese día ya que sentía que mi madre me había derrumbado mi mundo con tan solo unas palabras.

Ahí es donde todo comienza…

  • Te vas a ir a vivir con tu papá
  • ¡¿Qué…?!- voltee a ver a mi madre mientras la veía caminar hacia mi closet.
  • Lo que escuchaste, Paola
  • ¿Qué haces?- le pregunte a mi madre cuando pude hablar, pero ella no me respondió, solo llevo todas las maletas a mi cama- ¿Qué haces?- le volví a preguntar
  • Paola sabes que no me gusta bromear, te vas a ir a vivir con tu padre, así que veme pasando tu ropa
  • ¿De qué me hablas? El lunes regreso a clases y no me puedes cambiar de lugar nada más porque sí, aquí están mis amigos, mi escuela mi casa mi…
  • Ya lo arregle todo- mi madre se volteo a verme unos instantes, pero luego comenzó a caminar hacia mi closet otra vez mientras me hablaba- tus amigos los veras en vacaciones, tu escuela ya no lo es y tu casa… bueno puedes venirme a visitar en vacaciones también
  • ¡No quiero venir a visitarte en vacaciones!- cuando mencione estas palabras no pude evitar arrebatarle la ropa que mi madre sostenía en las manos- ¡quiero vivir aquí!
  • Paola ya basta, dame eso- mi madre estaba hablando con hilo de voz, eso solo significaba que estaba muy enojada- te vas a ir mañana a Naranjos te guste o no y si tu no haces tú maleta, te irás sin nada- después de eso, mi madre camino hacia la puerta y se fue.
  • ¿Hola?- eran las diez de la mañana en sábado, así que no me sorprendía que contestara dormida
  • Karen necesito tu ayuda
  • ¿Paola?….
  • Bueno ya es hora- dijo Carlos mientras cargaba una de mis maletas de mano
  • Te vamos a extrañar- Karen y Mónica estaban llorando como si les hubieran dado la peor noticia de su vida, yo solo las abrace a ambas y me ahorre todas las palabras, ya que sabía que si decía algo se me iban a salir las lagrimas y no quería que mi madre me viera llorar
  • Las llamare, todos los días- fue todo lo que pude decir, la garganta me ardía y ya no pude contenerme más, las lagrimas se me salieron y ya no las podía para, así que me cubrí la cara con el hombro de Karen.
  • No las puedes llamar todos los días, es larga distancia, ¿sabes cuánto le va a salir a tu padre?, y con él no puedes darte el lujo de gastar tanto- las lagrimas se me pararon de golpe, de repente deje de llorar y solo sentía un gran dolor en el estomago.
  • ¿No te vas a despedir de nosotros?- dijo mi madre unos segundos después de que empecé a caminar hacia el helicóptero
  • No- pude sentir a mi madre correr hacia mi, ya que en ningún momento deje de caminar
  • Paola, esto es por tu bien- dijo mientras dejaba de correr y empezó a caminar junto a mi
  • Siempre has dicho lo mismo, mamá
  • Esta vez estoy segura de que así es- me tomó del hombro y ambas nos detuvimos- y además vas a ver que te lo voy a reponer…que te parece si cuando nos volvamos a ver escoges el coche que quieras, o te compro el perrito que siempre quisiste, o… Paola espera- dijo mi madre cuando empecé a caminar
  • Lo estás haciendo otra vez- le dije sin voltear a verla

Cuando escuche estas palabras sentí el apocalipsis ya que mi padre vivía en Naranjos, un pueblo en Veracruz que ni siquiera encontrabas en los mapas y lo peor de todo era que tendría que soportar el hecho de verlo todos los días

Entré al closet para descubrir porque mi madre se había dirigido ahí, se me había hecho extraño que entrara a mi cuarto ya que nunca lo hacía y verla entrar al closet, bueno… estaba más que sorprendida. Cuando vi lo que estaba haciendo me quede petrificada del miedo, si estaba hablando en serio ya que empezó a bajar todas mis maletas de la parte de arriba de donde ponía los vestidos de fiesta.

Me quedé ahí parada, no podía creer lo que estaba pasando, ¿mi madre me había dicho que un día antes de regresar a la escuela, de acabar mi último año en preparatoria, me iba a cambiar de escuela, y no solo eso sino que me iba a mudar a un pueblo?, ¿iba a hacer mi último año de prepa y la universidad en un pueblo?

Cuando me pude mover corrí hacia el teléfono que se encontraba al lado de mi cama y le llame a Karen

Al día siguiente mi madre y Carlos me llevaron al aeropuerto a primera hora junto con Karen y Mónica, mis amigas más cercanas.

Llevábamos en el aeropuerto más de dos horas, yo no tenía ganas de nada y lo peor de todo era que en todo ese tiempo mi madre trato de hacer plática conmigo y yo solo me limitaba a ignorarla

Solo me limite a despedirme de mis amigas y a arrebatarle la maleta a mi padrastro mientras que con la otra mano tomaba el resto del equipaje.

Sabía que ella no había entendido mis palabras, no tenía porque hacerlo ya que nunca le había reclamado nada y a lo mejor ese había sido uno de los peores errores que había cometido y que había hecho que me tuviera que mudar.

Me estaba obligando a cambiar mi mundo y ¿me lo quería recompensar con un perrito?, no lo creo.

Aunque me sentía terrible por dentro, no podía llorar, estaba tan enojada con el mundo que no dejaría que las lágrimas se salieran de nuevo, lo único que pude hacer fue ver la Cuidad de México una vez más antes de que el helicóptero despegara. Este aterrizó horas después en una vieja autopista petrolera a unos minutos del pueblucho de “Naranjos”

  • Paola, ¿Cómo has estado?- mi padre me saludaba mientras me bajaba del helicóptero de mi padrastro (mi regalo de despedida)
  • Mal, pero gracias por preguntar- mi padre puso cara de pocos amigos y luego me dedicó una sonrisa.
  • Hija sé que no querías venir, pero vas a ver que te vas a divertir mucho, más de lo que crees- me ayudó a cargar las maletas y me dio un abrazo- lo buen…Mm… traes mucha ropa
  • ¿En serio?… no me había dado cuenta- lo dije con el mayor sarcasmo que pude. Quería que mi padre se diera cuenta de que no quería estar con él, y por la expresión de su rostro, sabía que lo había logrado.
  • ¿Cuál es la camioneta?- le pregunte a mi padre al mismo tiempo que examinaba con mucha atención cada camioneta que se encontraba en ese lugar.
  • ¿Qué es eso?
  • No tienes por qué ser tan grosera Paola- mi padre quitó la sonrisa de la cara y siguió caminando en silencio.
  • Te mostraré la casa- mi padre cerró la puerta principal, sin poner llave ni nada parecido.
  • No gracias- empecé a subir las escaleras, lo único que quería era dormir un poco y darme un baño de burbujas. Aunque estaba casi segura de que ni siquiera iba a haber agua caliente, quería mejorar un poco mi día mintiéndome aunque fuera en eso.
  • No vas a saber donde están las cosas, ni tú cuarto…-hizo una pausa mientras ponía mis maletas en el piso.
  • No me interesa mucho… tal vez al rato- no quería que continuara, así que no le di tiempo para que continuara y seguí subiendo las escaleras.
  • Paola, por favor, vamos a llevarnos bien- no podía creer que me dijera eso, había arruinado mi vida y ¿todavía quería que lo tratara bien?
  • Padre… perdón, papi- baje las escaleras y me puse a su lado mientras tomaba las maletas para subirlas a mi cuarto- no me interesa llevarme bien contigo.
  • ¡A mí no me vas a hablar así!, estas castigada- me arrebató las maletas de la mano y con su dedo apunto hacia las escaleras.
  • Paola García, ¿A dónde vas?- mi padre estaba gritando al ver que me dirigía a la puerta por donde habíamos entrado.
  • ¿Te importa?- esa fue la gota que derramó el vaso- ya es mucho tener que venirme a vivir a este disque pueblo, tener que estar oliendo todos los días el polvo y la suciedad y todavía estar aguantándote- cerré la puerta de un portazo y me senté en las escaleras de la entrada, no podía creer lo que estaba pasando, esto tenía que ser un horrible sueño, o una mala broma de mi padrastro.
  • No huele tan mal… a lo mejor ya me acostumbre…y… bueno… -era la voz de una persona, pero no me interesó ver quién era, aparte tenía que alzar la cabeza para verla ya que la tenía entre las piernas- Mm… Me llamo Luis… y tú… debes ser Paola…. ¿O me equivoco?
  • ¿Qué te importa?…. ¿Cómo sabes mi nombre? – alcé la vista para verlo y en ese momento me di cuenta que era un joven, un joven de mi edad aproximadamente y era… muy guapo.
  • Si te molesté… lo siento … mucho… creo…ya que no sé que dije para molestarte
  • No estoy de humor – fue lo único que dije antes de volver a la casa
  • La verdad si me importa- fue lo último que escuche, sin prestarle mucha atención
  • ¿Puedo preguntarte porque aceptaste venir conmigo o sería muy grosero de mi parte? – esperó mi respuesta pero al ver que no contestaba agregó- es muy grosero ¿verdad?
  • ¿Tú qué crees?- suspiré, no quería contestarle así, pero ya era algo automático, no me podía controlar, tenía que dejar de ser tan grosera con él. En serio no quería hacerlo – es que no tengo coche.
  • Y… ¿puedo saber por qué?- nos quedamos en silencio durante un rato, Luis le subió aun más al volumen de su radio y empezó a cantar.
  • El señor no me lo quiere comprar-con mucho trabajo le logré contestar, y solo me atreví porque estaba casi segura de que no me iba a escuchar, ya que el volumen de la música era demasiado alto, pero me equivoqué completamente ya que dejo de cantar y se puso serio.
  • Supongo que el señor es tu padre ¿o me equivoco?- su rostro se veía serio, pero su tono de voz fue muy dulce.
  • Si- vi que tenía muchos CD´S en un porta discos que se encontraba en la puerta de mi lado de la camioneta y no pude evitar revisarlos hasta que encontré uno que me llamó la atención, así que lo tomé.
  • Y ¿puedo saber por qué?- parecía muy divertido, pero en esos momentos no me importó mucho, por alguna razón el disco que se encontraba en mis manos me llamaba mucho la atención.
  • Porque tiene miedo de que me escape o algo así- alcé la vista y vi que Luis estaba viendo el disco que se encontraba en mis manos.
  • Bueno, no lo culpo.
  • ¡¿Qué quieres decir con eso?!- eso era una grosería y no podía aceptar que él me la hiciera.
  • Tranquila Paola… me refería a que si supiera que si te doy un coche vas a buscar la manera para irte, yo tampoco te lo daría- volvió a ver el disco y por alguna razón él me sonrió- ¿quieres que lo ponga?
  • Claro
  • ¿Qué pasó?- Luis solo me sonrió, saco el disco y lo metió en su caja.
  • Tiene dos partes- puso el disco en un pequeño hueco que había arriba del radio, donde había como cinco discos más- ¿quieres escuchar la otra parte?
  • Si- Luis se agachó yo creo para tomar el disco, pero por alguna razón no lo hizo.
  • Paola, se me cayó- él no podía dejar de sonreír.
  • ¿Cómo que se te cayó?
  • Si, el disco está en mis pies- me volteo a ver solo unos segundos.
  • Pues recógelo
  • Tu quieres chocar, ¿verdad?- hubo un gran silencio durante unos momentos- pero… tu si puedes
  • ¿Estás loco?, yo no voy a hacer eso- yo no podía hacer eso. El disco estaba pegado en la puerta del coche y para poder tomarlo tenía que acercarme demasiado a una parte del cuerpo donde está prohibido hasta mirar.
  • Bueno, entonces no vas a poder escuchar la segunda parte.
  • No te vayas a mover- no podía creer todo lo que tenía que hacer solo para escuchar a una niña pidiendo perdón, la curiosidad mata al gato.
  • Me quedaré como estatua- Luis solo hizo el asiento para atrás para que quedara lo más lejos posible del volante, con mucho cuidado me agaché para poder tomarlo, por desgracia el espacio entre sus piernas y el volante era muy pequeño, así que era casi imposible tomar el disco.
  • Perdón, perdón- no entendía porque Luis me decía eso, así que me concentré en tomar el disco y cuando ya lo tenía en las manos, me pegué en la cabeza con el volante. Habíamos pasado por un tope demasiado rápido, ocasionando que la camioneta brincara y yo me pegara, eso hizo que soltara el disco y se volviera a depositar en la esquina delantera del coche.
  • Paola, no veo- me dijo un poco desesperado…¿Pasa algo?- me dijo una vez que había regresado a mi asiento
  • No, nada
  • ¿Te confieso algo?, me gustaría que nos pudiéramos llevar mejor, Pao
  • ¿Cómo me dijiste?- lo había dicho para que me lo volviera a decir, pero puso cara de pocos amigos y gracias a eso voltee a ver a la ventana, ya no tenía ganas de seguir hablando.
  • Me gustaría que…
  • No quería que repitieras eso- lo interrumpí con brusquedad.
  • ¿Entonces?- pude sentir que me volteo a ver unos instantes, pero yo nunca deje de observar hacia la ventana
  • Nunca me habían llamado así
  • ¿Te refieres a Pao?, ¿No te gusta que te digan así?-su voz sonaba muy preocupada, y no pude evitar sonreírle.
  • Nadie me había llamado así- le repetí
  • Entonces ¿no te gusta?- acabábamos de llegar a la escuela así que apagó el motor de la camioneta mientras esperaba mi respuesta.
  • Si- tome mi mochila y abrí la puerta del coche- gracias por traerme- fue lo último que dije antes de salir
  • ¿Lista para regresar?
  • No es posible- me subí al asiento de copiloto y cerré la puerta.
  • No veo que tiene de malo- me respondió al mismo tiempo que se ponía el cinturón y arrancaba la camioneta
  • Me voy a tener que comprar un coche- trate de encender la radio, porque no quería hablar con él, pero no encontraba el botón indicado.
  • Si tanto te molesta que te vean conmigo, solo tienes que decírmelo- creo que se había molestado pero no quise darle importancia ya que no quería volver a sentir lo que había sentido en la mañana.
  • No me molesta
  • Es muy difícil enojarme contigo- se volvió a reír mientras aceleraba hasta llegar a 100 km por hora y ponía el disco por el cual había sufrido tanto en la mañana para tomarlo, solo que esta vez, no tenía ganas de escucharlo y por eso no le puse mucha atención.
  • Es imposible que te enojes con alguien, por lo que veo
  • Es bueno estar de buen humor
  • Si pero tu exageras- soné más irritada de lo que estaba, era increíble que la voz me saliera en ese tono.
  • Nunca dije que era imposible – se volvió a poner serio. Gracias a Dios habíamos llegado a la casa.
  • Gracias- no me contesto así que solo cerré la puerta del coche.
  • Paola por favor, podríamos pasar el día sin pelear- me sorprendió el tono en el que me contesto ya que se escuchaba como si no tuviera ganas de discutir
  • Papá, ¿Cómo quieres que vaya a la escuela?-yo también quería sonar como si no tuviera ganas de seguir peleando y como tenía un poco de esperanza le sonreí.
  • ¿Esa fue una sonrisa?- se notaba muy sorprendido, tanto que tiro una quesadilla que tenía en la mano.
  • Si-era la primera vez que me sentía bien cuando estaba con mi padre, así que tenía que disfrutarlo al máximo.
  • Bueno en ese caso mañana voy a ir a ver una camioneta que me gusto para ti-estaba emocionado, incluso sonaba más emocionado que yo, volvió a tomar la quesadilla y se la metió a la boca.
  • ¿Ya tienes en mira una camioneta?- eso me sorprendió mucho, ya que pensé que siempre iba a tener que viajar en la camioneta de Luis.
  • Pao ¿en serio creías que te iba a dejar ir todo el tiempo a la escuela en el coche de Luis?-¿Me llamo Pao? Mm.. sonaba mejor cuando Luis me lo decía, pero también me había gustado como él me lo había dicho
  • Ahorita vengo- le dije a mi papá mientras salía de la casa, en ese momento tenía tantas cosas en la cabeza, que debo de reconocer que no sabía muy bien lo que estaba haciendo
  • Me van a dar un coche- le dije a Luis cuando abrió la puerta y no pude evitar sonreírle.
  • Me da mucho gusto- al parecer el también estaba feliz por la noticia ya que no dejaba de sonreír- Y ¿se puede saber porque el “señor” acepto?- me dio mucha risa su voz juguetona cuando menciono la palabra “señor”
  • No se pero ¿puedes creer que voy a tener una camioneta?- yo estaba saltando de alegría, pero en ese momento él se puso serio- ¿pasa algo?- no me respondió, solo se me quedó viendo unos segundos
  • ¿Estás bien?-él solo asintió con la cabeza, pero yo sabía que tenía algo, algo le pasaba y no me lo quería decir, estaba triste- ¿Por qué te pusiste tan serio?
  • Si te molestaba que te vieran conmigo- eso definitivamente no fue una pregunta, así que yo también quite la sonrisa de mi cara, me sentía mal por la forma en que estaba tomando las cosas, me hubiera encantado poder decirle que estaba completamente equivocado ya que en cierta forma me caía muy bien, pero mi orgullo no me lo permitía
  • No, claro que no, pero va a ser muy divertido manejar por primera vez-se empezó a reír, ¿Cómo era posible que se riera tanto?
  • Entonces, nunca habías conducido- eso tampoco era una pregunta y al saber que me había puesto roja me di la vuelta y empecé a caminar de regreso a mi casa.
  • Y ¿cuándo vas a ir por mi camioneta?
  • ¡¡Paola, no puedo creer que solo te preocupes por eso!!-mi plan no había resultado ya que se puso rojo del coraje y desee no haber dicho nada.
  • ¿Y en qué otra cosa me puedo preocupar?- le respondí lo más calmada que pude para que viera que no quería pelear con él.
  • Lo siento hija, ya bájate ¿quieres?- en ese momento me asusté, pero pronto me di cuenta de que ya habíamos llegado a la escuela y me bajé lo más rápido que pude para qué no se enojara más conmigo.
  • Hola Paola, ¿ya no te va a traer Luis?- sabía que eso era un alivio para ella, porque desde que llegue no paraba de mirarlo y de sonreírle, la verdad no sé cómo le había hecho para caerle bien, lo normal hubiera sido que me odiara, pero nunca había ni un poco de rencor en sus ojos- Paola, ¿estás bien?- no me había dado cuenta de que me había perdido en mis pensamientos y de que ya habíamos llegado al salón.
  • Si, si estoy bien… – estaba perdida, ya no solo podía pensar en la reacción de mi padre hace unos momentos, sino que en ese momento me acordé de Luis y no sé porque me dio tanto miedo que le hubiera pasado algo que me prometí a mi misma ir a buscarlo después de las clases.
  • No… no lo sé- no tenía ni idea de lo que me había dicho, Vero solo se me quedó viendo, abrió su libreta y empezó a hacer dibujitos en ella.
  • ¿Se pelearon?, o… lo siento no es de mi incumbencia.
  • No, está bien, he… no sé qué paso…- no pude terminar la frase, sentía un nudo en la garganta y no pude continuar , al ver que no me iba a seguir presionando tanto le intente cambiar de tema- ¿hiciste la tarea? – me sonrió, pero de repente se puso triste, nunca había visto a alguien ponerse así, casi se parecía a mi padre ésta mañana.
  • Ya empezó- cerro su libreta y se tallo los ojos.
  • ¿Qué empezó?- mi tono de voz no fue nada agradable

Llegamos a un pequeño estacionamiento con coches antiguos, me sentía en una de esas películas antiguas cuando los coches parecían carretas.

Mi padre señalo una roja que se encontraba a unos pasos de donde estábamos. Nunca había visto una camioneta tan vieja y menos me había subido a una y la verdad no tenía ganas de que esa fuera la primera vez, pero por desgracia hacía mucho calor para irme caminando y no tenía ni idea a donde tenía que ir.

Esa fue nuestra última conversación hasta llegar a la casa, y no sabía cuanto se lo agradecía, ya que no quería hablar con nadie y mucho menos con él.

El pueblo era diez veces peor de lo que recordaba, era un pueblo fantasma, con muchas casitas muy mal cuidadas, la casa en donde iba a vivir durante el resto de mi vida era la mejorcita del pueblo.

No tenía ni idea de porque hacía eso, normalmente en México, las personas se encerraban en sus casa con todo lo que pudieran usar, pero bueno a lo mejor era porque no había nada de valor en esa “casita”.

¿Castigada?, ¿Cómo que castigada?, eso era una grosería, él no me podía castigar, si mi madre no lo hacía, pues mucho menos él, ya no podía estar ahí, no podía seguir viéndolo, necesitaba hacer algo para poder seguir aguantándolo sin ninguno otra consecuencia.

Estaba demasiado enojada pero por alguna razón, cuando lo vi no me dieron ganas de seguir discutiendo con nadie, era como si me hubieran dado un Dalai o algo parecido, ya que al ver su rostro me sentí tranquila, aliviada y también sentí algo muy difícil de explicar, pero era parecido a una combinación de alegría y felicidad. Me sentí como en un sueño.

Cuando volví a la realidad me levanté para volver a la casa, pero cuando estaba a punto de entrar Luis volvió a hablar.

No tengo palabras para describir lo pesado que fue cuando tuve que escuchar los gritos de mi papá mientras guardaba mi ropa y ponía las cosas en su lugar. La noche me la pase tratando de convencerme que todo era un sueño y que al día siguiente iba a estar de vuelta en México, pero como eso no reconciliaba el sueño empecé a examinar cada parte de la casa, cada detalle que había. Mientras más la conocía más me daban ganas de llorar ya que no se parecía en nada a la inmensa casa de mi padrastro, esta casa era mucho más pequeña y todas las cosas se veían viejas y usadas.

Sabía que al día siguiente no iba a ser mucho mejor, pero estaba segura que mi recompensa iba ser estar en la escuela, ya que ese era el lugar donde más me sentía cómoda, además de que estaba segura que iba a ser el mejor lugar para no ver a mi padre.

A la mañana siguiente me levanté muy temprano porque lo único que quería era salir de esa casa y sobre todo, no quería ver a mi padre y mucho menos hablarle, cuando salí el tal Luis estaba subiéndose a su camioneta y cuando me vio me sonrió.

-Buenos días- era una de las sonrisas más bellas que había visto, aparte era de esas sonrisas a las que no podías no responderle, así que no tuve otra que devolvérsela – veo que estas de un mejor humor- puso su mochila en la parte de atrás de su camioneta y se acercó a mí.

– Pues…Si- no podía creer lo guapo y lindo que era, era como el ser perfecto, su única imperfección era el asqueroso lugar donde vivía.

– Bueno en tal caso creo que podría acompañarte a la escuela…claro si quieres- y me volvió a mostrar esa sonrisa que me estaba empezando a gustar.

– No sé si estamos en la misma escuela- se empezó a reír tan fuerte que me dió miedo que las personas nos estuvieran viendo, así que lo más discreta que pude empecé a observar a los alrededores para asegurarme de que nadie estuviera ahí.

– En este pueblo solo hay una preparatoria- lo dijo con un tono de voz tan juguetón que después de unos momentos, ya no podía regresar a la tierra, era increíble como ese niño me hacía sentir, era como si lo conociera desde hace tiempo.

– Bueno en mi defensa hace mucho que no venía a este lugar lle…- no pude terminar la frase ya que mientras más hablaba mas me ponía cara de pocos amigos y no quería que se enojara conmigo- ¿aun sigue en pie lo de acompañarme a la escuela?- volvió a sonreír y me sentí más tranquila

– Claro… ehh…. Sube- traté de ver lo menos posible la camioneta a la que me estaba subiendo para evitar hacer cualquier tipo de gesto, al principio se me hizo muy fácil, pero cada segundo que pasaba mi meta se complicaba más

Al principio el viaje fue silencioso, pero luego Luis intentó hacerme plática, al ver que yo no le respondía ninguna de sus preguntas, él simplemente se calló y prendió su viejo radio.

Me sorprendió mucho su estado de ánimo, ya que por lo que veía, siempre estaba de buen humor.

Me sentí mal porque esa no era la única razón, pero ¿cómo le iba a decir que tampoco sabía conducir? ya que mi madre y mi padrastro nunca se preocuparon por eso porque tenía un chofer las 24 horas del día

Era un disco blanco, igual que su caja, lo único que había eran y curiosamente me costó mucho trabajo entenderlos.

“ 1998”

El disco era un poco extraño, era la voz de una niña de unos cinco años, despidiéndose de alguien.

La pobre niña se escuchaba triste y no dejaba de repetir una y otra vez que algún día iba a volver, la grabación duraba como unos dos minutos y por alguna razón se detuvo antes de que la niña terminara la frase.

Cuando me dijo eso, no le había entendido en absoluto, hasta que vi el disco en el piso del coche.

Nos quedamos en silencio durante un momento, yo quería escucharla pero….

Me paré para poder reclamarle y quedé a muy poca distancia, al tener tan cerca su cara, no pude hacer nada más que verlo

Mientras caminaba hacia la escuela no podía dejar de pensar en lo que había pasando, ese momento fue demasiado extraño para mi gusto y la verdad no sé si quería volverlo a experimentarlo, estaba acostumbrada a que yo siempre era la que tenía el control de la situación, pero por alguna razón esta vez fue diferente.

El día fue… bueno no me podía quejar, fue agradable, se me pasó muy rápido e hice muchos amigos, pero por alguna razón me sentía rara, nunca en mi vida me había sentido así y no podía ignorarlo, por más que lo intentaba no podía, lo único que me distraía de eso era pensar como me iba a regresar a la casa de mi padre ya que no quería volver a ver a Luis. Me podría ir caminando, siempre y cuando él no estuviera ahí porque de seguro me obligaría a subirme a la camioneta ya que aunque no lo quisiera admitir, estaba demasiado lejos de la casa, así que lo único que podía hacer era rezar para que él no estuviera cuando saliera de la escuela, pero por desgracia no fue así, él estaba recargado en su camioneta esperándome o eso parecía.

Prendió la radio y puso una estación medio rara.

Ese día no pude dormir ya que solo pensaba en esa sensación tan rara que había sentido aquella mañana, así que para distraerme un poco fui a la pequeña cocina para retomar la discusión del día anterior con mi padre.

Toque a la puerta de su casa como loca y empecé a ver el pequeño jardín que se encontraba enfrente de mí.

Los días se me pasaban cada vez más rápido, y cada vez era menos pesado vivir en ese pequeño pueblo, Luis se había vuelto mi mejor amigo y todos los días antes de la escuela planeábamos lo que íbamos a hacer en la tarde, cada día mejoraba y cada mañana me despertaba de mejor humor

6 meses después….

Por alguna razón cuando me desperté esa mañana estaba de un humor tan bueno que cuando abrí los ojos, mi pequeño cuarto no parecía tan malo, era pequeño, sí, pero cómodo y tenía un aroma muy particular a rosas, eran las rosas que mi abuela había plantado hacía tanto tiempo, que su aroma me recordó cuando yo era niña y corría por el enorme jardín con otra persona, ¿Quién era?, no me acordaba de ella, estaba segura de que era una niña, pero, ¿Quién podría ser?, sentía una pequeña curiosidad por saberlo, pero la única persona que podría decirme era mi abuela y ella había fallecido desde hace mucho tiempo.

No iba a arruinar mi día pensando en quien podría ser la misteriosa persona así que me salí de la cama para hacer lo que ya se había vuelto una rutina, bañarme, ir a desayunar, lavarme los dientes y la cara, ¡ah!, y esperar a Luis ya que iba a ser la última vez que me llevara a la escuela, porque mi papá me había prometido comprarme la camioneta ese día.

Esa mañana hice todo lo que tenía que hacer mucho más rápido de lo normal, ya que quería ver a Luis, aunque lo había visto ayer en la noche, tenía la sensación de no haberlo visto en mucho tiempo.

Salí de la casa para esperarlo, esperé, esperé y esperé, pero no apareció y me empecé a preguntar qué era lo que estaba pasando, lo más probable era que él ya se hubiera ido a la escuela, aunque no tenía ni idea de por qué se había ido sin mí, así que eche un vistazo a su cochera, pero ahí estaba su camioneta.

-Pao, ¿qué haces?- era mi papá que se acercaba a mí jugando con las llaves de su coche.

– Esperando a Luis-en ese momento mi papá se puso tieso y miro hacia la casa de al lado.

Me sorprendió su expresión y le quise preguntar porque se había puesto así, pero no me dio oportunidad ni de abrir la boca.

– ¿No va a ir a la escuela?- mi papá seguía tieso y con una mirada de asombro. No conocía tanto a mi papá, pero sus ojos mostraban temor.

– Pues se supone que sí, pero…- no pude continuar ya que mí papá ya se estaba subiendo a su camioneta que se encontraba al otro lado de la calle

– Yo te llevo.

No sabía la razón de porque se había puesto tan serio y con una cara de asustado y lo peor fue que así la llevó todo el camino, no tuve el valor para preguntarle qué había pasado porque tenía miedo que se enojara conmigo y no quería que pasara eso ya que estaba empezando a llevarme bien con él, así que para tratar de quitar la tensión intenté hacerle la platica

Cuando me bajé de la camioneta Verónica, una de las amigas que había hecho desde el primer día de escuela, me saludó con una gran sonrisa.

Al parecer gracias a eso me sentí mucho mejor y pude tranquilizarme un poco, tenía que hacerlo ya que la clase que me tocaba era de álgebra y tenía que poner toda mi atención en ella ya que por más que me esforzara nunca había podido sacar más de seis, en toda mi vida.

El profesor no había llegado y Verónica aprovechó para seguir hablando conmigo, eso hizo que me volviera a poner nerviosa y no pudiera dejar de preguntarme lo que le pasaba a Luis, ya que él nunca faltaba a clases y para empeorar las cosas lo único de que hablaba Vero era de él.

Me molesté porque tenía la impresión de que había algo que yo no sabía, pero mi padre y Verónica sí, estuve examinado su cara durante unos segundos, pero lo único que encontré fue tristeza.

  • Nada Paola, la clase- se empezó a reír pero más que de burla, era una risa de alivio.
  • No tienes quien te lleve a tu casa ¿verdad?- por suerte era Verónica quien había chocado conmigo.
  • No, mi papá está trabajando y pues…ya sabes…Luis…
  • Yo te llevo- por alguna razón no me dejó terminar la frase, no le quise reclamar nada, era mi única forma de llegar a mi casa, así que la seguí a su coche sin decir una palabra.
  • ¿Está tu padre, pequeña? – ¿me había llamado “pequeña”?, tenía mucha suerte de que estuviera un poco distraída y no escuche a tiempo lo de “pequeña” sino le hubiera…- Ya veo que no- me dijo mientras se asomaba por arriba de mi hombro.
  • No, ¿se le ofrece algo?- hizo una cara de tristeza y me entregó una pequeña carta que traía en la mano
  • Te pido que se la entregues a tu padre y por favor, por lo que más quieras no lo leas es un asunto privado y muy importante.
  • Claro- no me hubiera dicho eso, ya que me dieron muchas ganas de abrirla.
  • Paola ¿Qué haces ahí parada?- rayos me había quedado como tonta en medio de la sala, pensando todas esas tonterías.
  • Nada, eh… te envía esto Elena… me dijo que… que era importante y privado…- mi padre se empezó a reír y abrió la carta, pero cuando la empezó a leer se le quito la sonrisa del rostro y se puso serio, con los ojos llenos de lagrimas.
  • Eh…. papá ¿estás bien?.
  • ¡¿Leíste la carta?!- estaba tan enojado que me asuste mucho
  • N…o- por suerte me había salido la voz y estuve a punto de llorar también del susto. Nunca me habían gritado así y mucho menos él.
  • Lo siento nena yo…- se le salieron las lagrimas otra vez, pero ésta vez sí se las seco.
  • ¿Qué sucede?- estaba tan espantada que la voz se me quebró, mi padre se me quedo viendo y se volvió a secar las lagrimas.
  • Nada- se dio la media vuelta y se fue.
  • ¿Vas a venir con nosotras a Tuxpan?- íbamos camino a mi casa y era la cuarta vez en el día que Verónica me hacia la misma pregunta.
  • Por favor ven con nosotras
  • No lo se, Vero… la verdad no tengo muchas ganas de sa…
  • Paola- cuando Verónica me interrumpió estaciono el coche a un lado de la calle y apago el motor para voltear a verme- dime la verdad, estos días has estado muy rara, ¿Qué tienes?- cada palabra que pronunciaba hacía que el corazón me palpitara más rápido, así que cuando termino, lo único que hice fue devolverle la mirada, no quería decir nada- ¿Paola?
  • ¿De qué hablas?, yo no soy la que esta callada todo el día sin ninguna razón desde hace dos semanas
  • Si hay una razón- Verónica hablo para si, pero lo suficientemente alto como para que la escuchara
  • ¿Y cual es?- me sorprendió mi tono de voz, ya que era duro, seco, como si estuviera más enojada que angustiada por la posible respuesta
  • Está bien ¿cuándo nos vamos?
  • Estaba pensando en irnos en una hora pero… nos vamos mañana, paso por ti a las 9- me sorprendió el cambio en ella, fue demasiado drástico como para poder digerirlo, todavía no me acostumbrara a como se comportaba desde los últimos días, cuando la conocí era la persona más alegre del mundo, de hecho parecía que ella y Luis compartían ese amor por las cosas que hacia que te lo llegaban a contagiar, pero desde que él se había ido, ella simplemente había cambiado
  • Gracias- estaba sorprendida y mi voz me delato- por traerme
  • Buenos días- mi padre estaba leyendo un periódico, así que ni siquiera se molesto en levantar la vista para verme, acto que ya estaba acostumbrada a soportar por parte de mi madre
  • Verónica me invito hoy a Tuxpan, quería saber si me dejabas ir- cuando acabe la frase hubo un pequeños silencio en la habitación
  • ¿Quiénes van a ir?
  • ¿Qué?- eso ya era demasiado- ¿También quieres que te diga que ropa estoy usando en estos momentos?
  • No me respondas en ese tono- su voz era dulce, por alguna extraña razón era… dulce, pero eso no vasto para que me calmara, al contrario, me sentí más enojada
  • No tengo intención de discutir contigo, solo quiero saber si puedo ir
  • Quita ese tono conmigo, Paola- su voz seguía exactamente igual, pero esta vez si basto para calmarme
  • ¿Puedo ir?- dije casi con un susurro
  • Si- mi padre se paró y se dirigió a la cocina, sin decir nada más
  • ¿Me das dinero?
  • ¿Cuánto quieres?- saco su pequeña cartera y me extendió un billete de 200 pesos
  • ¿Qué es esto?- mi padre no me respondió, así que después de unos momentos, tome el billete y salí de la casa para esperar a Vero
  • ¿Nadie más viene?- le pregunte a Vero una vez que estábamos en el coche, apenas ayer me había dicho que había invitado a unas personas.
  • No- sonaba seca, triste y había algo más en su rostro que no pude identificar.
  • ¿Qué es lo que pasa?
  • ¿Con qué?- Verónica ni siquiera se molesto en mejorar un poco su tono de voz, lo dijo de una forma tan seca que hizo que me molestara un poco, además mi día no estaba siendo uno de los mejores y apenas eran las 9: 40 de la mañana
  • Nada, olvídalo- sabía que no era el momento de hablar de eso ya que ninguna de las dos era capaz de mantenerse tranquila.
  • Oye, te quería preguntar algo
  • Si claro- trate de que mi tono de voz fuese muy tranquilo, pero no puede evitar mostrar que estaba un poco molesta
  • ¿Qué pasa contigo y con Ricardo?
  • ¿De qué me hablas?
  • Paola…- Vero hizo una pequeña pausa y después se empezó a reír como si le acabara de contar un chiste- sabes que me puedes contar lo que sea
  • Sí, el problema es que no tengo nada que contar
  • ¡O vamos!… sabes que eso no es cierto- tenía una voz juguetona, como si eso le ayudara a sacarme una verdad que no existía
  • No sé de qué me estás hablando
  • Está bien, me lo dirás cuando quieras- después de pronunciar esas palabras soltó una pequeña risa
  • ¿Qué le pasa a Elena?, ¿Por qué se ve tan…triste?- me sorprendió como esas palabras salieron de mi boca, ni siquiera sabía de que estaba hablando hasta que formule la pregunta
  • Nada, es que… eh… Elena… no se sentía bien, sí, eso es- definitivamente no sabía mentir.
  • Verónica…
  • Lo que pasa es que esta en depresión por lo de su marido
  • Pero, ¿no se supone que murió hace mucho?- sabía que era una pregunta muy grosera, pero en esos momentos no me interesaba ser amable
  • Paola, eso no tiene nada que ver- se había molestado conmigo y la verdad es que no quería tener una discusión con ella como la había tenido hace unos momentos con mi padre, así que opté por cambiar el tema
  • Y ¿sabes porque Luis ya no ha ido a la escuela?- se lo dije con un hilo de voz ya que solo recordar el tema, hacia que se me pusiera la piel de gallina
  • El lunes va a ir- me dedico una sonrisa de oreja a oreja mientras ponía un CD y le subía el volumen lo más fuerte que daban las bocinas de su preciosa “TOWN AND COUNTRY”.
  • ¿Qué paso?- Verónica volvió a verme un poco preocupada
  • Nada, solo… que ya llegamos – trate de sonreírle, pero lo que estaba sintiendo en esos momentos no me dejo ni siquiera mover los labios
  • Lo siento Paola, por más que lo intento no puedo entenderte… no sé por qué le tienes tanto resentimiento a este lugar
  • ¿Sabes?, a lo mejor no es el lugar, si no los recuerdos que me trae- agradecía mucho que ya fuera de noche ya que sentí como una lagrima recorría mi mejilla, pero antes de que Vero la pudiera ver, me la seque con la mano
  • ¿Por qué lo dices?
  • La última vez que estuve aquí tenía nueve años, mis papas todavía estaban casados y yo me sentía la niña más feliz del mundo, la verdad no tengo mucha memoria de todo eso, pero me acuerdo perfectamente de lo feliz que me sentía, ahora todo es diferente- hice una pequeña pausa para voltear a ver a la ventana, ya habíamos llegado a mi casa- a lo mejor lo que tengo es que no quiero recordar lo bien que me la pasaba cuando mis padres estaban juntos, o a lo mejor… no importa – le dedique la mejor sonrisa que podía en esos momentos y abrí la puerta del coche- gracias por el día- dije antes de bajarme
  • Paola- me sorprendió su voz antes de cerrar la puerta- en serio, lo siento
  • ¿Un día de shopping?- no pude moverme después de escuchar esa voz, era la misma voz que había extrañado desde hace semanas, la voz que tenía tantas ganas de escuchar y no quería admitirlo
  • No exactamente- no podía dejar de mirarlo, inspeccione cada centímetro de su rostro como si me pidieran después dibujarlo, cosa que si supiera hacer ya tendría millones de retratos suyos
  • Me preguntaba si querías venir conmigo mañana- dijo después de unos segundos en silencio.
  • ¿A dónde?
  • Quiero que conozcas un… bueno ya lo conoces, pero… es sorpresa
  • Si mi papá me deja, claro
  • Bueno, como estoy seguro que tu papá no se va a oponer, te espero aquí a las cinco- cada palabra que decía, daba un paso más hacia mí, haciendo que cuando acabara la oración, ya estuviéramos a una distancia muy corta
  • ¿Por qué estas tan seguro de eso?- apenas pude pronunciar las palabras, quise retroceder un poco, pero me encontré a espaladas con la puerta. Luis solo me sonrió
  • Conozco a tu padre- hizo una pequeña pausa y luego siguió hablando- sé que te dará permiso
  • Quiero entrara a mi casa- la situación ya se había convertido en algo incomodo, aunque nunca me imaginé que en esos momentos salieran palabras tan directas como aquellas
  • Nadie te lo impide- su voz salió como un susurro haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo
  • Se me cayeron las llaves
  • ¿Quieres que te ayude a buscarlas?
  • No… solo quiero que me des espacio para hacerlo
  • No te estoy quitando espacio- hubo unos segundos en silencio, los suficientes para que Luis entendiera que si lo estaba haciendo- lo siento- su voz sonó un poco más ronca, como si estuviera apenado pero no dijo nada más, solo se limito a dar un paso hacia atrás mientras me evitaba la mirada
  • Esto nos va a ayudar- dijo al mismo tiempo que alumbrara el suelo con su celular- ¿Dónde se te cayeron?
  • Por la puerta
  • ¿Qué habrá sucedido?- dijo cuando pudo reconocer a la persona que se bajaba de un coche negro, sabía que no me lo decía a mí, pero no pude evitar voltear a verlo sorprendida- ¿Todo bien, Marco?- le dijo una vez que esta había cerrado la puerta de su coche
  • No, todo ha sido un desastre- Marco empezó a dar grandes zancadas hasta que se encontró a un lado de Luis- llevo horas diciéndole que no lo haga, pero no me hace caso, así que mejor vine a buscarte, ya lo conoces y sabes que solo te escucha a ti
  • Si le pasa algo lo va a tener bien merecido- nunca había escuchado a Luis enojado y la verdad me impresiono verlo de ese modo
  • Si ya lo sé, pero si dejamos que se pelee, le van a ganar, Luis
  • ¿Dónde se van a encontrar?- esas palabras eran para Marco, pero cuando Luis las pronunció me dirigió a mí la mirada
  • Donde siempre- le respondió
  • ¿Te molesta si te dejo?- su voz fue muy dulce, aunque sus ojos mostraban que estaba enojado
  • No, claro que no- le respondí de inmediato, pero con un hilo de voz
  • Pero primero hay que encontrar las llaves- dijo Luis al mismo tiempo que volvía a alumbrar el suelo con su celular
  • Luis, ya se van a pe…
  • No me importa- lo interrumpió antes de que Marco pudiera terminar la frase- no la voy a dejar aquí afuera
  • Ya las encontré- dije aliviada después de recoger las llaves del suelo
  • ¿Qué diablos…?- no pude terminar la frase, solo me limite a recoger la piedra y dirigirme a la ventana, me sorprendió ver a Luis parado en frente de la casa- ¿Intentas que esto me dé en la cabeza?, porque casi lo logras- le dije al mismo tiempo que abría la ventana
  • La verdad solo quería despertarte
  • Vaya que lo has conseguido
  • Me canse de esperarte, lo siento no pensé darle tan…
  • ¿Esperarme?- me di la vuelta al reloj que se hallaba pegado en la pared al otro lado del cuarto y me di cuenta de que eran las 5:30 de la mañana – ¿Por qué me estas esperando?
  • Te dije que pasaba por ti a las 5
  • Si… de la tarde- Luis no me contesto, solo arqueo las cejas hasta que estas casi se juntaron- dame dos minutos más
  • Pues, después de una hora, ¿Qué son dos minutos?
  • Bueno días- le dije antes de que pusiera sus huevos en un plato
  • Buenos días hija
  • Oye papá, me preguntaba si me dejabas ir con Luis a…- me interrumpí cuando me di cuenta de que no tenía ni idea a dónde íbamos- ¿puedo ir con él?
  • ¿Cuándo?
  • Ahora- esperé un momento su respuesta pero como no hubo ninguna, seguía hablando- está afuera
  • ¿Por qué no me avisaste antes?- mi padre no se veía enojado, pero si pude percatar de que no estaba muy de acuerdo con la situación
  • Te lo iba a preguntar anoche, cuando me invitó, pero no habías llegado y me quede dormida
  • Está bien… pero regresas temprano
  • Gracias- le dije al mismo tiempo que me dirigía a la puerta
  • Ya estaba creyendo que me ibas a dejar plantado- su voz interrumpió mis pensamientos cuando estaba cerrando la puerta de la casa
  • No lo haría
  • Tardaste mucho- Luis ya se encontraba encendiendo la camioneta cuando mencionó estas palabras
  • ¿Me estas reclamando?- aunque mi voz sonó un poco dulce, mis intenciones no lo eran
  • No, solo te lo estoy afirmando
  • Pues no me lo afirmes- no me había dado cuenta de lo seca que había sonado, hasta que vi la expresión de Luis- le tuve que pedir permiso a mi papá, por eso me tarde
  • ¿No lo habías pedido?- se escuchaba muy divertido, pero por alguna extraña razón, eso no me molesto, al contrario hizo que me riera- no lo puedo creer
  • ¿Qué cosa?- le pregunte todavía con una sonrisa
  • Es como la segunda vez que te veo reír desde que llegaste- cuando terminó de hablar no pude evitar ponerme seria, no me había agradado su comentario- o vamos, no me vas a negar que antes eras más alegre y además…
  • ¿Antes?- lo interrumpí, ese detalle me llamo mucho la atención- ¿antes de qué?
  • Nada, no sé de lo que hablo
  • ¿Luis?
  • Tu padre me había contado que cuando eras niña siempre sonreías, a eso me refería- aunque su historia era coherente, algo en su voz lo delataba
  • ¿Desde cuándo tienes tanta comunicación con mi padre?
  • Desde siempre Pao- Luis hizo una pequeña pausa, pero al ver que no hablaba, él continuo- tu padre y mi madre siempre fueron buenos amigos, de hecho un día fueron más que eso, pero cuando tus padres se divorciaron, mi mamá fué la que ayudo a tu padre a salir adelante y gracias a eso yo también logré acercarme más a él
  • ¿Fue tan difícil para él?- lo dije con un susurro, esa pregunta no era para Luis, pero la tomo comó si se lo hubiera preguntado
  • Si- dijo después de unos momentos- te puedo asegurar que fue muy duro para él
  • No solo para él
  • Lo sé
  • ¿A dónde vamos?- me costó mucho trabajo pronunciar éstas palabras ya que todavía estaba impresionada por lo hermoso que era ese lugar
  • Es una sorpresa
  • ¡Ya llegamos!- dijo Luis al mismo tiempo que apagaba el motor
  • ¿Dónde estamos?
  • Bueno… – hizo una pequeña pausa mientras observaba a su alrededor- esta propiedad la ha tenido mi familia desde hace años, es uno de mis lugares favoritos
  • Es hermoso- le respondí mientras dirigía mi mirada a la ventana
  • Y si no te hubieras tardado tanto…- dijo mientras me miraba fijamente a los ojos, con una sonrisa torcida en el rostro- lo hubieras visto cuando amanece, es más impresionante
  • Solo me retrase media hora
  • No fue solo media hora- cuando empezó a hablar, todavía tenía una sonrisa en el rostro, pero mediante fue pronunciando las palabras, esa sonrisa empezó a desaparecer- además cada minuto cuenta…- hizo una pequeña pausa, quería preguntarle a que se refería con eso, pero antes de que pudiera emitir sonido alguno, el recupero su expresión amigable y continuó- pero no espero que lo entiendas así que vámonos- se bajo del coche y me abrió la puerta del copiloto para ayudarme a bajar
  • ¿Y esto?
  • Es para que encajes en el ambiente
  • Pues muchas gracias- me ofreció su mano y yo sin pensarlo dos veces se la acepté.
  • No esperas que yo monte eso ¿o sí?
  • No te preocupes, tu solo te vas a subir al caballo y yo voy a manejarlo- ese fue un gran alivio ya que de solo ver al enorme caballo el estómago se me revolvió y todo me empezó a dar vueltas.
  • ¿Esa es mi sorpresa?- pregunté mientras señalaba al caballo con el mentón.
  • Parte de ella- me ayudó a subir al animal, aunque yo no tuve que hacer mucho esfuerzo , solo apoyar un pie en el estribo y esperar a que Luis hiciera todo lo demás.
  • Pao, ya puedes abrir los ojos- no me había dado cuenta de que los había cerrado ya que solo me podía concentrar en la sensación que sentía al estar montada en un animal que era mucho más alto que yo y que corría a una velocidad increíble y aparte de todo estar abrazada de Luis con el viento soplándome su dulce aroma, era más que increíble- Ábrelos Pao- muy obediente abrí los ojos lo más lento que pude ya que no quería ver que habíamos regresado a la camioneta y saber que se había acabado la magia, pero al momento que los abrí me di cuenta de que no estábamos en la galera, sino en lo alto de una gran montaña que dejaba a la vista un paisaje que solo se encontraba en películas o en las pinturas.
  • ¿Te gusta?-no podía dejar de ver el gran paisaje así que con un hilo de voz le respondí:
  • ¿Cómo no va a gustarme?- el paisaje era lo más hermoso que había visto en mi vida, pero solo tuve tiempo para verlo un rato más ya que el caballo empezó a avanzar de una forma lenta, pero aún así no era lo mismo verlo cuando el caballo se movía.- ¿Qué haces?- le dije un poco molesta una vez que había reaccionado de que nos íbamos de ese hermoso lugar.
  • Te tengo otra sorpresa- no quería enojarme con él así que solo asentí y volví a cerrar los ojos para seguir disfrutando del momento.
  • Ahí- lo dijo mientras señalaba un gran árbol y debajo de él había un gran mantel color blanco, encima del mantel estaba una pequeña canasta de la misma tela del mantel.
  • ¿Un picnic?- en ese momento tenía dos sensaciones a la vez: el de confusión y el de alegría, ya que era increíble que él hiciera eso, pero al mismo tiempo era un poco raro
  • Un típico picnic debajo de un típico árbol- amarró al caballo a unos pocos metros del lugar en donde estaban las cosas y me llevó de la mano hacia el mantel.
  • Señorita- me dijo mientras me hacia una señal con la mano, para que me sentara- Lo siento pero no soy muy original- tomó un refresco y me lo sirvió en una copa de vino, me le quede viendo, muy sorprendida de que en vez del vino pusiera refresco de uva en la copa.
  • Sé que no tomas…o ¿sí? – me dió la copa y tomó otra para vaciarle otro refresco.
  • Claro que no tomo- esta escena la había visto varias veces en diferentes películas, pero no quise reclamarle ya que una cosa era verlo y la otra experimentarlo.
  • En ese caso… por la salud- subió su copa al máximo y yo hice lo mismo.
  • ¿Por qué me dijiste que ya conocía este lugar?- pude ver que a Luis le había sorprendido mi cambio de conversación.
  • ¿Qué?
  • Ayer me dijiste que yo…
  • Ha- me interrumpió- lo que pasa es qué te iba a traer a otro lugar
  • ¿A cuál?
  • Pues… ya sabes… al… no tiene mucha importancia
  • Me alegra que hayas cambiado de planes- le dije mientras observaba a mi alrededor
  • Qué bueno que te haya gustado
  • ¿Y el caballo?- le pregunte antes de voltear a ver a la increíble creatura
  • Un regalo
  • Y ¿por qué querías que viniéramos tan temprano?- me volvió a sonreír, era impresionante que sonriera tanto, pero tenía algo en su sonrisa, algo que hacía que me sintiera a gusto, me hacía sentir una sensación de paz, de armonía, era como si el mundo desapareciera cuando él me sonreía de esa manera, como si fuera a protegerme de cualquier peligro, era una victoria esa sonrisa.
  • Quería que vieras el amanecer, pero te quedaste dormida, así que tendremos que volver otro día.
  • Cuando quieras- podría venir aquí las veces que él me acompañara, era una magia que me encantaría volver a repetir, una magia que solo podía volver a sentir cuando él estuviera conmigo.
  • No me esperaba eso de ti- me dijo una vez que nos pudimos separar.
  • ¿Esperar que?- todavía estaba en mi pequeño mundo, todo fue tan rápido, tan hermoso que apenas sabía que era lo que acababa de ocurrir.
  • Que me besaras- cuando dijo esas palabras pude reaccionar y mi cabeza volvió a funcionar adecuadamente.
  • ¿Por qué?- estaba asustada ya que creí que no le había parecido, pero al escuchar mi tono de voz agregó:
  • Creía que todos en este pueblo éramos una bola de… ¿Cuál sería la palabra? – estaba en problemas ya que Luis había escuchado una de mis muchas discusiones con mi padre y no había sido nada agradable.
  • ¿Sabías que escuchar conversaciones ajenas es malo?- fue lo único que se me ocurrió para poder esquivar su comentario.
  • Si lo escuchas espiando sí- tomó mi mano, la empezó a examinar y luego agregó- pero si lo escuchas por casualidad no, ya que no es mi culpa que grites tanto cuando te enojas.
  • Caballo tonto- le dijo al pobre caballo mientras se levantaba- tenías que interrumpir justo en estos momentos- era mi oportunidad para salir de su incomoda platica y tenía que aprovecharlo.
  • Bueno es tiempo de irnos, mi padre dijo que llegara temprano- me volteó a ver con cara de pocos amigos mientras el caballo se paraba en dos patas para alcanzar la manzana, el jalón que hizo provoco que Luis se desbalanceara y cayera al lado de sus patas.
  • Caballo estúpido – me enojó un poco la palabra que utilizó para referirse al inocente animal que me había ayudado hacía unos pocos minutos.
  • No le hables así a tu caballo-me volteó a ver con una expresión de duda y de dolor.
  • No es mío- me dijo mientras se levantaba del suelo y se sacudía el polvo que tenía en la ropa.
  • ¡¿Te lo robaste?!- sabía que era una exageración de mi parte, pero solo pensar el hecho sentía como cada parte de mi cuerpo se tensaba – vamos a devolverlo antes…
  • No me lo robé- me interrumpió- es tuyo- me quede viéndolo en estado de shock, no podía creerlo, me había comprado un caballo, ¿Cómo?, ¿Por qué?
  • Mm..i…i…o – apenas se lo pude tartamudear de la sorpresa.
  • Si, te lo compré como regalo de bienvenida, pero al ver que habías cambiado me entró la duda, hasta que me decidí y se me ocurrió lo del picnic y todo lo demás y…
  • ¿Crees que me voy a subir yo sola a esa cosa?- lo dije lo más calmado que pude, pero sabía que podía ver el pánico en mi rostro.
  • Si, ¿Por qué no?
  • Pues porque apenas me puedo subir y ¿tu ya quieres que lo maneje?- todos los esfuerzos que había ahorrado para guardar la calma se desvanecieron por completo.
  • Pero eso se aprende- me sonrió mientras me extendía la mano en señal de que era hora de irnos, así que un poco dubitativa se la acepte y me ayudo a subir al caballo – es fácil, solo tienes que aprender a hacerlo.
  • ¿Me vas a ayudar?
  • ¿Qué paso ayer?- pregunte aprovechando el pequeños silencio que se había hecho- ¿Quién se estaba peleando?
  • Paco y… Ricardo
  • ¿Por qué se estaban peleando?
  • Tienen pleito desde hace mucho, el problema es que Paco le da por provocar a Ricardo y bueno, este obviamente no se deja
  • ¿No se caen bien?
  • No es eso- Luis hizo una péquela pausa, – lo que pasa es que… es una historia complicada- volteó a verme, como si creyera que me iba a conformar con lo que acababa de decir, pero al parecer comprendió a la perfección mi mirada ya que después de unos segundos siguió hablando- está bien… antes ellos se llevaban muy bien, de hecho era muy buenos amigos, los tres éramos muy buenos amigos, o al menos eso era lo que Paco y yo creíamos, ya que cuando nos descuidamos, Ricardo nos empezó a meter en problemas, hasta que optamos por separarnos de él, yo ya no tengo ningún problema con nadie pero a Paco… le gusta provocarlo, cree que es una buena forma de echarle en cara todos los problemas en los que lo involucró.
  • ¿En qué tipos de problemas los metía?
  • No me gusta recordar esa etapa de mi vida- me lo dijo de la forma más seria que había podido, así que después de eso, por primera vez desde que me había subido a su coche, nos quedamos en un silencio incomodo.
  • Bueno, muchas gracias, fue muy divertido-esperé a que me contestara o asintiera con la cabeza… algo, pero no se movió, así que me bajé del coche y cuando estaba a punto de cerrar la puerta habló.
  • Pao, he… yo… me preguntaba si ¿mañana quieres que te lleve?
  • Si, gracias- cerré la puerta y empecé a arrastrar los pies hasta mi casa.
  • ¿Pasó algo?- me pregunto mi padre sin dejar de hacer lo que estaba haciendo
  • No ¿Por qué?
  • Porque…no, nada – me dedicó una sonrisa y no tuve otra que devolvérsela. .
  • ¿Qué cocinas?- no tenía ganas de hablar, pero sabía que si no le dejaba claro a mi papá de que estaba bien, no me iba a dejar de molestar con lo mismo durante el resto del fin de semana, así que solo me senté en la silla más cercana que encontré y empecé a jugar con el mantel.
  • Nada, unos hot-cakes, ¿quieres?- me limite a negar con la cabeza mientras me levantaba de la silla para dirigirme a mi cuarto
  • Vamos a llegar tarde – me dijo mientras me abría la puerta del copiloto.
  • No por un minuto- le exclamé mientras me subía a su coche.
  • Cada minuto cuenta, como ya te había dicho- extrañaba mucho esos ánimos en las mañanas.
  • Sí, claro, al menos que te estés muriendo- se puso serio y me arrepentí de haber dicho aquellas palabras, aunque no sabía exactamente por qué, así que repetí una y otra vez en mi mente las palabras que había dicho hacía unos minutos, pero no había nada raro en ellas y como no quería que el silencio se hiciera más grande le quise hacer platica- ¿Por qué faltaste la semana pasada?-cuando acabé la frase me arrepentí de haberle preguntado eso, pero al ver que me sonreía me calmé un poco.
  • Ya te estabas tardando- tomó aire- creí que nunca me lo ibas a preguntar- me dedicó una sonrisa y al ver que se la devolvía agregó- me enfermé, nada grave, pero el médico dijo que era mejor que guardara reposo
  • Ah- fue todo lo que se me pudo ocurrir en esos momentos, ¿Por qué Vero no lo había mencionado?, ella solo mencionaba a Elena, pero nunca mencionó nada de Luis, siempre me cambiaba de tema cuando se lo preguntaba.
  • ¿Pasó algo interesante en mi ausencia?- se veía muy feliz, la verdad no tenía ni idea porque ya que esa escuela era de lo más aburrido.
  • No, nada de nada- tenía tantas ganas de preguntarle donde había estado todo este tiempo, ¿Por qué no estaba en su casa si solo estaba un poco enfermo?, pero me ahorré todas mis preguntas y baje la mirada.
  • Pao, te tengo que contar algo- Vero estaba gritando de la emoción, pero cuando vio que Paco la veía se calmó, respiró un poco y luego toda seria siguió- ¿puedo hablar contigo?-me estaba jalando del brazo con una fuerza increíble y como apenas estaba bajando del coche, casi me tira, así que me bajé lo más rápido que pude y me despedí de Luis con la mano.
  • ¿Estás bien?- me preguntó Vero al verme ponerme de ese color, aunque no dejaba de jalarme el brazo y caminar a todo prisa.
  • Si, ¿Qué paso?- su paso veloz hizo que sin querer chocara con Ricardo, pero como me seguía jalando no pude hacer nada más que gritarle que lo sentía.
  • Podrías ir más despacio, no te entiendo- era la tercera vez que se lo pedía y la tercera vez que me lo gritaba como loca, pero hablaba tan rápido que no lograba entender las palabras.
  • Paco me llegó ayer y fue increíble- no aguanto más y se puso a gritar como loca otra vez.
  • ¿No te gustaba Luis?- le dije casi sin aliento ya que me costaba mucho trabajo hablar de él con ella.
  • Pao, te lo dije el sábado- me examino la cara y al ver que no respondía siguió hablando- te gusta a ti y a él le gustas y no me quiero meter en eso, me gusta, sí, pero mejor te lo dejo a ti ya que sé que yo no voy a lograr nada con él.
  • 1565-¿me estaba susurrando Ricardo la respuesta?
  • 1565- le dije sin pensar en lo que estaba diciendo, era mejor decir eso, a no decir nada.
  • Muy bien Paola García, ¿ahora me podría decir porque le dijo la respuesta a la señorita, Ricardo?- mientras hablaba se puso en frente de él y me señalo cuando menciono la palabra “señorita”, al ver que no contestaba siguió- quiero un trabajo escrito y memorizado sobre el tema para que lo expongan el próximo lunes, ¿está claro?
  • Pe….
  • ¡Está claro señorita García!- me interrumpió antes de que pudiera terminar la palabra.
  • Ponga más atención a las clases señorita García, me imagino que el joven Gonzales no está en todas sus clases para que le diga las respuestas o, ¿me equivoco?
  • No- se me quedó viendo hasta que unos minutos después tocó el timbre.
  • Hasta el lunes jóvenes y García, Gonzales, lo quiero bien hecho y entendible cuando lo expliquen.
  • Pao, ¡Pao!- Ricardo me estaba gritando desde el salón, pero no le quise poner mucha atención. De repente sentí que alguien me jalaba del brazo y el jalón hizo que tirara todos los libros que tenía en la mano.
  • Lo siento mucho- me dijo mientras se agachaba mirando el desastre que estaba a nuestros pies
  • ¿Me lo prestas?- no se molestó en alzar la cara para verme al momento en el que me lo preguntaba, así que no le di mucha importancia, aparte solo era un libro y mientras no fuera uno que necesitara más adelante, todo estaba bien.
  • Si- guardó el libro en su mochila y alzó la vista para verme.
  • ¿Cuándo quieres hacer el trabajo?- esa pregunta me tomó por sorpresa y dejé de buscar a Vero con la mirada, lo mire a los ojos con una expresión de curiosidad y al ver que no le decía nada continuó- no tengo nada que hacer hoy en la tarde así que si quieres podemos ir a una cafetería que está aquí cerca para poder empezar con el trabajo escrito, claro si te parece.
  • Claro está perfecto, ¿a cuál cafetería?
  • “El Selecto”, no se parece nada a un Star Bucks, pero es lo más parecido que hay por aquí, ¿sabes donde es?
  • Si- le mentí, porque ya quería salir de ahí lo más rápido posible ya que iba a llegar tarde a mi siguiente clase y no quería que me volvieran a regañar.
  • Entonces hasta la tarde, te espero ahí después de clases.
  • Esta bien, adiós- me di la media vuelta y me fui a mi salón.
  • Se tardó señorita- me estaba reclamando con un tono juguetón en su voz mientras me abría la puerta del copiloto.
  • Lo siento- me encantaba cuando se ponía a jugar de esa manera, pero en esos momentos estaba tan nerviosa que no me estaba divirtiendo nada.
  • ¿A casa?- dudé un poco antes de contestarle ya que valoré todas las opciones posibles, pero no tarde mucho en darme cuenta de que solo contaba con dos: que él me llevara o irme caminando
  • De hecho, ¿quería ver si me podías llevar al Selecto?- estudié con mucho cuidado su expresión, pero no encontré nada, aparte de una sonrisa con burla.
  • ¿Se te antoja un café?
  • Este… no… lo que pasa es que tengo que hacer un trabajo con un compañero y quedamos de vernos ahí- espere a que Luis me contestara, pero en vez de eso, solo dejo que el silencio se prolongara unos minutos
  • Bueno, servida
  • ¡¿Ya?!- al ver mi expresión puso los ojos en blanco
  • Ya te dije que el pueblo es muy pequeño
  • Gracias- trate de bajarme lo más rápido de la camioneta, pero no lo logre, ya que estaba tan nerviosa que mis movimientos fueron muy lentos y Luis se empezó a burlar de mí.
  • ¿Quieres que venga por ti?
  • No, gracias
  • Sé qué tu padre trabaja tarde hoy- me dijo mientras bajaba la ventanilla del lado del copiloto
  • Tomaré un taxi
  • Si claro- pude escuchar la ironía en su voz- me llamas cuando quieras que pase por ti
  • Creía que no ibas a venir- me hizo una señal con la mano para que me sentara y muy obediente le hice caso.
  • ¿Desean algo?- una mesera ya se había puesto al lado de nosotros.
  • Para la señorita un capuchino y para mí un café, por favor- la señorita lo escribió en su libreta y se fue.
  • ¿Cómo sabes que me gusta el capuchino?
  • A todas las mujeres de México les gusta el capuchino, o ¿me equivoco?
  • No- me di cuenta de que no traía nada con que hacer el trabajo, pero por alguna razón no me sorprendió- y ¿cuando empezamos?
  • Se me olvidó la computadora en la escuela, así que solo tomaremos el café- sabía que no se le había olvidado nada, pero la idea me gustaba.
  • Plan con maña.
  • Más o menos
  • Y ¿Cómo sabes todo eso?- le pregunte después de una larga explicación de porqué él creía que España era el mejor lugar para vivir.
  • Porque he estado ahí- al ver mi rostro sorprendido, emitió una pequeña carcajada antes de seguir hablando- Pao, aunque no lo creas mi padre tiene una empresa de ropa y como se cansó de la fama decidió venirse a este…- hizo una pequeña pausa mientras observaba su alrededor- lugar a descansar, pero antes de eso yo vivía con todos los lujos que te imaginas, al venir aquí me quito todo eso, así que se por lo que estas pasando.
  • ¿Qué tienda es?
  • Castillo´s- era una de mis tiendas favoritas y lo mejor de todo era que las podías encontrar en todas las plazas grandes de la ciudad, pero antes de interesarme más por eso, había otra cosa que quería saber.
  • Y ¿te gusta vivir aquí?
  • Si- me sorprendió mucho esa respuesta, ya que no dudó para contestarme.
  • ¿Por qué?- inspeccionó mi cara por unos momentos.
  • Porque al venir aquí me obligaron a aprender a ser autosuficiente y una vez que te acostumbras todo es fácil y muy divertido
  • ¿Qué hora es?- un poco asombrado por mi pregunta, levanto la mano para leer el reloj de su muñeca
  • Las 7:20
  • ¿Me prestas tu teléfono?
  • Si, ¿para qué?
  • ¿Pasa algo?- me pregunto mientras me tomaba el aparato
  • No tengo quien me lleve a mi casa
  • No te preocupes, yo lo puedo hacer
  • Gracias
  • ¿Estás bien?- Ricardo se detuvo y me obligo a hacer lo mismo, dude mi respuesta unos momentos, pero antes de poder hablar él lo hizo- rayos-lo observe unos momentos- ¿Por qué ahora?- por su mirada me di cuenta de que esas palabras no eran para mí
  • ¿Qué te pasa?
  • Paola- esa voz no era de Ricardo- tu padre te está buscando
  • ¿Qué haces aquí, Luis?- pregunto Ricardo casi con un susurro, se veía que estaba molesto
  • ¿No me escuchaste?, su padre la está buscando- aunque sus palabras no eran muy agradables, sorprendentemente su voz sí lo fue.
  • Bueno, ya diste el mensaje, puedes irte- Ricardo pronuncio estas palabras al mismo tiempo que me sujetaba del brazo y me jalaba hacia sí, pero antes de que pudiera reclamarle, Luis hablo
  • No vine a darle el mensaje, vine a llevarla a su casa- su tono de voz se había vuelto más agresivo
  • Ricardo…- me zafé de sus brazos antes de seguir hablando- Luis vive al lado mío, creo que será mejor que él me lleve, además ya manejo hasta aquí
  • Gracias por todo
  • Adiós- dijo con una sonrisa antes de darse la media vuelta e irse
  • Cuando dejes de suspirar por él, me avisas para irnos- sus palabras me llegaron como un golpe, haciendo que volteara a verlo
  • No estoy suspirando por él
  • ¿Por qué estas enojado?- no pude evitar que esa pregunta saliera de mi garganta, aunque en ningún momento deje de mirar hacia afuera
  • No estoy enojado
  • ¿Entonces?
  • Entonces, ¿Qué?- su tono de voz era muy tranquilo, demasiado tranquilo como para que me diera curiosidad por ver si su rostro también mostraba autocontrol y así era
  • No importa- le dije mientras volvía a dirigir la vista a la ventana
  • No me molesta que estés con Ricardo, si eso me estas preguntando
  • No te estoy preguntando nada
  • ¿Cómo supo mi padre que no estaba en la casa?
  • No me culpes a mí, yo no le dije nada
  • No te estoy acusando, solo quiero saber cómo se entero- aunque mis palabras no mostraban otra cosa que curiosidad, mi tono de voz era de acusación
  • No lo sé, me fue a buscar a mi casa y me pregunto por ti- hizo una pequeña pausa para examinar mi rostro, cuando encontró lo que buscaba, suspiró- no te preocupes, le dije que me estabas esperando en la escuela y que vine por unas cosas para que nos fuéramos al rancho, porque te iba a enseñar a montar el caballo que te había regalado
  • Gracias… por eso- dije después de unos minutos en silencio
  • ¿Estás bien? – le pregunte una vez que ya estaba abajo
  • Estoy cansado, ¿te importa si te dejo aquí?
  • No…- negué con la cabeza mientras examinaba su rostro- ¿seguro estas bien?
  • Te voy a comprar una camioneta hoy, después de desayunar- ya habíamos llegado al estacionamiento de la escuela cuando me lo dijo.
  • ¿Por qué?- quería tener una escusa para estar con Luis y si me compraba la camioneta ya no iba a poder estar tanto tiempo con él.
  • Pao, necesitas una camioneta, Luis va empezar a faltar y yo no te puedo recoger- mi padre sabia que Vero me llevaba a la casa, pero no quise discutir eso ya que había un dato que no me gustó.
  • ¿Por qué va a empezar a faltar?-mi padre se puso rígido y más serio de lo que estaba.
  • Paola hay cosas que no se pueden explicar y ahora bájate que se te hace tarde- me bajé de la camioneta sin despedirme ya que me sentía rara con la información que me acababa de dar.
  • Bonitas ¿verdad?- me dijo mientras las olía- aparte huelen delicioso.
  • ¿Quién te las dio?
  • Paco- examinó mi cara por un momento y después agregó- ¿Qué pasó?
  • Estoy harta
  • ¿De qué?
  • De todo- dije al mismo tiempo que cerraba la puerta del casillero con un poco más de fuerza de la que era necesaria.
  • Lo pusiste celoso- al principio su voz era tranquila, pero como fue hablando, se lleno de emoción- ¡no lo puedo creer!… ¡Luis celoso de Ricardo!
  • No digas tonterías
  • No son tonterías- dijo llevándose una mano al pecho, como ofendida- además, sabes perfectamente que Luis no es así
  • En eso tienes razón- mi tono fue demasiado bajo, como un susurro y gracias a eso Vero no pudo escucharme
  • Y ¿A dónde te llevo Ricardo?, me imagino que a un lugar impresionante, conociéndolo no desaprovecho el momento para impresionarte
  • Al Selecto- cundo mencione las palabras Vero tiro el ramo de flores que tenía en las manos
  • E…l…el ¡Selecto!- no se movió ni un centímetro, pero lo gritó con tanta fuerza que casi todos nos voltearon a ver.
  • Si- lo dije entre dientes ya que no sabía si darle más información o no- ¿Qué tiene?- fue todo lo que pude decir después de un momento de silencio.
  • Pao, es el mejor lugar de Naranjos, es carísimo en comparación de todo lo demás, aparte de todo eres la primera persona que Ricardo invita a su restaurante.
  • ¿Su… su restaurante?- tuve mucha suerte de que me saliera la voz, lo dije tan bajo que creí que no me había escuchado, pero me volteó a ver con cara de pocos amigos.
  • No puedo creer que no te lo haya dicho… mira él….
  • Pao, ¿Cómo estás?- Ricardo la interrumpió en medio de la frase.
  • Este… bien- aún estaba en estado de shock por la noticia, Ricardo había llegado en mal momento.
  • Oye estaba a punto de decirle algo importante- Vero le estaba reclamando muy enojada al tiempo que recogía el ramo de flores que había tirado unos momento atrás.
  • Si qué bueno- el tono de su voz era demasiado grosero, pero ni Vero ni yo hicimos algo al respecto.
  • Te veo después- dijo Verónica mientras veía con receló a Ricardo
  • ¿Qué vas a hacer hoy?- me dijo él una vez que se había asegurado de que estamos solos
  • Mi padre va a ir hoy por mi camioneta, así que…
  • Me da gusto de que ya no vayas a viajar en la carcacha de Luis-me interrumpió antes de que pudiera terminar la frase.
  • ¡Qué te pasa!, eres un… un…- no quise terminar de hablar, no tenía caso, aparte no hallaba palabras para describir lo grosero que había sido, así que me di la media vuelta y me fui a mi salón.
  • ¿A dónde vas?- Ricardo me estaba llamando desde su coche, había bajado el vidrio del piloto y ya estábamos afuera de la escuela.
  • A mi casa- estaba un poco sorprendida de que hablara con un tono de voz tranquilo, despreocupado, después de la discusión que habíamos tenida en la mañana.
  • Súbete- lo que más me enojo fue que no me lo preguntó, me lo ordenó, nunca nadie me había hablado así, con excepción de mi padre y no iba a dejar que Ricardo lo hiciera.
  • No- seguí caminando pero no alcance a caminar mucho ya que Ricardo se bajo de su coche y me jaló del brazo.
  • Pao, por favor, te va a desmayar con el calor, sube- le puse cara de pocos amigos, pero acepte ya que no llevaba ni diez pasos y ya me sentía algo mareada.
  • ¿Qué coche es?- quería sacarme de dudas. No sabía mucho de coches y aunque me lo explicara no le iba a entender, pero me conformaba con saber el nombre para después buscarlo en internet.
  • Es una máxima Nissan del año – no volteó a ver para saber si le había entendido o no y eso me dio mucho gusto ya que se habría reído de mi expresión.
  • ¿Para qué tener un coche así aquí? Y aparte, ¿no te habían quitado todos los lujos?
  • Me quitaron los lujos
  • Si claro- mi tono de voz me ayudo mucho para demostrarle que no le creía, pero Ricardo solo me sonrió
  • Ya que no está tu protector paranoico- dijo después de uno pequeño silencio- porque no vamos a… un lugar diferente
  • ¿A qué te refieres?
  • Sí, vamos a un lugar que tu amiguito Luis nunca te llevaría
  • ¿Cuándo?
  • Hoy en la noche- me respondió con una pequeña carcajada al ver mi expresión
  • No creo que me dejen
  • Vamos, Pao, no me digas que esa es tu mejor excusa
  • No es una excusa- y en verdad no lo era, quería ir con él a ese lugar sin importar de cual se tratase, pero sabía que mi padre no me iba a dar permiso por nada en el mundo, tomando en cuenta la pequeña discusión que había tenido con él- veré que puedo hacer
  • Excelente, paso por ti a las siete- su sonrisa era de victoria
  • ¿A dónde vamos?- le pregunte una vez que habíamos dejado atrás el bullicio de la feria
  • No venimos a la feria- me respondió con una sonrisa
  • ¿Entonces?
  • Ya lo veras
  • Te doy un consejo, no te separes de mí
  • ¿Cómo te atreves a traerla aquí?- cuando escuche esa voz la reconocí de inmediato
  • No te metas quieres- Ricardo le contesto con la voz más cortante que pudo mientras me acercaba a una de las mesas
  • Vamos Paola, te llevare a tu casa
  • No cometas el error de provocarme otra vez, Paco- Ricardo le había sujetado la mano antes de que pudiera llegar a mí- sabes que Luis no está, por lo que no me costara nada romperte el…
  • Ya basta- lo interrumpí antes de que pudiera mencionar la palabra- ¿Qué haces aquí, Paco?
  • Necesitaba dinero- mientras mencionaba estas palabras intento acercarse a mí, pero Ricardo no se lo permitió- Pao, este no es un lugar para ti
  • ¿Por qué lo dices?
  • Ricardo, por favor- la voz de Paco ya no fue tan agresiva, al contrario, se mostraba preocupado
  • Esta conmigo, no le va a pasar nada, ahora desaparece de mi vista.
  • Si se llega a enterar…
  • Si se entera- lo interrumpió Ricardo bruscamente- o no, es algo que me tiene sin cuidado
  • ¿Quién no se tiene que enterar? Y ¿De qué?- le pregunte una vez que ambos nos habíamos sentado en unos bancos, en frente de una pequeña barra
  • Nadie- dijo casi con un susurro- ya sabes que a Paco le encanta hacerse el interesante
  • ¿Qué es este lugar?
  • Estamos en una pelea de gallos- esas palabras me volvieron al presente
  • Nunca me han gustado estas cosas- esas palabras eran para mí, pero al ver que Ricardo alzaba ambas cejas, me di cuenta que me había escuchado
  • Y, ¿Por qué?… ¿se le ofrece algo?- Ricardo se levantó de su asiento viendo un poco más allá de donde yo me encontraba
  • De hecho si
  • Me está lastimando- logré articular las palabras mientras me retorcía para zafarme de su fuerza
  • ¿Me haría el favor de soltarla?- Ricardo no dejó que la persona contestara, ya que en unos segundos el señor se encontraba tirado en el piso con sangre en la nariz- gracias- dijo al momento que me rodeaba la cintura para dirigirnos a la salida
  • Te dije que te la llevaras- Paco nos había alcanzado unos segundos después de que el hombre callera
  • Cállate- fue la respuesta de Ricardo
  • ¿Por qué siempre tienes que ser tan…?
  • Oye niño- la voz de otra persona interrumpió a Paco, pero ninguno de los tres volteamos a ver a la persona responsable, en vez de eso, solo nos limitamos a seguir caminando mientras sentía como Ricardo me sujetaba con más fuerza.
  • Deberías de cuidar más con quien te metes- no necesito decir nada más para darme cuenta de que era la misma persona que nos había llamado hace unos momentos
  • Eso mismo estaba pensando- la voz de Ricardo era seca, como si estuviera hablando muy en serio.
  • Vaya- dijo el señor casi con una carcajada- que honor a sido este… mi hermano ha sido golpeado nada más ni nada menos que por el hijo de dueño
  • ¿Ricardo…?
  • Ya que lo he divertido- Ricardo interrumpió a Paco como si este nunca hubiese hablado- voy a pasar
  • Tú no te vas a ir a ningún lado- fue la fría respuesta
  • Está bien- me impresionó el hecho de que la voz de Ricardo siguiera igual de tranquila- pero mis amigos si se van
  • Él sí- dijo el señor mientras apuntaba a Paco- pero ella se queda con nosotros
  • Mejor que ella sea la que se vaya y que él se quede- respondió sin quitarle la vista al hombre
  • A mí no me metan- era la primera vez que Paco se unía a la conversación
  • Hazme un favor- sabía que le estaba hablando a Paco, aunque sus ojos nunca mostraron interés por dirigirle la mirada- llévatela
  • Ya te dije que ella no se va a ningún lado- el señor trato de tomarme el brazo, pero Ricardo se lo impidió
  • Yo me quedaré- fue lo único que dijo.
  • Pao, ¿te puedo pedir un favor?
  • Si, dime
  • No le vayas a decir nada a Luis de lo que acaba de suceder, si se entera…
  • Así que él era el que no se tenía que enterar
  • Si- fue su fría respuesta
  • ¿Y si lo hace?
  • Paola, si Luis se entera podría empeorar su…
  • No te entiendo, si Luis sabe lo que pasó hoy o no, no es algo de lo que me tenga que preocupar, no tengo porque comentarle, ni mucho menos explicarle lo que haga o deje de hacer- me bajé del coche y antes de cerrar la puerta seguí hablando- gracias por traerme.
  • Pao, Pao, despierta hija- me di cuenta de que me había quedado dormida, pero me sentía tan cansada que no quería abrir los ojos, sabía que él que me hablaba era mi padre ya que su voz me reconocible.
  • Mande- me limite a contestarle aun con los ojos cerrados.
  • Nena, ya te traje la camioneta- abrí los ojos de golpe y fijé mi mirada en la ventana, en la puerta había una camioneta, no tan padre como el coche de Ricardo, pero de seguro mucho mejor de la que me esperaba.
  • ¿Qué modelo es?
  • Una……- no deje que mi padre me respondiera.
  • ¿Cuándo van a volver?- no necesite decir nada más ya que mi padre cerró los ojos y suspiró, estuvimos en silencio unos minutos que me parecieron eternos y luego contesto.
  • No lo sé- abrió los ojos, volvió a suspirar y luego agregó- no sé si vuelvan.
  • Vamos Pao, llegaremos tarde- me dijo Vero mientras bajaba la ventanilla de su camioneta
  • Ya voy- traté de cerrar la puerta de la casa lo más rápido que pude, pero por alguna razón las manos me temblaban haciendo imposible el acto
  • ¿Cómo sabías que no tenía quien me llevara?- le una vez que ya estaba dentro de su coche
  • Tu padre me habló, sabía que no ibas ir a la escuela si alguien no venia por ti
  • Estaba a punto de pedir un taxi
  • Porque ya sabías que no ibas a llegar- esa era una acusación muy cierta, aunque me costara trabajo admitirlo- oye Pao, ¿tuviste algo que ver con lo que le pasó a Ricardo?- su voz sonaba más seria
  • ¿De qué me hablas?, ¿Qué le paso a Ricardo?
  • Ayer lo llevaron al hospital… no te preocupes, salió hoy… Paco me dijo que te trajo a tu casa y después regreso por Ricardo, pero cuando llegó por él tuvo que llevarlo al hospital… antes que me preguntes otra cosa te aviso que no sé más, eso fue lo único que me quiso decir Paco hoy en la mañana
  • ¿Por qué te conto eso?
  • Porque cuando lo vi traía un golpe en la cara, así que le pregunté que le había pasado, creí a otro pleito con Ricardo, pero me conto lo que te acabo de decir… aunque la verdad no sé muy bien que tenga que ver una cosa con la otra
  • ¿Paco está bien?- pregunte después de unos minutos
  • Si, además del guamazo que tiene en la cara, está bien
  • Y, ¿sabes cómo está Ricardo?
  • Creo que está bien, lo llevaron al hospital porque casi se desangra, pero si lo dieron de alta hoy, me imagino que no fue nada grave.
  • Paco- dije una vez que estaba en frente de él
  • Hola Pao
  • ¿Estás bien?- le pregunte mientras hacia un movimiento con mi barba para señalarle el golpe
  • La verdad si me dolió, pero le fue peor a Ricardo, el pobre…
  • ¿Qué le paso?- lo interrumpí de manara un poco brusca
  • Ya está bien, no te preocupes, solo le dieron un golpe lo suficientemente fuerte como para casi romperle la nariz.
  • Entonces, ¿Por qué lo llevaste al hospital?
  • Ya hablaste con Vero, ¿verdad?- al ver que no contestaba siguió hablando- porque creí que se la habían roto, pero por suerte no fue así- cerró la puerta de su casillero antes de continuar- las clases ya empezaron, nos vemos al rato
  • Espera- lo tomé antes de que pudiera seguir caminando- ¿Qué paso ayer?, y no intentes darme la versión corta de la historia
  • No lo sé, cuando regrese Ricardo ya se estaba peleando, yo solo los intenté separar y fue ahí cuando Ricardo me dió el golpe…no me mires así… de todas formas aunque me hubiese encantado decirte que lo hizo a propósito, no puedo mentirte, el golpe iba dirigido a la otra persona, pero yo lo recibí- se llevo la mano al ojo mientras sonreía- tiene mucha fuerza… en fin, cuando los logramos separar lleve a tu amigo al hospital… esa es la historia
  • ¿Quién era esa persona, Paco?… O más bien ¿Por qué nos ataco de esa manera?
  • Paola, a veces las personas no son lo que parecen- hizo una pequeña pausa, pero no lo suficiente larga como para que me dejara hablar- mira, te recomiendo que te cuides más, Ricardo está metido en apuestas y la gente que lo rodea no es necesariamente la mejor… un ejemplo muy claro es el señor de ayer
  • ¿Quieres decir…?
  • El hombre de ayer estaba ahí porque Ricardo le debía dinero… súmale a eso que estaba borracho y tenemos como resultado lo que paso ayer… por suerte lo pudimos detener antes de que pasara algo peor, aunque para ser sincero yo sí creo que lo tenía bien merecido.
  • Si no te cae bien, ¿Por qué lo ayudaste?
  • No lo sé
  • ¿Ya estas lista Pao?- los dos se pararon de sus lugares y luego Ricardo agregó- hoy vamos a irnos en los dos coches.
  • ¿Por qué quisiste que me trajera la camioneta?- ya habíamos llegado a la pequeña pradera, donde practicábamos casi todos los días.
  • Ya sabes manejar, no tiene caso que solo practiquemos aquí, si puedes empezar a practicar también en el pueblo.
  • Pero nos podemos ir en un coche y yo manejo
  • Si estoy en tu coche, te voy a decir que hacer, así que mejor nos evitamos eso, ya tienes que empezar a ser consciente de esas cosas.
  • Pero todavía no estoy lista para manejar en un lugar donde hay personas- estaba un poco asustada, solo de pensar que podía atropellar a alguien, me daban escalofríos.
  • Ya estas lista
  • ¿Y qué paso con Luis?- desde que había empezado a salir con Ricardo, Verónica ya no me hablaba, así que se me hacia extraño que cruzara medio pasillo, llegara a mi casillero y me preguntara eso- ¿quedó en el olvido?
  • No- no quería discutir con ella y mucho menos en el pasillo de la escuela
  • ¿Entonces, Paola?- no le respondí, aunque me estaba muriendo del coraje, me chocaba cuando alguien me reclamaba cosas y más cuando esas cosas no le incumbían en absoluto.
  • Por favor Verónica, ya basta- solo alcancé a sacar un cuaderno de mi casillero y ponerlo en mi mochila, antes de que Verónica azotara la puerta de mi locker.
  • ¿Por favor que, Paola?- tuve que tragarme todas mis palabras, no quería armar un escándalo y menos ahí. Muy en el fondo de mi ser, entendía un poco a Verónica, ya que ella amaba a Luis y no le parecía que yo estuviera con Ricardo, pero de todas formas ella no tenía derecho de reclamarme nada.
  • ¿Lo podemos hablar en otro momento?- al ver que estaba demasiado enojada, Verónica asintió con la cabeza y se fué.
  • ¿Hablamos aquí? O ¿en otra parte?- me pregunto una vez que estuve lo suficientemente cerca como para no tener que gritarme.
  • Te sigo- Verónica asintió con la cabeza y se subió a su coche que se encontraba a unos pasos del mío.
  • ¿Por qué quieres hablar aquí?- me sorprendió mucho el lugar en donde estábamos y no pude evitar preguntárselo.
  • No quiero que nadie nos escuche- esas palabras me hicieron sentir miedo, ya que no sonaban bien en ese lugar abandonado, lejos de la poca sociedad que había en el pueblo.
  • ¿Por qué?- empecé a examinar el lugar y mientras más lo veía, más me aterrorizaba estar ahí.
  • No querías hablar en la escuela porque temías que nos escucharan- dio un paso hacia mí y yo retrocedí otro- pues no te preocupes, aquí nadie nos va a escuchar- Verónica estaba gritando del enojo y fue ahí cuando entendí la verdadera razón por la cual ella había escogido ese lugar.
  • Está bien, empieza- tenía todas las ganas de escuchar a Verónica, ella había sido mi mejor amiga desde que había llegado ahí y tenía todo el derecho de que yo la escuchara.
  • No puedo creer que juegues así con las personas, Luis se va y te vas con Ricardo, pero Luis regresa y no esperas ni dos segundos para ir con él, haznos un favor a todos y decídete, ¿quieres?, no sabes lo mal que se va a sentir Luis cuando se entere de todo lo que está pasando…
  • ¿Y cómo crees que me siento yo?- Verónica se había calmado un poco, pero yo me había puesto como loca- ¿crees que es fácil para mí todo esto? Y para empezar, ni siquiera me dice porque se va, no me lo quiere decir, nadie me lo quiere decir…estoy harta de todo esto… llega después de irse semanas, meses, y solo para volverse a ir otra vez…no lo voy a estar esperando toda mi vida… no puedo… así no funcionan las cosas- ya no podía parar las lagrimas, todo el dolor que había guardado, todo el coraje, había salido después de tanto tiempo.
  • Luis está mal, Paola, el…
  • Ya sé que está mal- Verónica puso los ojos como plato y durante unos momentos, sus ojos dejaron de mostrar el rencor que habían tenido desde hace tiempo-está mal por creer que lo voy a esperar como tonta
  • No lo entiendes- Verónica volvió a llenar sus ojos de odio, pero después de un momento, ese odio desapareció por completo- Pao él…
  • Ya basta Verónica- no quería seguir escuchándola, ya no podía hacerlo- por favor, ya basta- corrí hasta mi coche y deje a Verónica sola en ese lugar.
  • ¡Pao, Paola!- Ricardo estaba tocando la ventana de mi coche, no tenía ganas de hablar con nadie, mucho menos con él- ¿Dónde estabas?- me dijo mientras bajaba la ventana de la camioneta
  • Este… en ninguna parte en especial- no podía contarle sobre la discusión que había tenido con Verónica, por la simple razón de que la discusión era por Luis.
  • Y ¿Por qué te ves así?
  • ¿Cómo?
  • Vamos- al ver que no contestaba, agregó- ¿Qué tienes?
  • Nada, en serio, nada
  • Pao, se ve a simple vista que algo te pasa…
  • ¡¿Por qué le tengo que dar explicaciones a todo el mundo?!
  • Voy a salir con unos amigos, Pao- mi padre ya estaba en la puerta con Santiago, uno de sus mejores amigo.
  • Está bien
  • ¿Qué haces?- me estaba volviendo loca ya que había escuchado su voz con tanta claridad que era increíble.
  • Volviste- lo dije casi sin aliento y volviendo a esconder mi cara en las rodillas.
  • Sí, pero, ¿Qué ha…?- no lo dejé acabar la frase ya que me lancé a él y lo besé, después de mi corto beso lo abracé lo más fuerte que pude, no me importo si no lo dejaba respirar, ni siquiera si le había parecido que lo besara, solo me interesaba que él había vuelto y que tenía otra oportunidad para estar con él.
  • Debería de irme más seguido- me abrazó y siguió- me reciben muy bien- no quería que se fuera, quería estar así el resto de mi vida, que se parara el tiempo en ese momento, para poder estar con él para siempre.
  • ¿Y se puede saber porque me recibes con tanto cariño?
  • Te extrañé- le contesté mientras lo apretaba más fuerte, aunque creyera que no era posible.
  • Pao, también necesito respirar-aflojé un poco los brazos, solo lo necesario para que le entrara un poco de aire a sus pulmones, pero no lo suficiente como para que se pudiera soltar.
  • ¿Suficiente?- no me importaba lo que contestara, no lo iba a soltar ni a aflojar más los brazos, pero en vez de contestarme se empezó a reír.
  • Mañana es sábado, ¿verdad?-hubo silencio durante un momento y luego continuo- bueno si tanto me extrañabas, ¿Qué te parece si mañana me acompañas al rancho?
  • Claro- no me importaba a donde fuera, solo quería estar con él.
  • Pao, me encanta que me abraces y todo eso, pero ya no puedo respirar- lo apreté más fuerte y él se quejó, después de unos segundos, por fin lo solté- Gracias- me sonrió y le devolví la sonrisa, nos quedamos así unos segundos, no sé que vió en mis ojos pero se puso serio – lo siento, no sabes cuánto lo siento.
  • Está bien, mira…
  • Pao, es que no me entiendes- inspeccionó mi cara por un momento
  • Pao, es que…
  • Luis, no importa mira…- mi papá acababa de llegar y tenía que ayudarle con unas bolsas que estaba tratando de cargar- ya llegó mi papá, nos vemos mañana- le di un último abrazo y le dí otro beso.
  • ¿Qué haces?- mi papá me quito las quesadillas que estaba a punto de tirar a la basura –así saben bien – me sonrió y se metió la quesadilla a la boca- me da gusto que Luis haya vuelto.
  • Si a mí también…. A mí también.
  • Iba a ir a despertarte… o eso creí- me dijo Luis cuando me vio salir de la casa- como no quedamos en una hora, pensé que…
  • Perdón por la tardanza- lo interrumpí con una sonrisa que la sustituí por una risa cuando reviso su reloj y se empezó a reír.
  • Solo son 10 minutos
  • Cada minuto cuenta- me encanto repetir esas palabras y era increíble que me acordara de ellas a pesar del tiempo que había pasado.
  • Esta vez, tú te vas en la tuya.
  • ¿Por qué?- no quería irme en la mía, quería que nos fuéramos en la suya para estar tiempo con él.
  • Me dijeron que habías aprendido a manejar, y quiero ver si es cierto.
  • Nos podemos ir los dos en la mía entonces
  • Yo no quiero parar en el hospital, muchas gracias- me encantaba cuando hacia esa voz juguetona.
  • ¿Y el caballo?- ya estábamos en la galera cuando le pregunté eso.
  • Está en la otra hectárea, ¿no creerás que está aquí amarrado todo el día?-no me había dado cuenta de que estaba respondiendo mi pregunta anterior.
  • ¿Qué hacen?- le pregunte a Luis al darme cuenta de que les estaban sacando un liquido blanco de una de sus tetas.
  • ¿No sabes que la leche viene de las vacas?- asentí con la cabeza- ordeñándolas, hola, ¿Cómo están muchachos?- los hombres levantaron la cabeza e hicieron un ruido raro con la boca- Pao, el es Manuel y el Mauricio, chicos ella es Paola.
  • Hola- fue lo único que se me ocurrió decirles a los hombres, ellos volvieron a hacer el mismo ruido con la boca y siguieron trabajando.
  • ¿Qué pasa?- le pregunte a Luis al darme cuenta de que me seguía viendo extrañado
  • No puedo creer que no sepas que las vacas se ordeñan
  • En mi defensa nunca había visto eso… además…
  • Claro que lo has visto, en un programa, una película, vamos Pao, no me digas que no
  • Toca la 36- le anunció el más joven a Luis haciendo que no tuviera tiempo de responderle- ¿la quieres?
  • Claro – la vaca que estaba al lado de los hombres se fué y llegó otra de un color más claro y con los cuernos más grandes.
  • ¿36?- le pregunte uniendo mis cejas por la sorpresa
  • A las vacas se les numeran, ¿ves ese arete amarrillo que está en su oreja izquierda?- señaló a la vaca y pude ver el enorme arete amarillo que traía colgando- es la forma de distinguirlas.
  • Me podrías ensillar a la Golondrina y al Topaloph- los hombres se fueron con unas sogas, pero tomaron diferentes direcciones, uno se dirigió al lugar por donde habíamos llegado y el más viejo hacia donde habíamos ido Luis y yo la vez anterior- ¿quieres intentar?-los hombres ya se habían ido y todas las vacas se empezaron a acercar a donde estábamos, el pánico me recorrió el cuerpo y salte a donde estaba Luis.
  • ¿Qué cosa?- por suerte él no se dio cuenta de mi gran salto ya que estaba demasiado concentrado en la vaca
  • Ven, ordéñala- alzo la mirada para ver mi rostro y al ver mi cara de angustia vio en mi dirección para darse cuenta de mi temor- no te van a hacer nada- su tono de voz fue muy dulce en comparación con sus palabras- ¿quieres intentarlo?
  • No gracias- me dedicó una sonrisa
  • Vamos, ven- se levanto de la pequeña silla y me extendió su mano, no tuve más que aceptarla, ¿cómo le iba a decir que no?
  • No esperas que toque eso, ¿o sí?- puso los ojos en blanco y con un tono burlón me dijo:
  • Paola…
  • Está bien, está bien – con mucho trabajo tome una teta y la empecé a apretar. Luis se empezó a burlar de mí.
  • Así no, la tienes que jalar también- puso sus monos sobre las mías e hizo que saliera la… leche.
  • Gracias, por traerme- me volteé a verlo y su cara estaba tan cerca, que era imposible pensar en otra cosa, estábamos aun más cerca de lo que habíamos estado el día del picnic, era increíble lo cerca que estábamos, nuestros labios casi se tocaban y yo no podía pensar en otra cosa que no fuese un beso en esos momentos.
  • Cuando quieras- acercó un poco más su cara y me besó.
  • He… los caballos están listos- uno de los hombres traía dos caballos: él hermoso caballo blanco que habíamos montado la última vez y otro del mismo tamaño pero negro con la frente blanca.
  • ¡Mauricio!- Luis levanto una ceja y al parecer Mauricio lo entendió muy bien.
  • Los voy a dejar aquí afuera- fue todo lo que dijo
  • Gracias- el joven saco a los caballos y yo volví a pegar mis labios con los suyos.
  • Bueno, aquí es buen lugar- dijo mientras se bajaba del caballo.
  • ¿Bueno para qué?
  • Para que aprendas- al ver mi cara siguió- para que aprendas a montar. No espero que seas experta en unos meses, pero con que sepas hacerlo caminar y parar basta.
  • ¿Yo…yo sola?- se subió al caballo negro y me enseño la soga que sostenía en su mano
  • Te estoy sosteniendo el caballo, aparte es muy noble y no te va a hacer nada.
  • ¿Noble?… esto va a ser feo
  • No te va a hacer nada, confía en mi… lo haces, ¿verdad?
  • Algo- le dedique una sonrisa.
  • Que linda- me encantó el tono en el que lo dijo, así que tome la cuerda del caballo.
  • ¿Cuándo voy a poder hacerlo correr?- puso los ojos como platos al escuchar mi pregunta.
  • Te da miedo subirte y ¿ya lo quieres hacer correr?- puse cara de pocos amigos y él prosiguió- unos años
  • ¿Cuántos?- volvió a poner los ojos como platos, pero luego relajó la cara y me volvió a sonreír.
  • Unos tres, si practicas diario- ¿tres años?, eso era demasiado, y yo quería sentir esa sensación ya.
  • Bueno entonces tendremos que venir diario- suspiró, pero no dijo nada, no se veía feliz, pero, ¿Por qué? Debería estar muy feliz de que quisiera disfrutar su regalo.
  • ¿Quieres correrlo? – él siempre se colocaba enfrente de mí, pero esta vez se puso atras mío- toma, solo manéjalo, yo hago que avance- me dio la cuerda del caballo y antes de que pudiera reaccionar el caballo empezó a correr.
  • Te sigo- fue todo lo que me dijo cuando ya estaba en el coche.
  • ¿Qué pasó?- Luis me lo pregunto al mismo tiempo que se bajaba del coche.
  • ¿Tienes idea de donde estamos?- él era mi única esperanza, si Luis no sabía, estábamos perdidos.
  • ¿En serio no sabes?- examinó mi cara por un momento- sígueme
  • ¿Qué hacemos aquí?- ya me había bajado de mi coche cuando le pregunte eso.
  • Las llaves de ella están en el coche- me tomó del brazo y entramos al hotel.
  • Espera aquí, Paola – Luis siguió caminando hasta llegar a la recepción y yo me quede ahí, admirando la fuente.
  • ¿Me podrías decir que hacemos aquí?- Luis, no me contestó, ni tampoco fuimos a la salida del hotel, nos dirijamos a los elevadores que se encontraba a unos pasos del lobby- ¿Luis?- me estaba empezando a asustar mucho y al parecer Luis notó el miedo en mi voz, ya que me sonrió.
  • Tranquila, Pao, no te voy a secuestrar
  • ¿Y por qué no me respondes?
  • Estoy pensando que le voy a decir a mi madre.
  • No te preocupes por ella, preocúpate por mi padre, te va a….
  • Con él ya está todo arreglado, ya sabe que estamos aquí- hubo un silencio por unos minutos- te tengo una mala y una buena noticia, ¿Cuál quieres primero?- cuando me dijo eso nos paramos de golpe enfrente de un cuarto, el 76.
  • La buena.
  • Si habían cuartos en el hotel- saco la llave del cuarto de su bolsillo y me la enseñó- y la mala es que hay un torneo de ajedrez aquí.
  • ¿Y?- se volteó para abrir el cuarto y me hizo una señal para que pasara.
  • La mala noticia es que solo hay un cuarto- no sabía si enojarme, o guardar la calma.
  • Deja que te lo explique
  • Está bien- Luis puso los ojos como platos y yo solo seguí examinando el cuarto- solo quiero una explicación de todo lo que está pasando- me senté en la sala y le hice una señal a Luis para que se sentara al lado de mi.
  • Bueno, aunque me sorprende tu comportamiento- no lo pensó dos veces, se sentó a lado de mi sin ningún titubeo- bueno no todo esto estaba planeado, solo que viniéramos a Tampico, sabía que te ibas a perder en el camino de regreso, pero nunca me imagine que te tardaras tanto.
  • ¡Wou!, ¿dijiste tres días?
  • Si- esperó a que dijera algo, pero al ver que no era así, siguió- tu padre aceptó y pues… ahora estas aquí.
  • ¿Y porque si lo tenías planeado, no alcanzaste a reservar dos cuartos?- la verdad la respuesta no me importaba mucho, iba a ser increíble estar con él tres días.
  • Porque cuando reserve me dijeron que si habían dos cuartos, pero cuando llegamos, me dijeron que había un torneo de ajedrez y que habían ocupado casi todas las habitaciones, así que solo me podían dar uno.
  • ¿Y cómo le voy a hacer con la ropa?- lo dije con la voz más juguetona que pude y al parecer Luis lo entendió a la perfección ya que se levantó y me cargó.
  • ¿Quieres ver algo interesante?- Luis me cargó y me llevo hasta una puerta que se encontraba a unos pasos de donde estábamos-¿la puedes abrir por favor?
  • La alberca, es muy grande- y él también se lanzó al agua.
  • Dijiste que solo tenías planeado un día
  • Si, ¿Qué tiene?
  • Pues que encontré ropa para tres días, piyama, un cepillo de dientes y todo lo demás- Luis se hizo el inocente y luego de un rato, me sonrió.
  • Está bien- se tomo un momento y luego continuo- el plan era que nos quedáramos los tres días.
  • ¿Te puedo preguntar algo?
  • ¿Cómo sabías que había aprendido a manejar?
  • Bueno…- respondió Luis después de unos momentos- tengo mis métodos
  • ¿Quién te lo dijo?
  • ¿No sospechas de nadie?- al ver que no contestaba, siguió hablando- …Verónica
  • ¿Qué más te conto?- mi voz salió como un susurro ya que le temía a lo que me fuera a decir
  • Nada importante…- observó mi rostro por unos segundos- ¿me tuvo que haber contado algo más?
  • No
  • ¿Segura?
  • ¿Por qué me lo preguntas?
  • Por lo que me acabas de preguntar- su voz seguía igual de juguetona, pero sus ojos ya no mostraban esa alegría.
  • Se lo que está pasando entre Ricardo y tú, si a eso te referías hace rato- no había acabado de abrir la puerta del baño cuando Luis me dijo eso.
  • ¿A qué te refieres?- le pregunte después de unos segundos
  • Se lo que estaba pasando en mi ausencia…- intenté hablar, pero él no me dejo- sé que tienes algo con Ricardo, pero también sé que no soy nadie para meterme, aunque no nos haría ningún daño a ninguno de los dos, si me lo hubieras dicho.
  • ¿Para qué querías saberlo?
  • Sabes lo que siento por ti y no trates de fingir que no te habías dado cuenta- por primera vez desde que lo había conocido, sus ojos eran inexpresivos
  • No te voy a negar que intentamos algo, pero no…
  • ¿Funcionó?- Luis me interrumpió antes de que pudiera terminar la frase
  • No
  • ¿Y ahora vas a ver si funciona conmigo?- su voz volvió a ser la de hace unos momentos, juguetona con una pizca de ironía
  • No…
  • Solo quiero que me digas que quieres, Paola- su voz interrumpió el silencio que se había hecho- sabes que te a…quiero mucho, pero no por eso voy a dejar que juegues conmigo…
  • No quiero jugar contigo- mi voz fue un poco agresiva a comparación de la suya hace unos momento, que había sido dulce y cálida.
  • Entonces, ¿Qué estás haciendo, Pao?- me sorprendió el cambio en su voz, aunque nunca dejo de ser amable- por favor dime que estás haciendo, porque te juro que si quieres estar con Ricardo yo no…
  • No quiero estar con Ricardo….- mi voz se había vuelto un susurro- quiero estar contigo
  • Repite eso- me dijo una vez que estaba en frente de mí
  • Quiero estar contigo
  • ¿Cómo sé que no me estas mintiendo?- mientras me susurraba estas palabras al oído, me rodeó con sus brazos
  • No soy buena mintiendo- le recordé mientras ponía mis brazos alrededor de su cuello
  • Eso tampoco lo puedo asegurar… oye hay algo que todavía no entiendo
  • ¿Qué cosa?
  • ¿Por qué te peleaste con Verónica?
  • ¿Por qué me lo preguntas?- mientras hablaba me cruce de brazos, sabía que si no hacía esto, iba a empezar a jugar con mis manos
  • Se me hizo raro que Paco me lo mencionara… pero me sorprendió más cuando me dijo que eso te estaba haciendo… reaccionar diferente… si se le puede decir así
  • No te entiendo- le dije mientras me volteaba para mirarlo
  • Sí, me dijo que te metiste en un problema a raíz de eso… algo que tiene que ver con una feria- hizo una pequeña pausa mientras alzaba una de sus cejas- ¿sabes a qué se refería?
  • No
  • ¿En qué problema te metiste?
  • En ninguno- no pude evitar soltar una carcajada
  • ¿De qué te ríes?
  • ¿Ahora vamos a jugar al padre protector y a la hija que tiene que dar explicaciones por todo?
  • No, solo quiero saber de qué me perdí, pero bueno, volviendo al tema- mientras seguía hablando, se fue acercando a mí- ¿ya me vas a decir por qué te peleaste con Vero?
  • ¿Por qué te importa tanto?
  • Solo curiosidad, se me hace raro que ustedes dos se pelearan, además se ve que Vero te quiere mucho
  • ¿Por qué lo dices?- traté de esquivar su mirada, pero él me tomó de la barbilla para que se me hiciera imposible
  • No necesitas ser adivino para saberlo, además…- Luis dudo un poco si seguir hablando o dejarlo así- ella me lo dijo
  • Sí claro, de seguro fue antes de que nos peleáramos, palabras sin…
  • ¿Sentido?- me volvió a interrumpir. Yo solo me limite a asentir con la cabeza- no lo creo…me lo dijo ayer.
  • ¿Luis?, Luis- cuando vi que no contestaba, decidí dejarlo dormir, pero después me empecé a espantar porque cada vez los ruidos eran más fuertes y Luis cada vez se movía más- ¡Luis!
  • Mande- a pesar de que había gritado, Luis solo abrió los ojos con mucho trabajo.
  • ¿Estás bien?- se incorporó y se sentó en el sillón, se talló los ojos y se empezó a apretar la cabeza con las manos.
  • Me arde la cabeza, ya no la aguanto.
  • “Enseguida se las llevo señorita”- era la segunda vez que esa señora me decía lo mismo.
  • Gracias- colgué el teléfono un poco impaciente y me dirigí a Luis- ya vienen.
  • ¿Por qué te duele tanto la cabeza?- estaba desesperada, no sabía qué hacer.
  • No lo sé, este no era un síntoma
  • ¿Un síntoma de que?- no tenía ni idea de lo que hablaba.
  • ¿Cómo te sientes?
  • Me sigue doliendo- no se movía, la única parte de su cuerpo que hacía algún movimiento eran sus manos.
  • ¿A dónde vas?
  • Tenemos planes, ¿recuerdas?- no podía creer lo que me estaba diciendo, ¿Cómo que planes?, apenas podía caminar ¿y ya quería salir?
  • No vamos a ningún lado- Luis dejó de buscar las llaves del cuarto y se me quedo viendo- te sientes mal, no puedes salir
  • Paola, por favor
  • No Luis, duérmete- al darse cuenta de que no podía discutir de eso conmigo, regreso al sofá- ¿Qué haces?
  • Me voy a dormir
  • Sí, pero en la cama- Luis hizo cara de pocos amigos, pero antes de que me pudiera reclamar algo hable- no lo intentes.
  • ¡Paola, cuidado!- era la quinta vez que Luis me gritaba lo mismo
  • Ya lo vi- le dije al mismo tiempo que me hacía a un lado para dejar pasar a un coche que estaba desesperado por llegar a cualquier parte
  • Ve más despacio
  • Voy a 80 km/h en carretera, ya tranquilízate
  • ¿Hace cuanto manejas?- le iba a contestar, pero no me dejo- hace dos o tres semanas y ¡ya estas manejando en carretera…!
  • Me enseñaron bien, de hecho…
  • Te enseño Ricardo, yo no diría que te enseñaron bien
  • Parece que no te perdiste de nada- no quería que él me escuchara, por eso lo dije casi con un susurro, pero al ver su expresión me di cuenta de que sí lo había hecho
  • Ya te dije que estoy bien informado
  • ¿Ya te puedes calmar?- volteé a verlo, pero Luis me señaló el camino con la mano mientras una expresión de terror le inundaba el rostro
  • Paola, al frente, siempre al frente- su voz le temblaba haciendo que tuviera que sostener una carcajada- vaya que si te enseñaron bien
  • Parece que no te sientes tan mal
  • Al contrario… imagínate el miedo que me das como para atreverme a ver las luces de los coches aun con mi jaqueca.
  • ¿Y el coche de tu mamá?
  • Lo vendimos
  • ¿Por qué?
  • No tiene caso tener los dos coches, aparte… el hotel era caro.
  • Ah- fue lo único que pude pronunciar por la sorpresa
  • Gracias por acompañarme- ya estábamos enfrente de mi casa cuando Luis me dijo eso
  • Gracias a ti por invitarme- nos quedamos un gran tiempo mirándonos. Amaba esos momentos cuando nos mirábamos así- ¿No quieres que te acompañe a tu casa?
  • No, gracias
  • ¿Seguro?
  • Buenas noches- se dió la media vuelta, pero lo tomé de la camisa y lo jalé hacia mí, hasta que nuestros labios se tocaron.
  • Me voy antes que tu papá salga con una escopeta, además ya no aguanto el dolor de cabeza- me dió otro beso y se fue.
  • Tuviste tres días para besarlo y lo tienes que hacer enfrente de la casa- creí que estaba en problemas, era lo normal, pero lo dijo con un tono juguetón en la voz – solo porque se trata de Luis, no lo olvides.
  • Gracias- se paró del sofá y se dirigió a mí para abrazarme.
  • Anda, vamos a cenar- me di la vuelta para dirigirme a la cocina- pero antes sube tus maletas, ¿no creerás que yo lo voy a hacer por ti? – no pude evitar sonreírle.
  • Ya me voy papá- mi papá estaba leyendo el periódico en la sala, solo levantó la cabeza sin dejar de leerlo.
  • Que te vaya bien, nena- me salí de la casa casi arrastrando los pies y pude oír unas carcajadas a mis espaldas, de seguro era mi papá.
  • Hola hermosa- me abrió la puerta del conductor y le puse cara de pocos amigos- hoy te toca a ti- me subí sin decirle nada, no tenía ganas de discutir con él y mucho menos decirle que no tenía ganas de manejar ya que había conducido en carretera dos horas.
  • ¿A dónde vamos?
  • A donde quieras, en realidad solo vamos a dar la vuelta
  • Lindo coche- quería despedirme de él de una forma linda, pero primero teníamos que hablar aunque fuera un poco.
  • Es tuyo- lo dijo con tanta frialdad, que me dió miedo reclamarle algo.
  • ¿Qué?- mi voz delató lo sorprendida que estaba
  • Paola, no quiero discutir, solo acéptalo como…un regalo de bienvenida, pero atrasado
  • ¿Un coche?
  • Quiero darte este regalo, si no lo quieres véndelo, regálalo o quémalo, pero no me lo regreses
  • Gracias- fue todo lo que pude contestar- Me bajé del coche y él me siguió- ¿no quieres pasar?
  • No gracias, ya me voy- su voz era rasposa y fría, algo le pasaba, pero fuera lo que fuera no quería saberlo.
  • ¿Quieres que te lleve?
  • No gracias- ninguno no pude evitar hacerle cara de pocos amigos- Pao, está bien, quiero caminar- después de verme por unos incómodos minutos se dio la vuelta para irse.
  • ¿Qué te pasa?- cuando cerré la boca deseé no haberla abierto, Ricardo se detuvo de golpe y me volteó a ver con cara de pocos amigos.
  • Como si no lo supieras- estaba que prendía chispas y yo estaba aterrada- ¿quieres saber porque estoy así?, pues te lo voy a decir- se acercó casi corriendo a mí, pero no me pude mover, tenía demasiado miedo como para dar un paso, no estaba aterrada, más bien lo que le seguía de eso.- porque llega tu Luisito y te olvidas de mí y cuando se vaya vas a volver conmigo y sabes algo, no soy plato de segunda mesa.
  • ¿De… de que hablas?- nunca lo había visto así, estaba muy enojado y estaba gritando como loco ¿Cómo podía decir eso?, por desgracia me había dado cuenta de que mi padre tampoco estaba ya que su coche no se encontraba y no podía salir a rescatarme.
  • ¡¿De qué hablo?! , ¡¿de qué hablo?! , sabes perfectamente de lo que estoy hablando, ya basta de mentiras y de…
  • ¡Ya basta!- Luis estaba caminando hacia nosotros, él también se veía muy molesto- no le vuelvas gritar ¡¿me escuchas?!- nos separó a mí y a Ricardo, ya que este estaba a unos centímetros de mi y Luis se puso en medio de los dos.
  • Lárgate- Ricardo se puso rojo, pero lo dijo con un tono de voz más humano, fue casi un suspiro, pero – si no quieres que le suelte todo, lárgate.
  • Si no quieres que te rompa el hocico, cállate- ahora ambos estaban hablando con un hilo de voz, era como si estuvieran conversando tranquilamente en una iglesia, su tono de voz era agresivo, pero bajo.
  • ¿Decirme qué? – ahora la que estaba hablando como histérica era yo- ¡Luis, respóndeme, ¿decirme que?!- hubo silencio durante un gran momento- ¡Luis!
  • ¿Por qué no se lo dices Luis?, ¡vamos díselo!
  • Muchachos, ¿Qué pasa aquí?- mi padre se estaba bajando del coche, debería ser un milagro que se presentara en ese momento, pero no lo fue, quería saber de que estaban hablando, Luis me ocultaba algo desde hace tiempo y ya era hora de que lo supiera.
  • Nada señor, buenas tardes- Ricardo dio la media vuelta, me dejó las llaves en el parabrisas del coche y se fue.
  • Los voy a dejar un minuto- mi padre entró a la casa y ni Luis ni yo nos movimos ni un centímetro.
  • ¿De qué hablaba, Luis?- no me contesto. En el fondo, muy en el fondo, no quería que lo hiciera.
  • ¿Estás bien?- mi papá estaba recargando en el lavabo de la cocina, con las cejas casi juntas y la frente arrugada.
  • ¿De qué estaban hablando?- estaba segura de mi padre sabia de lo que hablaba y también estaba segura de que me iba a doler menos cualquier cosa que él me dijera, prefería mil veces escucharlo de su voz, que la de Luis.
  • No sé de que hablas- mi padre si se notaba sorprendido, así que tome aire y cerré los ojos.
  • Luis me está ocultando algo que al parecer todo el pueblo lo sabe y yo no, tú lo sabes y quiero que me lo digas- seguía con los ojos cerrados, así que no pude ver su expresión, pero hubo un gran silencio que hizo que una de mis preguntas fuera contestada: mi papá sabía lo que estaba pasando.
  • Paola- respondió después de unos minutos de silencio-hija, si Luis te está ocultando algo, debe tener sus razones, estén bien o estén mal y yo no puedo decírtelo y aparte si te lo está ocultando es por algo- hubo otro silencio y abrí los ojos para ver su cara, era fría, sin expresión alguna.
  • Entonces tú lo sabes- no era una pregunta y él lo sabía.
  • Mañana voy a faltar a la escuela, te aviso- empecé a subir las escaleras, estaba arrastrando los pies.
  • ¿No estás en exámenes?
  • No- y fue la última vez que abrí la boca en el resto del día.
  • A, hola Luis, ¿Qué pasó?- tenía suerte de que pudiera escuchar la conversación gracias a que la ventana estaba un poco abierta.
  • Estoy esperando a Paola- levantó la cabeza hacia mi ventana y al parecer me vió, pero no me importó en absoluto- pero veo que no va a ir, así que… con permiso.
  • Lo siento, no sé porque no te aviso- tenía razón, tenía que avisarle, pero no tenía ganas de hablar con él, no al menos que me dijera que me ocultaba.
  • “¿Hola?”
  • ¿Me podrías explicar cual enfermedad tiene Luis?- me oía mucho mejor de lo que en realidad estaba, me oía solo preocupada y un poco enojada, pero en realidad me sentía triste, decepcionada, muy enojada, inquieta, traicionada y muy, pero muy en el fondo, me sentía preocupada.
  • “¿Cómo lo sabes?”- mi padre se escuchaba calmado, pero en realidad sabia que se estaba muriendo de miedo y preocupación, ya lo conocía muy bien como para reconocer el tono de su voz.
  • Lavando la ropa encontré en tu pantalón la carta que te dio Elena.
  • “Esclerosis múltiple”- suspiro y al darse cuenta de que no contestaba siguió- es una enfermedad que… bueno no saben que es, como te da, ni como curarla- nos quedamos en silencio un rato, hasta que escuche una camioneta que se estacionaba.
  • Luego te marco.
  • “Paola, tranquila por favor por lo que más quieras tranquila él…”- le colgué el teléfono antes de que pudiera acabar la frase.
  • Hola Paola, ¿ya te sientes mejor?
  • ¿Por qué no me lo dijiste?, ¿Qué te costaba decírmelo?- nos quedamos en silencio durante un tiempo, luego él se dio la media vuelta para sacar su mochila de la camioneta que se encontraba al lado de nosotros.
  • ¿Cómo lo sabes?- se veía muy tranquilo y su voz no cambio de tono, también se oía tranquila y suave.
  • ¿Vas a entrar?- examinó mi cara por un minuto- como quieras- su voz seguía siendo muy dulce, linda y suave.
  • ¿Quieres subir?- ya estábamos en las escaleras cuando Luis preguntó eso.
  • Linda frase
  • Ahí está tu respuesta- Luis siguió buscando lo que había perdido mientras que yo examinaba en mi mente lo que me había dicho.
  • ¿Qué respuesta?- me voltee para verlo y me di cuenta de que en solo unos minutos Luis ya había destrozado su cuarto.
  • ¿Te acuerdas una vez cuando estábamos en mi camioneta y me dijiste que era imposible que me enojara con alguien?- no supe que responderle.
  • Si me enojara con alguien significaría que estoy de mal humor y si estuviera de mal humor, significaría que algo malo me pasa- lo iba a interrumpir, pero él no me dejo ni abrir la boca- no me pasa nada malo, lo que tengo es algo natural y me tenía que pasar.
  • Entonces, por eso te separaste de Ricardo
  • Si- aunque eso no había sido una pregunta, él me respondió- y por eso él esta tan enojado conmigo, porque ya no soy su “compañero” de travesuras
  • ¿Y Paco?
  • Él y yo siempre hemos sido más cercanos que lo que en realidad Paco lo era de Ricardo, así que cuando le dije que me retiraba, él hizo lo mismo, haciendo que obviamente Ricardo me tomara más coraje
  • Por eso no te cae bien Ricardo- eso tampoco era una pregunta
  • No es que me caiga mal, solo que me di cuenta que clase de persona era, por eso me dolía que se llevara contigo, no creas que era porque me daban celos
  • Eso es una lastima
  • Ya no pudo seguir matando mi orgullo- dijo las palabras al mismo tiempo que abría una de las puertas de madera, que daba a un pequeño vestidor que solo alcanzaba para colgar unos ganchos, unos cajones y un pequeño espacio para poner los zapatos- Pao, si ves una camisa roja con letras blancas me la pasa, por favor- siguió buscando y seguimos en silencio- Querías saber algo, ¿no?- tomo una camisa roja y me la lanzo- lo siento- siguió sacando más y más ropa- ¿Qué es lo que quieres saber?- se veía muy calmado, era increíble verlo así después de lo que me había enterado.
  • ¿Por qué no me lo dijiste?- nos quedamos en silencio por un gran tiempo, pero Luis nunca se tenso, ni se detuvo. Siguió sacando más y más ropa.
  • No quería preocuparte- examinó la blusa que tenía en la mano y la aventó en la cama- no quiero que sufras, creo que ya es mucho que estés en este pueblo y no quiero verte triste- no pude contestar, aunque quería decirle tantas cosas: que estaba mal, que me lo tuvo que haber dicho, pero al mismo tiempo le daba las gracias- ¡carajo!, ¡¿Dónde la puse?!… a y aparte intente decírtelo una vez, pero no me dejaste…. Fue cuando volví de mi viaje al doctor, cuando nos dimos el primer beso, ¿te acuerdas?
  • ¿Por qué te ausentabas tanto?- la verdad le había preguntado eso porque no quería responderle
  • Porque tenía que ir al doctor, no hay buenos doctores en Naranjos por lo que me tengo que ir a Tuxpan… además cada vez me daban ataques más fuertes, haciendo que me tuviera que quedar más tiempo en el hospital
  • Así qué, ¿todo este tiempo te la has pasado en un hospital?
  • ¿Creías que estaba en un hotel de lujo?- cuando mencionó estas palabras dejó de hacer lo que estaba haciendo- pues no lo estaba
  • Y ¿Por qué te están dando más ataques?
  • No lo sé, los doctores dicen que sucede cuando me altero, me enojo, me preocupo, o simplemente sucede porque a la enfermedad se le dio la gana
  • ¿Por qué quieres esa?, digo, si tienes tantas, ¿Por qué esa camisa?
  • Esa es mi favorita y tiene algo que me interesa, que necesito- volvió a examinar otra parecida a la anterior – aparte tiene que estar aquí, no creo que la haya perdido y nadie me la va a robar, ¿verdad?
  • ¿A dónde vas?- ya estaba cerrando la puerta de su cuarto cuando me lo pregunto.
  • A mi casa – me tarde un poco en contestarle ya que las lagrimas no me dejaban y no quería que mi voz me delatara
  • ¿No quieres que te conteste? O ¿qué te dé explicaciones? o ¿algo así?
  • No- suspire y ya no pude hacer nada más así que solté la puerta para dejarla entre abierta.
  • Si quieres hablar, aquí estaré todo el día y la puerta está abierta- Luis ya había tomado la manija de la puerta con la mano y estaba recargado en la pared.
  • ¿Luis?, ¿Luis, estas ahí?- nadie me contesto y decidí abrir la puerta de entrada a su cuarto y entré con sumo cuidado.
  • ¿Paola?, ¡Dios mío no me espantes así!- Luis estaba solo con una toalla de la cadera para abajo, y no me lo dijo con intenciones de regañarme, si no porque si lo había espantado- creí que eras alguien más.
  • ¿Esperabas a alguien más?- lo inspeccioné de abajo hacía arriba y al ver mis intenciones puso cara de pocos amigos.
  • ja… ja… no eres la única persona que entra a las casa como un ladrón- su voz era rasposa y nada tierna, no había ni un poco de juego en su cara y menos en su voz.
  • Lo siento, pero no entre como un ladrón
  • Claro que si, te llame y como típica película de miedo, nadie contesto, creí que me ibas a asaltar- nos quedamos en silencio durante un gran rato, viéndonos, hasta que me sentí muy ofendida, pero sabía que él estaba en lo correcto ya que no era mi casa y no tenía derecho de haber entrado, así que me dí la vuelta, pero Luis me tomó del brazo y me pegó a su cuerpo.
  • Lo siento, no me siento muy bien… estoy algo cansado- disfrutaba cada instante que pasaba con él, pero esto era un poco difícil de disfrutar sabiendo como vestía- lo siento- me alejé de él, pero no me soltó y me condujo a la cama- encontré la camisa- me deposito en la cama y se dirigió a su closet, pensé que se iba a vestir primero, pero me equivoque.
  • Es muy bonita- puso los ojos en blanco y extendió la camisa, para mostrármela- ¿Qué?
  • Pao, obsérvala bien, ¿Qué vez?- examine la camisa de abajo a arriba, pero no veía nada extraño en ella- obsérvala bien, ¿Qué vez?- volvía a examinar la camisa, pero no veía nada- te voy a ayudar, está en la parte del cuello- había un pequeño corazón.
  • ¿Qué es?- la inspeccione con mucho cuidado, como si fuera de cristal, era tan pequeño, tan ligero que me dio miedo romperlo.
  • Ábrela- su voz era más dulce que hacia un momento, así que muy obediente la abrí y en letras grandes y plateadas, de un color más fuerte de lo que estaba la cadena y el corazón, estaba escrita una palabra rara, una palabra que nunca había escuchado “liebe”.
  • Qué bonito- fue todo lo que pude decir.
  • Me alegra que te guste- se volvió a ver la cadena y me sentí muy aliviada de que ya no me estuviera viéndome- te la hubiera dado en una caja o algo, pero se me perdió la caja y pues se me ocurrió en la camisa porque es una de mis favoritas ya que…
  • ¿Es mío?- no podía dejar de mirar el pequeño, pero hermoso collar que ya tenía en mis manos.
  • Claro- examinó mi cara por un momento- ¿no te gusta?
  • Si- tome aire e intente calmarme- pero no puedo aceptar tantos regalos tuyos.
  • Solo han sido dos- me dedico una sonrisa, la sonrisa que había extrañado tanto- el caballo y un viejo collar.
  • ¿Por qué me lo das?- quite los ojos del collar y los puse en su cara, que seguía sonriéndome- digo, está muy bonito y todo, pero, ¿Por qué?
  • Paola, tu sabes que en cualquier momento puedo… – volteó a verme y me miró a los ojos- quiero que te quedes con algo mío- me volvió a sonreír y tomó mis manos para ver la cadena-quiero que me recuerdes.
  • Siempre te voy a recordar- puso los ojos en blanco y para cambiar el tema le pregunte cualquier cosa que se me vino a la cabeza- ¿Por qué dice liebe?- no fue tan mala la pregunta y como me sentí orgullosa de mi misma le devolví la sonrisa.
  • Significa amor en alemán.
  • ¿Es tuyo el collar?
  • Sí, pero mande a hacer la parte de adentro… la palabra porque solo era para poner fotos.
  • ¿Me ayudas?- me di la vuelta antes de saber cuál era su respuesta.
  • Paola, ¿está Luis aquí?- Elena empezó a buscar por encima de mi hombro- ¡por favor, dime que si!- estaba histérica, no se movía de su lugar y su cara estaba llena de pánico.
  • Lo siento, pero no.
  • No, me desperté y lo fui a buscar a su cuarto, pero no estaba, lo busque por toda la casa y tampoco lo encontré, tenía la esperanza que de que estuviera aquí, pero veo que no… si lo encuentras, por favor, Pao, avísame, por favor.
  • Si, no te preocupes, yo te aviso- mi voz había recuperado su fuerza, pero mi mente todavía vagaba.
  • Esta aquí debajo de mi cama y creo que pasó aquí la noche y lo peor de todo, es que no me acuerdo porque está en mi cuarto.

Como me temí, el día se me pasó muy lento ya que desde la primera hora me afecto su ausencia, pero sentí mucho alivio al escuchar el último timbre del día, cuando llegue al estacionamiento y no vi el coche de Luis, me sentí horrible, era como si algo faltara, faltaba él, me quede como tonta parada en la puerta de la escuela hasta que sentí un pequeño empujón.

Nuestro viaje fue muy silencioso, ella no prendió la radio, pero tampoco pronunció ni una sola palabra, me sentía feliz de que no quisiera hablar, pero al mismo tiempo me preocupaba, ya que era una de esas personas que no podían dejar de platicarte aunque quisieras.

Al llegar a mi casa me di cuenta de que mi padre no estaba, así que subí a mi cuarto y empecé a hacer la tarea, apenas acababa de hacer un ensayo de 3 páginas, cuando alguien tocó a la puerta, me apresuré para abrir y me sorprendió que fuera Elena, la mamá de Luis.

Cuando Elena se fue cerré la puerta y me quede pensando si la abría o no, aunque tenía muchas ganas de hacerlo, sabía que no era lo correcto

Desgraciadamente mi pequeña tortura duro dos semanas más, mi padre me llevaba a la escuela y Verónica me regresaba a mi casa, ambos demasiado extraños para hacer que mi estancia con ellos fuera poco agradable y cada día que pasaba extrañaba más a Luis, de por si ya era raro no verlo en la escuela y no reírme con sus ocurrencias en la única clase que compartía con él y todavía tenía que soportar el extraño comportamiento de mi padre y de Vero. Eso ya se estaba convirtiendo en un desastre, los días pasaban y pasaban hasta que incluso creí que por alguna razón Luis ya no iba a asistir a la escuela ya que llevaba demasiado tiempo sin escuchar nada de él.

Tuxpan era un cuidad un poco más grande que Naranjos y de seguro las actividades que se podían hacer allá eran mucho más divertidas, pero para ser sincera no sentía mucha emoción por salir de mi casa, era viernes en la tarde y lo único que quería era acostarme en mi pequeña cama y quedarme ahí hasta el lunes, pensando que a lo mejor por fin Luis iba a acabar con esta tortura de una vez

Ella no me respondió, lo único que hizo fue volver a encender el coche y seguir conduciendo, en esos momentos no supe que decir, así que me limite a observar por la ventana mientras llegábamos a mi casa

Al día siguiente me levanté muy temprano, cuando abrí los ojos no pude evitar enojarme por el lugar en donde me encontraba, hace apenas unos días me había convencido que podría acostumbrar a mi nueva vida, pero esa mañana pensaba completamente diferente, lo único que quería era tomar un avión hacia México y quedarme en cualquier lugar menos en casa de mi madre, todavía estaba muy enojada con ella como para que fuera mi primera opción si tuviera esa posibilidad.

Me sentía harta, desesperada y traicionada, no podía dejar de pensar en como mi madre me había desgraciado la vida solo para que ella pudiera empezar una nueva, no podía quitarme de la cabeza el hecho de que mi padre estaba abajo pensando en que otras reglas podría ponerme, reglas que solo hacían que mi estancia ahí fuera más pesada, no quería ni pensar que iba a tener que aguantar todo eso hasta salir de la universidad, y además ¿Qué futuro me esperaría yendo a la universidad de Naranjos?, ¿Por qué mis padres no pensaban en eso?, ¿Por qué no les importaba mi futuro? Y sobre todo, ¿Por qué no pensaban en el daño que todo esto me estaba causando?

Baje las escaleras arrastrando los pies, no tenía muchas ganas de ir a Tuxpan, pero de solo pensar que mi otra opción era quedarme en mi casa con mi padre, hizo que en dos minutos ya estuviera lista para irme en cualquier momento.

Mi padre dejo de leer y puso el periódico en la mesita que se encontraba a un lado de él, después de eso clavo su mirada en mi

Cuando salí de mi casa me sorprendió ver a Verónica recargada en su coche hablando con la mamá de Luis, así que cuando pude reaccionar, me acerque lo más despacio que pude para poder escuchar la conversación, pero cuando Elena me vio, se despidió de Vero y me saludo con la mano mientras caminaba a su casa.

El camino se me estaba haciendo muy largo, y para empeorar las cosas Verónica no me dejaba prender el radio, cada vez que lo intentaba me lanzaba una de sus miradas de desacuerdo seguido de un “no quiero escuchar música, quiero hablar contigo”, pero después de esas palabras no venia nada, solo silencio y eso me estaba matando, aparte la curiosidad me era inmensa por saber que era lo que Elena le estaba diciendo, así que después de una hora de camino no me pude contener más.

Aunque Verónica me volteó a ver con cara de incredulidad, aquello no era una mentira, ya que apenas había dirigido palabras con él y aunque me caía muy bien, era muy raro cuando hablábamos.

Esa fue nuestra única conversación hasta llegar a Tuxpan

Había visto a muchos malos mentirosos, pero ella seguro se llevaba el premio.

Las horas que pase en Tuxpan fueron maravillosas en comparación con los días pasados, Verónica volvió a ser la persona amable y alegre que era cuando la conocí, así que cada minuto que pasaba con ella mejoraba y por primera vez en varas semanas, no se me vinieron a la cabeza recuerdos de mi vida en México y mucho menos de mi madre. Puedo decir con seguridad que fueron las mejores horas de mi vida desde que me habían dado la noticia de que me tenía que venir a vivir aquí… bueno casi

Me sentí un poco incomoda cuando entramos de nuevo a Naranjos, tan solo basto en que viera el letrero de bienvenida para tener que volver a la realidad y fue en ese momento en que todos los pensamientos que había podido alejar de mi en todo el día, volvían como balde de agua fría, no fue una experiencia agradable

No pude decirle nada, yo también lo sentía y mucho, pero no quería admitirlo, no sabía cómo podría reaccionar si dejaba que mis sentimientos fluyeran y lo peor de todo era que no sabría las consecuencias de permitirme ese lujo, era increíble cómo las cosas habían cambiado en tan solo unos momentos, un día éramos una familia feliz y al otro ya estaba viviendo con mi madre, solo con mi madre y eso era…

Antes de que Vero se diera cuenta de las lágrimas que se encontraban en mis mejillas cerré la puerta del coche, sin poder decirle ni una sola palabra, me chocaba cuando las personas tocaban ese tema y más cuando me sentía tan vulnerable.

Empecé a caminar hacia la puerta de mi casa, saque las llaves de mi bolso y trate de abrir la puerta, pero gracias a que estaba temblando por la conversación de hace unos momentos, las llaves cayeron a mis pies, pero antes de que pudiera agacharme para buscarlas…

Cuando pude reaccionar, torpemente me incorpore olvidando de inmediato lo que estaba haciendo

Él no me respondió, solo me dedico una sonrisa a la que no pude responder, todavía me costaba trabajo digerir que se encontraba ahí, después de tantos meses de tortura con mi padre y Vero, después de las aburrida clase de historia que era la única clase en la que lo veía, después de mis aburridos días en general, él estaba ahí parado, viéndome con esos ojos negros que transmitían una mirada encantadora y sonriéndome como si esos días nunca hubieran sucedido.

No pude evitar que se me saliera una sonrisa, nunca lo había visto vacilar tanto, siempre se mostraba seguro de lo que decía incluso cuando no tenía la más mínima idea de lo que estaba hablando

Después de respirar un par de veces sin moverme, dirigí mi vista al suelo en busca de las, pero no logre ver nada, había muy poca luz que salía de la casa como para que pudiera iluminar el suelo, además de que no podía poner toda mi concentración en lo que estaba haciendo, no con Luis ahí

Seguimos buscando unos momentos más, pero no había ni rastro de mis llaves, cuando ya me estaba empezando a desesperar, la luz de un coche nos ilumino, haciendo que ambos levantáramos la cabeza para ver el vehículo que pasaba al lado nuestro, pero no llevábamos ni dos segundos observándolo cuando este se estaciono enfrente de la casa de Luis

Marco era uno de los mejores amigos de Luis, de hecho él, Luis y Paco (su otro amigo intimo) eran de los grupos más unidos y cerrados que había conocido en toda mi vida.

Luis vacilo unos momentos, no dijo nada, solo se limito a clavar su mirada en mí y después en la de su amigo

Con movimientos torpes me acerque a la puerta y la abrí, después de eso me despedí de Luis y de Marco y cerré la puerta antes de que ellos caminaran hacia donde se encontraban sus coches.

Cuando empecé a caminara hacia las escaleras pude escuchar como ambos motores se encendían y segundos después no escuche nada, solo pude detectar a los animales que se encontraban afuera.

Al día siguiente me desperté por un ruido seco y fuerte que prevenía de mi ventana, cuando me incorpore un poco asustada pude ver que había un pequeño hoyo en esta, así que con un movimiento brusco me paré de la cama y escuché como algo caía a mis pies, cuando baje la mirada para observar el extraño objeto, me di cuenta de que se trataba de una piedra de unos cuatro centímetros de radio

Pude notar la ironía de su voz, pero no le dije nada, solo me limite a cerrar la ventana y correr a cambiarme, lavarme los dientes y a hacerme una cola de caballo para que pudiera ocultar un poco lo despeinada que estaba. Mientras me trataba de amarrar el pelo con una de mis ligas, con un corazón de adorno, pude ver que mi padre se estaba preparando el desayuno, así que me dirigí hacia él

No sabía exactamente a qué se refería mi padre con eso de llegar temprano, con mi padrastro llegar temprano significaba que podía llegar antes de las diez de la noche, pero estaba seguirá que esa regla no tenía nada que ver con lo que mi padre me había querido decir…

Pude ver como un escalofrío le recorría el cuerpo, se había puesto nervioso, pero ¿Por qué?

Después de eso nuestro camino al lugar misterioso fue en completo silencio, ninguno de los dos se atrevió a poner un tema de conversación, por suerte Luis puso uno de los discos que se encontraban en su camioneta, pero yo no puse la más mínima atención a la música, en vez de eso me dedique a observar por la ventana, al poco tiempo me di cuenta de lo hermoso que era el paisaje allá afuera, se veían las rancherías, las vacas de diferentes tonos de café y a los hermosos caballos.

Siempre me habían gustado estos animales, cuando era niña y antes de que mis padres se divorciaran, siempre íbamos a un rancho de un tío para que me enseñaran a montar.

Nos detuvimos en una gran puerta de madera que decía “Las cascadas” la puerta era de unos 3 metros y había dos fuentes en forma de un caballo de ajedrez en las esquinas, detrás de la gran puerta se podía ver una pradera verde que fácilmente era una hectárea, a unos 50 metros de la entrada, al lado de una pequeña presa, había una galera más grande que la casa de mi padre, también había algunos árboles de frutas.

Una persona con sombrero de vaquero y unas botas extrañas nos abrió la puerta del rancho y saludo a Luis, nos dirigimos a la gran galera y en la entrada detuvo la camioneta.

Una vez abajo me sonrió mientras me ponía un elegante sombrero rosa en la cabeza

En la entrada nos esperaba un enorme caballo blanco con una silla para montar y un increíble adorno en la crin.

Los caballos que yo montaba en mi infancia eran mucho más chicos y siempre había alguien que me jalaba.

Me sorprendió la agilidad casi perfecta con la que él se subió, solo tuvo que dar un pequeño salto y ya estaba arriba sonriendo como siempre, apenas se había acomodado en la silla y puso al caballo a galopar, el animal corría tan rápido que era casi imposible sentir sus movimientos, se veía y se sentía como si estuviéramos volando y el verde del pasto le daba un gran efecto. Era una sensación increíble y como estaba abrazando a Luis la sensación mejoraba. Galopamos muy poco o eso era lo que yo creía y de repente el caballo se paró de golpe.

Se veía todo, desde la gran galera que desde ahí se veía pequeña, hasta el pequeño pueblo de Naranjos, desde esa altura era como ver una pintura perfecta en tercera dimensión ya que se veían los ríos y los arboles adornados con puntos de colores, que me imaginaba eran las frutas y el pasto le daba a mi pequeño paisaje una sensación de vida, las montañas se veían tan cerca que daba la impresión que si movía la mano las podía tocar, pero yo sabía que estaban a miles de kilómetros de ahí

Luis solo se encogió de hombros.

Pasaron unos minutos antes de que Luis volviera a hablar

Nos quedamos hablando un gran tiempo, el sol cambio de posición y pasaban miles de nubes de formas diferentes, si no hubiera sido porque el cielo cambiaba, hubiera creído que llevábamos ahí cinco minutos.

Nuestras conversaciones también eran distintas, al igual que nuestras posiciones y cada vez nos acercábamos más y más, hasta que llegamos a estar tan cerca que ya podía sentir su aliento cada vez que hablaba, era cálido y entonaba con el ambiente, con el aire, con el paisaje, con todo, en ese momento todo era perfecto, estar ahí con él era maravilloso, todo lo que yo quería, lo que esperaba, estaba ahí y ahí fue cuando me llegó un presentimiento de que él era la persona que quería, la persona que había esperado sin saber que existía, fue tan fuerte esa sensación que me di cuenta de lo quería, lo quería a él.

Me incliné un poco para que mis labios tocaran los suyos, cuando nuestros labios se juntaron un mundo de sensaciones inundó mi cuerpo, sentí como cada musculo se relajaba y mi mente quedaba completamente en blanco

Me acordaba perfectamente de esa discusión ya que había sido una de las más fuertes que había tenido y lo peor de todo era que había sido provocada por una tontería.

Sentí como mi cara se calentaba, avisándome de que un rojo intenso recorría mis mejillas

Gracias a Dios el caballo empezó a ser ruidos extraños así que tuvimos que verlo para saber qué era lo que estaba pasando y al parecer estaba tratando de alcanzar una manzana que estaba cerca de él, pero la cuerda no lo dejaba estirarse lo suficiente para alcanzarla.

El camino de regreso fue más despacio, así que pude contemplar mejor el hermoso paisaje que nos rodeaba, el rancho era enorme de unas 20 hectáreas desde donde estábamos hasta la enorme galera, había muchos árboles repletos de frutas, como, manzanas, peras, naranjas etc., además de que era muy fácil andar por la propiedad ya que era plana, con pocas subidas y bajadas, también había muchos ríos. En ellos se podían ver los peces que saltaban de un lado a otro, me preguntaba si alguien se podría meter a bañar ahí, pero me di cuenta de que no cuando un vaca se metió y la verdad se me quitaron las ganas, pero hacia tanto calor que cuando vi otro rio, pero este sin vacas, me regresó la duda.

Cuando llegamos a la galera, Luis dejó el caballo amarrado en un árbol cerca de la puerta y me cargó hasta la camioneta, cuando llegamos a ella me dejó en el asiento del copiloto, se subió en el del conductor y nos fuimos.

En el camino empezamos a hablar de muchas cosas y mientras más pasaba el tiempo más me divertía, era increíble como las conversaciones fluían entre nosotros, pero aunque estas eran muy interesantes y Luis me hacía reír de una manera inexplicable, no podía dejar de pensar en ciertas cosas, tenía tantas preguntas que hacerle, ¿iba a ir mañana a la escuela?, ¿Por qué había desaparecido de esa manera? ¿Era en serio lo del caballo, o solo estaba jugando?, pero tenía miedo, tenía miedo de que gracias a una de esas preguntas, nuestra conversación se tornara más seria, o que por alguna razón Luis optara por repetir su actitud de la noche anterior… hablando de eso…

Luis dudo antes de responderme

Cuando al fin llegamos a mi casa, Luis se estacionó y apagó el motor del coche sin decir una palabra, nos quedamos unos segundos así, el viendo a la nada y yo esperando a que él dijera algo, pero cuando me dí por vencida, tomé una gran cantidad de aire y abrí la puerta del coche

Me sentía cansada, me dolía un poco el cuerpo desde que me había bajado del caballo y estaba molesta, lo único que quería era subir a mi cuarto y dormir un poco, pero desde que puse un pie en la casa supe que eso no iba a ser posible ya que sin querer había azotado la puerta cuando la cerré, haciendo que mi padre volteara a verme con expresión dubitativa y eso solo significaba una cosa, iba a querer hablar de cualquier cosa que él creyera que me había molestado

Cuando estaba en la regadera solo podía pensar en lo que había pasado en la mañana, no podía creerlo, era como un sueño, una parte de mi anhelaba que solo fuese eso, me hubiera gustado que solo se tratase de un sueño en el que cuando despertara estuviera en mi inmenso cuarto, con todas las comodidades que una persona de 17 años pueda tener, que después de ver un rato la tele, pudiera prender mi tina con yacusi del tamaño de una alberca para niños pequeños, al salir, pudiera tomar una de las tarjetas de crédito e irme con mis amigas y mi supuesto novio a cualquier otro lado, quería esa vida de regreso, esos lujos, quería volver a ser la niña consentida y caprichosa que había sido, pero al mismo tiempo la otra parte de mi no quería nada de eso. No quería dejar a mi padre (que aunque suene raro ya me había encariñado un poco con él), ni tampoco quería dejar a Vero y mucho menos a Luis.

El resto de la tarde se pasó rápido, prendí la tele y me puse a ver una película que me encantaba cuando era niña, cuando obscureció me preparé unas quesadillas, me lavé los dientes y me fui a la cama. No quería pensar en nada, lo que había pasado en la mañana, el beso, la sorpresa del caballo, todo me parecía algo increíble, pero me asustaba el silencio que hubo en la camioneta, sin mencionar la historia que me había contado, ¿En qué clase de problemas lo abría metido Ricardo?, sabía que él no era mucho de fiar, todos lo decían y además no necesitaban hacerlo, había algo en él que te gritaba que clase de persona era, para mí no era muy difícil darme cuenta de ese tipo de cosas ya que había convivido con personas así desde que tenía uso de razón.

Ricardo era un niño que se veía que sus papas no le ponían limites, por lo que creía que podía hacer lo que quisiese cuando más le parecía conveniente, de hecho me recodaba mucho a mi cuando vivía en México, ambos éramos caprichosos, egoístas, testarudos y lo peor de todo era que a lo mejor por eso, por su forma de ser, por el gran parecido que tenía conmigo… aun hoy en día por muchas otras razones, había tratado de entablar una amistad con él y aunque solo llevábamos pocas conversaciones, sabía perfectamente que mi meta no se encontraba tan lejos.

Me hundí en todos esos pensamientos hasta que me quedé completamente dormida.

Lunes

Ese día me desperté muy temprano y no pude evitar meterme a bañar a pesar de que ya lo había hecho la noche anterior y es que el calor era insoportable y no podía dejar el clima demasiado tiempo porque hacia unos ruidos muy fuertes. Además no quería que mi papá me regañara por lo caro que le iba a salir la cuenta de luz. Cuando me terminé de bañar me vestí y me hice el desayuno. Al ver que iba a alcanzar también para mi padre, le puse un poco en su plato y le hice un licuado de plátano, ya que sabía que era su preferido, me lavé los dientes y me hice una cola de caballo ya que no tenía ni ganas ni tiempo para peinarme mejor que eso y salí de la casa para esperar a Luis un poco temerosa de que me hiciera lo mismo que me había hecho cuando faltó a la escuela, pero mis temores fueron en vano ya que como siempre a las 6:30 estaba en su coche esperándome.

Me alivió escuchar su voz tan animosa y cálida como siempre, pero me extrañó su comentario, así que ví el reloj de mi mano para darme cuenta de que marcaba las 6:31.

Al llegar a la escuela Vero nos esperaba junto con Paco, y me sorprendió un poco que estuvieran juntos ya que rara vez se hablaban y solo era para pedirse las tareas, sin contar que Verónica ya me había comentado que no le agradaba mucho y después de lo que había sucedido la noche del sábado, sentía que tampoco iba a ser de mi agrado.

A mis espaldas podía escuchar las risas de Luis y Paco, así que no pude evitar ponerme roja.

Siguió con su paso veloz hasta llegar a su casillero y ahí se paró de golpe, se volteó a mirarme y empezó a gritar como loca cosas que no entendía.

Tomó aire tratando de calmarse y me lo repitió por cuarta vez, solo que ésta vez en una velocidad un poco más humana.

Me le quede viendo con cara de pocos amigos ya que no sabía porque hacia eso, no era lógico, dejar que una persona ande con el niño que te gusta sabiendo que te mueres por él, no es normal, nadie lo hace, yo no lo haría.

Tocó el timbre y me despedí de ella, al llegar al salón no podía pensar en nada, ni siquiera me había dado cuenta de que la clase había comenzado y el profesor se encontraba explicando un tema que no tenía intenciones de entender, hasta que de la nada paro de hablar, se dirigió a mí y me hizo una pregunta de la cual no sabía la respuesta.

El profesor me volvió a hacer la misma pregunta.

El profesor Vizcaíno se acerco a mí sin quitar la mirada de Ricardo.

Tomé mis cosas lo más rápido que pude, apenas me había dado cuenta de todos los libros que metí a lo mochila, tenía muchas ganas de que Vero me contara como había terminado siendo novia de Paco.

La noticia me había sorprendido mucho, ya que habían sido pocas las veces que los había visto entablar una conversación y nunca mostraban el menor interés de lo que hablaban cuando lo hacían, era casi como si no se cayeran bien, de hecho Vero ya me había comentado los primeros días de conocerla que Paco no era precisamente una de esas personas con las que le gustaría tener una amistad y ¿ahora me salían con que eran novios?, Verónica me debía muchas explicaciones

Cuando estaba en el suelo pude ver que le llamó mucho la atención uno de los libros que se habían caído, cuando terminamos de levantar el desastre, se incorporó y me entregó todo lo que había recogido, excepto uno de los libros, que una vez que ya no tenía nada en las manos, empezó a leer la parte de atrás de este, pero estaba tan concentrada en meter todo en la mochila que no me di cuenta de cuál había tomado

El resto del día fue muy rápido y por primera vez desde que había llegado a esa escuela me senté con Paco, Luis, Vero y otras personas en el almuerzo. Era extraño tener a Paco en la mesa ya que nunca decía nada, ni miraba a otra persona que no fuera a mi amiga, pero a pesar de eso yo no me sentí incomoda con la nueva presencia, ya que no podía dejar de poner toda mi atención en la persona que se encontraba al lado de mí, era increíble como lo había extrañado, el simple hecho de escuchar su voz hacía que me sintiera alegre, dejando que las otras emociones fluyeran como se les diera la gana. Todo era diferente cuando Luis estaba, y era consciente que yo no era la única persona que pensaba lo mismo.

A la hora de la salida me tardé un poco en recoger mis libros intencionalmente ya que no me quería encontrar a Luis en el camino, prefería pedirle a Vero que me llevara al café en donde había quedado con Ricardo, pero para mi mala suerte no la encontré y cuando salí del edificio, Luis se estaba despidiendo de unos de sus amigos, cuando me vio me saludó con la mano, haciendo que no hubiera forma de esconderme de él.

Al principio no entendía porque me decía eso, hasta que volteé a ver a la ventana y vi que nos encontrábamos en frente de un gran letrero que decía “El Selecto”, habíamos llegado

Aun tenía una expresión burlona en su cara, pero no me molesto, a lo mejor porque en cierto modo me sentía nerviosa pensar en la reacción de Luis si descubría que mi “compañero” se trataba nada más ni nada menos que de Ricardo

No le respondí, solo me limité a seguir caminando hasta que escuche que la camioneta se alejaba, cuando estuve segura de que ya se había ido, me di la media vuelta y suspire mientras observaba el lugar donde Luis me había dejado, a lo mejor si era buena idea que me recogiera ya que no contaba con mucho dinero e iba ser horrible irme caminando

Cuando entré al Selecto me di cuenta de que se parecía un poco a una cafetería que estaba por mi casa, era grande de dos pisos, con mesas y sillas por todos lados y tenia al final del salón un mueble con todos los panes dentro de un cristal y una señorita con un vestido muy escotado junto a la caja registradora. El lugar era grande y muy elegante, tenía poca luz, pero lo suficiente para poder ver bien. Todas las mesas estaban llenas, las de arriba y las de abajo, las meseras tenían un vestido que les llegaba hasta las rodillas y un mantel que decía “Selecto” en grande. Había una mesera por cada cinco mesas chicas de cuatro personas cada una.

El lugar era precioso, el local más bonito que había visto desde mi llegada aquí, era como volver a México solo por un momento, me quedé viendo el lugar impresionada y recordando mi hermoso estado que había sido mi hogar hasta hacia poco tiempo, cuando estaba inspeccionando todo vi a Ricardo en una mesa de dos que estaba pegado al cristal de la parte de arriba del local, por lo que veía se podía ver casi todo el restaurante desde ahí, subí las escaleras y cuando me vio se paró y me dedicó una sonrisa.

La mesera llego con lo que habíamos ordenado y los depositó en la mesa.

Ricardo hizo una seña para que se fuera y ella obedeció.

No podía hacer nada, no podía irme y no quería, quería quedarme en ese casi lujoso restaurante mucho más tiempo ya que era el lugar que más se parecía a un restaurante en México.

Todo el tiempo que estuve con él fue increíble, pudimos hablar de cosas que a mí me encantaban, como marcas, lugares para viajar, de todo lo que no había podido hablar desde que había llegado a Naranjos, y no porque las personas no supieran del tema, ya que por increíble que se escuchara, sabían más que mucha gente que conocía, si no que a ellos ese tipo de cosas no era algo que les interesara mucho.

¿Cómo podía llamarle divertido a un lugar así después de haber conocido todos los lugares que él había visitado?, por fin había encontrado una persona que me podría entender y estaba completamente loca.

Tratando de esquivar su mirada me fije en uno de los relojes que se encontraban pegados a la pared, como no podía ver bien la hora, volví a dirigir mi mirada hacia Ricardo

No le respondí, estaba más concentrada en lo que estaba haciendo, que en responderle a Ricardo, pero antes de que pudiera seguir escribiendo un mensaje, caí en cuenta de que no tenía el celular de Luis, por lo que a regañadientes borre el texto y le devolvía el celular.

Pensé un poco la respuesta

Ricardo pidió la cuenta para momentos después dirigirnos a la salida, pero antes de abandonar el local, lo examine por última vez, no pude evitar suspirar por todos los recuerdos que me traía de México, cuando la puerta se cerró a mis espaldas pude sentir un hueco en el estomago mientras todos los recuerdos fluían sin más

Ricardo le hecho una mirada a Luis de pocos amigos, cosa que él no dudo en regresársela pero de una manera menos agresiva

Antes de que me pudiera dar la vuelta para irme, Ricardo me tomó de los costados y me atrajo así si, en esos momentos me imagine lo peor, podía ver perfectamente sus labios sobre los míos, haciendo que un escalofrío me recorriera el cuerpo, pero cuando menos lo pensé, él solo apoyo sus labios en mi mejilla

Me quede ahí parada unos momentos, todavía sentía el cuerpo rígido por la sorpresa y no pude evitar suspirar de alivio, por suerte no había pasado lo que temía

Luis solo puso los ojos en blanco y se preocupó más por caminar hacia el coche que en responderme.

Nos quedamos unos minutos en silencio mientras veía por la ventana, ya llevábamos un tiempo en el coche y Luis no había emitido sonido, solo se escuchaba el radio a un volumen lo suficientemente bajo como para no poder escucharlo.

Pude sentir la mirada de Luis sobre mí, pero no quise voltearlo a ver, no con todos esos sentimientos a punto de estallar

Cuando llegamos a la casa, Luis se estacionó y apagó el motor del coche, nunca había visto ese comportamiento en él, era como si la persona alegre y optimista se hubiera esfumado, sus ojos solo revelaban cansancio y fatiga. Cuando se bajó del coche lo hizo de forma lenta, perezosa, como si no tuviera la mayor prisa en bajar. Caminó frente al vehículo mientras se apretaba las sienes y pude ver que le molestó el ruido que emitó la puerta de mi lado cundo esta chilló para abrirse.

Su asentimiento con la cabeza no me convenció, en tan solo unos instantes Luis parecía como si el sol no lo hubiera tocado en semanas, sus ojos se habían dilatado y pude ver que se mordía un poco el labio, mientras se frotaba las sienes, definitivamente algo le pasaba, pero antes de que pudiera preguntarle el me sonrió y se dio la vuelta para irse a pasos agigantados.

Cuando entre a mi casa mi padre me esperaba en la sala y después de una pequeña discusión de porque no le había avisado de mi salida, me dirigí directo a mi cuarto, no quería saber de nadie, ni mucho menos hablar con alguien, por primera vez me sentí aliviada de estar ahí, sola en mi cuarto, acostada en ese pequeña cama y sin ningún tipo de comunicación con el exterior, me alegraba no tener un celular para que me estuvieran molestando con tonterías, ni mucho menos tener que esperar las incomodas visitas de mis amigas, estaba sola, completamente sola.

Al día siguiente espere a Luis como todas las mañanas, pero al ver que eran las 6:50, le pedí a mi padre que me llevara a la escuela, cuando estaba cruzando la calle para subirme a la camioneta, me di cuenta de que el garaje de Luis estaba vacío y eso solo significaba una cosa: si se había enojado conmigo provocando que ese día se fuera solo a la escuela y aunque no sabía exactamente el motivo de su enojo, tenía el pequeño presentimiento de que había sido por la persona con la que me había reunido el día anterior.

Luis nunca me había hablado de Ricardo, a excepción de una vez y aunque no me dijo exactamente lo que pensaba de él, por su expresión al momento de contarme la historia de él y Paco, pude ver que no se llevaban muy bien, y no lo culpaba, yo no hubiera podido perdona a la persona causante de ningún tipo de problema y menos cuando no solo a mí me había metido en sus mentiras, pero obviamente Luis no era igual que yo, él tenía un carácter más tranquilo, haciendo que se le hiciera más fácil perdonar a las personas o eso era lo que yo me imaginaba… y esperaba

Las cosas empeoraban y yo cada vez estaba más confundida, quería explicaciones.

Empecé a buscar la camioneta de Luis, pero no encontré nada, así que solo me metí al pequeño edificio que era mi escuela. Camine a mi casillero y ahí estaba Vero con un ramo de flores.

No quería hablar con ella sobre el tema, no porque no le tuviera confianza, si no porque no me gustaba expresar mis emociones frente a otras personas, me sentía vulnerable y a veces me daba miedo confiar tanto en las personas, pero las palabras fluían en mi boca como si las hubiera atrapado durante años y por fin se hubieran revelado, hasta que cuando menos lo pensé, le había contado hasta lo menos importante de la historia.

Verónica solo me veía interesada en mis palabras mientras yo me desahogaba, en ningún momento me interrumpió ni hizo ningún intento de detenerme, cuando por fin acabe, volvió a oler las flores que se encontraban en sus manos y me dedico una sonrisa

No podía creerlo, la camioneta que tanto amaba, la habían ofendido tanto, me había encariñado tanto con ella y la verdad no me había dado cuenta hasta que la insultaron así.

Las clases pasaban lentamente, era como si todos los maestros se hubieran puesto de acuerdo para hacer sus clases aburridas, haciendo que estuviera harta antes del descanso. Cuando este al fin llego, me senté con Marco, Paco y Vero, pero lo que yo pensaba que iban a ser unos momentos tranquilos, resultaron ser los más activos ya que por alguna razón, los tres me llenaron de preguntas, haciendo que tuviera que pensar muy bien mis respuestas ya que ellos siempre cambiaban el significado de mis palabras.

El resto del día fue aburrido y otro temor me lleno el cuerpo, que hizo que me diera un escalofrío, ¿Cómo me iba a regresar a mi casa?, Vero me había dicho que iba a salir con Paco ese día y no me podía ir caminando porque el sol ardía, pero después de pensarlo todo el día, a la hora de la salida no pude hacer otra cosa que dirigirme a la puerta del estacionamiento a pie, no tenía otra opción, lo único que podía hacer, era rezar para que el calor no me desmayara.

Me abrió la puerta del copiloto y cuando menos lo pensé ya estaba adentro prendiendo el aire acondicionado, cuando sentí el clima y me pude refrescar me di cuenta de que estaba dentro de uno de los coches más hermosos que había visto, los asientos eran de piel color negro, el volante tenía el logo de un coche Nissan color plateado, que con el color negro del volante, resaltaba mucho. En el tablero había una pequeña pantalla que tenía un video de Chayanne, que al concentrarme un poco más en la música me di cuenta de que coincidía con el video. Abajo de la pequeña pantalla, estaban los aparatos para manejar el aire acondicionado y un aparato para poner el i-pod y discos.

No sabía que coche era, pero había escuchado de él ya que mi padrastro se quería comprar uno para cuando fuera a lugares donde se podrían robar sus Mercedes, pero si mi padrastro lo quería, significaba que era uno de los mejores coches que había en el mercado.

Pensé unos momentos mi respuesta, ¿Qué mi “amiguito” nunca me llevaría”, por alguna razón esas palabras no me dieron confianza, pero mi espíritu de aventura hicieron que la pregunta se me saliera de golpe

No podía dejar de mirar la entrada del lugar, era impresionante la cantidad de gente que se amontonaba para entrar, cuando Ricardo me había dicho que íbamos a un lugar concurrido y que me llevara ropa cómoda, nunca me imagine a que se refiriera a la feria y menos aun que se le ocurriera llevarme el primer día que abrían, que era cuando más gente había en el lugar.

Me sumergí en mi asiento mientras Ricardo apagaba el motor del coche, de tan solo ver la cantidad de gente que se empujaba, las luces de los juegos y escuchar el ruido que emitía el lugar, me dieron ganas de pedir que me llevara a mi casa, pero sabía que Ricardo no se iba a dar por vencido sin antes discutir el tema y no estaba en condiciones de hacer eso, además ya estaba ahí.

Cuando Ricardo abrió la puerta del copiloto para ayudarme a bajar, el ruido del lugar se intensifico haciendo que hiciera un gesto de disgusto, cuando por fin me baje pude ver que habían dos grandes bocinas en la entrada haciendo que la música fuera tan alta que era imposible entenderla.

Empezamos a caminar hacia la gran puerta que daba acceso al lugar y mientras más avanzábamos, más cantidad de gente se pegaba a nosotros, haciendo que cuando estuviéramos a punto de entrar, fuera tal la cantidad de personas que sentí que a mis pulmones les faltase aire, además de la preocupación que sentía de perderme en la multitud, así que con mucha decisión, abrace uno de los brazos de Ricardo mientras me pegaba a él, haciendo que éste riera mientras se soltaba para rodearme con su mismo brazo, para que quedara lo más cerca posible de él

Cuando logramos entrar pude ver el interior de la feria, se veía increíble el lugar con todas las luces que lo juegos proporcionaban, pero Ricardo no me dio mucho tiempo de admirarlos ya que aun con su brazo alrededor de mí, me jaló para que siguiéramos avanzando.

Seguimos caminando por el pequeño callejón, hasta que nos topamos con una puerta, cuando Ricardo tocó se escucho el eco del sonido durante unos momentos, momentos que no pude evitar mirar hacia atrás para darme cuenta de lo tenebroso que era el lugar en donde estábamos, cuando regrese mi vista a la puerta pude ver que alguien se asomaba por un pequeño hueco que había en esta.

Momentos después la persona abrió la puerta para dejar ver que aun nos faltaba otro pasadizo sombrío antes de llegar a nuestro destino, Ricardo volvió a rodearme con su brazo antes de empezar a caminar

Esas palabras no me tranquilizaron, al contrario, sentí como un escalofrío recorría mi cuerpo, haciendo que me asegurara de que no quedara espacio entre él y yo, pero esta vez Ricardo no se rio, solo se limito a tomarme con más fuerza mientras caminábamos hasta llegar a otra puerta, mientras más nos acercábamos a esta, más podía escuchar los ruidos que salían de ese lugar, y no solo se percibía un fuerte bullicio, sino también el olor a tabaco y a alcohol combinado con un olor desagradable que no logre distinguir.

Cuando Ricardo abrió la puerta, me sorprendió ver el lugar, habían unas cuantas mesas llenas de cervezas y unas personas sentadas al lado de estas, también se encontraba en medio del espacio un pequeño ruedo con gallos en medio de este, ambos luchando por su vida mientras dos personas alrededor del circulo gritaban emocionados, cuando me fije bien el lugar, me di cuenta de que este estaba lleno de gallos de pelea, algunos en jaulas, otros en cajas y desgraciadamente había varios que ya había tenido la mala suerte de haber luchado, provocando que estuvieran tan débiles que sus dueños no se habían molestado en regresarlos a sus jaulas, el lugar era horrible, con sangre de los pobres animales en todas partes.

Antes de responderme, quitó bruscamente la mano de Ricardo de la suya

Examiné el lugar, sabía que ese no era el mejor sitio en donde estar, pero no podía ser tan malo, mis amigos siempre me platicaban de lo interesante que eran las peleas de gallos y hasta mi padrastro me había prometido llevarme a una, no podían ser tan malas.

Todavía no terminaba de hablar cuando Ricardo me tomó por la espalda mientras nos alejábamos del lugar, mientras caminábamos, no pude evitar voltear la vista para ver la preocupación en los ojos de Paco.

Ricardo solo se limitó a examinar mi rostro unos momentos

La verdad no tenía ganas de seguir hablando del tema, aunque Ricardo no me podía engañar, a Paco nunca le gustaba hacerse el interesante, al contrario, siempre trataba de no sobresalir ante los demás y mientras más oculta era su presencia mucho mejor, esto lo había descubierto durante los últimos días y era una pregunta más de cómo él y Vero habían terminando saliendo.

No me había dado cuenta que una persona estaba atrás de mí, así que cuando escuche su voz me paré lo más rápido que pude de la silla para dirigirme a Ricardo, pero antes de que pudiera dar un paso, ésta persona me tomó del brazo, haciendo que fuera imposible moverme

Antes de que pudiéramos llegar a la puerta, una persona se puso ante nosotros

Mientras hablaba pude sentir como sus brazos se tensaban alrededor mío.

Paco se apresuro a llevarme hasta la puerta, mientras caminábamos ninguno de los dos dijo una sola palabra, no teníamos ganas de hablar, solo queríamos llegar hasta la camioneta y poder irnos de ese lugar, o al menos eso era lo que yo quería.

Cuando llegamos a la feria, sentí como mi cuerpo se relajaba y podía respirar con mayor facilidad, pero en ningún momento nos detuvimos ni bajamos el nivel de nuestro andar hasta que minutos después llegamos a la camioneta de Paco.

Nuestros silencio se prolongo hasta que llegamos a mi casa, una vez en frente de esta traté de bajarme lo más rápido que pude, pero antes de siquiera intentar abrir la puerta, Paco me habló.

No necesite decir otra cosa para que me entendiera, sabía que me refería a la discusión que él había tenido con Ricardo

Cuando entré a mi casa me di cuenta de que mi padre todavía no había llegado, pero lo comprendí al darme cuenta de que solo eran las nueve de la noche, mi padre nunca llegaba antes de las diez y media.

Arrastrando los pies, subí a mi cuarto, pero antes de hacer cualquier otra cosa me senté en unos cojines que había justo al lado de la ventana y me limité a ver hacia la calle, desde mi cuarto se podía ver perfectamente la puerta principal de la casa de Luis, junto con los espacios vacios donde normalmente se encontraba su camioneta y la de su madre.

Salí de la casa y me dirigí a la camioneta.

Me subí y empecé a inspeccionarla, se parecía un poco a la de Luis, solo que roja… cuando empezaron a vagar recuerdos en mi mente, bajé la ventanilla y miré directamente a mi padre.

Hubo un gran silencio durante unos minutos, ni mi padre ni yo hacíamos ningún ruido, yo solo me bajé de la camioneta y me puse frente a él.

Me aterraba la idea de que Luis se fuera, me encantaba pasar tiempo con él, era la única persona que había logrado que respirara un poco ante la idea de vivir aquí, gracias a él había tratado de acostumbrarme a lo que tenía y no creía poder seguir haciéndolo si no me recordaba que vivir aquí no era tan malo, sabía que tenía a Vero y a mi padre para conformarme, pero yo no quería hacer eso, no quería conformarme con nada, quería sentirme feliz con la idea de vivir en un lugar así y por alguna razón solo lo lograba cuando él estaba.

Cerré la puerta de la camioneta de un golpe y gracias a Dios mi padre me entendió y no me pregunto nada, me dejo ir, me fuí a mi cuarto y ahí me quedé mientras miraba el reloj, dejé pasar el tiempo como lo había visto irse sin darme cuenta cuando Luis estaba conmigo, quería ir con él, pasar tiempo con él, quería que me enseñara a montar el enorme caballo que me había regalado. No quería ir a la escuela si él no iba conmigo, quería vender la camioneta, para tener una excusa para verlo, en ese momento vi todo con otros ojos, me di cuenta de que mi pequeña habitación, no era tan mala, era modesta, pero no mala, todo lo que tenía era dado con cariño y no para que se deshicieran de mí.

En México tenía todo lo material, pero en realidad estaba muy sola, en cambio aquí ya no lo estaba, tenía a mi papá, a Vero y a… a Luis si es que volvía, me acorde del dicho – “nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido”.

A la mañana siguiente me levante un poco tarde, la verdad no tenía ganas de ir a la escuela, pero sabía que eso era mejor que quedarme en mi casa, ya que sabía que si hacia eso, solo iba a llenar mi cabeza con recuerdos de México e ideas de cómo podría regresar, así que después de discutirlo conmigo misma durante unos minutos, decidí pararme y alistarme para salir.

Cuando estaba bajando las escaleras me di cuenta de que mi padre no se encontraba en la casa ya que había demasiado silencio, pero sí había una pequeña nota pegada a la puerta principal, así que con pasos agigantados me dirigí a ella

“Paola: me llamaron del hospital por lo que tuve que salir temprano, te dejo el número de un taxi para que te lleve a la escuela

Con cariño tu papá

5523456577

P.D. por favor no intentes

llevarte la camioneta,

tu madre ya me informo

que no sabes manejar

Excelente, ahora me tenía que ir en taxi, me chocaba usar ese transporte, incluso en México y ni hablar de usarlo aquí, ya que hacía demasiado calor a pesar de que eran las 6: 50 de la mañana y esos coches nunca tenían aire acondicionado, además solo contaba con diez minutos para llegar a la escuela y de aquí a que el taxi llegaba y me llevaba, seguro pasaban más de diez minutos.

Cuando me estaba aproximando al teléfono (era mejor intentarlo que no hacer nada), escuché que sonaba el claxón de un coche, por lo que a regañadientes me asomé por la ventana, y ahí estaba el coche de Vero en frente de mi casa

Cuando al fin lo logré me reuní con Vero

Verónica se empezó a reír a carcajadas

Yo sí, de seguro después de llevarme a mi casa, regresó por Ricardo, pero cuando llegó tuvo que meterse en la pelea que tenían aquel señor y él, consecuencia de eso, Paco también había salido lastimado, todo estaba muy claro, excepto una cosa, ¿Por qué Paco había regresado para ayudar a Ricardo?, hasta donde yo entendía ellos no se llevaban nada bien, al contrario, si podían hacerse daño mutuamente, lo disfrutaban al máximo.

Después de eso por fin llegamos a la escuela, así que cuando me aseguré de que Vero había apagado el motor, me despedí de ella y salí disparada en busca de Paco, sabía qué a mi si me iba a dar la historia completa de lo que había pasado anoche, después de todo yo había estado ahí y era tan cómplice como ellos dos.

Mientras caminaba a su casillero, que era donde más probablemente lo iba a encontrar, una nube de pensamientos llegaron a mi cabeza de la nada, no podía dejar de pensar en todo lo que había ocurrido, en la discusión de Paco y Ricardo cuando había llegado a ese horrendo lugar. La reacción de Ricardo cuando se me había acercado aquel señor, cuando el hermano de éste, de largo bigote y una panza que ocupaba un gran espacio no nos dejaba salir… la conversación, si así se le puede llamar, a lo qué hablé con Paco cuando me llevo a mi casa, ¿Por qué estaba tan obstinado con qué Luis no se enterara?, no iba a pasar nada si lo hacía… ¿o sí?

Cuando dejó de guardar unas cosas en su casillero y volteó a verme, pude ver el golpe que traía a un costado del ojo izquierdo, se veía como si lo hubieran golpeado con un bate o incluso algo más pesado, ya que estaba completamente morado y era de gran tamaño

Paco examinó mi rostro unos momentos

Pude ver que Paco no tenía intenciones de contarme nada, pero después de examinar mi rostro, suspiró y se relajó

Dejamos de caminar cuando termine de hablar, pero en ningún momento hubo una respuesta, hasta que todas las personas que estaban a nuestro alrededor se fueron a sus respectivas clases.

Hubo unos momentos en silencio

Pasó un mes y Luis no regresaba, mientras más pasaba el tiempo más me daba por vencida, la verdad ya me había hecho a la idea de que Luis no iba a volver, así que quería y trataba de encariñarme con Ricardo, ya que él era muy lindo conmigo, pero no podía, no podía convencerme de que era lo mejor que podía hacer y cada vez que lo intentaba, la imagen de Luis me venía a la cabeza, haciendo que retrocediera lo poco que había logrado avanzar.

Mientras intentaba convencerme a mí misma, trataba de ocupar mi mente en cualquier cosa, así que para pasar mis tiempos libres le pedí a Ricardo que me enseñara a manejar, ya que Verónica estaba muy ocupada con un trabajo de la escuela y mi padre llegaba muy tarde y cansado como para ayudarme con eso, así que un sábado en la noche le hable para pedirle el favor.

Ricardo llegó más temprano de lo que esperaba, así que se tuvo que quedar un rato con mi papá en la sala mientras yo terminaba de vestirme. Esa mañana habíamos quedado en ir al pequeño lugar donde practicábamos con mi camioneta

Cuando bajé, los dos se veían muy divertidos, era como si se conocieran desde hace mucho tiempo y fuesen grandes amigos, por suerte mi padre no se había enterado del problema en el que me había metido hacía un mes, él solo se había quedado con la idea de que había pasado unos momentos increíbles en la feria.

No le respondí, la verdad me daba lo mismo aunque no entendía que caso tenía que nos fuéramos en los dos coches, si siempre nos íbamos en su camioneta ya que Ricardo decía que me tenía que acostumbrar a manejar cualquier coche y nunca me dejaba ir sola. Le daba miedo que sin sus instrucciones me fuera a estampar en el primer lugar que encontrara, pero por alguna razón, Ricardo había cambiado de opinión.

Lo único que hice fue ir por las llaves de mi camioneta que se encontraban en la cocina, sin preguntar, ni reclamar.

Ricardo se despidió de mi padre y nos fuimos.

Me sirvió mucho estar un tiempo a solas en mi coche, pude relajarme y sonreír un poco, pero tenía un poco de curiosidad.

Nuestra estancia ahí fue como todas las otras, lo único que cambio, fue que esta vez, Ricardo no me dio las órdenes que siempre me daba, me dejo manejar sola.

Cuando nos hartamos, Ricardo se bajó de mi camioneta y se subió a su coche.

No tardamos mucho en llegar a mi casa, estacioné la camioneta, pero no me bajé, esperé a que Ricardo me tocara el parabrisas, pero después de esperar un gran momento, me dí cuenta de que no lo iba a hacer, así que solo me bajé de la camioneta. Ricardo estaba parado frente a su coche, viendo al piso con las manos en los bolsillos, caminé hasta él y me paré en frente, esperando una palabra, pero no pasó nada, no sabía qué hacer, si darle las gracias e irme, o solo irme de ahí y después darle las gracias, pero antes de que pudiera decidirme Ricardo me abrazó. No dijo nada, solo me abrazó, no me podía mover, después de un tiempo traté de zafarme de sus brazos, pero no podía, me estaba abrazando con demasiada fuerza, todos los intentos eran en vano, cuando me di por vencida, coloqué mis brazos alrededor de él, pero cuando menos lo espere, sus labios ya estaban en los míos, no quería que me besara, pero no hice nada para impedirlo, no sé si era por la impresión, o porque si quería que lo hiciera y no me había dado cuenta.

El beso duro más de lo que me había imaginado, cuando al fin se detuvo, nos quedamos mirándonos mutuamente, ninguno de los dos supimos que hacer en ese momento, solo estábamos ahí, sin movernos, sin hablar, lo único que hice fue volverlo a abrazarlo e irme, tal vez ya había logrado lo que quería desde un principio.

Al día siguiente no fue distinto a todos los demás, Ricardo y yo nos tratábamos como si no hubiera pasado nada aquel domingo, nunca hablamos del tema.

…Y así paso otro mes, Ricardo se había convertido en algo más que solo mi amigo, pero nada formal, solo nos tratábamos diferente y si alguien nos preguntaba algo, solo le decíamos que entre nosotros no había nada más que una simple amistad.

Iba a empezar la última clase del día, así que abrí la puerta de mi casillero y seguí sacando mis libros.

Al escuchar el último timbre, me sentí aliviada de que ya hubiera terminado el día, así que ni me molesté en vaciar mi mochila, solo guarde mis cosas en ella y fui al estacionamiento, al llegar allá me encontré a Verónica recargada en mi coche.

Ella también se veía más tranquila que hacía unos momentos, así que sabía que ese era el momento perfecto para hablar.

Solo salimos del pueblo y ella se paró enfrente de una ranchería que se veía abandonada, se bajó de su coche y obviamente yo hice lo mismo.

Sabía que íbamos a tener una discusión y ahí nadie nos podía ver, podríamos tener nuestra conversación en paz, sin interrupciones, ni quejas, ni nada de nada.

Estaba destrozada, me dolían los ojos de tanto llorar, pero sobre todo, me dolía el corazón, había perdido cualquier posibilidad de tener una relación con Luis, ya qué estaba teniendo algo con Ricardo y ahora había perdido a mi mejor amiga.

No quería llegar a mi casa ya que estaba segura que mi padre había llegado y sabía que sí me encontrara en ese estado iba a empezar a hacer sus preguntas y en ese momento no tenía ganas de escucharlas, solo di vueltas y vueltas por el pueblo, no tenía ningún destino, solo no quería llegar a mi casa, pero cuando al fin me decidí que ya era tiempo de regresar, me paré a unos cuantos metros de la casa para ver mi estado.

Me bajé del coche y cerré la puerta lo más fuerte que pude, no me importó si a Ricardo le había sorprendido o no mi reacción, ya no podía seguir hablando con él, no podía mantener a todos contentos, simplemente eso no era posible.

Cuando llegué a mi casa, gracias a Dios mi padre se estaba bañando, así que no tuve que hablar con él y me fuí directo a mi cuarto y ahí me quedé.

Me senté en el pequeño mueble que se encontraba enfrente de mi ventana mientras me dedicaba a observar las nubes, hasta que me quedé dormida.

Los días pasaban y pasaban y ni Luis ni su mamá regresaban. Me daba miedo preguntarle a los demás que pasaba con la familia de Luis, porque me temía la respuesta, las únicas personas que les tenía la suficiente confianza como para que me lo dijeran, estaban enojados conmigo, Verónica no me hablaba desde que tuvimos la discusión y mi padre…pues se podría decir que ya habíamos tenido demasiadas discusiones, por distintas razones.

Mis días cada vez empeoraban más, las cosas con Ricardo no habían mejoraron mucho, se había enojado conmigo por una tontería como para hablarme y mi padre cada vez regresaba más enojado del hospital, que era donde él trabajaba como doctor, así que cada día las discusiones eran más fuertes.

Era sábado en la noche y como todos los sábados, el pueblo organizaba unas charreadas (deporte 100% mexicano) para entretener a las personas.

Era un alivio estar sola en la casa, no habría peleas, ni gritos por una noche completa, el problema era que no había nada que hacer, la tele solo mostraba un canal bien, pero era el canal donde solo habían telenovelas, así que lo único que hice fue recoger un poco mi cuarto, ya que estaba hecho un desastre.

Cuando estaba recogiendo unos papeles que estaban tirados al lado de mi cama me acordé de la carta que le había dado Elena, la mamá de Luis, a mi padre, a lo mejor ahí explicaba lo que estaba pasando con Luis y por eso mi papá al momento de leerla se puso tan rígido, había algo en esa carta de suma importancia como para que Elena me pidiera casi rogándome que no lo leyera, ¿pero qué?, ¿Qué podría ser tan malo para que me lo ocultaran?

Subí al cuarto de mi padre y empecé a buscar la carta en sus cajones, debajo de la cama, en todos lados, pero nada, no pude encontrar nada.

Escuché una camioneta que se estaba estacionando en la casa, así que acomodé todo como estaba y me fui a la cocina para que mi padre no se diera cuenta de que había estado husmeando en su cuarto.

Empecé a hacer la cena y esperé a que mi papá entrara por la puerta, pero no pasó nada, esperé tanto que alcancé a hacer unas quesadillas, poner la mesa y bobear un rato.

Me empezaron a llegar un poco de esperanzas y empecé a imaginar que Luis y su mamá ya habían regresado, pero a los pocos segundos me di cuenta de que eso era casi imposible, que lo más probable era que mi padre hubiera llegado temprano, así que lo esperé sentada en la silla del comedor.

No pasó nada, mi papá no entraba por la puerta así que con poca esperanza me asomé por la ventana cerrando los ojos, conté hasta cinco y los abrí, pero para mi mala suerte no estaba Luis, no había ninguna camioneta enfrente de su casa.

Me salí de mi casa y me dirigí a su garaje, pero no pude llegar por el miedo a no encontrar nada, así que me paré de golpe y me caí de rodillas, estuve así unos momentos hasta que ya no pude más y me senté escondiendo mi cara con mis rodillas y así estuve unos minutos, decidiéndome si pararme e ir a buscar a su cochera y decepcionarme o darme por vencida de una vez y regresar a mi casa.

No quise levantar la cara para no volver a la realidad y seguir escuchando su voz, pero hubo silencio otra vez, así que levanté la cara para descubrir que él estaba ahí, viéndome con una cara de asombro increíble, levantando una ceja y con los brazos cruzados, todo en él era perfecto, aunque había algo diferente, algo que no sabía que era, estaba segura que algo en su perfecta cara había cambiado, pero ¿Qué?

No sabía cuánto extrañaba su risa, era como si volviera a estar en mi propio paraíso, no pude contenerme mucho y empecé a sonreír. Él no me podía ver porque mi cara estaba oculta en­ su pecho.

Los brazos empezaron a perder su fuerza y me empezaron a doler, pero no lo quería soltar, así que los afloje un poco más.

Claro que lo entendía, pero, ¿Por qué decía lo contrario?, o más bien ¿qué era lo que no entendía?, no entendía nada y no quería entenderlo, solo quería estar con él y todo lo demás no importaba

Ayudé a mi papá a cargar unas bolsas del súper, acomodé las cosas en el refrigerador y recogí las quesadillas que había puesto en los platos.

A la mañana siguiente me levante a las 5:00 de la mañana ya que quería ser yo la que espera a Luis esta vez, me metí a bañar, me peiné y bajé a desayunar. Al terminar me lavé los dientes y salí de la casa.

Para mi sorpresa Luis ya estaba ahí, así que vi el reloj y me di cuenta de que eran las 6:10.

Cuando me iba a subir a su camioneta, Luis negó con la cabeza.

Se subió a su camioneta y yo me metí a la casa para buscar las llaves de la mía.

Cuando menos lo pensé ya estábamos en el rancho, solo que esta vez no estaba el enorme caballo blanco, pero si una persona joven que nos abrió la puerta del rancho y Luis se dirigió a la enorme galera.

Mi pregunta perdió interés cuando me di cuenta de que nos dirigíamos a un espacio donde habían unas 20 vacas en un espacio tan pequeño en comparación al número de animales que había ahí.

Cuando iba al rancho de mi tío, solo montábamos en áreas donde no hubiera una vaca a metros de distancia, ya que a mi mamá le daban pavor esos animales.

Me pegué a Luis lo más que pude mientras entrabamos al lugar, él se empezó a reír al mismo tiempo que me envolvía con sus brazos haciendo que me pegara aun más a él.

Llegamos a un lugar donde había solo dos vacas y dos hombres sentados en un pequeño banco, cada uno al lado de un animal.

Luis me volteo a ver sorprendido

Nos quedamos parados viéndolos en silencio un rato

Luis se acercó a ella y se puso a hacer lo mismo que estaban haciendo los hombres.

Me senté en el pequeño banco y él se puso de cuclillas al lado de mí. Nos quedamos en silencio unos minutos y después me hizo una señal con la mano para que empezara.

Solté mis manos de la vaca y me volteé para colocarlas alrededor de su cuello.

Nos quedamos así unos minutos y luego nos fuimos a montar.

Luis me ayudó a subirme al hermoso caballo blanco y después se subió él en el mismo, tomó la soga del otro caballo y lo amarró en la silla del nuestro, en el camino me enseñó como agarrar la rienda, como pararlo y como hacerle para que avance.

El caballo camino una larga distancia, hasta que llegamos a una llanura.

Estuvimos dando vueltas por el enorme terreno y él me daba instrucciones como: páralo, hacer que avanzara y todo lo correspondiente a manejarlo.

Me sentía bien en un caballo, me hacía recordar mi niñez, cuando todo era perfecto, cuando no había preocupaciones, ni peleas. No me había dado cuenta la última vez porque estaba abrazando a Luis, pero ahora que estaba sola, me daba cuenta de que encontraba una gran satisfacción montando, era como si liberara todas mis preocupaciones, todo mi estrés y si así me sentía cuando solo estaba caminando el caballo, me imaginaba lo que sentiría cuando lo hiciera que galopara, pero que nada más estuviera yo, ya que si estaba con Luis me iba a distraer y no podría concentrarme en otra cosa que no fuera él.

Nos quedamos en esa llanura un gran tiempo, hablando de tantas cosas, que temía que ya no tuviéramos mas temas de conversación para después, al cabo de un gran tiempo en la llanura, dejó el caballo negro amarrado a un árbol y se bajó de su caballo para subirse al mío.

Fue una experiencia increíble, mejor de lo que me podía imaginar, sentir el viento en mi cara y ver el paisaje tan rápido fue casi mágico y mucho mejor de lo que se sentía cuando estaba atrás de Luis.

El regreso se me hizo mucho más rápido que la ida y cuando llegamos a la camioneta Luis le quitó la silla al caballo y la puso a un lado en el piso.

Estaba un poco asustada porque no me sabía muy bien el camino a la casa, pero era casi imposible que me perdiera, así que yo solo pise el acelerador del coche.

Como me temía, después de una hora de conducir, no tenía ni idea de donde nos encontrábamos, no reconocía el lugar donde estábamos y lo peor de todo era que no sabía si no reconocía el lugar o en serio estábamos perdidos.

Me estacioné en una esquina de la calle y él hizo lo mismo.

Estuvimos en carretera como una hora más, y yo no podía reconocer el lugar, no sabía cómo le había hecho para llegar tan lejos, pero de todos modos, según yo no habíamos pasado por ahí nunca, no me acordaba de haber entrado a una cuidad.

Nos detuvimos enfrente de un hotel, Luis se bajó del coche y camino al mío, que se encontraba atrás de él.

Luis no me contesto, le dió las llaves de de su coche a un valet parking.

El lugar era hermoso, se veía muy elegante, era como volver a tener mi vida, mis lujos, solo que estada vez, con alguien especial.

El lobby era enorme, tenía una enorme fuente en medio del gran cuarto, el piso era de mármol negro que resaltaba mucho con las paredes blancas.

¿Para que habíamos venido aquí?, no tenía ningún sentido, tenía que llegar a mi casa lo más pronto posible, mi papá iba a estar furioso porque iba a llegar tarde a la casa, y lo peor que le podía hacer era que llegara en la noche.

Luis no se tardó mucho con la señorita que lo atendió, después de unos minutos, ya estaba otra vez conmigo.

El cuarto era hermoso y muy grande, estaba dividido en dos, aunque lo que divida el espacio era en realidad una pequeña pared qué del lado de la recamara tenía una tele y del otro lado, que era el lado donde se encontraba una pequeña sala, era un espejo de cuerpo completo.

Por una parte estaba empezando a enojar porque no podía pasar la noche en el mismo cuarto que él, pero por otra parte estaba feliz de que tuviera esa oportunidad.

“Cuando vi que íbamos a llegar de noche le hablé a tu padre para pedirle permiso para que te pudieras quedar aquí tres días….

Luis se durmió en el sillón y obviamente yo en la enorme cama.

Regresar a lo que estaba acostumbrado fue algo maravilloso y más al saber que Luis estaba en el otro cuarto y lo mejor, lo único que separaba los cuartos era una pequeña pared.

Cuando me desperté lo primero que hice fue buscar a Luis, pero no estaba en el cuarto, cuando regrese a donde se encontraba la cama, vi una pequeña nota pegada en la cabecera de esta.

“estoy en el gimnasio, si te da hambre pide servicio a cuarto

Con cariño: Luis”

Lo primero que hice fue sonreír, después de un momento fui al baño para buscar algo para lavarme los dientes y sorprendentemente ahí estaba mi cepillo, lo reconocí porque le había puesto una calcomanía, así que con un poco de esperanza, fui al vestidor para ver si había algo que me pudiera servir ahí y como me lo esperaba, había ropa para exactamente tres días.

Luis me había mentido, pero estaba feliz por eso.

Me vestí lo más rápido posible y bajé al gimnasio para ver a Luis, me costó mucho trabajo encontrarlo, ya que no solo el hotel era enorme, si no que el gimnasio también.

Cuando lo encontré, estaba haciendo algo raro con unas ligas y estaba sentado en una silla frente a un enorme espejo, lo abracé por detrás y él soltó las ligas con las que estaba haciendo ejercicio para abrasarme.

Eran unas puertas que se parecían mucho a las que los japoneses usaban, así que no tuve que hacer mucho esfuerzo.

Cuando menos lo pensé ya estaba en una alberca gigante, era al aire libre y tenía un puente en medio de ella, donde salía agua fría, era como una cascada de agua fría, y eso lo agradecía mucho ya que hacía mucho calor.

No podía creer que me había aventado a la alberca y con ropa, cuando ya estábamos adentro Luis me rodeó la cintura.

Esas palabras me encantaron, sonaban muy bien cuando él lo decía y no pude evitar besarlo, ese beso fue increíble, mucho mejor que él primero, o el segundo, no sé si fue el ambiente o simplemente porque ya había aceptado completamente que si me moría por él, cualquiera que fuera la razón no me importaba, estaba en el mejor lugar del mundo, con la mejor persona.

Ese era el tipo de momentos que jamás se olvidan, no importa lo que pase, nunca iba a olvidar ese momento.

Ya llevábamos mucho tiempo en aquella alberca, nuestras platicas se habían convertido tontas, pero interesantes y en esos momentos no encontrábamos debajo del puente, con ambas cascadas rodeándosenos haciendo que su ruido hiciera que el ambiente mejorara… tal vez fue eso lo que hizo que me dieran ganas de tocar el tema, o a lo mejor la confianza que me recorría el cuerpo.

Luis solo me sonrió, respondiendo mi pregunta

No sé porque eso no me sorprendía, ¿Quién más le podía haber ido con el chisme?

Nos quedamos en la alberca mucho tiempo, hablando, riendo, conociéndonos más, aunque creía que eso ya no era posible, fue uno de los momentos más mágicos de mi vida, después de la alberca, fuimos al cuarto a bañarnos para después ir a desayunar.

La verdad fue un poco incomodo bañarme sabiendo que a unos pasos de mi estaba Luis, aunque después de asegurarme de que el seguro estaba puesto y que la puerta no se habría, me tranquilicé un poco.

Me tomé mi tiempo para bañarme, disfrute del agua un poco caliente ya que Luis había dejado el aire acondicionado mientras nosotros estábamos en la alberca, haciendo que cuando llegáramos el fío hubiese invadido el lugar.

Me le quedé viendo impactada, pero él no tenía la mirada puesta en mí, si no en el piso

Luis estaba sentado en el sillón, con las piernas abiertas y los codos recargados en las rodillas, aunque su rostro tenía una sonrisa, sabía que no había motivo para que estuviera feliz

Luis alzó la vista y su sonrisa desapareció

Cuando cerré la boca desee no haberla abierto, mi pregunta había sido demasiado tonta como para saber que había venido de mi boca.

Sentía un nudo en la garganta, el estómago se me revolvió y sentí como si mis rodillas se doblaran, esa era una situación muy incómoda, aunque él tenía razón.

Luis se levantó de donde estaba y camino hacia mí

Cuando escuché ese nombre no pude evitar sepárame de Luis y darle la espalda para que no viera mi rostro

Luis dudó unos momentos

Esas palabras me llegaron por sorpresa, ¿Cómo que se lo había dicho ayer?, en esos momentos me sentí culpable por todo lo que había ocurrido ya que aunque me costara trabajo admitirlo, si estaba jugando con ellos, con todos, incluso con mi padre ya que desde el último mes, solo me había dedicado a mentirle justo de la misma forma que lo hacía con mi madre, pero ya no lo iba a hacer, ya había decidido desde hace tiempo lo que quería hacer y una de esas cosas era tratar de reconciliarme con Verónica, ya que la pobre solo había sido una víctima de mi mal humor y mi coraje, ocasionando que no me abriera cuando tuvimos aquella discusión.

Después de que desayunamos fuimos al cine y a un museo, cuando por fin obscureció regresamos al cuarto y nos quedamos platicando hasta que nos dio sueño y ambos nos fuimos a nuestras respectivas camas.

Por alguna razón extraña, me desperté a las dos de la mañana, cuando vi el reloj me sorprendí mucho, ya que no soy de esas personas que suelen no despertarse en las noches.

Me quedé viendo el techo esperando a que me volviera a dar sueño, pero no pasó nada. Cuando volví a ver el reloj, me di cuenta de que solo había pasado una hora.

Quería prender la tele, pero me daba miedo despertar a Luis, así que seguí esperando el sueño

Me paré de la cama para buscar algo que leer, ya que eso era lo que más me aburría y podía conciliar el sueño, pero en mi lado del cuarto no había nada, ni una revista, ni información del hotel, nada que pudiera leer.

Después de un gran tiempo decidí ir a buscar al otro lado del cuarto, el problema era que no sabía que tan pesado o ligero tenía el sueño Luis, así que con cualquier ruidito lo podría despertar y eso era lo menos que quería.

Busque en los cajones, en el escritorio y en todos lados donde pudiera encontrar algo, pero aparte de que no veía nada porque no había luz, no podía hacer mucho ruido y eso me limitaba mucho.

Cuando me di por vencida, me quedé viendo a Luis. Era lo más lindo que había visto, más bello que el hotel, más bello que el hermoso paisaje que había visto la vez pasada en su rancho y mucho más bello que una tienda de ropa para mujer.

Sabía que compararlo con una tienda era algo muy malo de mi parte, pero desde que había llegado a ese hotel, había perdido todo lo que había aprendido desde que había llegado a Naranjos, volver a sentir mi vida fue algo increíble, pero al mismo tiempo, fue algo malo.

Para mi mala suerte me había quedado dormida, sentada en el piso en frente del sillón donde dormía Luis. Me había despertado porque empecé a escuchar a Luis quejándose, pero cuando me levanté a ver porque estaba haciendo esos ruidos, me di cuenta de que estaba dormido.

Me paré y llame a recepción para pedir unas aspirinas.

Cuando tocaron la puerta del cuarto, me sentí aliviada de que por fin habían llegado las pastillas para Luis.

El tiempo se me había pasado muy lento, sabía que solo habían pasado unos minutos, pero me sentía como si hubieran pasado horas.

Abrí la puerta lo más rápido posible y le di la caja con la medicina a Luis.

El tiempo pasaba y a Luis no se le quitaba el dolor de cabeza, no había podido verle la cara porque la ocultaba en sus manos, pero cuando dejo que la viera me sorprendí mucho al verlo tan pálido

Luis no me contesto, se siguió apretando la cabeza con las manos.

Después de eso ninguno de los dos dijo ni una palabra, quería saber de que estaba hablando, pero no era el momento para interrogarlo.

Cuando menos lo pensé, Luis ya estaba dormido y yo estaba muerta del cansancio, así que una vez que me asegure de que estaba perdido en sueños, me quede dormida en el piso, al lado del sillón donde él dormía. No quería dejarlo, me había espantado lo suficiente como para no estar con él.

Cuando me desperté me di cuenta de que eran las dos de la tarde, pero eso no era una sorpresa, ya que nos habíamos dormido a las seis de la mañana.

Luis ya se había levantado, pero solo estaba sentado en la cama, apretándose la cabeza otra vez.

Después de unos minutos Luis se paró del sillón y se dirigió al baño, cuando salió, ya estaba vestido.

Nos la pasamos en el cuarto todo el día, trataba de hacer el menor ruido posible porque Luis se despertaba muy fácil, lo único que pude hacer fue llamar a recepción para pedirles un libro o algo para leer, ya que no podía ver la tele por el ruido y verla con mute, pues… no es lo mismo.

Lo bueno del asunto fue que era el último día, así que solo tuve que esperar a que fueran las cinco de la tarde para hacer el check out e irnos a la casa.

Manejar en carretera fue horrible y más porque me estaba muriendo de miedo, llevaba poco tiempo manejando y no era lo mismo manejar en un espacio donde no había coches y con lo único que podías chocar fuera con un árbol, a manejar en un lugar donde los coches volaban y había una cantidad impresionante de ellos, me sentía en México.

Llevábamos una media hora de camino y ya se había puesto histérico

Luis soltó una carcajada

Cuando llegamos a mi casa metí su camioneta en el garaje, la verdad estaba un poco asustada, ¿Qué le iba a decir a mi padre sobre la camioneta? Por desgracia, la había tenido que dejar en el hotel ya que Luis no estaba en condiciones para manejar y él necesitaba más su camioneta que yo la mía.

No me había dado cuenta de que el coche ya no estaba, era un coche pequeño, rojo, pero era algo bonito.

Se bajo de la camioneta y me abrió la puerta.

Estuvimos así hasta que se prendieron las luces de la sala.

Entré a la casa y mi papá estaba sentado en la sala, me sentí como en una película cuando descubren al malo y le echan todo en cara.

Me subí y aproveche para meterme a bañar.

Si no hubiera sido porque me dolieron los cachetes, no me habría dado cuenta de que aun estaba sonriendo.

Me tome mí tiempo en el baño, pensando, recordando, sonriendo, cuando me salí de bañar, fui a ver el calendario, no tenía idea de que día era, sabía que Mayo y que faltaban unas semanas para que acabaran las clases, pero cuando vi el calendario me di cuenta de que faltaban pocas semanas para que acabaran las clases.

El año escolar había pasado tan rápido, todo fue tan rápido, como llegué de casi odiar a Luis a amarlo tanto y como me había vuelto tan amiga de Vero, lo de Ricardo…no podía creer que no me había acordado, era tan tonto de mi parte no acordarme que había quedado con Ricardo de verlo mañana por la mañana ya que según él, me tenía una sorpresa.

No quería ir, quería pasar todo el día con Luis, pero no podía cancelarle, no le podía hacer esa grosería, pero ¿cómo le iba a decir a Luis que iba a salir con Ricardo?

Al día siguiente cuando me desperté, me paré de la cama hasta que abrí bien los ojos, me tome mi tiempo para bañarme, me baje a desayunar y me puse lo primero que encontré.

Cuando me estaba lavando los dientes sonó un claxón y al asomarme por la ventana me di cuenta de que Ricardo estaba recargado en un coche, pero ese coche no era suyo, nunca lo había visto, pero no me importo mucho la verdad, ya no me importaba muchas cosas de las que hiciera así que terminé de peinarme y baje las escaleras.

Cerró la puerta y se subió al asiento del copiloto.

No fuimos a un lugar en especial, solo dimos vueltas y vueltas por el pueblo durante una hora horrenda, ninguno de los dos dijo una sola palabra, solo se escuchaba la música.

Se me hizo un gran milagro llegar a la casa.

Ya había escuchado eso antes, la única diferencia era que la otra persona lo había dicho más dulce, con más ternura.

Me dí cuenta de que no traía su coche, solo el hermoso auto en el que nos habíamos ido.

Después de unos minutos de quedarnos quietos, Luis se volvió a mí y me abrazo.

No me dijo nada, solo se dio la media vuelta y se fue.

Me quedé en estado de shock durante unos minutos, hasta que pude reaccionar y me metí a la casa, quería seguir a Luis, pero no podía, no podía hablar con él en el estado que estaba, lo mejor era esperar a calmarme y luego hablar con él.

No tenía ganas de nada, no quería hacer nada, ni hoy, ni mañana, ni el resto de la semana.

Se me olvido apagar mi despertador, así que a la mañana siguiente sonó a las 5:40, después de eso ya no pude dormir, así que me dirigí a la ventana y me senté en el mueble que estaba enfrente de ella.

Escondí la cabeza en las piernas y me quede dormida, cuando me desperté asome la cabeza por la ventana y ahí estaba Luis, recargado en su camioneta como todas las mañanas.

Mi padre salió de la casa.

Volteó a ver otra vez a la ventana y me sonrió.

El resto de la mañana me la pase ahí, viendo a las personas pasar, pensando, quería huir de ahí, quería regresar a México, nunca debí de haber venido, no quería recordar nada, me sentía traicionada, estaba decepcionada, estaba harta, sabía que tenía que hacer algo. No podía quedarme ahí sin hacer nada mientras me lamentaba, así que vi el reloj y me di cuenta que eran las diez de la mañana, me había quedado ahí tres horas y media.

Me fui a desayunar y me dedique a hacer los quehaceres de la casa, como, limpiar la cocina, recoger los cuartos y lavar la ropa.

Metí a la lavadora toda la ropa, excepto los pantalones de mi padre, al final me decidí por lavar todo, así que rápidamente revise las bolsas de sus pantalones de mezclilla para asegurarme de que no metiera a lavar nada importante.

Al revisar uno de los últimos pantalones, me di cuenta de que había un pequeño papel que se veía muy doblado y viejo.

Tarde un poco en decidirme y muy despacio y con mucho cuidado abrí el papel.

“Julián:

LAMENTO QUE TE DE TAN MALAS Noticias, PER0 NECESITO PEDIRTE UN FAVOR.

A MI HIJO LUIS LE DIJERON QUE SU ENFERMEDAD YA VA MUY AVANZADA Y YA NO PUEDEN HACER NADA PARA CONTROLARSELA, ASÍ QUE TENDREMOS QUE SALIR DE LA CASA MUY SEGUIDO Y COMO NO SE CUANTO TIEMPO ESTAREMOS FUERA, NO QUIERO QUE TE PREOCUPES

MUCHAS GRACIAS.”

¿Hijo?, ¿Luis?, ¿hablaba de Luis?, ¿eso era lo que me ocultaban?, ¿Qué Luis estuviera enfermo y a lo mejor a punto de morir?

Tiré la carta al piso y corrí al teléfono.

Estaba segura que era Luis.

Estaba muy enojada y no quería que lo defendieran.

No le pude responder, estaba en shock por su comportamiento, ¿Cómo era posible que estuviera tan tranquilo?, era como si todo estuviera bien, como si quedara mucho tiempo, pero, ¿Cuánto en realidad?

Luis siguió caminando, hasta llegar a su casa y obviamente yo lo seguí.

Seguimos caminando.

Su casa era muy pequeña, pero muy bonita, en la entrada estaba la sala y a unos cuantos pasos estaba la cocina, el comedor, la tele, todo.

En ese espacio tan pequeño había muchas cosas, pero no se veían amontonados, al contrario, la casa se veía espaciosa.

Al lado de la puerta de la cocina estaban las escaleras.

Al ver que no contestaba puso los ojos en blanco y subió las escaleras conmigo pisándole los talones.

La parte de arriba era más pequeña que la de abajo, había tres puertas, todas cerradas y del mismo tamaño.

Luis abrió la que estaba más alejada de las escaleras, me quede afuera dubitativa y al final me decidí por entrar.

Su cuarto era pequeño, pero muy acogedor, por alguna razón te daba una sensación de calor, de comodidad.

Pegado a la ventana estaba su cama, cerca de la puerta se encontraba una pequeña silla, una canasta de ropa entre dos puertas de madera y una imagen de Dios tomando a la Virgen y la Virgen abrazando a un hombre.

En la parte debajo del cuadro había algo escrito.

“Dios es mi solución y mi gloria, él es mi roca y mi fuerza, en él me abrigo”

Luis dejo de buscar en su cuarto para ponerse a mi lado, los dos nos quedamos viendo la pintura un largo momento, nunca había sido religiosa y la verdad nunca le había hecho caso a ninguna de las cosas que la iglesia me dijera, pero esas palabras me llegaron a la mente y al corazón de una forma impresionante.

Si me acordaba de ese momento, fue la primera vez que Luis me trajo a mi casa, por suerte él no espero mi respuesta.

“Por algo pasan las cosas y si Dios quiso que esto me pasara es por alguna razón y no puedo hacer nada para cambiarlo, no sé porque las personas se enojan cuando se enteran de que tiene una enfermedad, antes de que ellos se enteraran de que tiene algo eran felices y no sé porque se les olvida esa felicidad si están en las mismas condiciones que estaban un día antes de que el doctor les dijera que algo en ellos estaba mal.”

“La verdad yo le doy gracias a Dios por lo que tengo ya que me ayudó mucho para mejorar mi vida, antes yo era como tu cuando llegaste a México, la única diferencia entre tú y yo es que tú si tienes dinero y yo no, por eso hacía todas las tonterías que te puedas imaginar, junto a Ricardo y Paco, no sabes cómo fumaba, tomaba y le hacía miserable la vida a las personas que más sufrían.”

“Sabía que ellos y mis padres sufrían con mi actitud, pero la verdad eso no me importaba, al contrario, no sabes cómo lo disfrutaba, cuando me entere de lo que tenía, cuando me pude poner en sus zapatos y pude sentir en carne y hueso lo que era sufrir, no sabes cómo me arrepentí de todo lo que había hecho.”

“Ya no sabía cómo recompensarles a las personas que les había hecho tanto daño, no sabes que horrible es el arrepentimiento, como te encierra, como te daña, por suerte me enteré de lo que tenía y fué como si me quitaran la enorme venda de los ojos, por desgracia no podía repara el daño que había hecho, pero si podía dejar de dañar a las personas.”

“Trate de repara los platos rotos y sí pude ayudar a muchas personas que había dañado, pero por desgracia era muy tarde para algunas.”

“Un día, cuando fuí por primera vez a un doctor, estaba este cuadro pegado en su pared, nunca podré olvidar ese día, por alguna razón fuí solo, por primera vez no me había acompañado mi mamá.”

“La consulta se me hizo muy rápida y nunca pude dejar de mirar ese cuadro y cuando acabo, el médico me dijo que si me gustaba tanto la pintura me la podría quedar.”

“Cuando regresé para la próxima cita, había otro doctor y me dijo que se disculpaba conmigo por no poder estar en la cita pasada y yo le dije que no importaba y que esperaba que no le afectara la ausencia de su cuadro y para mi sorpresa el doctor me dijo que en realidad esa pintura nunca había sido de su agrado, que pertenecía al otro doctor y que si él había decidido regalarla a él no le afectaba.”

“No sabes cómo le agradezco a la persona que me lo dió ya que cuando me despierto en las mañanas y veo ese cuadro me siento feliz, además de que me recuerda de que no tengo motivo para estar de malas:”

Eso explicaba muchas cosas y recordando un poco más, Luis siempre se ausentaba después de una discusión, o de algo parecido, solo que cada vez su desaparición duraba más tiempo.

Nos quedamos en silencio unos minutos, hasta que me cansé, sabía que si me quedaba le iba a hacer más preguntas y yo no quería saber más, al menos por ese momento.

Me dí la vuelta para darle la espalda ya que sentí como una lagrima avanzaba por mi mejilla.

Me limite a asentir con la cabeza y me fuí.

Mi padre ya había llegado, pero al ver mi ánimo no me quiso decir nada, me sentía horrible, pero no por las mentiras, sino por lo que podría pasar, por su familia, pero sobre todo, por el poco tiempo que nos quedaba.

Me metí a la cama y me estuve distrayendo con todo lo que se me venía a la cabeza, excepto lo de Luis.

Cuando mi cabeza ya no pudo pensar nada más vi el reloj y me di cuenta de que eran las cinco de la tarde, así que me fui a la computadora.

Revise mis correos que hacía años que no los revisaba, pero al ver que tenía veintitrés me dio flojera y lo cerré, estuve haciendo tontería y media en la computadora como: ver la última ropa que se estaban vendiendo, maquillajes, zapatos y ver las noticias de México, Estados Unidos y Canadá, cuando ya iba a apagar la maquina decidí entrar a la página por la cual había prendido la computadora, me metí a google y puse “ESCLEROSIS MULTIPLE” y por desgracia esto fue lo que encontré:

“La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad desmielinizante, neurodegenerativa y crónica del sistema nervioso central. Por el momento se considera que no tiene cura aunque existe medicación eficaz y la investigación sobre sus causas es un campo activo de investigación. Las causas exactas son desconocidas. Puede presentar una serie de síntomas que aparecen en brotes o que progresan lentamente a lo largo del tiempo. Se cree que en su génesis actúan mecanismos autoinmunes.

Se distinguen varios subtipos de esclerosis múltiple y muchos afectados presentan formas diferentes de la enfermedad con el paso del tiempo.

A causa de sus efectos sobre el sistema nervioso central, puede tener como consecuencia una movilidad reducida e invalidez en los casos más severos. Quince años tras la aparición de los primeros síntomas, si no es tratada, al menos 50% de los pacientes conservan un elevado grado de movilidad. Más del 90% de los enfermos mueren a causa de las consecuencias de la esclerosis múltiple o de sus complicaciones.”

¿Muerte?, ¿Cómo -podía estar tan tranquilo?

Salí corriendo de la casa y toqué a la puerta de la casa de Luis, pero nadie me contesto, así que con sumo cuidado abrí la puerta principal y como había dicho Luis, estaba abierta.

Entré con mucho cuidado y todas las luces estaban apagadas, era como si la casa estuviera vacía, pero su camioneta estaba en su lugar y eso quería decir que al menos Luis si estaba.

No quise prender la luz, así que subí con mucho trabajo las escaleras y me dirigí a la última puerta, el cuarto estaba con la luz apagada, pero se veía una luz que salía de la puerta que me imaginaba que era la del baño.

Me quede pensando unos minutos.

Estaba un poco frio al primer impacto y luego se volvía cálido, suave y… ¡gracias a Dios tenía la toalla!

Saco la camisa roja con letras blancas que iban desde el hombro izquierdo hasta una parte del pecho, era una camisa muy bonita, pero, ¿Por qué me la quería mostrar?

Se acerco a mí y se sentó en la cama a una distancia incómodamente cerca.

La tome con mucho cuidado sin desatorarlo de donde se encontraba.

La cadena y el corazón eran de metal, no había nada en el pequeño corazón, era grueso, pero estaba vacío, no había ni letras y mucho menos símbolos, pero eso no le quitaba lo hermoso.

Estaba escrita en letra cursiva y atravesaba el corazón.

Quitó su sonrisa de la cara y volteó hacía el otro lado para intentar ocultar su expresión, pero podía verla y me asuste lo que vi, había tanta tristeza y dolor que me sentí horrible.

Admire el collar un tiempo más y lo alcé.

Al día siguiente cuando me desperté, fue algo increíble, todo lo veía diferente, más hermoso, más grande, me quede admirando todo, las ventanas, la puerta, el rayo que entraba por la venta y la puerta, no me perdí detalle de nada.

Escuché un ligero toque en la puerta y me paré para ver quién era, pero cuando abrí la puerta de mi cuarto, no había nadie, aunque el pequeño golpe se seguía escuchando, solo que se escuchaba más fuerte, como si alguien estuviera tratando de romper la puerta.

Baje las escaleras y abrí la puerta principal.

En ese momento me di cuenta de lo que estaba pasando, pude sentir como un escalofrío recorrió todo mi cuerpo haciendo que todo se me nublara, solo podía pensar en la imagen de Luis…

-¿No está?- pude preguntar con un hilo de voz.

Elena, se dio la media vuelta y se fue, pero yo todavía estaba parada en la puerta apoyándome en ella, no me podía mover, no sabía cómo.

Después de un rato de estar recargada en mi puerta, decidí salir a buscarlo, subí a mi cuarto y me puse los zapatos sin calcetines y le di la vuelta a la cama para tomar las llaves del coche y ahí estaba Luis, envuelto en la colcha de mi cama.

Me preocupé al principio porque no se movía, pero cuando me di cuenta de que si respiraba, me tranquilicé.

Lo estuve viendo y examinando durante un gran momento, hasta que mi mente pudo trabajar y decidí ir a avisarle a Elena que estaba bien y que estaba aquí, pero cuando pensé en lo que iba a decirle, no pude moverme, ¿Qué le iba a relatar?:

No podía decirle eso, primero tenía que saber que le iba a decir, pero no me acordaba de que él hubiera entrado, después de que me puso el collar, nos quedamos hablando y después de dos horas me vine a la casa, me puse la piyama, y me metí a la cama, no había pasado nada más.

  • ¿Luis?, Luis, despierta- lo moví un poco, pero no se movió y me empecé a ponerme nerviosa- Luis, vamos, despierta- seguía sin moverse, así que me paré, saqué una cubeta, la llené de agua caliente, pero no demasiado como para que se quemara, y se la eche en el cuerpo.
  • ¿Qué pasa?- tomo la cobija y se volvió a acostar- me despiertas cuando amanezca.
  • Luis- lo empecé a mover, pero no me contestaba- Luis, ya amaneció- se paró de golpe y se puso los zapatos que tenía al lado- oye, hablando de otra cosa- me senté en frente de él y lo examiné durante un momento- ¿Qué haces aquí?-
  • Anoche no pude dormir y quería estar aquí, así que después de que te fuiste entre y me quedé dormido- se tapó con la colcha hasta la cabeza y empezó a decir cosas que no alcanzaba a escuchar.
  • ¿Cómo entraste?- intenté quitarle la colcha para ver su expresión, pero no pude, así que me concentré en su respuesta.
  • No soy el único que deja las puertas abiertas- se quito la colcha y examino mi cara, pero al ver que estaba calmada se volvió a cubrir.
  • ¿Y mi padre?
  • No ha llegado- se volvió a quitar la colcha y se puso el otro zapato- pero por si acaso- se paró y se dirigió a la puerta- ya me voy, gracias por tu colcha, está muy cómoda- regresó para darme un beso en la frente y se fué.
  • “¿Bueno?”
  • Mamá, sabes algo de mi papá
  • “No, oye nena estoy ocupada, me marcas luego”
  • Mamá, mi papá no está, me po…
  • “Nena, ¡que me marques al rato, ¿quieres?!”
  • Disculpe, Ingrid- me dirigí a la primera enfermera que encontré y por suerte había sido ella
  • ¿Sabes algo de mi papá?- Ingrid empezó a leer unos papeles que le acababa de dar una enfermera que llevaba una inyección con suspensión dentro.
  • Lo siento nena, pero no- siguió leyendo los papeles que tenía en la mano.
  • ¿Por qué hay tantas personas?-, era la primera vez que veía a tanta gente en ese hospital.
  • Hubo un accidente en la carretera entre Amatlan y Naranjos, un borracho se atravesó y el ADO para no atropellarlo se desvió y se volteó.
  • ¿Fue muy grave?
  • Algo – esa no era la respuesta que esperaba, como ya no tenía nada que hacer ahí me di la vuelta y empecé a observar a las pobres personas que por un hombre que no valoraba su vida, estaban llorando y consolándose entre sí.
  • Pao, está en el piso cinco cuarto quinientos cincuenta y tres- no tenía ni idea de porque me decía eso y tarde unos minutos para entender que quería que fuera ahí.
  • Esta abierto, Paola- no me había dado cuenta de que una enfermera estaba al lado de mi- a estado delirando tu nombre desde que llego hoy en la mañana
  • Gracias
  • Luis- fue lo único que pude hacer, fue lo único que mis labios pudieron hacer, pronunciar su nombre.
  • Esta muy grave- Elena estaba recargada en la puerta del cuarto- como no saben que es su enfermedad, pues no le pueden dar nada- no sabía desde hace cuanto estaba ahí.
  • ¿Cuándo?- no necesite decirle nada más, me entendió a la perfección, sabía que le preguntaba cuando se iba a ir.
  • Cualquier momento- nos quedamos en silencio durante un gran momento.
  • ¿Qué pasó?- me sorprendió lo débil que sonó mi voz- ¿Cómo fue que paró aquí?
  • Después de que apareció en la calle, empezamos a discutir, no me quería decir donde había estado y yo tenía derecho de saberlo…se empezó a sentir mal, pero yo estaba demasiado enojada como para hacerle caso”
  • Lo deberías desconectar- mi garganta ardió cuando dije esas palabras, era como si me la estuvieran quemando por dentro- es lo mejor que puedes hacer por él- nos quedamos en silencio durante un gran momento, quería salir de ahí corriendo, pero temía que cuando regresara él ya no estuviera con nosotras.
  • Es lo mejor- Elena tocó el botón para llamar a la enfermera y una vocecita que empecé a odiarla, sonó.
  • ¿Que necesita?
  • Voy a firmar los papeles para desconectar a mi hijo
  • Enseguida le aviso al doctor
  • Gracias
  • Buenos días- miré a la ventana y pude ver que el sol ya estaba en el cielo, ya había amanecido- soy el interno que ayuda al doctor Solís- se acerco a la mamá de Luis y le dio los papeles- necesito que los firme.
  • ¿Cómo funciona?- le pude preguntar al joven con un hilo de voz, quería saber cuánto tiempo tenía para despedirme de Luis.
  • Una vez que la señora firme los papeles, se desconectara al joven en unas 4 horas y depende de él cuanto tiempo dure el proceso para…
  • Gracias- no quería escuchar la palabra, solo de pensarla se me hacia un nudo en la garganta y no iba a ser de mucha ayuda empezar a llorar en ese momento.
  • Necesito que salgan unos minutos, por favor
  • ¡¿Por qué?!- la mamá de Luis se levantó de la silla de un salto y yo solo me pare de la cama donde Luis se encontraba para evitar que Elena llegara a la enfermera que dió un salto hacia atrás.
  • Es precaución señora, después va a poder regresar para estar con él.
  • Elena, por favor- di unos pasos para llegar a ella y tomarla del brazo- vámonos, solo serán unos minutos- la jalé para poder sacarla del cuarto y ella y yo, volteamos a ver a Luis para verlo por última vez.
  • Enseguida vuelvo – eso fue todo lo que dijo antes de irse.
  • Sabía que en cualquier momento ibas a llegar
  • Vero- fue lo único que pude decir
  • Me da gusto que estés aquí- me dijo mientras se ponía de cunclillas en frente mío- lo dude unos momentos, pero mírate… aquí estas
  • Me entere ayer en la noche… ¿Por qué no me avisaron?
  • Lo íbamos a hacer, de hecho te fuimos a buscar a tu casa, pero no había nadie- esta vez Paco fue el que me contesto
  • ¿Han estado aquí todo este tiempo?- mi voz había recuperado un poco su fuerza
  • Si- Vero volvió a hablar- solo que anoche nos tuvimos que ir porque no nos dejaban estar aquí…
  • La hora de las visitas habían acabado- Paco interrumpió a Vero para poder hablar él- así que nos tuvimos que ir- examinó unos segundos mi expresión- a ti te dejaron estar aquí gracias a Elena e Ingrid
  • Vero, ¿puedo hablar contigo?
  • Ya lo entendí- dijo Paco al mismo tiempo que se daba la media vuelta para irse- estaré en la cafetería
  • ¿Qué pasó?- me pregunto Vero una vez que se aseguró que Paco ya no nos podía escuchar
  • Quiero disculparme por lo del otro día, la verdad tenías…
  • No te preocupes por eso- me interrumpió- yo también tuve la culpa, empezando por enojarme lo suficiente para dejarte de hablar y luego reclamarte de esa manera- hizo una pequeña pausa para tomar aire- ¿sabes porque me enojaba que estuvieras con Ricardo?
  • Porque creías que estaba jugando ellos, cosa que si estaba haciendo- respondí después de unos momentos de pensar mi respuesta
  • No… exactamente, lo que me enojaba era que yo quería la oportunidad de estar con Luis en estos momentos que más necesitaba apoyo, pero él no quiso que yo estuviera ahí, quiso que tú fueras la persona que lo acompañara y yo creía que lo estabas desaprovechando…
  • Lo estaba haciendo
  • No Paola, porque no sabías lo que ocurría, a lo mejor si te lo hubiéramos dicho, las cosas hubieran sido diferentes
  • ¿Por qué no me lo dijeron?- le pregunte después de unos segundos en silencio
  • La verdad, porque Luis no quería que le tuvieras lastima, quería que si llegabas a hacerle caso fuera porque querías, no por otra cosa- espero unos momentos mi respuesta, pero no hubo ninguna- creo que la que te debe una disculpa soy yo
  • ¿Por qué?
  • Por el simple hecho de enojarme contigo… por celos
  • Vero- Paco había llegado, haciendo que nuestras conversación se perdiera- Elena me pidió ir a su casa por uno papeles que le urgen, ¿me quieres acompañar?
  • Si, ya voy
  • ¿No se van a quedar?, en unos momentos
  • No, gracias- Vero me volvió a interrumpir- no somos tan fuertes como para quedarnos
  • Vero…- no sabía cómo decírselo
  • Dime, Pao
  • Yo… quería…- antes de que pudiera decirle cualquier cosa ella se acercó a mí y me abrazó
  • No creas que esto va a arruinar nuestra amistad- me dijo sin dejar de abrazarme- me he encariñado mucho contigo y no voy a dejar que un niño arruine eso, así que no te preocupes
  • Gracias- le dije mientras la soltaba- a los dos
  • Era de mi madre- me hizo una señal para que me diera la vuelta y yo la obedecí- cuando yo se lo di- empezó a hablar mientras me ponía el collar- me dijo que se lo iba a dar a su esposa- me volteó para admirar el collar que ahora se encontraba en mi cuello- cuando nos enteramos de su enfermedad y le pregunte que a quien se lo iba a dar, me repitió que a su esposa, en ese momento no lo entendí, hasta que te lo vi en el cuello”
  • No…no entiendo- Elena solo me dedicó una sonrisa y empezó a acariciar el pequeño collar.
  • Entre ustedes dos había un lazo más fuerte que el que yo pude entender y eso no es reciente, desde pequeños parecían inseparables
  • ¿Desde pequeños?- repetí un poco confundida
  • ¿Sabes porque te dió el collar en esa camisa roja?- Elena no espero mucho mi respuesta – te la dió en esa camisa porque la traía puesta el día que llegaste…él te estaba esperando y traía esa camisa roja, con el collar que traes ahora en el cuello.”
  • ¿Él me estaba esperando?
  • Si, tenía muchas ganas de volverte a ver- Elena puso una cara de confusión, pero después de unos minutos me sonrió.
  • ¿Volverme a ver?- me costó mucho trabajo hablar.
  • Que mala memoria tienes, Paola- Elena dió un paso hacia mí, después se tomó un tiempo para examinar mi cara y cuando encontró lo que buscaba, me abrazo, me besó en la frente y se volteó para mirara a alguien.
  • Señora necesito que me firme otros papeles, para…
  • Voy para allá- Elena me volvió a besar la frente y se fué.
  • ¿Paola?, Paola- no podía creer quien estaba gritando mi nombre.
  • Papá- mi estado de shock solo duro unos segundos, cuando me repuse, corrí para abrazar a mi padre que estaba a unos metros de mí- ¿Dónde estabas?
  • Buscándote- me zafé de sus brazos para poder ver su rostro.
  • ¿Qué?- mi padre no me contesto, tenía la mirada ausente, estaba como perdido.
  • Cuando ayer desperté- mi padre al pronunciar estas palabras volvió a recuperar la mirada, tomó aire y continuo- lo primero que hice fue avisarte de que iba a salir y que iba a regresar hasta hoy, pero cuando regresé a la casa me di cuenta de que no estabas, así que te espere hasta que me preocupé y te fuí a buscar a la casa de Luis, pero nadie me abrió la puerta.”
  • Hija lo siento, no sabes cómo lo siento, yo quisiera que las cosas fueran diferentes.
  • Hable con tu madre- no dijo nada más por unos segundos, era como si se estuviera recuperando o preparándose para lo que iba a decir- tú madre me dijo que yo no te podía dar todo a lo que estabas acostumbrada, que ya en unos meses ibas a entrar a la universidad y yo no te podía dar lo que necesitas y que estaba arrepentida de mandarte aquí, que fué un error muy tonto, pero que lo iba a reponer.”
  • No te entiendo, ¿Por qué me dices eso?- estaba realmente confundida, sus palabras no tenían ningún sentido, ¿Por qué mi madre le dijo eso?, al menos que…
  • Vas a regresar a México con tu madre- en ese momento mi mundo se detuvo.
  • México- estaba tan sorprendida que fue todo lo que pude decir.
  • ¿Cuándo?
  • Te vas mañana a primera hora- nos quedamos en silencio durante unos momentos, hasta que vi a Elena salir del cuarto de Luis- espérame un minuto por favor-no tuve tiempo para ver la cara de mi padre, lo único que me interesaba estaba en ese cuarto y solo una persona me podía dar información sobre Luis.
  • Elena…
  • Lo siento nena, pero tengo… tengo que organizar todo- Elena se dio la vuelta y me dio la espalda para seguir caminando
  • Me regreso a México mañana- Elena se paró de golpe, pero no se dio la vuelta para verme
  • ¿No vas a venir al…funeral?
  • Lo siento…
  • No te preocupes- me sorprendió la forma en que lo dijo, su voz sonaba tan tranquila, tan dulce, pero yo sabía que estaba destrozada, ella siempre había sabido ocultar sus sentimientos.

Se despertó de golpe y se paró.

Gracias a Dios estaba muy vestido, llevaba una camisa muy delgada y unos shorts.

No pude contestarle nada ¿mi papá no había llegado?, ¿Por qué?, él nunca había hecho eso, no importaba lo que ocurriera ni que tanto trabajo tenía, siempre regresaba a la casa a más tardar a las 10 de la noche.

Salí corriendo del cuarto y me asomé al suyo, y como me temía, su cama estaba tendida y ni rastro de que él hubiera estado ahí en toda la noche, lo empecé a buscar por toda la casa, pero nada, ni siquiera se veía que alguien la hubiera tocado desde que yo lo había hecho: los platos estaban donde los había puesto, los manteles, todo.

Pensé en ir a buscarlo, pero, ¿Dónde?, había tantos lugares y no sabía por dónde empezar o acabar, así que salí de la casa para buscar a Luis y que me ayudara a encontrarlo, pero su camioneta no estaba aunque increíblemente la puerta de su casa estaba abierta, así que me paré a un lado de esta y empecé a gritar el nombre de Luis y luego el de Elena, pero no tuve respuesta de ninguno de los dos, por lo que me di cuenta de que no estaban.

Tome el coche que me había regalado Ricardo ya que mi camioneta todavía estaba en el hotel y me dirigí al hospital de Pemex, ya que ahí trabajaba, pero tampoco estaba ahí, me decían que ayer en la noche se había ido y que no había vuelto, pero que no tenía nada de qué preocuparme ya que no había tomado ninguna de sus cosas.

Me regresé a la casa y le llamé a mi mamá, quería decirle lo que había pasado con mi papá, aunque no sabía cómo decírselo.

Me colgó el teléfono, sin poder decirle nada más, sin que me ayudara, no podía creer que antes así era mi vida, yo necesitaba ayuda de mi madre y ella no me la daba, había vivido así desde hace tanto que me había acostumbrado a los malos tratos, pero ahora que tenía todo la atención, me había dolido su forma de contestarme.

Me metí a la casa y me senté en el sillón para esperarlo, por desgracia me quedé dormida y cuando me desperté y vi el reloj, salté del sillón, para dar otra vuelta por la casa, pero nada, no había nadie.

Eran las seis de la tarde y mi padre aun no regresaba.

Salí de mi casa para ver si Luis había regresado, pero él tampoco estaba, ni él, ni su madre, la casa estaba como había estado esa mañana, con la puerta del garaje cerradas, ya que yo la había cerrado, y las ventanas abiertas.

Volví a manejar al hospital de Pemex, tenía las esperanzas de que me dieran alguna noticia sobre mi padre, pero por desgracia cuando llegué me di cuenta de que el hospital estaba muy lleno, por lo que me tuve que estacionar a unas cuadras de éste para irme caminando.

Mientras caminaba, el miedo me llenó el cuerpo, ya que todas las ideas malas empezaron a fluir, cuando me di cuenta ya estaba corriendo a una cuadra del hospital, tuve que tranquilizarme y dejar de corre.

La pequeña recepción estaba a reventar, llena de gente gritando y llorando, las personas estaban tan desesperadas que se sentía toda la presión en el ambiente haciendo que me pusiera más nerviosa de lo que ya estaba.

Ingrid era la mejor amiga de mi padre y la única enfermera que me caía muy bien, siempre iba a comer a la casa cuando yo era niña y de vez en cuando me llevaba helados, eran los mejores helados que había probado en toda mi vida.

Amatlan estaba a cinco minutos de Naranjos y son pueblos muy unidos.

Le iba a preguntar que porqué, pero cuando pude reaccionar, Ingrid ya no estaba y me iba a costar mucho trabajo encontrarla entre toda esa multitud, así que me dirigí al elevador.

No me costó mucho trabajo encontrar el cuarto, era uno de los primeros y también uno de los más grandes, tenía mucho miedo de entrar por esa puerta y ver lo peor que podía pensar y por eso camine lo más lento que pude hacia ella, temía encontrarme con mi papá casi muriéndose. Era lo más lógico que fuera él, se había ido y era posible de que ese hubiera sido su camión.

Cuando menos lo pensé ya estaba en la puerta del cuarto quinientos cincuenta y tres, me quede ahí parada viendo la puerta, con miedo de cualquier cosa que se pudiera encontrar detrás de ella.

La enfermera me dedico una sonrisa y se fue con una jeringa en la mano, pero vacía y ahí me pude dar cuenta que era la misma enfermera que había estado con Ingrid hacia unos minutos.

Podía jurar que mi padre estaba ahí adentro, detrás de esa puerta estaba mi padre y yo lo sabía, así que tomé la manija con las manos y abrí la puerta lo más lento que pude…no podía creer lo que mis ojos veían, me quede en estado de shock instantáneamente.

Pude mover mis pies y llegar hasta donde él estaba, se veía tan inocente, tan inofensivo, que se podía romper en cualquier momento, que se estaba rompiendo y yo no podía hacer nada para salvarlo.

Tenía todo tipo de tubos pegados a su cuerpo, el único sonido que podía oír era el ruido que hacia la maquina que le revisaba el corazón.

Me quede viéndola un largo tiempo, hasta que me senté en su cama.

Sabía que pasaban horas y horas porque veía el reloj que estaba pegado a la pared, pero yo sentía que apenas llevaba unos minutos ahí, no me aburría ni me hartaba de verlo, aunque a veces inconscientemente dirigía mi mirada al aparato que me indicaba que seguía con vida, ya que no se movía.

Ninguna de las dos pudo decir nada, hasta que una enfermera entró y la mamá de Luis le empezó a hacer preguntas sobre su estado y las medicinas que le estaba inyectando.

Las horas pasaban y Luis no daba señal de vida, lo único que hacía que Elena y yo no nos pusiéramos a organizar su funeral era la maquina que nos indicaba que su corazón aún seguía latiendo.

“Se desmayo en mis pies y yo entre en pánico…debí entrar a la casa e inyectarle la medicina que nos había dado el médico, pero en vez de eso lo traje al hospital y mientras reaccionaba, lo subía al coche, manejaba y esperaba a que lo atendieran, lo estaba perdiendo…cada minuto que pasaba, el se ponía peor”.

“Cuando llegamos, todas las personas estaban aquí y tardaron mucho en atendernos, después de una hora, la enfermera Ingrid nos ayudó y nos metió a este cuarto”

“El doctor nos atendió y me dijo que ya era muy tarde para hacer algo, pero que si le hubiera inyectado la medicina, lo hubiera mantenido vivo más tiempo”

“Si no hubiera sido por la enfermera Ingrid, ya no estaría aquí conmigo, aunque ya no sé si dejarlo así y que Dios se lo lleve cuando quiera, o decirle a las enfermeras que lo desconecten, porque sé que está sufriendo y siento que eso es lo mejor que puedo hacer por mi hijo, parar su sufrimiento es la última cosa que puedo hacer por él”.

Había muchas cosas que tenía que pensar, no quería que Luis se fuera así, pero sabía que era lo mejor que podían hacer por él.

Se volvió a hacer el gran silencio en el cuarto hasta que un doctor muy joven, de unos 28 años entro al cuarto con unos papeles y una bata puesta.

Elena tomó los papeles y la pluma

El joven solo movió la cabeza para decirme “de nada”, sabía cuál era mi estado, y le daba las gracias de que no dijera nada más.

Elena firmó los papeles y dudó en dárselos al doctor, pero terminó por hacerlo, después de eso aquella persona se fue con los papeles más importantes que había para mí en esos momentos

Desde ese momento, las horas se me pasaron muy lento, no sabía qué hacer, solo podía mirara el reloj y calcular el tiempo restante.

Cuando menos lo pensé, ya habían pasado tres horas y media y en cualquier momento una enfermera iba a terminar de quitarle la vida a la persona que más había amado, la única persona que me había querido, la única persona que me había apoyado y ayudado, mi amigo, mi mejor amigo.

Por desgracia no paso mucho para que una enfermera entrara.

La enfermera tardó unos minutos adentro, cuando salió le entregó unos papeles a Elena

Me quede ahí parada unos momentos, hasta que mi peso me ganó y poco a poco me fué resbalando por la pared, hasta que quedé completamente sentada, con las rodillas flexionadas y mi rostro recargado en estas

Cuando escuche esa voz inmediatamente alcé la cabeza

Verónica estaba enfrente de mí, con Paco a un lado de ella

Volví a esconder mi cara en las rodillas, pero después de unos segundos me levante de donde estaba.

Me quede solo unos momentos, me alegraba saber que todo había mejorado con Vero ya que yo también me había encariñar con ella. Mientras pensaba en todo esto, automáticamente mis manos empezaron a buscar el collar que me había dado Luis días antes, pero no encontraron nada.

Alarmada baje la cabeza para revisarme el cuello vacio y en el piso se encontraba el hermoso, pero pequeño collar, cuando me agache para tomarlo, la mamá de Luis ya lo tenía en las manos.

Elena solo asintió mientras me sonreía

No podía decir nada, no entendía lo que Elena me trataba de decir.

¿Cómo que volverme a ver?, eso era imposible, nunca antes había visto a Luis y no puedes volver a ver a alguien que nunca has visto.

No me había dado cuenta de una enfermera estaba ahí, escuchando nuestra conversación.

Me quede ahí como tonta, en medio del pasillo, pensando, analizando cada palabra que me había dicho Elena, en ese momento todos los recuerdos de Luis me vinieron a la mente, me acorde cuando era pequeña y corría en el jardín con una persona y esa persona no era una mujer, si no un niño, mi vecino, Luis.

Con él jugaba todos los días, desde que despertábamos hasta que nos dormíamos, ¿cómo era posible de que no me acordara de Luis cuando éramos niños?, él era mi mejor amigo, compartíamos todo, sueños, risas, problemas, todo lo que pudiera pasar, él era mi cómplice en las travesuras, mi príncipe en los juegos y era mi ángel en mis problemas, también me acordé cuando nos conocimos… por segunda vez, cuando me llevaba a la escuela, en “Las cascadas”, el primer beso, el ultimo, cuando me dio el collar, ayer, cuando me desperté y me di cuenta de que estaba al lado de mi cama, todo, los recuerdos se me hacían como si hubieran pasado hacia unos minutos, lo podía ver en mi mente, en mi cabeza, en mi corazón.

Ahí me di cuenta de que lo que estaba buscando, lo que me hacía falta en mi vida pasada, cuando vivía con mi madre, era encontrar a alguien que me quisiera, que me hiciera sentir feliz, necesitaba a Luis, lo más desesperante de todo era que yo siempre pedía un ángel cuando vivía con mi madre y siempre lo había tenido, solo que no me acordaba de él.

Lo que vi no me gusto, tenía tantas expresiones en su cara, pero ninguna de ellas era buena.

Yo sabía que él estaba sufriendo y podría apostar que lo estaba haciendo igual que yo, ya que él conocía a Luis desde hace mucho tiempo y se podría decir que lo había tomado como su hijo, ya que yo lo había abandonado.

“Te estuve buscando todo el día, hasta que Elena me llamo para decirme que Luis estaba aquí y que tú estabas con ellas.”

Cuando mi papá menciono a Luis, no pude contenerme y volví a llorar, él solo me abrazo y trató de consolarme.

Estuvimos así un largo tiempo, en los brazos de mi padre me sentía tranquila, era como si recuperara todo la confianza que había perdido con él.

Había olvidado esa seguridad que sentía cuando me encontraba en sus brazos, me di cuenta de que no servía de nada detenerse, que la vida seguía y no podía hacer nada para atrasar el tiempo, lo único que podía hacer era seguir y ver siempre hacia adelante, y todo esto tomarlo como una lección de vida, mientras recordara a Luis con cariño y no con dolor, todo estaría bien.

No tenía ni idea de porque mi padre me decía eso, al ver su cara me di cuenta de que estaba peor que hace unos momentos.

Mi preocupación cada vez aumentaba más, ya que mi padre no hablaba, pero antes de que pudiera preguntarle algo, él siguió.

“Quiero que sepas que no fue mi decisión, intenté convencer a tu madre de que estabas mejor aquí, que por lo menos aquí tienes personas que te cuidan y que te hacen caso y allá solo tienes el dinero, pero ya sabes cómo es tu madre de terca, además de que en estos momentos eres menor de edad y ella es la que tiene el poder de decidir tu vida y gracias a la ley yo no pude hacer nada.”

“De todas formas en unos meses vas a cumplir dieciocho y sabes que aquí tienes las puertas abiertas aunque sea en vacaciones.”

No supe cómo reaccionar.

Por fin había recuperado mi vida, la vida que tanto había esperado desde que llegue a Naranjos, pero por alguna extraña razón ya no la quería

Me dirigí a la Elena lo más rápido que pude, pero con suficiente tiempo como para pensar como le iba a decir las cosas.

Mi padre se nos acercó, pero no mencionó ni una palabra.

  • Hola Julián- Elena solo se acerco para abrazar a mi padre.
  • Voy a acompañar a Elena a firmar los papeles.
  • Está bien papá- me di la vuelta para verlo, pero él ya no estaba, se había ido y yo también lo tenía que hacer, si le iba a hacer a Elena la grosería de no ir al… no tenía derecho de estar ahí más tiempo, aparte tenía que hacer las maletas, pero antes tenía que hacer algo más.
  • Ensíllame al caballo blanco, por favor- me había costado mucho trabajo llegar hasta ahí, era uno de los ranchos más alejados del pueblo, pero estar en silencio y mirar a la ventana cuando Luis me trajo las dos veces, me ayudó mucho.
  • Pero…
  • Si no mal recuerdo, creo que ese es mi caballo- Mauricio me miró con cara de pocos amigos, pero al final aceptó y se fue a buscar el caballo.
  • ¿Falta mucho?- llevábamos más de una hora caminando, no tenía ni idea de donde podría estar, excepto por una vieja carta de Elena que me había mandado hacía más de de 50 años.
  • Si, no te preocupes, ya falta menos- tenía que mentirle, no podía decirle que no tenía ni idea de donde estaba.
  • ¿Quién es?
  • Un viejo amigo- nos quedamos ahí un tiempo observando- dile a tu madre que ya lo encontré.
  • Si
  • Perdón por la tardanza, pero no tenía el valor de venir a buscarte- saqué el pequeño collar de mi bolsillo y me lo colgué en el cuello, era el mismo collar que me había dado, me senté en su lápida y empecé a acariciar el epitafio, justo en la parte donde estaba escrito su nombre- no creas que te he olvidado, al contario, siempre me acuerdo de cada momento que pase contigo- tomé el collar que se encontraba en mi cuello y lo rodee con ambas manos- gracias por tu regalo, me ha ayudado mucho a superar todos mis problemas, pero sobre todo, me ayudó a superar lo que te pasó, porque con el collar sabía que tú estás conmigo y que nunca me has abandonado, vine hasta aquí, solo para darte las gracias y para decirte que después de tanto tiempo, aun te quiero.
  • Mamá, ¿estás bien?
  • Si hija- me volteé a verla, a ella y a mi nieta de ocho años- ya estoy bien, no te preocupes.
  • ¿Quién es él abuelita?- mi nieta se acercó a la pequeña lapida- ¿Quién es Luis?- ella se me quedó viendo con ojos inocentes y mi hija se me acercó, yo creo que para preguntarme lo mismo.
  • Un amigo- conteste antes de que me lo volvieran a preguntar.
  • Abuelita, eso ya me lo dijiste
  • Lo sé- mi nieta y mi hija me vieron con cara de pocos amigos y después de unos minutos agregue -mi liebe.

Yo creo que ese fue el peor momento de mi vida, ya que fue ahí cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, mi mente no había querido aceptar lo que le estaba pasando a Luis hasta ese momento.

Yo solo me quede ahí, no quería moverme, ya que cada espacio del enorme rancho me traía un recuerdo.

Mauricio no se tardo mucho en traerme al enorme caballo blanco ya ensillado, él solo me ayudo a subir y me recordó las órdenes básicas.

Cabalgué el resto del día, solo paraba cuando el caballo se cansaba y para que tomara un poco de agua, recorrí todo el terreno, excepto dos partes, donde habíamos tenido el picnic aquel día y cualquier lugar de donde se viera la enorme galera.

Cuando empezó a obscurecer, regrese a mi casa e hice las maletas.

Cuando ya las tenía listas, me acorde de que había dejado uno de mis discos favoritos en la sala, en un mueble donde mi papá ponía todos los CD que tenía, cuando lo estaba buscando, encontré un disco blanco que solo tenía unos números en letra cursiva.

“1998”

Yo ya había visto ese disco en otra parte, pero, ¿Dónde? puse el disco en una grabadora para poderlo escuchar y lo que encontré me sorprendió mucho, no me pude mover del impacto, en esos momentos me acordé donde fué la última vez que había visto un disco parecido.

El disco era igual al que tenía Luis, solo que este era un niño y decía que siempre la iba a extrañar y cosas parecidas, no comprendía porque el niño decía esas palabras hasta que me acordé de todo lo que Elena me había dicho.

Me llegó un ligero recuerdo de cuando hice el disco que Luis tenía en su coche, tenía cinco años y me acaban de dar la noticia de que me iba a vivir a México.

Le di esa grabación a Luis un día antes de que me fuera y él me había dado el disco que ahora estaba escuchando unos segundos antes de que me mudara.

Por eso Luis estaba tan emocionado cuando escuche el disco en su camioneta, tenía la esperanza de que me acordara de él, pero por desgracia, cuando lo escuché, yo todavía tenía la mente cerrada.

Saqué el disco de la grabadora y lo guardé en mi mochila junto con el disco que estaba buscando desde un principio.

Esa fué una noche muy larga, pero lo único que hice fue recordar el último año, pero esta vez, cuando lo recordé, ya no había dolor, si no felicidad, armonía… pero sobre todo amor.

60 años después……

La carta venía con un pequeño mapa del lugar, pero nada concordaba con ninguna cosa, yo sabía que las cosas habían cambiado mucho, ni siquiera el pequeño pueblo era igual, era mucho más grande y las casas se veían más decentes de lo que me acordaba, pero a lo mejor era que ya veía todo con otros ojos, ya no era la niña caprichosa que era cuando había llegado a este lugar hace tanto tiempo.

Seguimos caminando hasta encontrarlo, el mapa que me había dado Elena me había servido mucho, ya que había una parte del lugar donde todo seguía igual.

Me quede ahí, no podía moverme, era impresionante que estuviera ahí y que lo siguiera recordando con tanto cariño después de tanto tiempo. Nunca había querido venir a este lugar por el temor de que no pudiera seguir adelante, de hecho, no había querido saber nada que tuviera que ver con él, me había costado mucho trabajo olvidarlo y sabía que aquella visita me iba a dañar mucho.

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