Las monedas de Haru
En las zonas rurales de Japón hay un pequeño pueblo llamado Yufuin, es una población que actualmente no sobrepasa de los 20.000 habitantes, no es un pueblo en el que por lo general hayan muchas historias que escuchar, sin embargo, un par de años atrás escuché una anécdota de un joven viajero, nos conocimos en una librería buscando la misma obra de King, hablamos de la vida, de sus viajes, de mis problemas, hasta que con el tiempo me percaté que no le había preguntado su nombre, le planteé mi interrogante y acto seguido le expuse mi nombre, él me dijo que era Juan, aunque por lo general en ningún lado donde le tuviesen cariño, lo reconocían por su nombre verdadero. Hablando unas horas con este personaje sobre mis problemas, hice énfasis en uno de ellos, la incapacidad que tenía de aceptar las falsas personalidades de las personas, le comenté que estaba harto de la hipocresía, de que en experiencias pasadas me llevé muchas decepciones, creyendo inocentemente en que realmente conocía a una persona y al final mostrara ser una totalmente diferente, él me dijo que conocía muy bien mi situación, hasta que en un momento escuchó una historia que le hizo ver las cosas de una forma diferente, en ese momento me dijo: “escucha con atención el siguiente relato”:
En el pueblo de Yufuin había un festival llamado “festival de la música”, en ese festival se encontraba una pequeña llamada Haru, su nombre en español significa primavera. Era una pequeña de 12 años que su inteligencia sobrepasaba su madurez, en el festival estaba sentada en un rincón totalmente sola, viendo cómo los otros niños se divertían, como podrás imaginar no era una niña de muchos amigos, esto es a raíz de su educación. Haru fue educada por una familia muy importante en aquel pueblo, eran muy estrictos con ella no solo en lo académico, también en lo moralmente correcto, esta niña no podía tolerar comportamientos en otros que fueran en contra de sus principios, ella veía cómo los otros niños les mentían en diferentes ocasiones a sus padres, los niños también entre las espaldas de los demás, hablaban continuamente mal de todos, además hacían chistes y se burlaban mientras la víctima no estuviera presente, para completar, se aprovechan de la nobleza de los forasteros y se hacían pasar por niños pobres, para así quedarse con el dinero de las limosnas. Haru al presenciar este tipo de cosas simplemente no podía socializar con los demás, le era imposible ser amable con personas que realmente sentía repudio, sentada en ese rincón, agarró una piedra y la arrojó con todas sus fuerzas deseando que su impotencia desapareciera, la piedra le cayó a una señora que estaba barriendo la entrada de su local, la señora se dirigió inmediatamente a donde estaba la pequeña, Haru preparada para inclinarse y pedir perdón tras el regaño que le daría la señora, se llevó una grata sorpresa, la señora se sentó a su lado y le preguntó qué era lo que la tenía de tan mal humor, Haru algo avergonzada y con los ojos llorosos decidió contarle sus problemas al hacer amigos, la señora le pidió primero que por favor tomara aire y se calmara un poco, que no era la única que había pasado por esa situación, luego de que Haru se calmara un poco, la señora sacó una moneda de oro de su kimono, se la dio y le dijo que por cada amigo que ella hiciera en el pueblo, ella le daría otra moneda de oro, Haru más que emocionada por la increíble fortuna que ella podía llegar a hacer, se motivó, comenzó la forzada tarea de intentar hacer amigos por todo el pueblo, progresivamente a medida de que iba logrando hacer amigos, la señora le iba otorgando más y más monedas de oro, Haru llegó a un punto donde se le facilitaba de manera increíble estrechar lazos cercanos con los demás, iba almacenando sus monedas de oro en una cartera, que posteriormente la cambió por un cofre y que al final al transcurrir 3 años se volvió un cuarto lleno de monedas de oro. Cuando ya no había ninguna persona más en el pueblo de la cual pudiera ser amiga, decidió visitar a la señora para contarle sus planes a futuro, de lo que planeaba hacer con ese dinero, a dónde pensaba llegar con él. Cuando Haru visitó a aquella señora, tomó un taza de té verde y le expuso sus planes, sin embargo la señora la miró con una cara llena de decepción y lástima, le pidió que por favor la llevara al lugar donde tenía almacenado el dinero, que tenía que hacerle una confesión. Haru y ella se dirigieron a su almacén de monedas, cuando llegaron y Haru le mostró el cuarto, la señora por poco se cae de para atrás al ver semejante montaña de monedas de oro y cuando se recompuso de su impresión, le pidió a Haru que por favor tomara alguna de aquellas monedas del lugar, Haru tomó una de la superficie, la señora le pidió que la inspeccionara detalladamente y por fin Haru se percató de que había un pequeño relieve en la moneda, cuando lo tomó y lo levantó, se dio cuenta de que el dorado no era más que un papel, que en realidad el contenido era de chocolate, era una moneda de chocolate. En ese momento Haru emprendió una serie de balbuceos acompañados de la palabra “no” repetidamente, se sumergió en el mar de monedas, tomando de a manotadas y destapándolas para comprobar que todas fueran de chocolate, comenzó a lamentarse y a llorar en un rincón de la habitación. La señora se mantuvo totalmente muda en el umbral del cuarto, después Haru le preguntó en qué diantres pasaba por su cabeza al hacer algo así, le preguntaba entre jadeo por qué lo hizo, la señora tomó las manos de la joven y le dijo: “ No puedes valorar las amistades que tienes hasta el momento como legítimas, hay personas que aparentan ser buenas, aunque en el fondo son algo totalmente diferente, es mejor tener una o dos monedas de oro, que tener 1000 monedas de chocolate. No te amargues por no querer buscar el chocolate, el poco oro que encuentres en tu vida es el que te hará realmente millonaria y feliz”.
Juan me dijo que la señora al final se acercó a Haru y le dio una moneda de oro real en representación de su amistad, dijo también que Haru no volvió a recibir monedas de chocolate, dijo que al final fue feliz con esa moneda de oro. Al final cuando Juan se marchó de la librería, me dejó una moneda de oro dentro del libro que yo estaba buscando, llegué a la idea de que uno no tiene que evitar el chocolate, al fin y al cabo el mundo está repleto de él, pero sí está mal atesorar el chocolate como si fuera oro. No busques el chocolate, toléralo, pruébalo incluso por más amargo que sea, pero no lo atesores, tolera a las personas que no consideras buenas, no seas repelente, pero no atesores amistades que no valen la pena, con tus 4 o 5 monedas de oro como dijo la señora, eres millonario.
J.P Durán
04/08/2020
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