CITIZENS
- –¡Detente, Ranya¡ -dijo el general Jack con voz potente y amenazante. – No puedes escapar con ella, nuestro ejército está detrás, si sigues por ese camino estarás acorralada. Déjala ir.
- –Ranya, aléjate de ella. –gritó con furia Jack-. Detente ahora. Deja que se entregue.
- –¡Ranyaaa¡- gritó nuevamente con furia estremecedora.
- –Detente, no más sangre por favor. Zade… por favor.
- –Mirame Zade, mírame. – dijo viéndole fijamente a los ojos-. Sabes que lo que más deseo es escapar contigo, no quiero quedarme aquí, solo quiero pasar el resto de mis días a tu lado, pero no quiero ver más sangre. Estoy dispuesto a renunciar a todo por estar junto a ti.
- –No me dejes, Zad. – Suplicó Ranya. De sus ojos grises brotaron cristales líquidos que se desvanecieron sobre su rostro. Zad limpio con sus dedos cada lagrima que de ella brotaban, y dijo:
- –Déjame ir. Corre Ran. Aléjate de mí, he destrozado tu…
- –¡Cállate!
- –Me quedaré contigo hasta el final. – Jack, retira tu ejército, sino quieres ver morir a tus soldados. Sabes de lo que es capaz.
- –Es por eso que estoy aquí, y vengo preparado. Observa su hombro. – dijo mientras encendía un enorme puro.
- –Tu raza es increíble. – dijo Zade.
- –Detente, Jack. Ya no te pertenezco, déjanos ir. Déjame libre y sigue tu camino. –He pagado mi deuda contigo, es hora que desaparezcas.
- –Ran, tú no eres como ellos, no sabes cómo viven, no sabes nada de ellos. Son máquinas sin sentimientos. Tú no eres nada.
- –Aléjate Ran. – dijo Jack firme. – O mueres con ella.
- –Jaaaack – gritó con sus fuerzas.
- –Lo siento deben morir. –dijo Zad con una mirada perdida y angustiada. – Y yo también.
- –Vamos a casa. –dijo y siguió inhalando el cigarrillo.
Sin importar cuan amenazante era Jack, Ranya corrió sin sujetar la mano de Zade. Sabía que él no dudaría en hacer eficaz su palabra, sin embargo, ese miedo había sido aplacado por Zade.
-No importa lo que pase no dejes de correr.
Zade le observó fijamente y sin decir una palabra le dedicó una fina y delicada sonrisa de sus labios delgados color rosa. Siguió corriendo sobre el largo pasillo. Sus tacones negros hacían eco sobre la estancia, sus piernas eran adornadas por una extensa correa que partía desde el lecho del tacón ciñendo firmemente el contorno de las piernas hasta llegar a las rodillas, lo cual le proporcionaba un movimiento más natural al cuerpo otorgándole seguridad y agilidad para correr.
Ranya y Zade dispararon a la puerta de cristal que se encontraba a unos metros de ellas.
Era un soldado mayor del Ejército Rojo, un hombre grande y corpulento con una fuerza devastadora y una fuerte determinación para hacer valer su palabra en el Ejército Rojo. Poseía una brumosa barba que le hacía ver crudo y sin remordimientos. Sacó un rifle H2.5 creado por los Citizents para combatir el ejército de Zade, poseía una munición que podría destruirla. Apuntó y disparó. La bala rompió la atmosfera desbordando un abrumador sonido en aquel pasillo incrustándose en el hombro derecho de Zade antes que cruzaran las Arenas de Shiin. Calló abruptamente sobre las finas tierras del antiguo Cholisium donde miles de hombres y mujeres acudían para ver luchar a los Titanes. El grito estremecedor de Ranya provocó la ira de Zade, quien intentó levantarse, pero Ranya se arrojó frente a ella.
Zade poseía una mirada perdida, pero ante Ranya todo cambiaba, frente a ella todo era diferente; frente a sus ojos todo tenía sentido. Tenía una piel blanca muy delicada, sus ojos grises reflejaban su valiente espíritu, su cabellera ceniza era perfecta, sus labios delgados siempre dibujaban una exquisita sonrisa que parecía imposible resistirse ante ella. Poseía un sostén negro y una falda que le cubría únicamente los muslos, llevaba unas zapatillas medio altas hechas con Eno.
Acarició con sus delgados la caballera rosa de Zade desplazándose luego por sus sonrojadas mejías hasta rozar sus elegantes labios. Ella esbozó una sincera sonrisa en su rostro.
Ranya desató su irá en una dura bofetada que propició a Zad.
Los palcos acristalados que rodeaban la arena fueron derribados por el ejército Rojo que invadió todo el perímetro del Cholisium. Los soldados iban armados hasta los dientes, poseían armamento pesado y especializado para combatir esta extraordinaria raza. Eran maquinas con una inteligencia sorprendente, destrezas infinitas y una capacidad de adaptación increíble, sin embargo, son muy impredecibles, tan impredecibles sé que catalogan como una especie altamente peligrosa. Se descontrolan rápidamente cuando ven en riesgo sus fines y propósitos. Están creados con un material fuerte y sólido, pero están perfectamente tallados y diseñados, con la precisión y delicadez que sólo podría poseer un arquitecto o un maestro del arte antiguo. Las “Primaveras” son un símbolo de precisión y belleza, son forjadas con el mejor material que se puede encontrar en su mundo, Vulpine. Diseñadas por los más grandes arquitectos industriales y forjadas por artesanos pulcros y amantes del arte.
Su hombro se estaba degradando levemente, los circuitos que unían su cuerpo perdían la sincronía con su cerebro (chip).
Apuntó directamente a la máquina.
Un ensordecedor sonido se produjo por toda la estancia. La orden fue activada inesperadamente. Las balas provenientes de todas direcciones rompían las partículas en el aire produciendo una lluvia de metales dispuestos a desintegrar a Zade. Ran cerró los ojos y protegió a Zad como pudo. Un miedo indescriptible horrorizo a Ran provocando una ligera desconexión del mundo. A su alrededor todo corría muy lento, podía ver como aquel ejército había disparado contra ellas, las balas se dirigían en su dirección, pero podía ver como hacían su recorrido desde su disparo hasta la explosión que estas producían. Buscó a Zade como pudo, pero no estaba junto a ella su miedo iba en aumento hasta que la vio de pies formando un domo que les protegía de la invasión.
Salió del domo. Las balas rompieron todo tejido de su cuerpo desintegrando cada partícula de su ser.
Ran sin más fuerzas cerró los ojos y la oscuridad gobernó.
…
Un enorme sujeto apareció detrás del cuerpo de Jack, recogió el cigarro y lo uso para su propia satisfacción, luego caminó lentamente hasta el cuerpo de Ran, la vio, inhaló y sonrió. La recogió entre sus brazos, y se la llevó a paso lento hasta perderse en el oscuro pasadizo.
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