Había una vez en una gran mansión un hombre solitario que nunca confió en nadie, mando a poner en todas sus puertas y ventanas cerrojos para estar seguro de que nadie nunca entraría en su hogar mientras él dormía, pero la casa era tan grande que decidió que las cerraduras siempre estén cerradas, solo una puerta se podía abrir que era la del frente por donde el salía y entraba.
En una noche que era igual a las anteriores el hombre noto horrorizado al entrar a su hogar que su llavero se había movido unos centímetros a la derecha “¿Fui yo cuando tome las llaves?” Se preguntaba en su cabeza pero quiso no darle vueltas al asunto y siguió su rombo.
Un crujido se oyó en el segundo piso, fue solo un pequeño ruido que no se repitió y el hombre pensó “¿Sera el paso de alguien?” pero quiso descartar esa idea de inmediato ya que fue un ruido momentáneo pero al pasar los minutos el hombre se dijo así mismo “¿Qué tal si de verdad fue un paso de alguien que intento no hacer ruido? ¿Por eso no se repitió? ¿Quizás por error piso más fuerte de lo que debería y se quedó quieto para no alertarme?”.
Se intento calmar ya que recordó que todas las puertas y ventanas estaban cerradas pero en su mente no dejaba de pensar en “¿Me habré olvidado de alguna cerradura quizás?”.
Se armo de valentía y subió al segundo piso buscando en cada escondrijo, no se sorprendió al no encontrar nada pero al voltear le pareció que acababa de ver algo raro “Estoy seguro que vi una sobra pasar” Se dijo a el mismo, asustado quiso escapar pero la sombra estaba en dirección a la escalera así que no podía bajar por ahí.
Se fue al lado opuesto por el pasillo pero sentía que algo lo seguía, tenía miedo de voltear pero en la pared le pareció ver una sombra yendo tras de él, acelero el paso y tomo una lámpara de una mesa para tirárselo a lo que sea que lo este siguiendo por la cabeza.
Sin querer meterse en alguna habitación por miedo a quedar encerrado decidió subir a su azotea, tenía pensado bajar por un costado escalando por las enredaderas que decoraban las paredes, cuando subió cerró la puerta con fuerza y la trabó con una silla que tenía en su techo, se dirigió a un costado para intentar bajar.
Le pareció sentir que algo golpeaba la puerta tratando de romperla por lo que se apresuró a agarrar la enredadera pero quizás por los nervios o por el viento que había el hombre tropezó y cayó.
Al otro día su jardinero observo espantado como el hombre se había estampado en el suelo muriendo prácticamente en el acto, el detective que tomo el caso después de investigar declaro “Estaba todo cerrado por dentro y nada fue forzado, buscamos por todo el lugar pero no había rastros de otra persona, lo más probable es que se suicidó aunque no dejo carta pero parece que no tenía a nadie a quien dedicársela o alguien para despedirse, como lo veo solo es un viejo deprimido que no aguanto mas la soledad”.
Fin.
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