Gris, blanco, negro.

¿Gris? No lo veo. ¿Existe?

Todo el tiempo vuelve a mí, ese sentimiento vacío, lleno.

Colapso, me tiro al piso y descanso.

El miedo de invade y me sofoca.

Me ahogo en mi océano de pensamientos. Inexistentes, reales.

Escondida, expuesta.

Sintiendo, llorando, quejándome de la vida.

Rozo una falacia, una mentira. Rio con desgano.

Me miro a los ojos: rojos, tristes, caídos.

No quiero avanzar, no quiero ir hacia atrás.

Gritando, arañando y dañando lo único que tengo; lo único que voy a tener.

Marcas, cicatrices que van y vuelven. Vació, lleno.

Toco el cielo, toco el piso.

Sola, en la habitación de siempre, haciendo lo usual.

Parece que no hay salida, no hay escapatoria.

Cierro los ojos, los abro y ahí está. Pero se va. Y vuelve. Y se va.

Dejame dormir, ¿no te fue suficiente?

Círculo tras círculo, color tras color, día tras día.

Ataduras, lagrimas, puerta de entrada y ya.

Vomito, escupo todo. Nada sale.

“No te conocemos” dijeron. “Yo tampoco” respondí. Porque me fui hace años y jamás voy a volver.

Esta versión tampoco es muy buena, pero no puedo cambiarla.

Anotaciones, cabezas asintiendo, horarios, habitaciones compartidas, cielo vacío.

Adiós.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS