Se me llena el cuerpo de desvelo cuando te pienso

y me nacen las ganas de tenerte,
me naces en los ojos,
en la salobre lagrima que huye de mi al recordarte.

Me naces en la lengua, que al evocar tú beso
paladea tu sabor y ya no me resultas extranjera,
sintiendo aun esa tristeza de las cosas que no dijimos en su tiempo.

Y mi mano vuelve a recorrer, imaginaria, tu geografía,
sintiéndote en las yemas de mis dedos,
en sus relieves que terminan húmedos después de acariciarte
y tu olor sigue la ruta de mi olfato
y tu encanto vuelve a resultarme incandescente
en ese laborío de amarte que a la postre me resulto una conversa cotidiana.

Siento tu espalda pegada a mi pecho
y mi respirar contigo se vuelve uno en esas horas en que ni la luz se atreve
y en que el espacio se llena de silencios
y solo te escuchas tú cuando te amo y me atrapa el verbo traficante
y dejo de ser una larva de poeta para seguirte amando entre mis letras
en esta manía de anunciar mis pensamientos,
en este tiempo del mundo en que mi tiempo me resulta insuficiente
para amarte,
aunque el hacerlo siga resultándome pecado.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS