Me gusta la mujer que es demasiado mujer para tantos hombres. Aquella que es como un libro de misterio: llena de sorpresas y descubrimientos. Aquella que hace de la dignidad un cotidiano vivir y que no necesita enseñar de más para ser más y ser menos para complacer con la cabeza baja a la mediocre misoginia. La que hace de su decir un hacer y que convierte su existencia en una verdad que no necesita comprobarse ante los increpantes malinchistas porque es una evidencia que hasta los ojos más necios miran. Me gusta la mujer que es mujer por el solo hecho de serlo. La que me hacer ser hombre sin tener que estar pegado a su cuerpo en un desenfrenado existir de experiencias sexuales, sino que se comparte y me permite compartirme en cuerpo, alma y espíritu. Me gusta la mujer que es demasiado mujer, aunque no la entiendan tantos hombres…
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