Con sus manitas juntas, remedia al mundo entero,

bolita tras bolita entre sus dedos llenos de un amén.

Sembrando alegrías en todos los corazones,

con un platito de frijoles

y las caricias de una tacita de café.

Zurciendo los retazos de una vida en decadencia,

con hilillos y alambres llenos de indulgencias.

En el mandil lleva el recuerdo en hojitas de guayaba,

que pone por la mañana en el té del alivio de las penas.

En la cocina se respiran, las historias del ayer,

en la tablita hay lágrimas sin picar cebolla

y amarguras que no fueron hechas por laurel,

rapidito sazona con ternura a ese caldito de verduras.

El consejo en su mirada, que conforta al mundo entero,

el abrazo que no esperas mientras estás en sueños,

la caricia con arrugas que te llena de ternura,

los domingos en monedas dentro del corazón

y el tiempo infinito que a veces dura tan poquito.

Abajo de la cama las chanclitas,

en el ropero las fotos viejitas,

el polvo a contraluz y el olor a mi abuelita.

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