«Mis momentos con carmen»

«Mis momentos con carmen»

Paco Ascon

27/07/2020


“Amar no tiene sexo”

¿Se puede amar algo intangible?

Yo amo la paz interior y no la veo

Amo la amistad y no se mide

Yo amo la dignidad, que algunos seres desprenden

Amo la sinceridad, de los que lo son

Amo la valentía, de decir lo que se siente

Amo el rigor, en lo que se afirma

Yo amo la puntualidad, en todas las acciones

Amo la bondad, de los que son buenos

Amo la solidaridad, con los que necesitan

Amo el respeto, con el que trato y me tratan

Yo amo el dialogo sin imposición

Amo escuchar, porque aprendo siempre

Amo la justicia, cuando es justa

Amo el amanecer y el ocaso

Yo amo la belleza natural sin trucos

Amo la imperfección, porque nadie es perfecto

Amo la inteligencia para el bien

Amo la igualdad, porque lo somos todos

Amo la diferencia, porque lo somos todos

Amo el universo que rige todo

Amo lo que hago cada día, porque es lo que quiero

Amo la tierra, porque da todo sin pedir

Amo a los hijos, aunque a veces duelen

Amo a las mujeres, también a los hombres

Amo a los seres, racionales o no

Amo a la naturaleza por su belleza y su dureza

Yo amo el sexo, aunque no es solo amor.

“Si no estoy”

Si un día despiertas y no estoy

Es porque ya me fui, al lugar sin nombre

Ese lugar, que es distinto para cada uno

Si despiertas y me he ido, no estés triste

Se quedan los recuerdos, que son tantos

Si me fui, es porque llegó el momento

Momentos de nuestro amor, han sido todos.

Tantos han sido, que es imposible numerarlos

Si me fui, te quedaran nuestros besos

Han sido tantos, los besos en nuestra vida juntos

Si me voy, tú sabes que no desaparezco del todo

Sabes que somos energía, no se crea ni se destruye

Solo se transforma, quien sabe en que

Si despiertas y no estoy, no habré desaparecido

Si despiertas y no me ves tal como soy

Es porque me he transformado en otra realidad

Si despiertas, estaré contigo aunque no me veas

Sentirás mi presencia, aunque creas que no estoy

Si despiertas y no estoy, me sentirás a tu lado

Todas las memorias, estarán presentes siempre

Si despiertas, sabrás que mi amor por ti es eterno.

“El Beso matinal”

Es primavera y un día más, amaneces de nuevo
Descubro otra vez , tus ojos café, como el primer día
Día tras día, espero el amanecer para verte despertar
Son tantos, los días que el Alba recuerda nuestro amor
Mis labios, acarician lentamente, una vez más, tu piel
A pesar de una larga vida, se mantiene tersa y suave
Mis esperadas caricias, devuelven la sonrisa a tu boca
Cierro mis ojos y vislumbro, aquellos tuyos, más jóvenes
Hace más de 50 años, brillantes, con el dilema impreso en ellos
Los abro de nuevo y los contemplo ahora, serios y seguros
Hoy con el mismo brillo, en ellos, leo felicidad, paz, complicidad
Tu mirada, sigue hablándome del amor de entonces, que permanece
El fuego de nuestra juventud, se torna en este calor confortable de hoy
Beso de nuevo tus labios, mantienen aquel ardor, siguen magnéticos
Los besos matutinos, son largos, es difícil soltar nuestros labios
Son más elaborados, que los de nuestra inexperta y torpe juventud
Aquella torpeza, se torna ahora, en la habilidad de nuestra vida juntos
Los años, quizás marchiten nuestra piel, pero no nuestra mente
Ahora, sabemos besar, sin prisas, sin importar que nos vean
Nuestros besos ahora, son lentos y pausados, no existen las urgencias
Algunos, con los ojos cerrados, adivinando nuestros pensamientos
Otros, abriendo nuestros ojos, disfrutando con nuestra contemplación
Son amaneceres lentos, sosegados, adivinando el día que comienza
Ya el sol ilumina, nuestros rostros arrugados, pero luminosos
Nuestro amor, difumina mágicamente, esas evidentes arrugas
Las luces del alba, hacen brillar, nuestros blancos cabellos
Nos cuesta como cada mañana, soltarnos de ese eterno abrazo
Más de 50 años, ojala sean muchos más, sintiendo tu corazón
Siempre sincronizado con el mío, comunicándose, hablándose
Nuestros latidos, expresan amor, en código Morse, o en Jazz
Al fin, tras una larga y profunda mirada, soltamos el lazo
Decidimos una vez más, iniciar el nuevo día
Planificando y esperando con ansia ya, el siguiente beso del Alba

“Un día más”

Cuando me despierto y te veo todo empieza, un día más

Nada es más importante, que tenerte otra jornada más

Sin decir nada, observo tus parpados aún sellados

Espero ansioso, ese momento en que se ilumina todo

Como si del paso final de un eclipse se tratara,

Tus parpados, lentamente abren una pequeña ranura

Permitiendo, por la reja de tus pestañas adivinar esa luz

Poco a poco, la habitación se llena de tu resplandor

Con esos ojos, ya cansados pero muy vivos, me ves y sonríes

Un día más, esa sorpresa como si fuera la primera vez

Un día más, la sonrisa se torna picara reclamando el beso

Yo un día más, lleno de felicidad te lo hago esperar

Pero mi ansia aun es mayor, de rozar tus labios de nuevo

Es tan larga la noche, cinco horas sin disfrutar de esa miel

La frecuencia de los besos del día, hacen que sea corto.

Es inquietud, la espera de un nuevo día a nuestra edad

Cada amanecer, se desvanece a la espera del siguiente

Que a pesar de nuestras arrugas, nos queden aun muchos más

Que sean muchos los amaneceres, aunque la luz sea más tenue

Que sean muchos los besos nocturnos y diurnos que nos quedan

Yo no me cansaré de ver tu despertar, y tu sorpresa diaria

Ni me cansare, de compartir ese beso de buenos días

“La primera vez”

La primera vez que te vi, ya lo supe

La primera vez que oí tu voz, confirmé lo que sabía

La primera vez que te hablé, te lo dije

La primera vez que me contestaste, ya lo sabias

La primera vez que dialogamos, reiteramos lo sabido

La primera vez que te besé, confirmé lo que sabía

La primera vez que me besaste, reafirmaste lo que sabías

La primera vez que nos tomamos de la mano, revalidamos lo que sabíamos

La primera vez fue hace 50 años, y lo seguimos sabiendo

La primera vez éramos jóvenes, ahora somos menos, pero lo sabemos

La primera vez éramos solo tú y yo, ahora muchos más, pero lo sabemos

Sabemos que todo sigue, como aquella primera vez.

“Mi carta a Carmen”

Carmen, hace unos meses que nos dimos cuenta, ya que fue muy poco tiempo el que permanecimos alejados, desde el día en que nos vimos por primera vez, que quizás por eso nos habíamos escrito pocas cartas y me comentaste que hacía muchos años que no tenías carta mía, al principio me asusté y me sorprendí, ya que nuestro dialogo es constante y directo día a día desde hace más de medio siglo, pero me di cuenta de que fuera por lo que fuera, podría ser algo bonito.

Pues bien, comenzaré mi misiva y como no ha sido habitual y no sé por dónde empezar, te contare lo que me vaya saliendo, aunque no creo que haya nada de mí que ignores.

Desde que nací hace más de 75 años, los cambios en mi vida han sido muy frecuentes y de muy diferentes características, la mayoría han sido episodios tristes, mi infancia como muy bien sabes, no me gusta recordarla, pues por razones diversas fue muy negativa, mi adolescencia sin ser tan nefasta, poco se asemejaba la mayoría de mis contemporáneos, de todas formas lo superé bastante bien, gracias a mi gratificante época de estudiante y a que ya la pintura comenzaba a ser un refugio para mí, que en aquellos tiempos resultó ser mi tabla de salvación y que hoy, con la inspiración de tu presencia, tu compañía y tu comprensión, sigue siendo para mi algo absolutamente capital, ya que el arte me resulta una necesidad vital, tan imprescindible como lo eres tú, pero ya sabes bien que no puedo imaginar, en que otra cosa podría estar ocupada mi mente, mi espíritu y mi cuerpo, además de cuidarnos mutuamente, hasta que el universo lo decida.

El inesperado día 31 de Diciembre de 1969, ese Universo o ese destino o lo que sea, decidió que mi vida cambiara, aquella noche en la que acababa un año tan anodino como la mayoría de los anteriores, empezaba una insospechada y afortunadamente larga época, que ahora soy consciente, de lo feliz que ha sido este medio siglo para mí, creo saber que también lo ha sido para ti.

Nunca olvidaré aquella cena, de ningún modo representó para mí una típica cena de fin de año, yo nunca fui consciente de estar, en aquello que se entendía como una despedida de año, sé que aquella tarde me desplacé por compromiso social a aquel hotel, en aquella preciosa playa, con mis amigos, colaboradores y compañeros de trabajo, con la intención de despedir el año con una fiesta, la intención era absolutamente lúdica y campechana, a los pocos minutos de que el responsable de nuestra relación, nos hiciera las protocolarias presentaciones, todo aquel escenario y todos los protagonistas de aquel acontecimiento, desaparecieron mágicamente, solo recuerdo grabada en mi mente tu presencia a mi lado, solo recuerdo mirarte sin dejar de hacerlo, mientras a nuestro alrededor se sentía lejano lo que perecía ser el barullo de la fiesta, de una típica y clásica fiesta de fin de año con toda su parafernalia, que al menos a mí me resultaba absolutamente intrascendente.

Carmen, no me preguntes cual era el menú de aquella cena, no soy consciente de haber cenado, no sé qué vino nos sirvieron, no sé siquiera si bebimos, si estábamos allí o en una especie de paraíso desconocido, no sé si sonaba música como suele suceder en estas fiestas, solo sé que no podía apartar mis ojos de los tuyos, de aquellos que me atraparon, de estos que miro todos los días, que son los mismos algo más cansados pero los mismos, sé que toda la noche fue un eterno dialogo constante, no me preguntes de que hablamos, eso era lo menos importante, solo sé que surgió y sigue existiendo una conexión segura, mantenida por una extraña energía constante y permanente, que nos unió y que nada ni nadie, a pesar de los numerosísimos intentos de romper esa fusión, de todos los que decían querernos, por activa y por pasiva pretendieron romper, pero que al final es evidente que vencimos.

Yo no quería que aquella noche terminara, en los 25 años que había vivido, jamás había sentido aquella sensación, en mi educación me habían inculcado, que si era bueno, puro, piadoso, temeroso de Dios, se me ofrecía algo que algunos llamaban paraíso, edén, cielo, gloria, a la derecha del Padre, pero yo sabía que aquello, no podía ser lo que mis enseñanzas religiosas referían, pues yo no era bueno según las premisas, tampoco era puro como las pautas del momento indicaban, no era nada piadoso según los cánones establecidos, y mucho menos temeroso de Dios, pues en aquellas enseñanzas, que por cierto resultaron ser falsas, me habían hecho creer, que Dios es infinitamente bueno, justo y todopoderoso, como le iba a tener miedo, a un Ente para mi desconocido, que disponía de esas virtudes. Aquella noche la sensación que yo sentía, era de una infinita felicidad totalmente desconocida para mí, era muy difícil entender como en 25 años de mi vida yo no recordaba ni un solo minuto, como los de aquella mágica noche.

Sé que se oía de forma un tanto borrosa, música como si formáramos parte de una fiesta, no recuerdo haber contado las campanadas del año 70, no recuerdo haber comido las uvas al son de las mismas, recuerdo un movimiento rítmico, abrazado a ti, en un salón de baile, en el cual días después, nos contaron que estaba lleno de gente celebrando el año nuevo, pero, para mí en aquel baile intenso, solo estábamos tu y yo.

Creo, ni siquiera estoy seguro de que mi primer beso fuera en esa danza nueva para mí, tu sabes que nunca he sido un bailarín, pero eso ni a mí ni a ti nos importaba, aquella noche era mágica y teníamos que aprovecharla al máximo, yo deseaba como nunca desee nada, que aquello que no entendía muy bien no acabara nunca, y tú sabes Carmen, que aquello que sigo sin entender, no ha acabado, y que espero que nunca acabe, y sé que nunca acabará porque aunque mis creencias religiosas son escasas o nulas, si creo en las leyes de la naturaleza y sé que somos energía y eso, no se crea ni se destruye, solo se transforma, por eso tu y yo, en un futuro que espero sea muy lejano, seguiremos siendo tu y yo, quien sabe en qué forma, quien sabe dónde.

“El amor no tiene edad”

Esta mañana contemplo como ese sueño matinal te envuelve, tu rostro maduro mantiene aquella ternura de hace 50 años, cuando disfruté de esa hermosa visión por primera vez.

Tus ojos, que cuando están abiertos desprenden esa bella energía, que parece no agotarse nunca, ahora suavemente cerrados, comunican esa felicidad que sientes, al soñar quien sabe que fantasía, y que desde hace tanto tiempo compartimos.

No recuerdo nunca una gran discusión contigo, hemos tenido motivos para ello, pero como tu muchas veces dices, nunca nos hemos acostado con una riña sin zanjar, no es fácil, pero en este deca-lustro de convivencia ha sido norma, seguro que durante el próximo seguirá siéndolo.

Te contemplo plácidamente dormida y siento esa maravillosa ternura, y olvido las lagunas que durante el día nos empiezan a invadir y que entre los dos, intentamos sean alternas, compartiéndolas y tratando de aclararnos mutuamente, asumiendo pacientemente nuestras carencias y fallos, que comienzan a ser normales a nuestra edad.

Te miro, no te despierto aun, disfruto con esa visión cada día nueva para mí, -¡Que jóvenes éramos!, te acuerdas-, que pronto supimos que queríamos vivir juntos siempre, alguien puede decir -que largo es ese siempre- pero tú y yo sabemos que este medio siglo, se ha pasado en un suspiro y que cada día que pasa, parece menor que el anterior.

Todo nos resultaba tan fácil, a pesar de que no sé muy bien porque, todos: tus padres, mi madre, algunos que decían ser amigos, incluso aquel común amigo, que afortunadamente fue responsable de aquel maravilloso encuentro y que hasta entonces, había manifestado querernos, todos se pusieron en contra, con sucias maniobras tramposas, en las que afortunadamente no caímos, pues bien a pesar de todos esos inconvenientes y otros muchos, o quizás gracias a esos tropiezos, hoy, 50 años después, estamos juntos, amándonos cada día más, recordando con una sonrisa aquellos malos augurios que los que afirmaban querernos, habían diagnosticado.

Aquí estoy un día más, contemplando tu placido sueño, aguardando tu despertar, otro día, con el que nuestro amor es premiado, por este universo al que pertenecemos, un nuevo día, que seguro será también maravilloso, pues seguimos juntos, un día más prima nuestra voluntad sobre la imposición.

Tu y yo, sabemos de sobra que el amor de verdad, se basa en la libertad, no en la recomendación de los «expertos», ni en la imposición de nuestros antepasados, tu y yo sabemos, que no podemos elegir lo que somos, tampoco donde nacemos, ni podemos elegir a nuestros padres, tampoco a nuestros hijos, con nuestros antecesores no hemos tenido mucha suerte, a los que con nuestro amor engendramos, hemos intentado educarles en el amor, la ética, la igualdad y sobre todo en la libertad, lo que al menos en nuestro caso es evidente, es que en lo único que es de nuestra elección, con el riesgo de equivocarnos, no lo hemos hecho, hemos tenido un éxito total, pues el acierto de nuestra elección es incuestionable.

Como bien sabemos tu y yo, no existe el paraíso terrenal, pero a pesar de todos los tropiezos que hemos sufrido en nuestra vida, podemos afirmar que somos privilegiados, pues a pesar de la gravedad de estos tropiezos tan duros, hemos salido triunfantes, y podemos presumir de una razonable felicidad, que creo superior a la media.

Las limitaciones físicas e incluso psicológicas, que ya nos empiezan a afectar, no hacen mella en nuestro amor, sino que si cabe es mayor cada día, pues ahora disponemos de más espacio, más tiempo, más paciencia, más tranquilidad.

Al fin despiertas y el largo beso de buenos días nos une eternos minutos, como aquel primer beso en la playa de Cabana hace más de 50 años.

Con el bolero de Ravel de fondo, Antes de comenzar el día y con una maravillosa monotonía infinita, nos decimos por enésima vez, ¡¡te quiero!!.

“75 años, hermano árbol”

Apenas éramos, unas insignificantes partículas.

Alguien con cariño, nos depositó.

A ti, en un recipiente de barro, viejo, quebrado.

A mí, en las entrañas de la que luego resultó ser mi madre.

En unos meses, tú a penas eras una ramita.

Yo en cambio, abultaba considerablemente más.

Eran tiempos difíciles para los dos.

La estúpida posguerra, que precedió a la más estúpida guerra.

A ti, te trasplantaron en un rincón, escarbando entre los escombros.

A mí, en una familia hambrienta y perseguida por pensar diferente.

Nos separaron en varias ocasiones, por períodos y motivos caprichosos.

En los reencuentros, comprobábamos que a pesar de todo, seguíamos.

Tú, crecías y tus ramas, acogían cada vez a más hojas y algunas flores.

Yo, ya balbuceaba cuatro cosas inconexas e intentaba aquellos torpes pasos.

A pesar de nuestros evidentes contrastes, sabíamos que éramos hermanos.

Fuiste testigo, de los más importantes momentos de mi vida.

Nuestras obligadas separaciones, siempre fueron traumáticas.

En nuestros encuentros, te contaba los dramas familiares, en especial de mi abuelo.

Tú, sufrías conmigo, veía como tus hojas languidecían con mi relato.

Te contaba mis carreras huyendo de la represión gris, tus hojas se retorcían con rabia.

Éramos jóvenes, tu corteza era lisa, tus formas, tus ramas, eran esbeltas

Mi piel era tersa, mi sangre fluía con fuerza, el vigor juvenil se nos revelaba a los dos

El primer beso a Carmen, fue apoyados en tu ya robusto pero joven tronco.

Sentimos tu aprobación, con aquello que nos pareció el abrazo de tus ramas.

Algunas de las partículas, que se desprendían de tus flores lograron germinar.

Al tiempo que Carmen y yo, generábamos vida en un mundo notablemente mejor.

Ahora ya con 72 años cumplidos, con los correspondientes achaques, rodeados de nuestros nietos.

Tú y Yo, con algunas cicatrices, muchas grietas y arrugas, somos conscientes y felices de lo vivido

Sé que cuando yo me vaya, tú aun serás fuerte y te quedarán muchos años de vida.

Me da mucha envidia, me da mucha pena, pero la biología es la que marca los ciclos.

De todas formas hermano árbol, sé que alguien esparcirá mis cenizas entre tus raíces.

Y luego, dado que la energía ni se crea ni se destruye, sea lo que sea en lo que nos transformemos.

Seguiremos siendo hermanos.

“Amor”

Dicen que el amor es: es pasión?, Es ardor?, Es exaltación?, Es fogosidad?, Es Ímpetu?, Es Ardor?, Es entusiasmo?, Es Efusión?, Es Calor?.

Dicen que el amor no dura siempre, que el amor es pasión y la pasión se acaba, dicen que no es posible la exaltación constante, dicen que a una determinada edad la fogosidad no existe, dicen que el ímpetu solo está en la juventud, dicen que el ardor no se mantiene en el tiempo, dicen que el entusiasmo es propio de las primeras experiencias, dicen que la efusión no puede ser inmutable, dicen que cuando la pareja llega a mi edad ya no desprende calor.

Carmen tu y yo sabemos que el amor no se acaba, que nuestro amor sigue siendo alimentado día tras día, con todas y cada una de esas sensaciones. Carmen esas sensaciones son manifestaciones de amor o son las que dan origen al amor, es difícil saberlo ya que es un todo indisoluble.

Cuando alguien dice, que se acabó el amor, porque ya no siente alguna de esas sensaciones, simplemente es una disculpa, eso no era amor. Si alguien dice eso, es que nunca amó, o que uno de los dos o los dos, han decidido dejar de amar.

Será que el amor es una sensación compartida, será que no es posible amar por separado?,

Será que para que esa maravillosa sensación exista, debe haber complicidad?

Será que para que ese efecto fantástico tenga lugar debe haber comprensión del uno al otro?

Será que para que el amor tenga lugar, no es necesario tener siempre la razón?,

Será que el amor es un extraordinario misterio?,

Que nunca falte el amor.

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