Me tientes, a que cuando se nos crucen las miradas me muerda los labios y me toque el pelo. No puede ser posible tantos ojos bellos, tanta ternura en tus palabras, tanta sencillez en lo que sale por esa boca tan delicada. No puedo creer que tus ojos se fijaron en mis faltas, que tu color de piel me hizo caramelo. Me niego a pensar en tus comentarios llenos de deseo, que me adormecían las piernas y me quitaban el habla. Vuelvo donde siempre, a extrañar cada momento que quedó plasmado en mi memoria, a querer regresar en el tiempo y a pedir que vuelvas.
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