Gota a gota el corazón se atiza
En la dulce savia que germina el alma
Gota a gota el corazón hastía
En la amarga gota que supura el alma.
*
El viento avanza silencioso, la soledad se hace grande y el vacío ensancha. No oigo el aletear de los luceros, ni siento el frío delirante de la noche.
Calla la melodía sonora del aura celestial, y llega a mí, el latir inquieto del corazón y desasosiego del intelecto ¿Qué hay más allá del fulgor de las estrellas? ¿Del último aliento? ¿Del fuego incandescente del alma humana?
Habitada por un mar de incertidumbre, deambulo entre abrojos y aleluyas.
¡No toques el nicho sacro de mi memoria, el dolor cuya herida aquieta y la lágrima seca!
¡Mundo iracundo, sacúdete del velo que cercena su garganta!
¿Es el silencio acaso silencio?
No hay silencio en la noche silente. Un murmullo de lamentos recorren las gargantas y fervientes rosarios escapan de los labios sellados. El alma gime, el espíritu implora y el cuerpo sueña.
¿Es el amor, acaso amor?
No es amor lo que anida en ciertos corazones. No es amor lo que sacude al mundo, es el ansia infinita y destructiva del egoísta, del odio y la circunspecta maldad. ¡Oprobio en cuya génesis florece!
¿¡Y el porqué de éste fatal capullo, pudiendo palpar el dulce néctar en el mar refulgente de las estrellas!?
*
Estrella Vega
Fuego ardiente
Luna de julio
Alma penitente
Sella mi frente
Sacude inclemente
Mi alma herida
Ansia latente.
*Foto: Natalia Valentina Torres Barón.
Luz Marina Méndez Carrillo/22072020/ Derechos de autor reservados.
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