Te amo lo suficiente como para pensar en ti pocas veces. Nada más en la mañana, ver el sol salir me recuerda a ti, a tu grandeza, a tu brillo, a tu calidez. Pero es en la noche cuando más te recuerdo, intento no hacerlo, pero allí me quedo, cagándome de frío, pero maravillado por un cielo que nos dedicamos, un cielo tan manoseado, que ya no tiene nada de especial, y que de alguna forma logramos cambiarlo. La poesía que habremos escrito debe ser igual al número de estrellas que allá descansan, ¿cuántos versos habremos compartido?
Con este cielo te miré, con este cielo bailé contigo, con este cielo te besé, este cielo parece ser nuestro hijo, y decidimos compartir cada momento con él, ya sea de día o de noche, con nubes o desnudo, a medio tapar, enojado, triste, allí estaba el estúpido cielo, quizás mirando a otra pareja, pero siempre creímos ser sus favoritos, y siempre nos regaló su lado más bello, su lado más humano (irónicamente).
Y es que hoy lo único que me falta, eres tú, sigo teniéndome a mí, a este cielo, este amor, que desgraciadamente o afortunadamente, no se irá, pero tú, te fuiste, por la mierda, te fuiste. Me dejaste acá, lleno de vida, saludable, me hubieras enfermado, o quizás matado, quiero irme contigo, quiero dejar de ir a ver un pedazo de piedra en vez de a ti, quiero volver a sentirte, y es que, es que ya no tengo palabras, escribo y escribo, repito como imbécil, el desahogo no se termina, sigo botando mierda, como una fábrica, pero de mierda, de dolor y de pena, de lágrimas y letras, estoy desangrándome de pena, y es que es como si estuviera muerto, como es posible sentirse tan inútil, la impotencia hoy se cobró mis puños y los machucó, sí,le saqué la mierda a ese weón que te pegó, al conchesumadre que te vio y no te ayudó, y a cada uno de los hijos de puta que te tocaron, que encontraron mi paraíso y no lo respetaron, lo destruyeron y lo mataron, me mataron a mí, y a estos recuerdos que alguna vez tuvieron futuro. Cada vez se deforma más mi historia, caen vocablos malditos y denigrantes, cae mi enojo y mi pena, la melancolía, y el deseo de volver a verte, sigo enojado, y sigo triste, pero adivina, el cielo sigue acá, acompañándome, y es que o lloro, o me mato, prefiero llorar, pero no sé hasta cuando pueda seguir, mándame un suspiro, que los tuyos eran tan dulces, y sentía tu confusión por la vida tan tierna recorrer mis pulmones, mi rostro y mis labios.
Por la chucha, te extraño, muchísimo, no te imaginas, nunca lo harás, y nunca me responderás, hace frío, está amaneciendo y me arden los ojos, me arde la cara, y me arde el corazón, pero no es el mismo ardor como cuando te miraba, es de pena, y es que por fin me estoy muriendo.
Una ambulancia llegó a mi casa, entró gente a nuestro santuario, perdón, encontraron nuestro cielo y nuestros recuerdos, quizás ellos si sepan darles un futuro, ahora caigo entre mi sangre abandonada, entre una sangre manchada con otra sangre, entre la culpa, entre la venganza, entre el maldito amor que por ti seguí sintiendo, entre un amor tan enfermizo que me llevó a la muerte, pero me trajo contigo de vuelta, y me sacó de un hoyo, me sacó de mi desgracia y me salvó de mí mismo, ahora puedo descansar, con el pecho helado y las manos tiesas.
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