Historia de un amor

Historia de un amor

karen capeans

20/11/2017

CAPÍTULO 1

Había conocido al chico de mis sueños aquel mismo día y sin darme cuenta. Por fin era felíz después del divorcio de mis padres.

Mejor empiezo a contaros desde el principio.

Me llamo Ariana y tengo 16 años, con lo cual, estoy en el instituto, en primero

de bachiller, para ser más exactos. Soy pelirroja, tengo el pelo largo y normalmente recogido, los ojos azules, soy bastante alta, tengo unos olluelos que me parecen horribles, y las pestañas bastante largas, cosa que me gusta porque tambien odio maquillarme. Soy bastante alegre y sincera, no me gusta la gente falsa. Tambien soy bastante directa, para dar vueltas ya está el mundo, y por último soy muy impaciente.

Lorena y Emma son mis mejores amigas y el día de la entrega de las notas en Junio, teníamos los nervios a flor de piel.

-Dios chicas, creo que voy a suspender física y matemáticas, los profesores me tienen manía-Comenta Emma irritada

-¿Solo esas dos? Que suerte, yo creo que suspendo cinco, aunque no me extrañaría si fueran más, porque durante este trimestre por culpa de la ruptura con Marcos no he hecho casi nada-Comenta Lorena

-Bueno chicas, tranquilas, no os pongais nerviosas, ahora ya no hay marcha atrás-Dije yo intentando calmarlas sin ningún resultado.

Emma es muy buena amiga, aunque eso de haber cumplido ya los 17 años lo tiene un poco subido a la cabeza, confío en que se le pase pronto. Ella es la envidia de muchas chicas. Es alta, delgada, y rubia gracias a la peluquera que le quitó ese color marrón natural que tan poco le gustaba, aunque sigue conservando el pelo largo. Es afortunada con el tema de los chicos. Todos le hacen caso, pero no la suelen tomar en serio. Y a pesar de que es algo vaga, suele conseguir aprobar todas las asignaturas sin mover un solo dedo.

Lorena, por el contrario, es bajita, tiene el pelo corto apartado de la cara con hebillas, y está muy delgada. Tiene un metabolismo envidiable que hace que coma lo que coma no engorde. Igual que yo, sigue conservando los 16 años hasta dentro de unos meses. Cada vez que ve un chico guapo se vuelve loca e intenta entrarle, aunque a veces no obtenga muy buen resultado, ella no se da por vencida.

Cuando nos llamaron para entrar a clase a recoger las notas, estaba nuestra tutora dentro. Se llama Isabel y es bastante odiosa. Es la típica profesora de 50 años cansada de dar clase y que tiene por propósito para el curso amargar a sus alumnos.

En cuanto entramos en clase y nos sentamos se notaba la tensión en el ambiente.

Isabel comenzó con su discurso:

-Bueno chicos y chicas. Ha sido un año difícil, lo sabemos todos, pero si hay gente que ha podido aprobar todas las asignaturas es porque se han esforzado.

Sé que estáis nerviosos por saber las notas, pero antes debo deciros que los que han trabajado disfrutarán de sus vacaciones de verano, mientras que los que no habéis hecho nada, vais a estar aquí conmigo de 10:00 a 11:00 de lunes a viernes durante vuestras vacaciones de verano y os ayudaré con vuestras dudas, ya que no voy a permitir que vuestros padres gasten dinero en pasantías porque a vosotros no os ha dado la gana de estudiar cuando teníais que hacerlo. Por lo tanto espero veros a todos aquí a partir de la semana que viene. Y sin más dilación, procedo a entregaros las notas.

Comenzó a nombrar por orden de lista a los alumnos para que fueran a recoger sus notas.

-No me puedo creer que sea tan capulla-Protesta Emma

-Si vieras la cara que has puesto cuando ha dicho eso… ¡Era todo un poema!- Dije yo -¿Qué pensará Lorena de todo esto?

Las dos chicas se giran a la vez y ven a su amiga dos filas más atrás charlando tranquilamente con su ex-novio

-Creo que no se ha enterado de nada, lo peor es que luego nos tocará explicárselo nosotras-Dice Emma

-Lo peor no es eso, lo peor es… ¿De qué estará hablando con su ex?-Comenté yo intrigada.

Y justo cuando terminé de decir eso escuché mi nombre para ir a recoger las notas. Cuando llegué junto a la profesora, me felicitó y me entregó el boletín.

En cuanto lo abrí me quedé flipada.

-¡No me lo puedo creer, todo nueves y dieces!-Dije yo muy contenta, aunque no muy sorprendida ya que no me esperaba menos

Emma me felicitó y acto seguido fue a recoger sus notas, y después de ella Lorena.

-¡He suspendido 3!- Grita Lorena muy enfadada en cuanto abre el boletín

-Pues yo he suspendido física-Dice Emma disconforme y algo triste.

CAPÍTULO 2

Después de despedirme de mis compañeros me marché a casa caminando porque me apetecía dar una vuelta. A medida que iba acercándome a mi casa me iba imaginando la cara de mis padres al ver mis notazas, y lo bien que lo pasaría ese verano.

Cuando llegué a casa avisé de mi llegada, pero nadie contestó. Me preocupe bastante ya que a las 3.15 los dos han salido de trabajar y deberían estar en casa.

Llamé a mi madre varias veces pero me saltó el contestador en todos los intentos. Recogí la mochila que minutos antes había tirado en el suelo y subí las escaleras a mi habitación.

Mi habitación es la más grande de la casa. La ruptura con mi primer y último novio coincidió con nuestra mudanza de Toledo a Madrid, por lo tanto mis padres accedieron a dejarme la habitación grande.

Después de darle muchas vueltas decidí que pintaría mi habitación de color coral. La cama es de matrimonio. La colcha, al igual que las sábanas y los cojines es blanca con detalles negros. Mi armario tiene tres puertas de color blanco con fotos pegadas de cuando yo era pequeña. Al lado de la puerta tengo una pared reservada para pintar. Adoro pintar.

Entré en mi habitación, me tiré en la cama y encendí la música. A medida que iba sonando iba sintiendo que cada vez me evadía más de la realidad, hasta que me quedé profundamente dormida.

Un rato después me desperté por culpa de un ruido y cuando abrí los ojos ví a mi madre sentada a mi lado.

-Que susto me has dado. ¿Dónde estabas?-Dije yo

-Había ido a hacer la compra-Contestó ella- Pero aprovechando que estamos las dos tranquilas y solas, tengo que decirte algo

-¿Que pasa?-Pregunté algo preocupada

-Tu padre y yo nos vamos a divorciar-Indicó ella sin ningún rodeo-Está claro que ya no podemos vivir juntos. Y como no quiero llevarme mal con él, creo que esto será lo mejor para todos.

De repente el silencio se hizo en mi habitación. ¿Cómo que se van a divorciar?, o peor aún, ¿Cómo que va a ser lo mejor para todos? ¿Nos hemos vuelto locos o qué? Realmente me sentí muy mal en aquel momento. Bueno, no os quiero aburrir demasiado con mis penas. Pero solo os puedo decir que lo pasé tan mal que mis padres decidieron que lo mejor sería que fuera a un psicólogo. Cuando me lo dijeron lo primero que pensé fue que no me hacía falta, que yo no estaba loca, y estuve discutiendo con ellos horas y horas, hasta que me dí cuenta de que eran completamente inflexibles en esa decisión. Poco a poco comencé a razonar y pensé que igual era lo mejor para mi. Tenía todo el verano por delante para pasármelo bien y disfrutar al máximo, pero no lo iba a conseguir si mi cabeza le continuaba dando vueltas a todo lo ocurrido, asique acepté.

Al día siguiente cogí el autobús para ir al psicólogo, ya que era bastante lejos de mi casa. Cuando entré me senté en el primer asiento vacío que vi, cogí mi móvil y los cascos y comencé a escuchar música. Cinco paradas después, entró un chico en el autobús que se sentó en el asiento que estaba en el lado opuesto al mío, y me comenzó a mirar. Era un chico moreno, alto, delgado, de ojos verdes hipnotizantes, una preciosa sonrisa y peinado con un tupé. ¡Era guapísimo! Pero me estaba poniendo muy nerviosa con su mirada. Diez minutos después llegué a mi destino y bajé del autobus. Podía sentir cómo él me miraba a medida que el autobus se marchaba.

Cuando llegué a dónde me había dicho mi madre me dí cuenta de que era dentro de un edificio. Me fué fácil saber que piso era porque había una pegatina en el telefonillo que indicaba que era en el 5C.

No os voy a contar cómo fue exactamente pero os diré que salí de allí llorando a moco tendido. Como tenía bastante hambre fui a un bar de por allí y me comí un bocata de tortilla.

Me dirigí de nuevo a la parada de autobus, y mientras esperaba saqué el móvil para comprobar la hora. ¡Era la 1! Había pasado hablando con el psicólogo 2 horas aquel 28 de junio. Aunque lo peor era que tenía que ir todos los días.

CAPÍTULO 3:

Hoy es miércoles 13 de julio. Os digo esto porque desde el día 28 que vi a aquel chico en el autobus, el que cada vez que se sentaba se quedaba mirando para mi. Pues continúa haciéndolo, sin siquiera abrir la boca. ¡Me pone muy nerviosa!

CAPÍTULO 4

Hoy, salí a correr por la tarde y cuando volví estaba Lorena esperando mi llegada en el sofá. La verdad es que me asombró bastante su presencia.

-Hola-Dije algo desconcertada

-Hola-Contestó ella

-¿Ocurrió algo?-Pregunté yo mientras me sentaba a su lado

-Mi ex-novio Marcos me ha pedido volver

-¿Y qué le has dicho?

-Aun nada. Quería esperar a que me dieras tu opinión

-¿Mi opinión? Mi opinión es que te ha estado amargando todo este tiempo, cada vez que te veía hablando con un chico se celaba y te recriminaba errores tuyos que ya estaban más que hablados, ¿Y pretendes volver con él? A mi sinceramente me parece un paso hacia atrás. Yo si fuera tu lo hubiera mandado a la mierda hace tiempo.

-Ya, pero esque yo le quiero

-Pero él a ti no

Durante un momento se hizo el silencio en el salón hasta que recapacitó y me terminó dando la razón.

-Por cierto-Dijo Lorena-Esta noche hay una fiesta en casa de Rodrigo, un amigo de Emma, ¿Te apetece que vayamos?

-Por mi genial. No sabes las ganas que tengo de salir y olvidarme ya de todo.

-Genial. Paso por aquí a las 23:00 y vamos caminando, total… queda bastante cerca.

El caso es que ella se marchó un rato después, cuando acabamos de charlar, me fui a mi habitación, y comencé a pintar en la pared. Cuando miré la hora en el despertador me quedé bastante asombrada, ¡Eran las 22:00!

Me quedé mirando al armario sin saber bien lo que me pondría, y al final me decidí por un vestido blanco a flores con la espalda descubierta, una chaqueta vaquera y unas sandalias color crema. Lo dejé todo encima de la cama, cogí el albornoz y me metí en la ducha. Diez minutos despues salí de la ducha, bastante relajada, por cierto, y me metí en mi habitación de nuevo. Entre una cosa y la otra se hicieron las 22.25 y yo aún me tenía que vestir. Comencé por el vestido y después las sandalias, pero no sabía si llevar la chaqueta. ¡No sabéis el calor que tenía! Pero al final decidí que la llevaría, por si acaso. Luego fui al baño y después de peinarme y secarme el pelo, me lo ricé. Sorprendentemente el tiempo me llegó y salí del baño las 22.55. Cogí el bolso y la chaqueta, y bajé de nuevo al salón, donde esperaría. Justo cuando me iba a sentar sonó el timbre, y ahí recorde que si algo caracteriza a Lorena es su puntualidad, asique salí y nos marchamos caminando.

-¿Estás segura de que sabes dónde es la casa de ese tal Rodrigo?

-Si, me lo ha explicado Emma

-Bueno, ¿Al final, que le has dicho a Marcos?

-Que quedamos como amigos. Tenías razón, si le digo que si, será un paso atrás en mi vida que no estoy dispuesta a dar

-Asi me gusta-Dije yo sonriendo-Cambiando de tema, ¿Tu conoces a ese tal Rodrigo?

-Si, venía conmigo a clases de inglés. Es guapísimo, ¡Tiene los ojos verdes y una sonrisa que te vuelve loca!

La verdad es que esa descripción me sonaba bastante. Pero no podía ser el chico del autobus. Hay miles de millones de chicos con los ojos verdes y sonrisa bonita.

-Ya estamos llegando. Es esa casa de piedra

-¡Carai! ¡Es enorme!

-Lo sé. Sus padres están de viaje y por eso hace la fiesta. Están forrados

Yo no sabía que decir, por lo tanto me quedé callada. Esa observación me había recordado al divorcio de mis padres.

Cuando llegamos, el portal de su casa estaba abierto y entramos. El jardín era enorme. A nuestra derecha había unos sauces llorones preciosos y a nuestra izquierda había una piscina acompañada de diez tumbonas para tomar el sol. Cuando nos estábamos acercando a la puerta de entrada apareció Emma acompañada de Rodrigo. ¡No me lo podía creer! ¡Era el chico del autobús!

-Hola-Dijo él mirándome sonriente

-Hola-Contesté yo bastante tímida

-¿Qué tal?

-Bien, ¿tu?
-También

Cuando quise darme cuenta, Emma y Lorena se estaban marchando para dejarnos solos.

-Veo que te han dejado sola

-Si… bueno… ya sabes cómo son

-¿Quieres que vayamos a dar una vuelta por el jardín?

-Vale

Cuando comenzamos a caminar, a pesar de que estaba nerviosa, me atreví a hacerle la pregunta que me llevaba haciendo todos estos días.

-¿Por qué siempre que te sientas en el autobús te quedas mirándome?

-¿No debería hacerlo?

-No se, es que me incomodas bastante, si te digo la verdad

-Lo sé

-¿Y lo sigues haciendo a pesar de saberlo?

-Si

-¿Por qué?

-Porque no estoy acostumbrado a ver chicas tan guapas como tu

-Estás hecho un metefichas en toda regla, eh

-¿Ah si?

-Si

Tuve la mala suerte de que estábamos pasando por al lado de la piscina y me empujó y me caí al agua

-¿Sigo siendo un metefichas?

-No, ahora eres un subnormal y un capullo. ¡Traeme una toalla!

-Tienes ahí

Cuando salí del agua miré a donde señalaba y ciertamente había cinco toallas apiladas encima de una tumbona. Cogí una y me sequé, tenía la ropa chorreando, asi que tiré la toalla y me dirigí de nuevo al portal para marcharme a casa. No había sido buena idea ir a esa fiesta. Antes de salir miré hacia atrás y él me seguía mirando, sin siquiera molestarse en detenerme o en que le perdonara.

Cuando llegue a casa eran las 12.30, me metí en mi habitación y después de ducharme y ponerme el pijama, me metí en cama y empecé a llorar. No se que había sido peor, si el remedio o la enfermedad. Solo sé que me quedé dormida bastante rápido.

CAPÍTULO 5

-Buenos días

-Buenos días cielo, ¿Cómo estás?

-Bien

-¿A qué hora tienes que ir hoy a ver al psicólogo?

-A las 10, asique aun tengo dos horas

-¿Cómo se llama?

-Carlos. ¿Cómo te dirigiste a él cuando lo llamaste para pedirme cita si ni siquiera sabes cómo se llama?

-No me hizo falta decir su nombre por la conversación telefónica

Cuando me terminé de preparar el desayuno me senté en la cocina y encendí la televisión para ver las noticias.

-Un hombre de 30 años ha resultado herido a noche en una fiesta en una pequeña aldea de las afueras de Madrid, por culpa de una pelea. El jóven se llama Carlos y ha sido agredido por dos personas que estaban bajo los efectos del alcohol. El jóven continúa en la Unidad de Cuidados Intensivos aunque los médicos no temen por su vida, por lo tanto, en unos instantes será trasladado al hospital.

Sus nombres no me sonaban, pero cuando aparecieron las imágenes de la casa… ¡Oh dios mio! ¡Era la casa de Rodrigo! Menos mal que pasó lo que pasó y me fui temprano de la fiesta, no quería tener nada que ver con eso.

Cuando me fijé en el móvil, tenía un montón de mensajes de Lorena y Emma, en los que me preguntaban dónde estaba y me contaban lo que estaba ocurriendo, les iba a contestar cuando me fijé en la hora. Eran las 11.25, tenía que coger el autobus que pasaba a las 11.30, asique me apuré y salí de casa.

Cuando me subí al autobús, me senté en el mismo sitio que los días anteriores, y de nuevo, cinco paradas después subió Rodrigo, pero éste, al verme, en lugar de sentarse en su sitio se sentó a mi lado.

-¿Qué haces?-Pregunté yo enfadada

-Lo mismo que tu, coger el autobus-Contesta él con tono burlón

Cogí el móvil, mis auriculares y comencé a escuchar música como si yo no supiera que él continuaba mirándome.

-¿Estás enfadada?

-Si me hablas cuando estoy escuchando música, no te escucho-Dije yo quitándome los auriculares

-¿Estás enfadada?-Repite él

-Como para no estarlo-Contesté yo molesta por su pregunta

-No deberías estarlo. Te salvé de tener que ver la pelea que hubo

-Ni que supieras que iba a haber una pelea

-Es lo que suele pasar en ese tipo de fiestas, ¿no?

Tenía razón, pero no estaba dispuesta a admitírselo. Entre una cosa y la otra llegamos a mi parada y tuve que bajar del autobús. En cuanto lo hice recibí un whatsapp que decía:

Deberías decirle a Emma que no le dé tu número a todo el mundo. La verdad es que siento curiosidad por saber a dónde vas siempre a la misma hora, asique yo que tu me daría la vuelta un momento para ver a quién tienes detrás.

En cuanto me giré lo vi a tan solo dos metros de mi.

-¿Qué haces? ¿Ahora tambien te dedicas a perseguirme?

-Tal vez

Cuando llegué al portal y llamé, el continuaba a mi lado

-Asique al psicólogo, eh

-¿Acaso te importa?

-Para nada. Es cosa tuya. Pero ya me quedo conforme sabiendo a dónde vas cada día

-Me alegro por ti

-Espero que le hables de mi

-Claro que no le hablo de ti. Dios, ¿por qué tardará tanto en abrir?

Quise comprobar la hora en mi móvil y cuando lo encendí vi un whatsapp de mi madre que decía:

Carlos me ha llamado hace dos minutos diciendo que está en el hospital por una pelea que ha habido ayer en una fiesta, y que no va a poder atenderte

-Joder-Protesté volviendo hacia la parada de autobús

-¿Qué pasa?

-Que mi psicólogo se peleó ayer en tu fiesta y ahora está en el hospital

-Vaya, que pena, vas a tener que desahogarte conmigo

-Ni de broma

-Venga, para que se te pase el enfado te acompaño a tu casa

Como teníamos tiempo suficiente decidimos ir caminando. No me agradaba mucho la idea de que supiera dónde vivo, pero sabía que no podría detenerlo.

-¿Está muy lejos tu casa?

-Bastante, pero nadie te obliga a venir, si quieres puedes irte

-Gracias por tu oferta, pero a pesar de tu hostilidad, pienso quedarme

-Como quieras

-Bueno, ¿Cuánto hace que vienes al psicólogo?

-Desde la primera vez que nos vimos en el autobús

-¿Y qué le cuentas?

-No le hablo de ti, no te preocupes

-¿Pero por qué vas?

-Mis padres se acaban de divorciar y me está ayudando a superarlo

-Los míos tambien se ha divorciado, pero hace tiempo

-Es duro

-Si, pero a mi no me hizo falta ir al psicólogo. Bueno, cambiando de tema, ibas muy guapa ayer

-¿Antes o después de que me mojaras?

-Era una venganza por tu comentario

-Pues podías enfadarte, pero tirarme a la piscina no creo que sea lo más normal que se hace en estos casos

Continuamos caminando y discutiendo el por qué me había tirado a la piscina hasta que llegamos a mi casa

-Asique…¿Esta es tu casa?

-Si

-Muy bonita

-No tanto como la tuya. Bueno, hasta mañana

-¿No me invitas a entrar?

-Pues claro que no. Hasta mañana

Cuando entré en casa y cerré la puerta, sonreí sin motivo aparente, aunque la sonrisa se desvaneció cuando vi a mi madre

-¿Cómo está Carlos?

-No he vuelto a hablar con él

-¿Has venido sola?

-No. He venido con un amigo, bueno, conocido

-¿Era tu novio?

-No, mamá, no. No tengo novio

-Pues es guapo, haríais buena pareja

-Lo dudo

Dejé las llaves en el mueble que está al lado de la puerta y subí a mi habitación. Encendí la música y me iba a disponer a dibujar cuando me sonó el móvil. Era él. ¡Acabábamos de despedirnos y ya me estaba llamando!

-¿Qué?-Contesté yo con tono cortante

-Hace 5 minutos parecías más maja

-Perdona, esque tenía todo preparado para dibujar y cuando iba a hacerlo me has llamado

-Lo siento

-¿Qué pasa? ¿Ya me estás echando de menos?

-Jaja, que graciosa ¿Te apetece que quedemos esta noche?

-Ves como me echabas de menos… Pero me viene mal

-¿Por qué?

-Tengo una cita con la almohada

-Que graciosa, ¿Quedamos o no?

-No. Como mucho, si quieres, mañana te dejo que me acompañes a ver a mi psicólogo al hospital

-Bueno, algo es algo, ¿A qué hora?

-Delante de la puerta de mi casa a las 10.00

¿Qué acababa de pasar? ¿Acababa de quedar con él? ¿Por qué tendría que haber dicho yo eso? Bueno, ya estaba hecho. Ya no había vuelta atrás. Encendí la música de nuevo y me puse a dibujar.

CAPÍTULO 6

Al dia siguiente me sonó la alarma a las 7.00 para ir a correr, y tras apagar la alarma decidí cerrar un momento los ojos, y cuando los volví a abrir, estaba Rodrigo de pie delante de mi cama mirando mi dibujo.

-¿Qué estás haciendo aquí?

-Me dejó entrar tu madre

-Pero si habíamos quedado a las 10.00

-Mira el reloj, anda

Cuando miré el reloj, eran las 11.00. ¡Pero si solo había cerrado los ojos un momentito!

-Estás hecha una dormilona, eh

-Cállate

Cuando me levanté de la cama y me dirigí al armario para elegir la ropa que me pondría, Rodrigo me siguió con la mirada, pero fingí que no me daba cuenta y seguí mirando que era lo que me podría poner.

Me decidí por unos vaqueros, una blusa y unas converse.

Cogimos el autobus en dirección al hospital. Durante el trayecto en autobus, estuvimos hablando durante todo el camino.

Al llegar, preguntamos por la habitación y fuimos a verlo.

-Tu espera fuera-le dije yo

-¿Y yo por qué?-replicó él

-Porque a ti no te conoce

-Pero me voy a aburrir

-Se siente…

Cuando entré, tenía una pierna escayolada. Estaba sentado comiendo y viendo la televisión. Se llevó una gran sorpresa cuando me vió.

-Hola, venía a ver como estabas-Le dije yo bastante cortada

-Hola. Pues la verdad es que bastante bien, aunque me fastidia bastante lo de la pierna. Es un detalle que vinieras a verme-Me contestó él entablando conversación.

Estuve allí con él media hora charlando, cuando entró Rodrigo.

-¿Te queda mucho?-Me dijo él. Se notaba que estaba harto de estar allí esperando.

-No, ya salgo-Contesté

-Está bien…-Dijo Rodrigo cerrando la puerta

-Bueno, me voy a tener que marchar. Ha estado bien verte. Mejórate-Le dije yo dirigiéndome a él

-Muchas gracias. Te mandaré un mensaje cuando me reincorpore en el trabajo.

Cuando salí, estaba Rodrigo apoyado en la pared mirando el móvil. Estaba hablando por whatsapp con “Cielo”. ¿Por qué le tendría este nombre? ¿Quién sería?. No sabía por qué pero eso me había fastidiado mucho.

-Vámonos-Le dije yo

-¿A dónde vamos?

-Yo a mi casa y supongo que tu a la tuya

-Venga ya. Vamos a comer a un restaurante. Yo te invito

-Bueno… si invitas tu…

Una vez en el restaurante, nos trajeron la carta y madre mía ¡Era un atraco a mano armada! Pero pagaba el asique… si me llevó allí supongo que sería consciente de los precios que había.

Total, que me pedí unos chipirones fritos con patatas también fritas, y el se pidió churrasco.

Mientras comíamos, charlábamos.

-¿Y tu a donde vas siempre que vas en autobus?- Pregunté yo

-Voy a ver a mi abuela. Hace poco más de un año se murió mi abuelo y voy a hacerle compañía -Contestó el

-Lo siento…-Dije yo afectada sabiendo que había metido la pata

-No importa

-¿Cuantos años tienes?- Dije yo intrigada

-Vamos, que estás aceptando la cita de un tío que ni siquiera sabes la edad que tiene. Eso no se debe hacer. ¿No te lo dijeron cuando eras pequeña?

-Que idiota eres. Ni siquiera sabía que esto era una cita… si lo llego a saber, ¡a lo mejor te digo que no!

-Claro que es una cita. Quieres que parezca que vienes para hacerme un favor para hacerte la dura, pero yo engancho eh

-¿Piensas contestar a mi pregunta?

-Tengo 18 años. ¿Y tu?

-Yo cumplo los 17 dentro de 2 meses. ¿ Y cómo es que vas en bus? ¿No tienes carnet de conducir?

-Si que tengo, pero tuve un accidente de coche hace 2 meses y el coche quedó hecho un desastre asique ahora que elegí que coche quiero, estoy esperando a que me lo traigan de Alemania. Hasta entonces me tengo que mover en autobus

-Entiendo

Cuando acabamos de comer, el pagó y me acompañó hasta casa. Cuando llegamos eran ya las 19.00. Y me sorprendió que no me dijera nada de quedar ni me llamara más tarde para hablar conmigo. La verdad, no sabría decir si me sorprendió o me disgustó.

¡No me podía gustar aquel chico! Es el típico chico creído que va de flor en flor y que solo sale con tías barbie. El típico que está contigo hasta que os acostais y luego te deja con el corazón hecho pedazos y desaparece. Seguro que es así con todas las tías y no podía dejar que me sedujera a mi también. Pero ¿Cómo no me iba a gustar? Si era guapo, era amable y agradable, era divertido y ocurrente, era caballeroso y descarado, era atento y observador, era curioso y se preocupaba por mi. Y esos ojos… por favor. Creo que si me concentro mirándolos puedo ver el mismísimo firmamento. ¿Cómo no me iba a gustar si tenía todo lo que a mi me gustaba en un chico?

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS