Es impresionante como todo pasa en cuestión de segundos. La decisión de acelerar, girar el timón a la izquierda que concluyen en el momento donde chocas a un taxi. En un segundo, asimilar que todo fue tu culpa. En esos momentos determinantes donde la vida parece ser grabada en cámara lenta y el recuerdo inmortal se graba de la misma manera nuestras cabezas. Aquel momento en el que giro la cabeza y veo el taxista y la abuela, que iban adentro del carro, articulando sus caras, manifestando su ira hacia mi. Yo no escuchaba ni un sonido, solo un silencio rotundo que pasaba por mis odios. En este momento puedo decir que presencié lo que es el miedo y estar en shock. Mi cuerpo estaba paralizado, sentía que mi corazón no paraba de palpitar. Apague el carro y empecé a buscar mi celular. Mis manos temblaban y apenas podía agarrar mi celular que saltaba en la palma de mi mano. Puse la huella en el iphone y automáticamente busqué el numero de mi mamá en mis contactos. La llame impaciente. Mi mamá no contestaba, solo escuchaba seguidamente un pito que me desesperaba aún más. Después de unos segundos en espera, mi mama contestó con una voz acelerada, como si su sexto sentido de madre supiera que su hija estaba en una situación inesperada. Lo único que le respondí fue : “Ma, me choque. Estoy bien”. Ella con voz angustiosa me dijo: ”Dani ya voy para allá, ¿Estás bien? , ¿Qué paso ? , ¿Dónde estas?”. En ese momento, mi voz empezó a temblar y mi garganta retenía las ansias de llorar. Con valentía le respondí a mi mamá: “No pasó nada Ma, estoy al lado del retorno, ven porfavor”. No sabía que hacer… apenas ocurrió el choque, mi cabeza solo recordó absolutamente todo lo que había pasado anteriormente. Me acorde de manera perfecta como fue el orden de los sucesos de mi hora previa al acontecimiento y el trayecto hasta el punto consecuente.
Cada pensamiento que pasa por nuestra cabeza y que se convierte en una decisión, es determinante para nuestras vidas. El día de hoy iba a ir a la universidad. A las 12:19 del día, la hora del choque, hubiera estado sentada en el salón de clase de desarrollo hablando con Mario sobre el vídeo. A las 10 de la mañana, cuando me levante, Manuela me escribió: “No vengas a la universidad, yo hablo con Mario” y unos minutos después Mario nos mando un mail cancelando la clase del día de hoy. El espacio y el tiempo están completamente entrelazados y son los determinantes a la hora de reportar un episodio. A esa misma hora podía estar pasando cualquier barbaridad al igual que podía estar pasando el acto más insignificante en cualquier parte del mundo, pero a esa misma hora y en ese mismo lugar, estaba yo en la mitad de la séptima chocando un taxi. Quien iba a saber que en ese mismísimo instante y lugar iba a ocurrir un choque y que yo iba a ser la protagonista. Nosotros creemos que tenemos todo perfectamente calculado, yo creía tener mi día acertadamente planeado, pero no es así. La decisiones de las personas pueden alterar cada suceso próximo por ocurrir. Devolviéndome a mi mañana del día 15 de noviembre de 2017, mi Abi me llamó. Hace unos días, ella había tratado de ingresar a App Store para actualizar su Whats App y en ese orden de ideas, la aplicación le pidió a mi abuela que escribiera su clave pero ella no la sabía. Intentó repetidamente ingresar una clave incorrecta que le bloqueó su usuario, impidiéndole usar Whats App por unos días. La semana anterior, yo había estado en su casa tratando de recuperar su contraseña y App Store le mando un mensaje diciendo: “En 5 días recibirá instrucciones para recuperar su contraseña”. Ese día habíamos acordado con Abi, que el día que le llegara el mensaje nos íbamos a encontrar para seguir con nuestra misión. El día esperado, fue hoy, 15 de noviembre. En este día y retomando la llamada mañanera, mi Abi me dijo: “Dani, me llego el mensaje, ven a almorzar a mi casa a las 12 de día”. Mi día se fue ordenando para salir en el carro e ir a ayudar a mi Abi. ¿Quién iba a creer que el mensaje recibido gracias a una aplicación, sería un factor decisivo, que influiría en el rumbo de mi día? Y que por lo tanto, ¿culminaría en un accidente automovilístico?. ¿Las decisiones que tomamos son cómplices y determinantes de crímenes intrascendentes guiados por el destino?
Se preguntarán… ¿Por qué si Daniela tenía que estar a las 12 del día almorzando con su abuela, estaba a las 12:19 en la séptima, implicada en un choque?. Cada minuto, cada segundo es elemental y no se puede subestimar. Pues la respuesta a esta pregunta nos vuelve a dirigir a las decisiones que tomamos y que influyen en nuestra eventualidad. Mi mamá antes de salir me dijo: “Dani por favor saca a Pacho antes de que te vayas a donde Abi”. A las 12 del día no estaba llegando a donde mi abuela como se estaba programado, sino que estaba sacando a mi perro en el parque de mi conjunto. A esa misma hora, yo debía estar en otro espacio comiendo la sopa de abuela, pero no, a esa misma hora estaba haciéndome cargo de Pacho, y quizás en ese mismo instante, el taxista estaba recogiendo a la abuela, que no esperaba que una joven iba a chocar próximamente el taxi donde estaba montada. Después de sacar a Pacho, cogí las llaves del carro, me despedí de mi mamá mientras hacía el almuerzo, y baje. Pero vale aclarar que antes de bajar le di un beso en la mejilla y le dije: “Mamá te amo, te escribo cuando llegue donde Abi”. Repito esto, porque me concierna que cada minuto es indispensable y no podemos desperdiciar ningún instante que podemos arrepentirnos en un futuro. Por eso saliéndome del tema por un momento, aprovecho para escribir que es importante decirle «Te amo» o al menos demostrar lo que sentimos a nuestra mamá, familiar, conocido, lo que sea, porque uno no sabe cual es nuestro último momento de vida.
Tal vez este escrito confunde un simple choque con un accidente exorbitante. Pero es el momento que aprovecho para reflexionar otra vez sobre la vida, en este caso, sobre el tiempo y el espacio. Volviendo a el hilo concluyente de la historia, baje hacia el carro. Lo encendí y me despedí de la nueva portera, que en mi próximo escrito prometo escribir su nombre , porque en el momento no lo tengo presente. Avance y cogí la 134. Me acuerdo de cada momento, me acuerdo de la camioneta Nissan que me dejo pasar en el cruce para seguir por la 134 hacia la séptima en vez de coger la novena. Seguí derecho y vi el semáforo en el cual tenía que voltear a la derecha. El tiempo iba corriendo y se acercaba cada vez más al momento definitivo. De decisiones.. de decisiones se basa la vida! En ese instante, el semáforo se puso en verde, pero por mi mente paso el pensamiento de que habían muchos carros y opté por tomar un atajo. Antes del semáforo y después de la clínica del bosque, voltee a la derecha. Estaba muy concentrada en escoger la salida indicada para coger la séptima nuevamente, porque casi siempre que cogía ese atajo me pasaba y tenía que hacer una vuelta pendeja. Por fin, voltee a la izquierda y observe a la lejanía la séptima. Minutos determinantes antes del choque, un señor atravesó la calle, obligándome a frenar un poco. Llegue a la esquina de la calle, iba completamente concentrada en lo que estaba haciendo, tan concentrada que mi cuerpo actuaba de manera automática. Metí el clutch junto con el freno para frenar y mirar si venían otros carros. Tenía que cruzar tres carriles de manera concisa para alcanzar a llegar al retorno. Aquel retorno que mi mamá siempre me había dicho: “Toca tenerle cuidado”. Pues en ésas, puse las luces direccionales y giré el timón a la izquierda. Logré pasar el primer carril y nuevamente mire el espejo retrovisor, pero mi punto ciego no me dejo ver que venía un taxi detrás mío. Seguí avanzando mientras observaba el cruce. Aquel cruce que creía que en el minuto 19 estaría volteando en dirección a donde mi abi, pero esa planeación que tenía en la cabeza, se vió alterada. El momento que estaba previsto para ocurrir en el mismo minuto 19, pero en un espacio diferente al que se encontraba el taxi rodando por la séptima. Estaba a tan solo unos cuantos metros del retorno y mi carro chocó a aquel taxi que llevaba a la abuela en su interior. Ese mismo instante en el que mi mente asimiló que había un taxi, aquel momento en el que el taxi fantasma que no ví, se levantó en dos llantas y volvió a caer sobre él piso. Claro, en ese momento mi pié apretó el clutch y el freno. En ese mismo instante me sentía en un sueño, sentía que lo que estaba ocurriendo no era una realidad. Ese momento se vió atolondrado por un silencio, que al mismo tiempo era tan fuerte, que opaco cualquier acontecimiento que estaba ocurriendo en el momento. Es contradictorio porque el silencio es uno solo, pero yo lo describo como “fuerte” porque así fue. Fue tan fuerte y tan silencioso que colapsó mis oídos impidiendo que entrara cualquier sonido del exterior. Volviendo al momento del choque, donde vi todo en cámara lenta y recordé cada momento que escribí anteriormente, solo pensé en que mis decisiones, las del taxista y las de la abuela, se vieron encontradas en el mismo espacio al mismo tiempo, concluyendo en un acontecimiento que no fue grave, pero que fue determinante para mi escrito de hoy. En ese momento puse las luces de parqueo, llame a mi mamá y esperé. El policía llegó, me pidió los papeles del carro, mis documentos personales y me preguntó si me quería bajar del vehículo. De esa manera me bajé. Me acerqué donde el taxista, le pedí perdón, (Aunque él también haya fomentado el accidente, pero que no hablaré de eso porque el fin de este relato no es justificar el choque) y pedí acercarme a la abuela asustada. Esa abuela podía haber sido mi Assi. Esa abuela también había podido haber sido mi Abi, que en ese momento, estaba esperándome en casa para darme el almuerzo. Me le acerqué y la miré a los ojos pidiéndole perdón. La cogí de la mano y le ofrecí mi ayuda, pues le dolía la cabeza, sería por el susto. La abuela decidió coger otro taxi y huir del acontecimiento. Mi mamá llego, hablamos con el taxista y se acordó en pagarle lo correspondido con el choque..
Acá se acaba la historia. No es importante contar mas detalles sobre la culminación del choque ni la negociación con el taxista. Nada va a cambiar el hecho del minúsculo accidente. Lo que quería dejar hoy plasmado en mi celular, es que todos los días están llenos de sorpresas. Sorpresas buenas y malas, sorpresas que se convierten en aprendizajes. Sorpresas me refiero a acontecimientos no esperados ni planeados por nosotros mismos. Apenas me levanté, creí que mi día iba a ser completamente diferente a lo que de verdad fue. En las opciones establecidas en mi cabeza, nunca incluían un accidente de por medio. Pero así fue, ocurrió. Estos son los eventos que me hacen reflexionar y preguntarme por el destino. ¿Será que todo está destinado a ser?o ¿Será que las decisiones que tomamos direccionan nuestro camino de vida? O tal vez, ¿Las decisiones que tomamos, ya están planeadas?. Lo que se, es que cada cosa que se presenta en nuestra vida, llega a la misma por algo. Cada día aprendemos de nuestras decisiones y de las los demás.
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