Nunca quise ser un pendejo.

Nunca quise ser un pendejo.

A 27 de octubre del 2017

Para Ella:

Nunca quise ser un pendejo, pero termine siéndolo donde menos lo esperaba.

Me enamoré. Tan sencillo como un faje, una noche de copas. Tan sencillo que bastó con sentir su cuerpo y escuchar sus gemidos al compás de sus jadeos y la elevación de su temperatura.

Así de pendejo, encontrando amor donde solo lujuria y hambre libidinal albergaba aquella belleza de mujer; emocionado como un niño, convencido de la irrealidad de sus besos y sus caricias placenteras.

Vivía un sueño, donde nada existía aun; mi ego varonil y machista luchaba para convencerme de que solo poseía la necesidad de tenerla entre mis brazos y llenarla de placer como aquella noche, pero esas ganas de soñar con una historia a su lado siempre estuvieron tatuadas inconscientemente en mi verdadero yo.

Solo un beso más bastó, un beso que inyecto la fuerza necesaria para luchar por ella, tenerla cerca tan sólo una vez más fue suficiente para romper mis resistencias y darme cuenta que mis intenciones totalmente carnales, sólo eran creencias irracionales que me obligaba a adoptar, estas se diluyeron en milésimas de segundo e impidieron la satisfacción inmediata, abriendo paso a un sueño que aún no termina. Fui un pendejo en soñar antes, en querer antes, en amar antes, en desear antes, en llorar antes, en confiar antes, fui un pendejo incluso en hacerlo aún mucho después.

Pendejo, pero sin esperar compasión, apoyo, ni cariño; recibí eso y mucho más. Recibí inteligencia, compañía, felicidad, fortaleza, lágrimas, caricias, sexo, sudor, placer, adrenalina, sueños, historias, planes, diversión, satisfacción, conocimiento de mí mismo, crecimiento y confianza. Pero también obtuve enojos, tristezas, celos, vergüenzas, llantos, desilusiones; recibí todo, sin si quiera saber qué es lo que pudo o quiso brindarme.

Ahora es fácil comprender que solo recibí lo que yo mismo trasmitía, porque a decir verdad no tengo ni la más mínima idea de lo que ella pretendía dar. ¡Pendejo!, Si soy un pendejo que percibió amor cuando al inicio el único fin de su sueño era saciar sus necesidades sexuales. “Coger” le llamaba ella después, lo que nunca se percató es que cada vez que “cogíamos” yo pretendía hacerle el amor.

Gran cantidad de veces negué brindar placer, no quería dominar, tener fuerza, ni mucho menos parecer un animal solo con ganas de cubrir una necesidad. Mi sensibilidad y fragilidad lo impedían. Mi temor a que todo terminara imposibilitaba demostrar el amor que invadía mi alma, mi corazón y todo mi ser.

Pendejéz, soberbia, abnegación, narcisismo, egoísmo, miedo, rechazo a la machismo, a los animales que se hacían llamar hombres; tan rígidos y fríos que lo único que generaban en mi era asco y repulsión, entre otras muchas cosas negativas. Lo más complicado y doloroso es que carcomían mi identidad, impidiendo mantener en pie lo que comenzó aquella noche de copas, desvaneciendo el placer, el deseo, el amor, la confianza, que ella tenía en mi persona. Diluyendo esa historia que aunque tenga un futuro incierto, el deseo de que continúe una eternidad es inminente.

Un mártir lleno de sufrimientos, una persona sumisa, sutil, sentimental, altruista, emocional, delicada, empática, amorosa. Una persona relativamente buena que sufre por la indiferencia de una mujer sexual, distante, dominante, enormemente incapacitada para expresar tristeza llorando, alegría sonriendo, enojo golpeando, asco evadiendo, miedo huyendo e incluso amor cogiendo. Una mujer hostil, hiriente que jamás pudo valorar lo que un hombre bueno le entregó incondicionalmente.

Pareciera una manera injusta de amar, una tontería, una desvalorización, una falta de cariño y efectivamente así lo fue. Sentimientos negativos que hoy fueron posibles describir, sentimientos negativos que me hicieron desconfiar, sentimientos negativos que obligaron a discernir en mi personalidad. Pero que nunca han logrado evitar que tenga la certeza de que lo que siento por ella es amor. ¿Quién asegura que ella solo eso trasmitía? ¿Quién asegura que no era lo que yo estaba dispuesto a recibir? Nadie, absolutamente nadie. Ni si quiera nosotros sabemos con exactitud, pero las cosas han sido completamente perfectas para amarnos incondicionalmente hasta el día de hoy.

¿A quién le gusta el sufrimiento? Claro que a nadie le gusta sufrir, claro que a nadie le gusta llorar, claro que me lastimó, claro que en ocasiones me sentí un objeto inerte sin ninguna importancia. Pero es totalmente necesario para conocer lo que en realidad te conforma, lo que te hace crecer, lo que te hace ¡VIVIR!. No vivo una novela de televisión donde todo se encamina a la felicidad, amé su indiferencia, su poder, su desplazamiento e incluso esa manera de ignorar que estaba a su lado. Nada de esto quiere que decir que es algo que ella me brindó, sino algo que yo sembré cuando niño y que hoy coseche, algo que me angustiaba, y me atemorizaba la idea de que formara parte de mí.

Era mi responsabilidad, yo me encontraba lleno de sufrimiento, yo enterré mis emociones negativas, yo me encontré distante, dominante, controlador conmigo mismo, yo estaba enojado con los hombres traicioneros, yo repudiaba a los hombres que no aceptan el cariño incondicional y no se comportan de una manera madura. Obligado a rechazar mi masculinidad y por lo tanto a mí mismo; lo que dentro de mi estúpida, irracional e infantil manera de pensar parecía repudiable, generando un miedo ingobernable.

Tal vez, mal interpreto pero ahora confió en mí más que nunca, y creo que ese amor por la vida, altruismo, benevolencia, sensibilidad, cariño, empatía solo son características que ella posee y son reflejadas desde el fondo de su corazón trasmitiéndolas por medio de esa mirada tan sutil y seductora que deslumbra mi ser y enciende mi cuerpo, pidiéndome con gran necesidad que le haga el amor, aunque sus palabras solo emitan pensamientos puramente sexuales y expresen solamente las ganas de tenerme dentro para mojarse nuevamente, solamente por placer.

¿Miedo a no ser quien tiene que ser solo por amar? ¿Enojo a la posibilidad de sentir la necesidad de alguien? ¿Tristeza por no obtener lo que se da? Pudieran ser mil cosas que quisieran impedirle ilusionarse y entregarse de una manera soñadora, que sólo ella sabe y que le faltan por conocer al igual que a mí las propias. Pudiera que no pretenda conocerlas jamás y en algún momento tenga que irme de su vida, pudiera que conozca una manera más satisfactoria de conocerse y no será conmigo acompañándola o pudiéramos enfrentarlas uno al lado del otro y crecer simultáneamente.

Cualquier cosa es posible, ilusionarse y amar son cosas muy difíciles, porque a mayor intensidad en cualquiera de los dos aspectos, mayor será el miedo a la posibilidad de poder perderlos, pero desde mi perspectiva prefiero perder amando que amar cuando ya he perdido.

Esa manera tan perfecta, única y peculiar de amarnos logró abofetearme fuertemente para descubrir que no soy esa persona abnegada en busca de apoyo, amor y compañía. A través de ella conocí mi fuerza, dominancia, valentía, entereza, pasión sexual, deseo, agresividad, entre mil características más que forman parte de mi ser y que pretendía negarme a mí mismo.

No soy el mismo ahora. No pretendo victimizar, amar sin recibir, callar mis emociones, brindar apoyo si no estoy bien o no me apetece, enjaular mis celos, negar que necesito atención, cariño, apoyo, respeto, y sobre todo que necesito mi lugar. Porque el amor es un vaivén de emociones, pasiones, sueños, experiencias negativas o positivas, y en el momento que esto se termina podemos dar por muerta la relación y por lo tanto la fortaleza de dicha unión.

Ella fue y es la mujer perfecta para mí. No sé si aún quiera serlo después del cambio, no tengo idea si lo será en un futuro después de un camino aún más largo y complicado pero de lo que estoy totalmente seguro es que siempre ha sido justamente lo que necesito, que cualquier conducta, manera de ser, emoción negativa o positiva ayudó a complementar lo que transmito hoy en día y sobre todo, a construir este inmenso amor por cada aspecto que la conforma. Me ha hecho sufrir, reír, besar, acariciar, dudar, patalear, gritar, excitarme, jugar, ilusionarme, luchar, pero sobre todo me ha hecho AMARME y de esta manera permitió amarla completamente, como nunca pensé llegarlo a hacer.

Es verdad, no todo es color de rosa; existe un pasado, un presente y un futuro que pudieran atormentarnos y clausurar partes esenciales individualmente y como pareja, pero eso no necesariamente nos define, estamos definidos por lo que podríamos hacer con cualquiera de ellos. Somos cambiantes, en este momento he cambiado y no exijo ningún cambio de su parte, porqué en caso de ya no ser lo que ella espera o viceversa, podré retirarme con la satisfacción de que la amo incondicionalmente y ahora creo saber, lo que es valorar algunas cosas que al principio es imposible comprender, pero que después del combate es posible gritar con certeza que lo que siento es amor de verdad.

Hoy te ama para toda la vida, pero con toda la libertad.

Él

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