El reloj marcaba las 8 de la tarde y en casa de los Miau comenzaba la rutina para ir a dormir.
¡Niños!, apaguen la tv.
¡Niños!, a bañarse.
¡Niños!, a lavarse los dientes.
¡Niños!, a ponerse pijama.
Mamamiau ya había empezado con su cantaleta de todos los días. Gogomiau se acostó muy enojado y refunfuñaba
¿Por qué nos habrá tocado una mamá tan mandona?
¡Lo único que hace es mandar y mandar a todos todo el día!
Esa noche Mamamiau dejó la ventana un poquito abierta para que entrara aire porque hacía mucho calor y se fue a dormir. De repente Gogomiau sintió un ruido que lo despertó, vio una sombra pasar por los pies de su cama, miró y vio unas manchas en el suelo como de pisadas sucias, pero pensó que tenía los ojos aún pegados por el sueño. Cuando estaba a punto de dormir sintió que sus sábanas se corrían de la cama, se enderezó para verlas y no estaban por ningún lado, pensó que quizás Bebemiau le estaba jugando una broma, miró abajo del camarote y vio que Bebemiau dormía profundamente. Se fue a la pieza de los papás y les preguntó si podía dormir con ellos porque sus sábanas se habían perdido y tenía frío. Mamamiau le dijo que no buscara excusas para pasarse a su cama, buscó sabanas nuevas y lo mandó de regreso a su habitación.
Gogomiau estaba un poco asustado, intentó dormir de nuevo, cuando de repente y sin previo aviso, un vamviro muy espeluznante se le apareció ¡wuaaa!, gritó desesperadamente, despertando a Bebemiau que también salió corriendo sin saber por qué y ambos fueron a despertar a los papás.
¡Papá! – dijo Mamamiau con voz de sueño – ¡ahora te toca a ti ir con ellos!
Papamiau se levantó y acompañó a los niños a su habitación, como estaba tan cansado se quedó dormido en la cama de Bebemiau, de pronto sintió que alguien respiraba sobre su cuello con muy mal aliento, se dio vuelta despacito, abrió sus ojos y vio unos colmillos que le querían morder ¡Era verdad, había un vamviro muy tenebroso! ¡wuaaa!, gritó, dio un salto, agarró la raqueta de tenis y comenzó a darle de raquetazos, pero no podía alcanzarlo, el vamviro era muy rápido, intentó espantarlo con ajo que fue a buscar a la cocina, le tiró un vaso de agua, le lanzó sus mejores patadas de karate y combos de boxeo, pero nada funcionaba, así es que arrancó con los niños.
Mamamiau se despertó malhumorada ¡era muy tarde y aun no podía descansar!
- ¿Pero qué es lo que pasa ahora Papamiau, tú también tienes pesadillas? Preguntó.
- ¡No es una pesadilla!, dijeron los tres al unísono ¡Hay un vamviro de verdad que no nos deja dormir!
Mamamiau se levantó y fueron los cuatro al dormitorio de los niños en busca del famoso vamviro. Cuando entró a la pieza vio que estaba todo desordenado y sucio, indignada comenzó a ordenar, cuando repentinamente, se le apareció el vamviro tratando de asustarla para que cayera desmayada, pero Mamamiau estaba tan cansada y enojada que al verlo se puso a retarlo fuertemente.
¡Así es que tú eres el responsable de todo este caos!
¡Cómo se te ocurre asustar a unos niños tan pequeños, acaso tus padres no te enseñaron modales!
¡Además estás todo sucio y hueles muy mal!
El vamviro estaba muy confundido, aunque le ponía sus caras más feas y terroríficas lo único que conseguía era que lo retaran más.
¡Mira esas manos asquerosas y tus pies huelen muy mal, te hace falta un buen baño!
¡También deberías cepillar tus dientes!
¡Vas a ordenar todo este desastre que armaste!
¡Limpia el piso!
¡Busca las sábanas que escondiste!
¡Haz la cama!
Y seguía y seguía dándole órdenes.
El vamviro estaba aterrado y pensó ¡que mamá más mandona! pero no se atrevía a discutirle, calladito hacia todo lo que Mamamiau le decía. Los niños y Papamiau aunque seguían asustados no podían aguantar la risa. Al final el pobre vamviro terminó exhausto y le prometió a Mamamiau que nunca más volvería a asustar a las personas y arrancó volando por la ventana lo más rápido que pudo.
Desde ese día los vamviros nunca más volvieron a molestar a las personas, porque de solo pensar que se pueden encontrar con una mamá se enferman del susto.
Gogomiau pensó que quizás era bueno que su mamá fuera tan mandona.
Fin
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