I. Un día sin zapatos.

I. Un día sin zapatos.

Martin Debi

18/07/2020

Una cálida mañana de verano en la ciudad de Temuco, al sur de Chile, Norberto se despierta, toma fuerzas y sale de la cama; en ese momento descubre que sus pantuflas no estaban al pie de su cama como cada mañana. Pensando al respecto busca su calzado por la pieza pero no lo encuentra; al abrir el aparador descubre que ninguno de sus zapatos estaba allí. Ya nervioso baja al living, en sus soquetes; todo estaba en orden, solo faltaban sus calzados.

Lo primero que pensó es en un robo, algo peculiar, pero robo al fin. Sale al frente de su hogar por el diario y ve algunos vecinos hablando preocupados, saluda, se acerca, y sí, a todos les faltaban sus zapatos; las ojotas no estaban, tampoco los botines de fútbol, pantuflas, tacones de mujer, ninguno de ellos. Todo un vecindario sin calzados; jóvenes, niñas, ancianos, todos descalzos buscando una explicación al respecto, buscando en las plazas, basureros, por todos lados el paradero de los desaparecidos calzados. El cemento quemaba sus pies, la tierra se metía entre sus dedos, el pasto hacia lo mismo. Después de algunas horas, el misterioso suceso es divulgado y lo que parecía un pequeño robo o una buena broma de verano afectaba a todo Temuco; miles de personas descalzas. Los grupos de búsqueda se turnaban.

Ya cerca del anochecer se oye un contundente ruido, al parecer provenía detrás del Museo de Araucanía. El sonido parecía un golpe, al acercarse cada vez más el ruido es nítido; golpes de tacones, sonidos de cueros contra el cemento. Al poder ver la escena de cerca la multitud se queda perpleja. Eran los zapatos, los de todo el pueblo, juntos, unidos; sí, las ojotas, los buscados botines de los niños, los tacones elegantes de las damas temuquenses, todos unidos mirando hacia la gente y golpeando sus tacos contra el suelo.

Pocos segundos después, mientras los habitantes miraban boquiabiertos, sobre una tarima una gran bota negra se acerca a un estrado construido al centro del escenario, encara el micrófono y dice:

“Mujeres y hombres, niñas y niños, sé que deben tener muchas preguntas pero al terminar de escuchar estas breves palabras todas ellas no tendrán importancia. Se preguntarán qué sucede aquí, por qué hacemos esto, cómo, etc. Esta peculiar rebelión tiene una causa muy justificada, que los integra de manera principal. Desde hace eones nos han utilizado para protegerse, por moda, por comodidad. Pero se han olvidado, han perdido algo. Deben reflexionar sobre lo que hoy ha pasado, la causa principal de esta movilización es que por algunas horas nosotros queremos que ustedes pongan de una vez por todas los pies sobre la Tierra”.





Esta bella historia nace, y luego es redactada, a partir de un cuento narrado a mí por un viajero colombiano vía oral en un sencillo hostel de Bariloche, Argentina. Mediante este humilde escrito agradezco a ese joven por hacerme reflexionar cada vez que recuerdo esos minutos del relato.

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