El oso de alborozo

El oso de alborozo

Luis Angel

11/11/2017

El oso de alborozo

Joaquín el oso de alborozo, quien era su dueño y le decían así por ser feliz y gozoso, era un oso travieso y preguntón; les preguntaba a los demás peluches -¿Por qué tenemos que ser osos de alborozo?, ¿no podemos ser osos libres como los que vi en la televisión?; y entonces, los demás peluches se le rieron por montones a él, a el oso Joaquín. –Pero que idiotin eres tu Joaquín- dijo el otro oso felposo, -acaso no te has dado cuenta de que no somos osos reales, somos osos de felpa, de corazón plástico, y de tripas algodón, jamás seremos libres como los de la televisión. Que desgracia causo en Joaquín oír esas palabras, que él no quería entender, se negaba a que tal especulación fuera cierta. Y no pudo vivir más en paz.

Un día se dio a la tarea de investigar porque no podía ser como un oso de los de la televisión, y entre el estante de arañas patonas y telarañas enormes tumbo un libro que tenía dibujos de osos. –aquí debe de haber una respuesta asombrosa, ¿cierto osa?, y la osa respondió:- cierto mi oso caprichoso.- El oso promedio mide muchos metros, y nosotros solo medimos centímetros, dijo Joaquín desanimado por completo, -los osos comen carne y pescado, continuó, y nosotros no comemos. –a un lado. Dijo la osa color rosa, -en esta foto se ve que somos iguales a ellos. Joaquín dijo:- ellos son pardos y tú eres rosa!. – no me interesa. Dijo la osa, para mi muy iguales nos vemos, hasta más tiernos seremos, que cualquier oso de la televisión. Pero Joaquín, quería ser libre no quería vivir más ahí en un cuarto eternamente, y entonces se le vino a la mente, una idea sorprendente; -cuando alborozo se vaya a estudiar, nos vamos por la ventana que siempre deja abierta para que el gato salga y entre!, osa dijo: suena loco, ¿te patina el coco?. Y así fue, Joaquín con osa de la mano saltaron por la ventana sin percatarse primero, que un inmenso charco, abajo los ha estado esperando. –estamos sucios y olemos asqueroso!, dijo osa.- Estaremos bien, respondió Joaquín halando del brazo a osa. Corrieron dos que tres pasos y un cuervo de ojos saltones, de un picotazo arrancase el ojo de Joaquín el oso, -oh! Mi ojo!, dijo Joaquín, asustado y confundido. –devolvámonos; dijo miedosa la osa. –jamás; respondió Joaquín. y siguieron corriendo hasta que llegaron a la calle, de asfalto caliente por el sol ardiente. Me estoy quemando los pies, dijo la osa. –yo también y es muy doloroso. Dijo el oso. -esto no pinta bien. Dijo osa, que es eso que de ahí veo venir?. y una enorme mula, de llantas enormes, le paso por encima a la pareja de osos.

-estas bien mi osa, dijo Joaquín. -Quiero volver, respondió la osa furiosa, esto no me parece que sea mejor que vivir allí, estás loco oso. –no!, respondió Joaquín asombrado mirando a un lado, allá de lo lejos, el parque de frondosos árboles y de azules lagos. Llegamos, dijo convencido. y la osa mirase y cerciorarse de la belleza de aquel paisaje, -tenías razón Joaquín, dijo la osa. Pero míranos estamos sucios y espichados, y a ti te falta un ojo. El la tomo del brazo y dijo:- así hubiera perdido mi vida, lo intentaría mil veces más, solo por ser libre y dichoso, y allí Joaquín por fin pudo vivir eternamente alborozo.

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