Una fuga
Una fuga de su ser, eso necesita,
Donde toque la nada, y se desentienda de las nociones,
Un respiro, una gota de espíritu, un canto que le dedique la madre existencia,
Donde la nodriza del principio, y la nana de la eternidad,
Le argumenten sobre la piel de vidrio, la que cubre el alma.
Donde el abismo que no tiene fin, se desnude,
Y con sus ojos llenos de sentido, lo observe.
Una fuga de su ser, eso necesita,
Donde toque la nada, y se desentienda de las nociones.
Envenenado
Envenenado, envenenado estoy,
Por las corrientes insufribles, por la cuenca vacía, donde mora la utilidad,
Por el pensamiento del ocio, que sentado en su trono está,
Por la locura, y por el moho que la cubre,
Por los matices de la vanidad y por los mares de sin sentido que la envuelven,
Envenenado, oh, envenenado estoy.
El pensamiento del hombre
Así es el pensamiento del hombre,
Moviendo grandes navíos, en los océanos de la vanidad,
Encendiendo pequeñas fogatas de perjudicial alegría,
Rozando promiscuamente las cascaras débiles de abadías sin dioses,
Vago, siendo feliz en las insolencias de la vida,
Triste y cobarde en las dichas rebuscadas,
Como gota de parafina disuelta por el fuego de la imposición,
Así es el pensamiento del hombre,
Como el inestable sonido causado por el aleteo de la moralidad,
Efímero, perpetuo, por la subjetividad que le da su fuerza,
Endeble, sumiso, rebelde y acorazado,
Así es el pensamiento del hombre.
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