Lo que carcome,

como el silencio luego de la batalla, 

realidad absoluta del ser humano,

en su entendimiento entre la razón y la pasión,

como efecto de cualquier expresión.

Las brechas eternas,

de una tasca redundante de historias,

fruto de las vidas sujetas,

a sus propias trabas,

que perdieron sentido,

luego de unas copas,

sobre las jarras.

Resignación omisiva

en desmedro a la pasión reflexiva,

como ente fulminante de todo acto ascético,

determinante y

motivante de cualquier inspiración.

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