Ivett sin e.

Ivett sin e.

Nat

16/07/2020

Tu cuerpo emite el calor equivalente al que sientes en el borde de las manos cuando, abrigándolas del frío, las acercas delicadamente al fuego.
Quemas pero no incomodas. 

De todas las posibles desconexiones entre el contacto de dos pieles que apenas se conocen, la tuya me conduce y me encamina a casa.

Descubro en ti, la risa que te provocan el cinismo y la despreocupación, esa que dura lo mismo que tardan tus gestos en retener el coraje para luego, asintiendo que no vale la pena, termina por dejarlo ir. 

Y después estás ahí, existiendo, dándome la impresión de que eres aparentemente simple pero cierta y fascinantemente compleja. 

Finalmente, me gusta observar la dualidad que existe en tu mirada, cuando en su reflejo se transmiten cada una de tus emociones sentidas y luego ese fuego altivo se desvanece en medida que te vas aguardando al silencio nuevamente y sin embargo, mirarte a los ojos resulta sencillo…

Tienes la mirada que un niño busca, encuentra y tranquilo se queda después de sentirse perdido.

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