Hace 23 años, nació una flor, con grandes pétalos de un color rosado oscuro, que la hacía especial, tenía un tallo pequeño de un verde intenso, pero robusto y fuerte para sostener las hojas, pétalos y posibles frutos.
La flor fue creciendo y aprendiendo de todo lo que veía a su alrededor, no le importaba destacar por su belleza y carisma, porque ella se rodeaba de todo tipo de flores, allí donde iba dejaba huella, no le importaba la envidia que generaba a su alrededor, porque no sabía lo que era, su bondad podía con todo.
Ella sabía que tenía que vivir intensamente, porque la vida de una flor, es como un amanecer efímero, no podía perder el tiempo, con envidias, celos y malos sentimientos, sabía que tenía que aprender, adquirir sabiduría, amar con lo más profundo de su tallo, para que cuando el tiempo marchitara su belleza, vieran en ella una luz especial, y quisieran aprender de su sabiduría.
Yo la tuve en mis manos un día, y ya no pude separarme de ella, allí donde estuviera siempre está en mi pensamiento, y jamás dejaría de amarla, a mi bella flor, a mi niña del alma.
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