Su mensaje me tomó por sorpresa, ¿Estás ocupada?, esa fue su pregunta, y sin esperar respuesta me dijo “voy a tu casa”. Él no lo sabía, pero su visita marcó un pequeño pero importante cambio en mi vida, yo nunca había recibido visitas inesperadas. Agarre la guitarra, mis llaves y saque la moto, Juan me estaba esperando afuera, en su cara se notaban los nervios, yo lo supe desde un principio. Su mirada, su forma de hablar y de moverse lo delataban.
Fuimos a una plaza del barrio, y apenas nos sentamos el comenzó a tocar la guitarra con entusiasmo, lo noté feliz, pero a la vez inquieto. Empezaron a sonar las primeras melodías y junto a ellas los primeros versos “me marcho pensando si he de volver” decía la primera estrofa, que marcaba el inicio de nuestra nueva amistad.
Ese día había sido intenso, para mí fue diferente, pero no dejaba de pensar en su inquietud, algo en él me preocupaba.
Nuestra amistad seguía creciendo día a día, pero de repente tuve que soltar aquello que venía sospechando, fue muy rápido, quizás un par de minutos: “Hay algo que me tiene intranquila, quiero que seas vos el que me lo afirme, ¿sos adicto a las drogas? Un breve silencio afirmaba mis dudas y luego un rotundo si lo reafirmó, es ahí donde supe que no debía dejar nunca de ser su amiga, el necesitaba mi ayuda.
Juan tenía muchos amigos, la mayoría de ellos no me caía bien y estaba muy claro el porqué, le arruinaban su vida, estaban solo cuando él tenía drogas y plata. Se que tenía buenas amistades, que había gente que lo quería ver bien y yo era una de ellas. Veía en sus ojos mucha tristeza que poco a poco entre charlas profundas fui sabiendo los motivos.
19 de julio de 2017, me desperté un poco angustiada, como si presintiera algo, pero no presté atención. Estaba de vacaciones, no había nada por hacer ese día, así que decidí ayudar a mi mama con su trabajo. En el transcurso del día había hablado con Juan unas tres veces y acordamos vernos después de que terminara de ayudar.
Llegó el momento, lo vi, como nunca lo había visto, era muy evidente que estaba drogado, pero esta vez mucho más. Me sentí mal, me acorde de mis malos presentimientos, pero aun así subimos a su departamento, donde vivía con su padre, a quien ya había conocido semanas atrás. Comimos, tocamos la guitarra, cantamos, reímos y hasta casi lloramos, todo eso en pocas horas.
20 de julio, día del amigo, charcos de sangre, puertas rotas, drogas en el piso, cosas tiradas por todos lados, gritos y desesperación. Había consumido de más, trato de ocultarse, pero yo ya me había dado cuenta. Su padre ya se había ido a trabajar antes de que ocurriera todo esto, estaba sola y necesitaba pensar que hacer, me pedía que me vaya, me estaba cuidando, no quería que vea lo que él hacía, pero en mi cabeza no estaba dejarlo solo. Tenía que actuar rápido, me repetía muchas veces que se quería tirar del balcón. Aun no estaba nerviosa, debía mantener la calma, distraerlo y pensar con claridad. Le dije que nos teníamos que ir, que se cambie de ropa, se fue a su habitación y dejo el celular en la mesa, lo agarre y salí del departamento, llame a su papa, tardo unos poco minutos en llegar, entró y yo quede afuera.
Llegó la policía, al principio estaban serios, pero cuando él empezó a hablar ellos empezaron a reírse, les parecía gracioso que él le gritara a su padre, les causaba gracia que le diga que su infancia no había sido feliz. Tenía mucha bronca porque todo lo que estaba pasando era triste, pero de todas maneras respire hondo y trate de calmar a Juan. Una vez que lo logré un policía me pido que lo acompañe a la comisaria, no querían que vaya solo, no dude en hacerlo. Estuve largas horas allí, lo tenían de un lado a otro, ahora si sentía muchos nervios, no sabía que podía pasar.
Ya era el mediodía y ya había estado sentada mucho tiempo en ese lugar, nadie me daba mucha información y yo ya estaba impaciente. Alguien se acercó, pensé que me diría algo bueno, pero solo me dijo que me vaya a mi casa porque mi amigo saldría a la tarde. Me fui muy triste, con un nudo en la garganta, llegué a mi casa y apenas vi a mi hermana le conté todo, lloramos juntas, ella entendía perfectamente mis sentimientos.
21 de julio, un nuevo día comenzaba, estaba muy nerviosa, no quería comer, no quería salir, ni hablar. No tenía noticias de él, le mandaba mensajes, pero no le llegaban, me preguntaba todo el tiempo ¿estará bien? Le pedía a Dios que lo cuidara, que lo hiciera reflexionar. Siempre quise que dejara las drogas, siempre se lo pedí.
Pasaban los días y no tenía noticias de él, les escribía a sus allegados, pero no obtenía respuestas, nadie me contestaba, eso me angustiaba mucho. Ya no reía, ya no quería hacer las cosas que hacía antes, quería cruzarlo, quería saber que estaba bien y si estaba enojado conmigo por haber llamado a su padre, pero nada de esto sucedía.
Aún tenía esperanzas de encontrarlo, algo en mi corazón decía que lo haría. Me puse a escuchar las canciones que grababa y me las mandaba, leí sus mensajes antiguos y escuché sus audios, me reí. Nuestras conversaciones siempre fueron muy graciosas, pasábamos de hablar de filosofía a cualquier tontería que se nos ocurriera.
17 de agosto, me encontraba a punto de salir de mi trabajo, me sonaba el celular, me aparte de donde estaba y mire la pantalla, era Juan, mi corazón latía a mil por hora, estaba feliz. Me contó que había estado en rehabilitación y que el día anterior le habían dado el alta y también me contó que siempre pensó en mí, que estaba preocupado por cómo me sentía. Me dijo dónde estaba, agarré mi moto y fui a buscarlo, nos abrazamos fuerte, los dos sentíamos mucha emoción, se notaba en nuestros ojos. Pasamos horas contándonos que había pasado durante todo ese tiempo, hasta que llegó el momento, le conté que había sido yo la que llamo a su papá, su respuesta me dejo muda, pero a la vez aliviada, Juan me dijo “los verdaderos amigos no siempre están para apañar”, y así era, yo nunca iba a apoyar que se drogara, ni que hiciera cosas malas, y es ahí donde me di cuenta de que esa llamada había cambiado todo.
Juan está sano, no tiene ni una gota de droga en su cuerpo, tiene muchos proyectos por delante que de a poco los va cumpliendo. Yo sigo siendo su amiga, confió en el cómo el primer día, sé que él puede.
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