PATER FAMILIAS

PATER FAMILIAS.-

“Buenísimo el cuento, atrapa por sus diálogos, el crescendo, el tema, los personajes, el humor medio heavy, la trama, el final ¡todo! Verdadero retrato de un Pater Familias.” Fernando Sanchez Sorondo (PREMIO NACIONAL DE LITERATURA).

-Alcanzame el salero Tincho.

Tincho tomo el salero y se lo extendió para que lo tomara con las manos.

-No, dejalo apoyado en la mesa.

-Sirven para algo esas supersticiones ?.

Pregunto para sí Trini y se contestó sola:

-Si uno se guía por tu suerte yo diría que no.

-Ojo, que si agarraba el salero con las manos capaz que se quedaba sin laburo.

Agregó jocoso Santiago.

-O le agarraba un ataque de gota.

Sentenció finalmente Maru.

-Listo, salvo que el perro haga algún comentario, ya todos dijeron lo suyo, ahora puedo almorzar tranquilo ?.

Contesto el “Pater” molesto; luego agrego un poco de sal al pollo y la ensalada y empezó a comer lentamente.

-Yo ni abrí la boca.

Dijo Tincho.

-Pero si querés cartón lleno, te diría que tengas cuidado, no descartes ninguna posibilidad, vos sos capaz de hacer que un perro te putee.

Salvo el “pater familias” todos los demás se rieron.

Llevaba dos años sin laburo, con todo tipo de quilombo. Embargos, ejecuciones y pedidos de quiebra. Desde hacía un tiempo, el mayor aporte a la casa venía de la mano de Maru, que además del sueldo de docente, daba clases particulares completando una guita que les servía para bancar los gastos esenciales de una familia de 5 componentes, en una antigua casa de Coghlan. El seguía administrando el dinero de alquileres de propiedades que a tiempo había podido eludir del alcance de sus acreedores. Tincho, Santiago y Trini, de 21, 19 y 17 años, no aportaban absolutamente nada a la casa, pero habían limitado sus gastos a lo mínimo e indispensable trastocando de esta manera las relaciones familiares y afectando gravemente el humor de entrecasa.

-Quien deja la tele prendida en el living mientras comemos ?.

Preguntó Maru sabiendo la respuesta de antemano.

-Adiviná.

Contestó Trini y agregó:

-Te doy una ayudita, la tele está en TN, y el volumen esta puesto para un sordo, quien será ?.

-A ver, a ver… puede ser que sea el que no agarra el salero por miedo a que lo fulmine un rayo ?.

Se sumó Santiago a la joda.

-Cooooorrrrrecto !!!!!.

Contestó Trini imitando a Susana Giménez.

El “Pater familias” seguía comiendo lentamente con la cabeza baja.

-Parece que está sordo en serio.

Dijo Tincho.

-No, cuando quiere escuchar, te aseguro que escucha.

Contestó Maru.

El “pater” levantó la cabeza y miró uno por uno a los cuatro.

-Realmente, no tienen otra cosa que hacer que no sea romperme las pelotas ?; porque no alternamos un poco y nos rompemos las bolas entre todos, un poco a Santi, un poco a Tincho, un poco a Trini… ?.

-Simple, porque nos divierte romperte las pelotas a vos.

Lo interrumpió Santiago.

-Y desde cuando te divierte tanto romperme las pelotas ?; puede ser que coincida con el momento en que se me termino la chequera ?; porque si mal no recuerdo, cuando necesitabas guita, y el que te la daba era yo, las cosas eran diferentes.

-Puede ser, quizá tengas razón y tu único valor agregado en esta vida haya sido la guita. Qué lástima que hoy no la tenés, no ??????!!!!!!.

Contestó Santiago en un tono que ya excedía del normal.

Sin dudas de todo el grupo familiar, Santiago era el más jodido. El “Pater” evitaba confrontar con él, aunque a veces resultaba imposible. Tincho, también Trini, llegado el caso, si la discusión se ponía pesada, dejaban las cosas ahí. Santi, por el contrario, tuviera o no razón, siempre duplicaba la apuesta.

-Listo Santi, déjalo ahí, déjame tener un almuerzo de domingo tranquilo.

-Ya no lo tenés, o todavía no te diste cuenta ?.

-Si…, si, tenés razón, déjalo ahí.

-No lo dejo nada ahí, yo simplemente te hice una joda y vos me trataste como si fuera un hijo de puta convenido.

-En eso tiene razón Santi.

Acotó Maru.

-Bueno ya está, córtenla, bastante tiene con sus desgracias, déjenlo que coma su miserable pollo y termine su domingo con una siestita pedorra, a eso se terminó limitando su vida. Viste como te defiendo papi ?

Agrego Tincho riendo con malicia.

Para evitar un nuevo comentario el “Pater” se levantó, fue hasta el living, apagó la tele y volvió a sentarse a la mesa. Siguió comiendo lenta y calladamente como si temiera hacer algún ruido que lo pusiera en evidencia. Santi no le sacaba la mirada de encima.

El “Pater” mantenía su lugar histórico en la cabecera de la mesa, aunque en los hechos, hubiera sido más acorde a su situación, que comiera solo en la cocina. El vino se encontraba en la otra cabecera. Para evitar pedirlo, se levantó lo tomó, volvió a su lugar y se sirvió.

-Che, después no llores si te agarra gota.

Le espetó Maru.

-Sí, encima con esa Colchicina de mierda que tomás para que te saque los dolores, quedás convertido en una usina de pedos.

Agrego Tincho.

-Una copa de vino no me hace nada.

Dijo el “Pater” sin levantar la cabeza.

-En mi vida te vi tomar una copa de vino, tus copas terminan siempre convertidas en una botella.

Dijo Maru señalando la botella con el dedo índice.

-Sí, siempre que no hayan dos botellas.

Acotó Trini y prosiguió:

-Flor de negocio, tomarte una botella de vino y a cambio estar una semana con gota sin poder siquiera bajar de la cama, negoción !!!, con ese criterio de intercambio, no llama la atención que hayas terminado fundido.

El “Pater” tomo el vaso, lo vació de un sorbo, volvió a servirse y a vaciar el vaso de la misma manera hasta terminar con la botella.

-Listo. Delito consumado, para que me rompan las bolas, por lo menos cometo el pecado.

Se rio, se levantó de la mesa y se retiró antes de que hicieran un nuevo comentario. Mientras se dirigía a su cuarto, escuchó que seguían hablando, no pudo entender la conversación, pero claramente oyó “boludo” e “infeliz”.

Se encerró en su cuarto, las persianas estaban entornadas. Era mediado de febrero, hacía calor. Las Chicharras se escuchaban en un canto constante como si se tratara de una sola, pero cada tanto, en una rara coincidencia se callaban todas simultáneamente dando lugar a un silencio molesto. Era como si por un momento el motor del mundo se apagara.

Se sacó las zapatillas, los pantalones y camisa. Quedo solo con un slip con los elásticos vencidos, descolorido y agujereado. Se miró en el espejo del placar en la media penumbra. Con el tiempo se había convertido en eso que veía. Era triste. Notó curiosamente en el espejo, que entre las piernas le colgaban los huevos que habían salido del slip, por algún agujero. En sus 50 años, la gravedad había laburado y ese laburo se notaba evidente. Intentó sacarse el slip. Al querer hacerlo descubrió que el orificio por donde habían salido los huevos era minúsculo, de hecho para que ambos estuvieran afuera debían haber pasado de a uno por vez, ambos al mismo tiempo no pasaban por ese pequeño agujero. Con el primer tirón el slip quedo a medio salir, quedando trabado con los dos huevos juntos, haciendo tope contra el lugar por donde habían salido de a uno. El segundo tirón que dio para sacárselo le genero un dolor agudo. Se cayó hacia atrás y pegó con la espalda en los pies de la cama. Quedó desparramado en el piso. Levantó la mirada, se vio nuevamente en el espejo del placar. Transpiraba. Un sentimiento de furia incontrolable lo empezó a invadir. Se dio cuenta que en ese momento hubiera sido capaz de hacer cualquier cosa, hubiera matado a alguien o se hubiera matado a sí mismo. Decidió terminar con el asunto. Tomo aire profundamente, apretó los dientes, tomó fuertemente el slip con ambas manos, contó mentalmente hasta tres y en el tres, tiró del slip con todas sus fuerzas hacia abajo. Sintió un dolor inexplicable que era imposible de comparar con cualquier otro dolor que hubiera sentido en su vida. Con enorme sorpresa, vio como sus huevos salían volando y se estrellaban contra el espejo del placar. Sí, aunque parezca increíble, los dos huevos salieron disparados y terminaron pegando en el espejo para luego caer y quedar finalmente uno al lado del otro en el piso. “Uh, la concha de la lora, que fue eso ?”. Se reincorporo de un salto como si tuviera otra vez 20 años. Se miró las bolas. Le quedaba solo un pellejo desflecado. Lo tocó, primero suavemente y con cuidado. Al notar que no había dolor tomó el colgajo con la mano derecha y lo apretó. Como si apretara una empanada cruda, de ese manojo de piel y carne fina, escurrió una sustancia espesa. No sabía que era, pero sabía que no era sangre, tenía una densidad diferente. Constató para su sorpresa que efectivamente la herida no sangraba. Luego de sentir el intensísimo dolor inicial, el dolor había menguado rápidamente hasta desaparecer por completo. Era como si el dolor hubiera llegado a su tope y en ese mismo instante por semejante intensidad se hubiera autodestruido y desaparecido para siempre. Era raro, no solo no sentía dolor, la furia que en algún momento sintiera también había desaparecido por completo, no sentía tampoco preocupación alguna. Había perdido formalmente los huevos, pero internamente sabía que esto ya había sucedido hacía tiempo. De pronto se alarmó, se paró frente al espejo, miró fijamente su cara y dijo:

-Hola.

Carraspeo.

-Hooolaaaa.

Alargó y mantuvo las vocales.

-Hola, hola, hola.

Repitió por último sin intervalos, como si estuviera probando el sonido de un micrófono.

Constató que su voz se mantenía similar a la de siempre. Prácticamente no había diferencia. Por un momento había temido que le hubiera quedado la voz de Buonanotte.

Despejada esa preocupación abrió la persiana. Ahora con luz miro otra vez el pellejo que quedaba en el lugar donde una vez estuvieran los huevos. Volvió a apretar el colgajo cayendo las ultimas gotas de esa sustancia viscosa que ahora notaba tenía un color indefinido que podía ubicarse al medio entre las gamas del amarillo y del marrón. Vio un clip tirado sobre la mesa de luz de Maru. Lo tomó, emprolijó el pellejo y unió sus lados con el clip. Levanto los huevos del piso. Ya con los huevos en la mano dudo un instante. No sabía qué hacer. Finalmente se acercó a la ventana y arrojo los huevos a la calle. Limpio el piso con el slip y lo dejo tirado debajo de la cama. Ahora estaba todo ordenado, Maru no tendría ningún motivo para cagarlo a pedos. Se puso el pantalón de pijama, abrió la cama, se acostó, se tapó hasta el cuello solo con una sábana, se tiró un pedo, se acomodó y se durmió en segundos.

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