Me encanta cómo te marca los pechos en esa blusa. De hecho, me encantan tus pechos, punto. Redondos, voluminosos, magníficos. Dignos de la mismísima unica diosa, ordenan que los venere con la vista y el tacto. En el santuario de mi imaginación, son el banquete de mis famélicos sentidos. Son firmes y puntiagudos, del tamaño de una mano, un placer para la vista y el tacto. La piel sedosa de las curvas que asoman por encima, es tan dulce y suave como la sensación que produce en la lengua la leche con miel.

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